Heredero espiritual de san Francisco de Asís, el Padre Pío de 
Pietrelcina fue el primer sacerdote en recibir los estigmas de la 
crucifixión. Es conocido en todo el mundo como “fraile” estigmatizado.
El Padre Pío, a quien Dios dio dones y carismas particulares, se empeñó con todas sus fuerzas en la salvación de las almas.
Los muchos testimonios sobre la gran santidad del fraile llegan hasta
 nuestros días, acompañados de sentimientos de gratitud. Sus 
intercesiones providenciales junto a Dios fueron para muchos hombres 
causa de curación del cuerpo y motivo de renovación del espíritu.
Algunas enseñanzas del Padre Pío que “sacudirán” tu vida:
1. No te preocupes con el mañana. Haz el bien hoy.
2. Si Jesús nos hace así de felices en la Tierra, ¿cómo será en el Cielo?
3. Si el temor te deja angustiado, exclama como san Pedro: “Señor, 
¡sálvame!”. Él te extenderá la mano: apriétala con fuerza y camina 
alegremente”.
4. Intenta hacerlo siempre mejor: hoy mejor que ayer, mañana mejor que hoy.
5. Si el demonio no duerme para perdernos, Nuestra Señora no nos abandona ni siquiera un instante.
6. Cuando pierdes el tiempo, desprecias el don de Dios, el regalo que Él, infinitamente bueno, abandona a tu amor y generosidad.
7. Sean como pequeñas abejas espirituales, que llevan a su colmena 
sólo miel y cera. Que, por medio de su conversación, su casa esté llena 
de docilidad, paz, concordia, humildad y piedad.
8. Haz siempre el bien, así dirán: “este es cristiano”. Soporta 
tribulaciones, enfermedades, dolores por amor a Dios y por la conversión
 de los pobres pecadores.
9. Un convertido expresó temor de volver a caer. El Padre Pío le 
dijo: “Yo estaré contigo. ¿Piensas, hijo mío, que yo dejaría volver a 
caer una alma que levanté? Vete en paz y ten confianza”.
10. Quien tiene tiempo no espera por el tiempo. No dejemos para 
mañana lo que podemos hacer hoy. Las sepulturas están rebosantes de 
buenas acciones dejadas para después… Y, además de eso, ¿quién nos dice 
que viviremos hasta mañana? Escuchemos la voz de nuestra conciencia, la 
voz del profeta: “Si oyeras la voz del Señor hoy, no querrías cerrar tus
 oídos”. Debemos renacer y acumular solamente las riquezas que nos 
pertenecen, recordando que sólo el instante que escapa está en nuestro 
dominio. No podemos intercalar tiempo entre un instante y otro, pues no 
nos pertenece.
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