TRADUCCIÓN

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jueves, 29 de enero de 2015

VALERIO DE TREVERIS

Tréveris, ciudad de la Galia Bélgica (hoy Luxemburgo), san Valerio, segundo obispo que gobernó esta sede (s. III ex.).

Según la tradición, era un seguidor de San Eucario, el primer obispo de Tréveris. Eucario fue enviado a Gaul junto a San Pedro como obispo, junto al diácono Valerio y el subdiacono Materno.


Llegaron al Rhin y a Ellelum (Ehl) en Alsacia, donde Materno moriría. Sus dos compañeros se apresuraron a regresar ante San Pedro para rogarle que devolviera la vida a Materno. San Pedro le dio la bendición personal a Eucario, y, al ser tocado, Materno, que había estado en su tumba cuarenta días, volvió a la vida. Después de este milagro, los gentiles se convirtieron luego en gran número. 

Después de fundar iglesias de los tres compañeros se fue a Tréveris, donde el trabajo de evangelización progresó tan rápidamente que Eucario eligió esa ciudad para su residencia episcopal. Entre otros milagros relacionados, resucitó a una persona muerta. Un ángel le anunció su próxima muerte y señaló Valerio como su sucesor. 

Eucario murió el 8 de diciembre, después de haber sido obispo durante veinticinco años, y fue enterrado en la iglesia de San Juan fuera de la ciudad.

Valerio fue obispo durante quince años y fue sucedido por Materno, que en este interinaje fundó la diócesis de Colonia y Tongeren, siendo obispo durante cuarenta años. Los seguidores de San Pedro se mantuvieron en Colonia hasta finales del siglo X, cuando se presentó en Tréveris, y fue llevado después a Praga ante la presencia de emperador Carlos IV.


lunes, 19 de enero de 2015

MARCELO SPINOLA


BEATO MARCELO SPÍNOLA
Cardenal Arzobispo de Sevilla y de la Orden Franciscana Seglar, Fraternidad de San Pedro de Alcántara (Sevilla). Ingreso 8 de septiembre de 1880 y pasado un año profesó el 16 de octubre de 1881
Cofundador de las Esclavas del Divino Corazón. Beatificado por Juan Pablo II el 29 de marzo de 1987.
...
“El Arzobispo mendigo”, como fue llamado por su amor franciscano a la pobreza y por su caridad inagotable para con los pobres, es una figura eminente de pastor y de santo.
Nació de noble familia en San Fernando. Pasó la infancia siguiendo los traslados de su padre: Motril, Valencia, Huelva, Sanlúcar de Barrameda y Sevilla. Aquí se doctoró en jurisprudencia en 1856, año en que la familia se trasladó a Huelva. Aquí el joven abrió su oficina legal haciéndose notar por sus servicios gratuitos en el campo legal a los pobres. Dejada la profesión, como ya lo había hecho el abogado napolitano San Alfonso María de Ligorio en 1723, entró al seminario de Sevilla y recibió la ordenación sacerdotal en 1864. Como capellán en Sanlúcar de Barrameda y luego como párroco de S. Lorenzo en Sevilla, demostró un gran celo pastoral y dedicó su mejor tiempo sobre todo al ministerio de la reconciliación. Nombrado en 1879 canónigo de la catedral de Sevilla, el 6 de febrero de 1881 fue elegido obispo auxiliar de la misma arquidiócesis. Promovido obispo de Coria Cáceres en 1884, desarrolló allí un intenso apostolado entre los últimos.


Fundó la Congregación de las Esclavas del Divino Corazón.
Trasladado a la diócesis de Málaga en 1886, diez años más tarde pasó a ser Arzobispo de Sevilla.

San Pío X lo hizo cardenal en 1905. Murió en Sevilla el 19 de enero de 1906, a los 71 años de edad.
Se distinguió por su celo infatigable por la salvación de las almas, el espíritu de oración, la intensa mortificación, su paternal ternura para con los que sufrían y los marginados. De carácter sencillo, humilde, alegre, fue un verdadero franciscano, perfecto imitador de Cristo buen Pastor.

jueves, 15 de enero de 2015

PABLO ERMITAÑO


La vida de este santo fue escrita por el gran sabio San Jerónimo, en el año 400.
Nació hacia el año 228, en Tebaida, una región que queda junto al río Nilo en Egipto y que tenía por capital a la ciudad de Tebas.
Fue bien educado por sus padres, aprendió griego y bastante cultura egipcia. Pero a los 14 años quedó huérfano. Era bondadoso y muy piadoso. Y amaba enormemente a su religión.

