Sta. Teresa Benedicta de la Cruz – Edith Stein
He respetado el título de la entrada
de Santa Benedicta de la Cruz que aparece en la web del Vaticano, y en la que
aparece una biografía de esta gran mujer.
"Nos inclinamos profundamente ante el testimonio de
la vida y la muerte de Edith Stein, hija
extraordinaria de Israel e hija al mismo tiempo del Carmelo, sor Teresa Benedicta
de la Cruz; una personalidad que reúne en su rica vida una síntesis dramática de
nuestro siglo. La síntesis de una historia llena de heridas profundas que
siguen doliendo aún hoy...; síntesis al mismo tiempo de la verdad plena sobre
el hombre, en un corazón que estuvo inquieto e insatisfecho hasta que encontró
descanso en Dios".
Palabras del Papa Juan Pablo II en la
beatificación de Edith Stein en Colonia, el 1 de mayo de 1987.
Pero ¿quién fue esta mujer?
Cuando Edith Stein nació en Breslau el 12 de octubre de
1891, última de once hermanos, la familia festejaba el Yom Kippur, la mayor
fiesta hebrea, el día de la expiación. Esto hizo, más que ninguna otra cosa,
que su madre tuviera una especial predilección por la hija más pequeña .
Precisamente esta fecha de su nacimiento fue para la carmelita casi un
vaticinio.
El padre, comerciante de maderas, murió cuando Edith no
había cumplido aún dos años. Al quedarse sola la madre, una mujer muy
religiosa, solícita y voluntariosa, debió hacer frente tanto al cuidado de la
familia como a la gestión de la gran hacienda familiar; pero no consiguió
mantener en los hijos una fe viva. Edith perdió la fe en Dios.
"Con plena conciencia y por
libre elección dejé de rezar",
diría ella más tarde.
Obtuvo la reválida en 1911 y comenzó a estudiar
germanística e historia en la Universidad de Breslau, más por tener una base de
sustento en el futuro que por auténtica pasión. Su verdadero interés era la
filosofía. Le interesaban también los problemas de la mujer. Entró a formar
parte de la organización «Asociación Prusiana para el Derecho
Femenino al Voto». Más tarde escribiría:
"como bachiller y joven estudiante, fui una feminista
radical. Perdí después el interés por este asunto. Ahora voy en busca de
soluciones puramente objetivas".
En 1913, la estudiante Edith Stein se fue a Gottinga para
asistir a las clases de Edmund Husserl, de quien llegó a ser discípula
y asistente. Por aquellos tiempos, este filósofo fascinaba al público con un
nuevo concepto de verdad: el mundo percibido no solamente existía de forma
kantiana, como percepción subjetiva. Sus discípulos entendían su filosofía como
un viraje hacia lo concreto. "Retorno al objetivismo". Sin que él lo
pretendiera, la fenomenología condujo a no pocos discípulos y discípulas suyos
a la fe cristiana. En Gottinga, Edith Stein se encontró también con el filósofo
Max Scheler, y este encuentro atrajo su atención sobre el catolicismo.
Pero todo esto no la hizo olvidar el estudio con el que debía ganarse el pan en
el futuro y, en 1915, superó con la máxima calificación el examen de Estado.
Al estallar la primera guerra mundial
escribió: "ahora ya no tengo una
vida propia.
Siguió un curso de
enfermería y prestó servicio en un hospital militar austríaco. Fueron tiempos
difíciles para ella. Atendía a los ingresados en la sección de enfermos de
tifus y prestaba servicio en el quirófano, viendo morir a hombres en la flor de
su juventud.
Al cerrar el hospital militar en 1916, siguió al profesor
Husserl a Friburgo de Brisgovia, donde obtuvo el doctorado «summa cum laude» con su tesis sobre “El problema de la empatía”.
Por aquel tiempo le ocurrió un hecho importante: observó
cómo una aldeana entraba en la Catedral de Frankfurt con la cesta de la compra,
quedándose un rato para rezar.
"Esto fue
para mí algo completamente nuevo. En las sinagogas y en las
iglesias protestantes que he frecuentado los creyentes
acuden a las funciones. Aquí, sin embargo, una persona entró en la iglesia
desierta, come si fuera a conversar en la intimidad. No he podido olvidar lo
ocurrido".
En las últimas
páginas de su Tesis de Doctorado escribió:
"ha
habido personas que, tras un cambio imprevisto de su personalidad, han creído encontrar
la misericordia divina".
¿Cómo llegó a esta afirmación?
Edith Stein tenía gran amistad con el asistente de Husserl
en Gottinga, Adolf Reinach y su esposa,
que se habían convertido al Evangelio. Reinach murió en Flandes en noviembre de
1917 y Edith va a Gottinga con cierta renuencia ante el encuentro con la joven
viuda. Con gran sorpresa se encontró con una creyente.
"Este ha sido mi primer
encuentro con la cruz y con la fuerza divina que transmite a sus portadores...
Fue el momento en que se desmoronó mi irreligiosidad y brilló Cristo".
Más tarde escribiría:
"lo
que no estaba en mis planes estaba en los planes de Dios. Arraiga en mí la
convicción profunda de que —visto desde el lado de Dios— no existe la
casualidad; toda mi vida, hasta los más mínimos detalles, está ya trazada en
los planes de la Providencia divina y, ante los ojos absolutamente
clarividentes de Dios, presenta una coherencia perfectamente ensamblada".
En otoño de 1918, Edith Stein dejó la actividad de
asistente de Edmund Husserl para trabajar independientemente. La primera vez
que volvió a visitar a Husserl después de su conversión fue en 1930. Tuvo con
él una discusión sobre la nueva fe de la que le hubiera gustado que él
participara también. Tras ello escribió una frase sorprendente:
"Después de cada encuentro que me hace sentir la
imposibilidad de influenciar directamente, se agudiza en mí el impulso hacia mi
propio holocausto".
Edith Stein deseaba obtener la habilitación para la libre
docencia, algo que, por aquel entonces, era inalcanzable para una mujer. A este
respecto, Husserl se pronunciaba así en un informe:
"Si la carrera universitaria se
hiciera accesible a las mujeres, la podría recomendar encarecidamente más que a
cualquier otra persona para examen de habilitación".
Más
tarde, se le negaría la habilitación por su origen judío.
Edith Stein vuelve a Breslau. Escribe artículos en defensa
de la psicología y de las humanidades. Pero lee también el Nuevo Testamento,
Kierkegaard y el opúsculo de los Ejercicios Espirituales de Ignacio de Loyola.
Se da cuenta de que un escrito como éste no se le puede simplemente leer, sino
que es necesario ponerlo en práctica.
En el verano de 1921 fue durante unas semanas a Bergzabern
(Palatinado), a la finca de la señora Hedwig
Conrad- Martius, una discípula de Husserl. Esta señora, junto con su
esposo, se había convertido al Evangelio. Una tarde Edith encontró en la biblioteca
la autobiografía de Teresa de Ávila. La leyó durante toda la noche.
"Cuando cerré el libro, me dije: esta es la verdad". Considerando
retrospectivamente su vida, escribía más tarde: "mi anhelo por la verdad era ya una oración".
En enero de 1922 Edith Stein se bautizó. Era el día de la
Circuncisión de Jesús, la acogida de Jesús en la estirpe de Abraham. Estaba
erguida ante la fuente bautismal, vestida con el blanco manto nupcial de Hedwig
Conrad‐Martius, que hizo de madrina.
"Había dejado de practicar mi religión hebrea y me
sentía nuevamente hebrea solamente tras mi retorno a Dios".
Ahora tendrá siempre conciencia, y no sólo
intelectualmente, sino de manera tangible, de pertenecer a la estirpe de
Cristo. En la fiesta de la Candelaria, una fiesta cuyo origen se remonta
también al Antiguo Testamento, fue confirmada por el Obispo de Espira en su
capilla privada. Después de su conversión, lo primero que hizo fue volver a
Breslau. "Mamá, soy católica".
Las dos lloraron. Hedwig Conrad‐ Martius escribió: "mira, dos israelitas y en ninguna de ellas hay engaño"
(cf. Jn 1, 47).
Inmediatamente después de su conversión, Edith Stein
aspira a entrar en el Carmelo, pero sus consejeros espirituales, el Vicario
general de Espira y el Padre Przywara, S.J. le impiden dar este paso.
Acepta entonces un
empleo de profesora de alemán e historia en el Instituto y seminario para
maestros del Convento dominico de la Magdalena de Espira hasta Pascua de 1931.
Por insistencia del Abad Raphael Walzer, del convento de Beuron, hace largos
viajes para dar conferencias, sobre todo sobre temas femeninos.
"Durante el período inmediatamente precedente y también
bastante después de mi conversión...creía que llevar una vida religiosa significaba
renunciar a todas las cosas terrenas y vivir solamente con el pensamiento puesto
en Dios. Gradualmente, sin embargo, me he dado cuenta de que este mundo exige
de nosotros otras muchas cosas..., creo, incluso, que cuanto más se siente uno
atraído por Dios, más debe«salir de sí
mismo», en el
sentido de dirigirse al mundo para llevar allí una razón divina para
vivir".
Su programa de trabajo es enorme. Traduce las
cartas y los diarios del
período precatólico de Newmann y la obra Quaestiones disputatae De
Veritate, de Tomásde Aquino, en una versión muy libre por amor al diálogo con
la filosofía moderna. El Padre Przywara, la incitó a escribir también obras
filosóficas propias. Aprendió que es posible
"practicar la ciencia al servicio de Dios... sólo por
tal motivo he podido decidirme a comenzar una serie de obras científicas".
Encuentra siempre las fuerzas necesarias para su vida y su
trabajo en el convento benedictino de Beuron, al que va para pasar allí las
fiestas más importantes del año eclesiástico.