En el año 250 estalló la persecución de Decio, que trataba no tanto de que los cristianos llegaran a ser mártires, sino de hacerlos renegar de su religión. Pablo se vio ante estos dos peligros: o renegar de su fe y conservar sus fincas y casas, o ser atormentado con tan diabólica astucia que lo lograran acobardar y lo hicieran pasarse al paganismo con tal de no perder sus bienes y no tener que sufrir más torturas. Como veía que muchos cristianos renegaban por miedo, y él no se sentía con la suficiente fuerza de voluntad para ser capaz de sufrir toda clase de tormentos sin renunciar a sus creencias, dispuso más bien esconderse. Era prudente.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

LEVÁNTETE Y ANDA

  San LázaroAmigo de Jesús
Siglo I

Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!

?¡Ay! ?pensé?; ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: «¡Levántate y anda!». 

 Gustavo Adolfo Bécquer

 

Lázaro bendito, digno de que sintamos hacia ti una envidia, que tuviste el honor de recibir del poder inmenso de Jesús un milagro tan sorprendente: dile al Divino Redentor que en nuestras casas también hay algunos Lázaros muertos: son nuestras situaciones imposibles de ser arregladas por nuestras solas fuerzas. Para unos es un vicio que no logran alejar. Para otros una tristeza y un mal genio que acompañan día por día amargando la vida. Para algunos su Lázaro muerto es su cuerpo que sufre una dolencia que no se quiere curar, o una debilidad que quita fuerzas... Sabemos que Cristo, que obró el milagro de Betania, tiene los mismos poderes y el mismo amor de ese tiempo. Pídele tú a Jesús que por lo menos si no nos da la salud, nos conceda una gran paciencia para sufrir con paciencia y así convertir nuestros sufrimientos en escalera preciosa para subirnos a un grado muy alto en el cielo.
Quien crea en Mí aunque haya muerto vivirá (Jesucristo).

Lázaro es un nombre significativo en el idioma de Israel. Quiere decir: "Dios es mi auxilio". El santo de hoy se ha hecho universalmente famoso porque tuvo la dicha de recibir uno de los milagros más impresionantes de Jesucristo: su resurrección, después de llevar cuatro días enterrado.

Lázaro era el jefe de un hogar donde Jesús se sentía verdaderamente amado. A casa de Lázaro llegaba el Redentor como a la propia casa, y esto era muy importante para Cristo, porque él no tenía casa propia. El no tenía ni siquiera una piedra para recostar la cabeza (Lc. 9, 58). En casa de 


Lázaro había tres personas que amaban a Nuestro Salvador como un padre amabilísimo, como el mejor amigo del mundo. La casa de Betania es amable para todos los cristianos del universo porque nos recuerda el sitio donde Jesús encontraba descanso y cariño, después de las tensiones y oposiciones de su agitado apostolado.

En la tumba de un gran benefactor escribieron esta frase: "Para los pies fatigados tuvo siempre listo un descanso en su hogar". Esto se puede decir de San Lázaro y de sus dos hermanas, Martha y María.

La resurrección de Lázaro es una de las historias más interesantes que se han escrito. Es un famoso milagro que llena de admiración.

Un día se enferma Lázaro y sus dos hermanas envían con urgencia un mensajero a un sitio lejano donde se encuentra Jesús. Solamente le lleva este mensaje: "Aquél a quien Tú amas, está enfermo". Bellísimo modo de decir con pocas palabras muchas cosas. Si lo amas, estamos seguros de que vendrás, y si vienes, se librará de la muerte.

Y sucedió que Jesús no llegó y el enfermo seguía agravándose cada día más y más. Las dos hermanas se asoman a la orilla del camino y... Jesús no aparece. Sigue la enfermedad más grave cada día y los médicos dicen que la muerte ya va a llegar. Mandan a los amigos a que se asomen a las colinas cercanas y atisben a lo lejos, pero Jesús no se ve venir. Y al fin el pobre Lázaro se muere. Pasan dos y tres días y el amigo Jesús no llega. De Jerusalén vienen muchos amigos al entierro porque Lázaro y sus hermanas gozan de gran estimación entre la gente, pero en el entierro falta el mejor de los amigos: Jesús. Él que es uno de esos amigos que siempre están presentes cuando los demás necesitan de su ayuda, ¿por qué no habrá llegado en esta ocasión?

Al fin al cuarto día llega Jesús. Pero ya es demasiado tarde. Las dos hermanas salen a encontrarlo llorando: -"Oh, ¡si hubieras estado aquí! ¡Si hubieras oído cómo te llamaba Lázaro! Sólo una palabra tenía en sus labios: ‘Jesús’. No tenía otra palabra en su boca. Te llamaba en su agonía. ¡Deseaba tanto verte! Oh Señor: sí hubieras estado aquí no se habría muerto nuestro hermano".

Jesús responde: - "Yo soy la resurrección y la Vida. Los que creen en Mí, no morirán para siempre". Y al verlas llorar se estremeció y se conmovió. Verdaderamente de Él se puede repetir lo que decía el poeta: "en cada pena que sufra el corazón, el Varón de Dolores lo sigue acompañando".

Y Jesús se echó a llorar. Porque nuestro Redentor es perfectamente humano, y ante la muerte de un ser querido, hasta el más fuerte de los hombres tiene que echarse a llorar. Dichoso tú Lázaro, que fuiste tan amado de Jesús que con tu muerte lo hiciste llorar.

Los judíos que estaban allí en gran número, pronunciaron una exclamación que se ha divulgado por todos los países para causar admiración y emoción: "¡Miren cuánto lo amaba!".
¡Lázaro: yo te mando: sal fuera! Es una de las más poderosas frases salidas de los labios de Jesús. Un muerto con cuatro días de enterrado, maloliente y en descomposición, que recobra la vida y sale totalmente sano del sepulcro, por una sola frase del Salvador. ¡Que milagrazo de primera clase! Con razón se alarmaron los fariseos y Sumos sacerdotes diciendo: "Si este hombre sigue haciendo milagros como éste, todo el pueblo se irá con Él".

Cómo nos deben brillar los ojos al ver lo poderoso que es Nuestro jefe, Cristo. ¡Cómo deberían llenarse de sonrisas nuestros labios al recordar lo grande y amable que es el gran amigo Jesús!. Sin tocar siquiera el cadáver. Sin masajes, sin remedios, con sólo su palabra resucita a un muerto de 4 días de enterrado.

martes, 9 de diciembre de 2014

JUAN DIEGO CUAUHTLATOATZIN

 Juan Diego Cuauhtlatoatzin (Cuauhtlatoatzin significa "el águila que habla" en idioma náhuatl), también conocido como San Juan Diego (¿? de 1474 - 30 de mayo de 1548), fue el indígena de la América Hispana que según la iglesia presenció la aparición de la Virgen de Guadalupe en 1531. Fue beatificado en 1990 y canonizado en 2002, en ambos casos por el papa Juan Pablo II.

La primera mención que se hizo de Juan Diego fue en el libro Nican Mopohua publicado por Luis Lasso de la Vega y atribuido a Antonio Valeriano, quien escribió el Nican Mopohua hacia la década de 1550, es decir, diecisiete años después de las apariciones de la Virgen de Guadalupe.


San Juan Diego era de la etnia indígena de los chichimecas. Nació el 5 de abril o mayo de 1474 en Cuautitlán, en el barrio de Tlayácac, región que pertenecía al reino de Texcoco; fue bautizado por los primeros misioneros franciscanos en torno al año de 1524.

Juan Diego era un hombre considerado piadoso por los franciscanos asentados en Tlatelolco, donde aún no había convento, sino lo que se conoce como doctrina, donde se oficiaba misa y se catequizaba. Juan Diego hacía un gran esfuerzo al trasladarse cada semana saliendo "muy temprano del pueblo de Tulpetlac, que era donde en ese momento vivía, y caminar hacia el sur hasta bordear el cerro del Tepeyac."

Según la tradición, la mañana del 9 de diciembre de 1531, ocurrió la primera de cuatro apariciones de la “Patrona de México” al indígena oriundo de Cuautitlán. ¿Qué sucedió en esos milagrosos encuentros?

Poco después de la conquista de México, en manos de Hernán Cortés, vino un periodo conocido como la Conquista espiritual.

 Durante esta etapa, ocurrida durante los primeros años de la Colonia, aparecieron las primeras familias indígenas cristianas en los alrededores de la antigua Tenochtitlan. Juan Diego pertenecía a una de estas familias y nació en Cuautitlán, aldea ubicada al norte de la Villa de Guadalupe, en 1474.

Su nombre nativo era Cuauhtlatóhuac, "el que habla como águila". Su oficio era la manufactura de petates que vendía en Tlatelolco.
Según la leyenda, a los 53 años tuvo la aparición milagrosa que daría inicio a la adoración de la Virgen de Guadalupe en México. La historia fue así: Juan Diego vivía con su mujer y su tío Juan Bernardino en Tulpetac, lugar donde no había iglesias por lo cual tenían que ir a misa hasta Santa Cruz de Tlatelolco.

El sábado 9 de diciembre de 1531, Juan Diego se encaminaba hacia ahí y al pasar por el cerro del Tepeyac oyó un canto que no era de esta tierra. Se detuvo a gozar de él y cuando miró arriba vio un sol resplandesciente y enmedio a una señora en actitud de oración (1a aparición), él fue a saludarla y ella le dijo que era su deseo que le labrase un templo en ese llano y le encomendó también que le comunicara ese deseo al señor obispo.

El obispo no lo tomó
 en serio y le pidió que volviese otra vez al lugar a ver si sus ojos no lo habían traicionado. Regresó desconsolado Juan Diego y la Santísima Virgen se le apareció otra vez (2da aparición) para decirle que volviera el domingo a ver al señor obispo. Así lo hizo Juan Diego, pero el obispo le pidió una señal comprobatoria de la voluntad de la Virgen. La señora se le apareció de nuevo (3ra aparición) y le pidió que volviera al día siguiente.

lunes, 8 de diciembre de 2014

SOR TRIPI, EL EJEMPLO DEL AMOR

Sor Mari Luz era, posiblemente, la única persona en España que siendo ajena a Instituciones Penitenciarias tenía un salvoconducto para entrar en todas las cárceles del país
Llevaba más de 30 años dedicándose a la pastoral penitenciaria y no tenía ninguna intención de abandonar su tarea. Cada mañana se levantaba a las cuatro de la madrugada y, a pesar de estar enferma, no pensaba retirarse: «Me jubilaré cuando vaya al cielo», dijo hace unos meses al diario Abc.
Dar amor a los cautivos
Tras hacer un rato de oración: «porque yo sola no puedo hacer nada», salía del convento de la Hijas de la Caridad en Madrid y esperaba una hora o dos o las que hicieran falta en la calle, y daba igual que lloviera, nevara o cayera un sol de justicia. Sor Tripi tenía un compromisos con sus presos y eso era sagrado. Cogía el autobús y recorría cientos de kilómetros para ir de una cárcel a otra, dando amor a los cautivos.
Iluminar a los que viven en tinieblas.

Sor Tripi se dedicó a consolar y acoger a los presos de las cárceles españolas si que se sintieran juzgados. Sin moralizar su pasado. Tenía sólo un mensaje: “Dios te quiere; Dios te quiere mucho”.

Su vocación hacía los presos lo explicaba con naturalidad: «Yo me siento enviada por el Señor y por mis superiores a sanar los corazones rotos, a liberar a los cautivos, a iluminar a los que viven en tinieblas; yo voy a hablarles de Dios. Voy a las cárceles y hablo con los presos; leo con ellos la Biblia, por ejemplo Isaías 43: No temas, eres precioso para mí, yo te amo. Y ellos me dicen: Pero si soy un miserable… Y les contesto: Nada de eso, para Dios tú eres su hijo amado. Dios quiere que tú seas feliz, con Él. Decirles que Dios los ama es la mejor evangelización».

Sanar corazones destrozados

«Tú corazón es bueno y está hecho a imagen y semejanza de Dios -decía Sor Tripi a los presos-. Esas heridas que tienes sólo Cristo las puede curar. Tú eres importante y especial para Dios. Él te ama tanto que sólo quiere que seas feliz. Aunque tú hayas andado a tu rollo, Él viene a rehacer tu vida».

Muy querida en las prisiones.

Sor Mari Luz era, posiblemente, la única persona en España que siendo ajena a Instituciones Penitenciarias tenía un salvoconducto para entrar en todas las cárceles del país. «Son buenas personas, no hay más que verlos. Ninguno tendría que estar aquí. Cometieron un error, todos los cometemos», señalaba a Abc hace unos meses.

Siempre cargada con su carro de la compra, sor Tripi se paseaba por prisión regalando biblias y rosarios blancos de plástico que cada interno se colocaba al cuello o se lo colocaba en la muñeca. También les entregaba alguna tarjeta de teléfono que llamarán a sus familias, o unos sobres con sellos y unas tarjetas para escribir felicitaciones de Navidad.

Sor Tripi nunca los juzgaba…

«Yo nunca les pregunto qué han hecho. Si quieren desahogarse, me lo cuentan», decía a José Antonio Méndez en una entrevista publicada hace unos años en La Razón.

Mi mamá es la monja…

Óscar, preso por culpa de la droga; está inquieto con la metadona que tiene en el cuerpo. Cuenta al periodista J. A. Méndez que “llama «mamá» a la monja” y dice que “esta mujercilla le ha cambiado la vida”. Y tanto que, cuando sale de permiso, pasa la tarde con el grupo de oración de sor Mari Luz.

«Es una santa. Si ella no hubiera llegado a mi vida, no sé qué habría sido de mí», señala Óscar con lágrimas en los ojos.

Su testimonio

Con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, el semanario Alfa y Omega publicó su testimonio que reproducimos íntegro:

«No hay que ir a los pobres más que con mucho amor, y ayudarles para que descubran, saboreen, experimenten y conozcan con qué amor y misericordia y ternura los ama Dios. Lo importante es que se sientan amados por Él.

lunes, 1 de diciembre de 2014

CARLOS DE FOUCAULD

Charles de Foucauld (Hermano Carlos de Jesús) nace en Francia, en Estrasburgo, el 15 de septiembre 1858. Huérfano a los 6 años, creció con su hermana Maria, bajo los cuidados de su abuelo, orientándose hacia la carrera militar.
Adolescente, pierde la fe. Conocido por su gusto de la vida fácil él revela, no obstante una voluntad fuerte y constante en las dificultades. Emprende una peligrosa exploración a Marruecos (1883- 1884). El testimonio de fe de los Musulmanes despierta en él un cuestionamiento sobre Dios: «Dios mío, si existes, haz que te conozca».
Regresando a Francia, le emociona mucho la acogida discreta y cariñosa de su familia profundamente cristiana, y comienza una búsqueda. Guiado por un sacerdote, el Padre Huvelin, él encuentra a Dios en octubre 1886.Tiene 28 años. «Enseguida que comprendí que existía un Dios, comprendí que no podía hacer otra cosa que de vivir sólo para El».
Durante una peregrinación a Tierra Santa descubre su vocación: seguir Jesús en su vida de Nazareth. Pasa 7 años en la Trapa, primero N.S. de las Nieves, después Akbes, en Syria. Enseguida después, él vive solo en la oración y adoración cerca de las Clarisas de Nazareth.
Ordenado sacerdote a los 43 años (1901) parte al Sahara, primero Beni-Abbes, después Tamanrasset en medio de los Tuaregs del Hoggar. Quiere ir al encuentro de los más alejados, «los más olvidados y abandonados». Quiere que cada uno de los que lo visiten lo consideren como un hermano, «el hermano universal». El quiere «gritar el evangelio con toda su vida» en un gran respeto de la cultura y la fe de aquellos en medio de los cuales vive. «Yo quisiera ser lo bastante bueno para que ellos digan: “Si tal es el servidor, como entonces será el Maestro...”?».
En el atardecer del 1° de Diciembre 1916, fue matado por una banda que rodeó la casa.
Siempre soñó compartir su vocación con otros: después de haber escrito varia reglas religiosas; pensó que esta «vida de Nazareth» podía ser vivida en todas partes y por todos. Actualmente la «familia espiritual de Charles de Foucauld» comprende varias asociaciones de fieles, comunidades religiosas e institutos seculares de laicos y sacerdotes.

"Mi apostolado debe ser el de la amistad"
“Tan pronto como creí que había un Dios, comprendí que no podía hacer otra cosa sino vivir para Él."
«Adorar la Hostia santa debería ser el centro de la vida de todo hombre».
...
«Cuanto más se ama, mejor se reza».
«Pregúntate en cada cosa: "¿Qué habría hecho el Señor?", y hazlo. Es tu única regla, la regla absoluta»

«Odiarán el mal, pero este odio jamás les impedirá amar a los hombres: llevándolos en su corazón, hasta los más perversos, como el Corazón de Jesús»

Padre mío
Me abandono a Ti.
Haz de mí lo que quieras.
Lo que hagas de mí te lo agradezco.
Estoy dispuesto a todo,...

Lo acepto todo,
Con tal que tu voluntad se haga en mí
Y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi vida en tus manos.
Te la doy, Dios mío,
Con todo el amor de mi corazón.
Porque te amo
Y porque para mí amarte es darme,
Entregarme en tus manos sin medida,
Con una infinita confianza,
Porque tu eres mi Padre.

Charles de Foucauld

sábado, 11 de octubre de 2014

SAN JUAN XXIII

"¡Oh, los santos, los santos del Señor, que por doquier nos alegran, nos animan y nos bendicen!", decía San Juan XXIII, cuya fiesta es el 11 de octubre y que hoy por primera vez se le celebra en su categoría de santo.
JUAN XXIII

Angelo Giuseppe Roncalli, más conocido como San Juan XXIII, nació en Italia en 1881. Ingresó desde muy joven al seminario y fue ordenado sacerdote en 1904.
En la Segunda Guerra Mundial, siendo Obispo, salvó a muchos judíos con ayuda del “visado de tránsito” de la Delegación Apostólica.
En 1953 fue creado Cardenal y a la muerte de Pío XII, es elegido como Sumo Pontífice en 1958. Poco a poco se ganó el apelativo de “Papa Bueno” por sus cualidades humanas y cristianas.
El mundo entero pudo ver en él a un pastor humilde, atento, decidido, valiente, sencillo y activo. Se enrumbó por los caminos del ecumenismo y del diálogo con todos. Escribió las famosas encíclicas “Pacem in terris” y “Mater et magistra” y convocó al Concilio Vaticano II.
Es llamado a la Casa del Padre el 3 de junio de 1963, beatificado por San Juan Pablo II en el 2000 y canonizado por Papa Francisco en abril del 2014.
El milagro para su beatificación se basó en la curación de Sor Caterina Capitani, una religiosa que tenía una dolencia estomacal muy grave.
Las hermanas de la paciente, que conocían de la gran admiración de Sor Caterina por Juan XXIII, oraron pidiendo la intercesión del “Papa bueno” y colocaron una imagen de él en el estómago de la paciente.
Minutos después la religiosa empezó a sentirse bien y pidió comer. 

Más adelante, Sor Caterina relataría que vio a Juan XXIII sentado al pie de su cama y que le dijo que su plegaria había sido escuchada. La ciencia no pudo dar explicaciones de esta curación.

lunes, 6 de octubre de 2014

SAN BRUNO

Confesor, autor eclesiástico y fundador de la Orden de la Cartuja. Nació en Colonia hacia el año 1030; murió el 6 de octubre de 1101. Se le representa habitualmente con una calavera en las manos, un libro y una cruz, o coronado con siete estrellas; o con un pergamino que porta la divisa O Bonitas. Su fiesta se celebra el 6 de Octubre. 


Según la tradición, San Bruno pertenecía a la familia de Hartenfaust, o Hardebüst, una de las principales familias de la ciudad, y en recuerdo de este origen diferentes miembros de la familia de Hartenfaust han recibido de los Cartujos o bien oraciones especiales por los muertos, como en el caso de Peter Bruno Hartenfaust en 1714, y Louis Alexander Hartenfaust, barón de Laach, en 1740; o una relación personal con la orden, como con Louis Bruno de Hardevüst, barón de Laach y burgomaestre de la ciudad de Bergues-S. Winnoc, en la diócesis de Cambrai, con el que se extinguió la línea masculina de la familia Hardevüst el 22 de Marzo de 1784.
Tenemos poca información sobre la infancia y juventud de San Bruno. Nacido en Colonia, habría estudiado en el colegio de la ciudad, o colegiata de San Cuniberto. Mientras era aún bastante joven (a pueris) fue a completar su educación a Reims, atraído por la reputación de la escuela episcopal y de su director, Heriman. Allí acabó sus estudios clásicos y se perfeccionó en las ciencias sagradas que en esa época consistían principalmente en el estudio de las Sagradas Escrituras y de los Padres. Allí se hizo, según el testimonio de sus contemporáneos, instruido tanto en la ciencia humana como divina. Completada su educación, San Bruno volvió a Colonia, donde fue provisto de una canonjía en San Cuniberto, y según la opinión más probable, elevado a la dignidad sacerdotal. Esto fue hacia el año 1055. En 1056, el obispo Gervais le llamó a Reims, para ayudar a su antiguo maestro Heriman en la dirección de la escuela. Este último estaba ya dirigiendo su atención hacia una forma de vida más perfecta, y cuando al final dejó el mundo para ingresar en la vida religiosa, en 1057, San Bruno se encontró como director de la escuela episcopal, o ecólatra, un puesto tan difícil como elevado, pues entonces incluía la dirección de las escuelas públicas y la supervisión de todos los establecimientos educativos de la diócesis. Durante casi veinte años, de 1057 a 1075, mantuvo el prestigio que la escuela de Reims había alcanzado bajo sus antiguos directores, Remi de Auxerre, Hucbald de St. Amand, Gerberto y últimamente Heriman. De la excelencia de su enseñanza tenemos una prueba en los títulos funerarios compuestos en su honor, que celebran su elocuencia, sus talentos poético, filosófico y por encima de todos exegético y teológico; y también en los méritos de sus discípulos, entre los cuales estaban Eudes de Châtillon, después Urbano II, Rangier, cardenal y obispo de Reggio, Robert, obispo de Langres y un gran número de prelados y abades. 

domingo, 7 de septiembre de 2014

ALEGRARSE, LEVANTARSE Y PERSEVERAR.

 Francisco, a los católicos cubanos: "La victoria es para los que se levantan una y otra vez, sin desanimarse"

El Papa Francisco ha enviado al arzobispo metropolíta de Santiago de Cuba, Dionisio Guillermo García Ibáñez, presidente de la Conferencia Episcopal del país, una misiva en ocasión de la Natividad de María, Fiesta de la Virgen de la Caridad del Cobre, que se celebra el 8 de septiembre.

En la misma le recuerda que hace pocos días fue colocada una imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, en los jardines del Vaticano. Y le indica "las lecciones importantes que nos enseña la Virgen de la Caridad del Cobre, útiles para el hoy y el mañana": "Tener alegría y compartirla con los que nos rodean. Levantar el corazón y no sucumbir ante las adversidades, permanecer en el camino del bien, ayudando infatigablemente a los que están oprimidos por penas y aflicciones".

Carta del Papa al arzobispo
Querido Hermano:

Hace pocos días, la Venerada Imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre fue colocada en los Jardines Vaticanos. Su presencia constituye un recuerdo evocador del afecto y la vitalidad de la Iglesia que peregrina en esas luminosas tierras del Caribe, que, desde hace más de cuatro siglos, se dirige a la Madre de Dios con ese hermoso título. Desde las montañas de El Cobre, y ahora desde la Sede de Pedro, esa pequeña y bendita figura de María, engrandece el alma de quienes la invocan con devoción, pues Ella nos conduce a Jesús, su divino Hijo.

Hoy que se celebra con fervor la fiesta de María Santísima, la Virgen Mambisa, me uno a todos los cubanos, que ponen sus ojos en su Inmaculado Corazón, para pedirle favores, encomendarle a sus seres queridos e imitarla en su humildad y entrega a Cristo, de quien fue la primera y mejor de sus discípulos.

Cada vez que leo la Escritura Santa, en los pasajes en que se habla de Nuestra Señora, me llaman la atención tres verbos. Quisiera detenerme en ellos, con el propósito de invitar a los pastores y fieles de Cuba a ponerlos en práctica.

El primero es alegrarse. Fue la primera palabra que el arcángel Gabriel dirigió a la Virgen: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc 1,28). La vida del que ha descubierto a Jesús se llena de un gozo interior tan grande, que nada ni nadie puede robárselo. Cristo da a los suyos la fuerza necesaria para no estar tristes ni agobiarse, pensando que los problemas no tienen solución. Apoyado en esta verdad, el cristiano no duda que aquello que se hace con amor, engendra una serena alegría, hermana de esa esperanza que rompe la barrera del miedo y abre las puertas a un futuro prometedor. «Yo soy la Virgen de la Caridad», fue lo que leyeron lo tres Juanes en la tablilla que flotaba en la Bahía de Nipe. Qué lindo sería si todo cubano, especialmente la gente joven, pudiera decir lo mismo: «Yo soy un hombre de la caridad»: vivo para amar de veras, y así no quedar atrapado en la espiral nociva del ojo por ojo, diente por diente. Qué alegría siente el que ama auténticamente, con hechos diarios, y no es de los que abunda en palabras vacías, que se lleva el viento.

El segundo verbo es levantarse. Con Jesús en su seno, dice san Lucas que María se levantó y con prontitud fue a servir a su prima Isabel, que en su ancianidad iba a ser madre (cf. Lc 1,39- 45). Ella cumplió la voluntad de Dios poniéndose a disposición de quien lo necesitaba. No pensó en sí misma, se sobrepuso a las contrariedades y se dio a los demás. La victoria es de aquellos que se levantan una y otra vez, sin desanimarse. Si imitamos a María, no podemos quedarnos de brazos caídos, lamentándonos solamente, o tal vez escurriendo el bulto para que otros hagan lo que es responsabilidad propia. No se trata de grandes cosas, sino de hacerlo todo con ternura y misericordia. María siempre estuvo con su pueblo en favor de los pequeños. Ella conoció la soledad, la pobreza y el exilio, y aprendió a crear fraternidad y hacer de cualquier lugar en donde germine el bien la propia casa. A Ella le suplicamos que nos dé un alma de pobre que no tenga soberbia, un corazón puro que vea a Dios en el rostro de los desfavorecidos, una paciencia fuerte que no se arredre ante las dificultades de la vida.

El tercer verbo es perseverar. María, que había experimentado la bondad de Dios, proclamó las grandezas que él había hecho con Ella (cf. Lc 1,46-55). Ella no confió en sus propias fuerzas, sino en Dios, cuyo amor no tiene fin. Por eso permaneció junto a su Hijo, al que todos habían abandonado; rezó sin desfallecer junto a los apóstoles y demás discípulos, para que no perdieran el ánimo (cf. Hch 1,14). También nosotros estamos llamados a permanecer en el amor de Dios y a permanecer amando a los demás. En este mundo, en el que se desechan los valores imperecederos y todo es mudable, en donde triunfa el usar y tirar, en el que parece que se tiene miedo a los compromisos de por vida, la Virgen nos alienta a ser hombres y mujeres constantes en el buen obrar, que mantienen su palabra, que son siempre fieles. Y esto porque confiamos en Dios y ponemos en Él el centro de nuestra vida y la de aquellos a quienes queremos.

Tener alegría y compartirla con los que nos rodean. Levantar el corazón y no sucumbir ante las adversidades, permanecer en el camino del bien, ayudando infatigablemente a los que están oprimidos por penas y aflicciones: he aquí las lecciones importantes que nos enseña la Virgen de la Caridad del Cobre, útiles para el hoy y el mañana. En sus maternas manos pongo a los pastores, comunidades religiosas y fieles de Cuba, para que Ella aliente su compromiso evangelizador y su voluntad de hacer del amor el cimiento de la sociedad. Así no faltará alegría para vivir, ánimo para servir y perseverancia en las buenas obras.

A los hijos de la Iglesia en Cuba les pido, por favor, que recen por mí pues lo necesito. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide siempre.
Fraternalmente,
FRANCISCO PP.
ReL

 "Reconoce oh cristiano tu dignidad, El Hijo de Dios se vino de cielo por salvar tu alma".  S. León

viernes, 22 de agosto de 2014

MARÍA, REINA Y MADRE DE LOS CATÓLICOS



PARA SER CATÓLICO




1.                   1
Recibe la provisión de Dios: Lo importante es conocer el amor de Dios. Date cuenta que Jesús lo es todo, ya que Él murió por nosotros.
1.                   2
Respétalo en oración y reverencia Su presencia. Ámalo a Él por sobre todas las cosas.

1.                   1
Si todavía no eres un católico, por favor ve a la iglesia de tu localidad, y habla con el padre de ahí sobre volverte católico.
1.                   2
Ora. Ora el Rosario, ora el Padre Nuestro, ora la Oración a Jesús, o simplemente conversa con Dios. Pero recuerda en el Nuevo Testamento. “Orando, no seáis habladores como los gentiles, que piensan que serán escuchados por su mucho hablar; no os asemejéis, pues, a ellos, porque vuestro Padre conoce las cosas de que tenéis necesidad antes de que se las pidáis” (Mateo 6,7-8).
1.                   3
Lee la Biblia todos los días y no te saltes ninguna parte, ya que la Biblia en su totalidad es la palabra de Dios.

1.                   4
Da caridad a los pobres, visita a aquellos en prisión, dale comida a los hambrientos, perdona, dale vestido a los que están desnudos, dale de beber a los sedientos y sepulta a los muertos.
1.                   5
"Ama a tus prójimo como a ti mismo,” Jesús dijo, y “Por esto sabrán que son mis discípulos; 'Ámense los unos a los otros'”.
1.                   6
Sigue los 10 Mandamientos.
1.                   7
Evita los 7 pecados capitales: lujuria, glotonería, avaricia, pereza, ira, envidia y orgullo.
1.                   8
Ve a la iglesia todos los domingos. Los católicos deben ir a misa todos los domingos y el Día de Precepto.

 
1.                   9
Sigue las enseñanzas de la Iglesia. El líder de la Iglesia en su totalidad es el Papa, aunque varias Iglesias tengan sus propios líderes.
1.                   10
Conoce que hay cerca de 25 Iglesias diferentes “sui iuris” que hacen la Iglesia católica. La más común es la Iglesia Romana. Las otras son Iglesia Oriental Católica. Todas (Excepto la Maronita y la Ítalo-Albanesa) tienen sus contrapartes Ortodoxas. Los miembros de la Iglesia Oriental Católica no son muy felices cuando las personas rehúsan aceptar el ello que están en completa comunión con el Obispo de Roma.

1.                   11
Conoce tus herejías y conoce cómo vencerlas.
1.                   1
Los Católicos Bizantinos también deberían de hacer todo lo anterior. Esto sólo es una sección suplemental que cubre las tradiciones que no necesariamente están presentes en las demás Iglesias.
1.                   2
¡Conoce las tradiciones de tu Iglesia! Es importante que puedas dar una pequeña guía de las características particulares de tu Iglesia.
1.                   3
Lee a los Padres. Ellos saben más.

1.                   4
Aprende las oraciones comunes de las Iglesias Orientales, la oración a Jesús, por ejemplo, es simple y poderosa:
·         Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador.

1.                   5
Haz la señal de la Cruz de la forma tradicional, por ejemplo: el pulgar y el dedo índice deben sostenerse en forma de cruz. Y luego debes tocar tu frente, abdomen, hombro izquierdo, y hombro derecho.
Consejos
  • Sigue los 10 Mandamientos y pídele a tu Padre que te los explique si no los entiendes:
    • Amarás a Dios sobre todas las cosas.
    • No jurarás en nombre de Dios en vano.
    • Santificarás el día del Señor
    • Honrarás a tu padre y a tu madre.
    • No matarás.
    • No cometerás adulterio.
    • No robarás.
    • No levantarás falsos testimonios ni mentiras.
    • No desearás a la mujer de tu prójimo.
    • No codiciarás los bienes ajenos.
  • Asegúrate atender a la Iglesia Católica. No importa que Rito; cualquier Católico puede recibir los Sacramentos en cualquier Iglesia Católica.
    • Ten cuidado; hay iglesias que dicen ser Católicas pero no lo son. Algunas son independientes. Si tienes dudas, primero revisa con tu Padre.
    • También, antes de atender a una Iglesia Tradicional, asegúrate de que no sea cismática. Algunas lo son, otras no.
  • Lee el Catecismo de la Iglesia Católica y las escrituras del Padre para obtener más conocimiento.
  • Cuando escojas la Biblia, consigue una “traducida, no interpretada”.
  • Sé amable.
  • Confiésate regularmente.
  • Cristo Jesús dijo, "Los Mandamientos son: Ama a Dios con todo tu corazón, mente y alma; y ama al prójimo como a ti mismo.". Mantén Sus palabras en tu mente constantemente.
  • Los Días de Precepto son:
    • Santa Madre de Dios (1ero de enero).
    • Epifanía del Señor (6 de enero).
    • San José (19 de marzo).
    • Santiago, apóstol (25 de julio).
    • Asunción de la Virgen (15 de agosto).
    • Todos los Santos (1 de noviembre).
    • Inmaculada Concepción (8 de diciembre).
    • Navidad (25 de diciembre).
      • Por favor date cuenta que estos no son para todos los Católicos. Ve las advertencias.
Advertencias
  • Algunas personas podrían perseguirte por ser Católico, incluso si es una de las religiones más populares en el mundo.
  • El Obispo tiene la palabra final. Por ejemplo, si tu Obispo transfiere la obligación de atender a misa en el festín de la Ascensión al siguiente domingo (lo cual “ha” pasado), entonces eso debes hacer.
Cosas que necesitarás
  • Biblia.
  • Rosario.




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