En 1931 termina su actividad en Espira. Intenta de nuevo
obtener la habilitación para la libre docencia en Breslau y Friburgo. Todo en
vano. Compone entonces una obra sobre los principales conceptos de Tomás de
Aquino: "Acto y potencia". Más tarde hará de este ensayo una obra mayor,
desarrollándola bajo el título de “Endliches und ewiges sein” (Ser finito y Ser eterno) en el convento de
las Carmelitas de Colonia. No fue posible imprimir esta obra durante su vida.
En 1932 se le asigna una cátedra en una institución
católica, el Instituto de Pedagogía científica de Münster, donde tiene la posibilidad
de desarrollar su propia antropología. Aquí encuentra la manera de unir ciencia
y fe, y de hacer comprensible esta cuestión a otros.
Durante toda su vida sólo quiso ser "instrumento de Dios". "Quien viene a mí, deseo
conducirlo a Él ".
En 19331a noche se cierne sobre Alemania.
"Había
oído ya antes algo sobre las
severas medidas contra los judíos. Pero ahora comencé de
pronto a entender queDios había puesto una vez más su pesada mano sobre su
pueblo y que el destino de este pueblo era también el mío".
El artículo de la
ley de los nazis sobre la raza aria hizo imposible que continuara su actividad
docente.
"Si aquí no puedo continuar, en Alemania ya no hay
posibilidades para mí". "Me había convertido en una extranjera en el
mundo".
El Abad Walzer, levantó entonces el impedimento para
entrar en un convento de Carmelitas. Durante el tiempo que estuvo en Espira
había hecho ya los votos de pobreza, castidad y obediencia. En 1933 se presenta
a la Madre Priora del Monasterio de Carmelitas de Colonia.
"Solamente la pasión de Cristo
nos puede ayudar, no la actividad humana. Mi deseo es participar en ella".
Una vez más Edith fue a Breslau para despedirse de su madre
y de la familia. El 12 de octubre fue el último día que pasó en su casa, el día
de su cumpleaños y, a la vez, la fiesta hebrea de los tabernáculos. Edith acompaña
a su madre a la sinagoga. Fue un día nada fácil para las dos mujeres. "¿Por
qué has conocido la fe cristiana? —
diría su madre— No quiero decir nada contra Jesús. Habrá sido un
hombre bueno.
Pero ¿por qué se ha hecho Dios?". Y lloró. A la mañana
siguiente Edith tomó el tren
para Colonia.
"No podía tener una alegría arrebatadora.
Era demasiado tremendo lo que dejaba atrás. Pero yo estaba tranquilísima, en el
puerto de la voluntad de Dios".
Cada semana escribirá después una carta a su madre. No
recibirá respuesta. Su hermana Rosa le mandará noticias de casa. El 14 de
octubre Edith Stein entra en el monasterio de las Carmelitas de Colonia.
En 1934, el 14 de abril, tuvo lugar la ceremonia de toma
de hábito. El Archiabad de Beuron celebró la misa. Desde aquel momento Edith
Stein llevará el nombre de Sor Teresa Benedicta de la Cruz. Escribe en 1938:
"bajo la
Cruz entendí el destino del pueblo de Dios que entonces
(1933) comenzaba a anunciarse. Pensaba que entendiesen que
se trataba de la Cruzde Cristo, que debían aceptarla en nombre de todos los
demás. Es verdad que hoy entiendo mejor estas cosas, lo que significa ser esposa
del Señor bajo el signo de la Cruz. Aunque ciertamente nunca será posible comprender
todo esto, puesto que es un secreto".
El 21 de abril de 1935 hizo los votos
temporales. El 14 de septiembre
de 1936, en el momento de renovar los votos, murió su madre en
Breslau.
"Hasta el último momento mi
madre ha permanecido fiel a su religión. Pero, puesto que su fe y su firme
confianza en su Dios... fue lo último que permaneció vivo en su agonía, confío
en que haya encontrado un juez muy clemente y que ahora sea mi más fiel abogada,
para que también yo pueda llegar a la meta".
En el recordatorio de su profesión perpetua, el 21 de
abril de 1938, hizo imprimir las palabras de San Juan de la Cruz, al que dedicará su última obra: "Que ya
sólo en amar es mi ejercicio ". La
entrada de Edith Stein en el convento de las Carmelitas no fue una huida.
"Quien entra en el Carmelo no se
pierde para los suyos, sino que le tienen aún más cercano; y esto porque
nuestra profesión es la de dar cuenta de todos a Dios ". Dio cuenta a Dios sobre todo de su pueblo. "Pienso continuamente en la reina
Ester, que fue sacada de su pueblo para dar cuenta ante el rey. Yo soy una
pequeña y débil Ester, pero el Rey que me ha elegido es infinitamente grande y
misericordioso. Esto es un gran consuelo".
El 9 de noviembre de 1938 se puso de manifiesto ante todo
el mundo el odio que tenían los nazis a los judíos. Arden las sinagogas, se
siembra el terror entre las gentes judías. La Madre Superiora de las Carmelitas
de Colonia hace todo lo posible
para llevar al extranjero a Sor Teresa Benedicta de la Cruz.
La noche de fin de año de 1938 cruza la frontera de los
Países Bajos y la llevan al monasterio de Carmelitas de Echt, en Holanda. Allí
redacta su testamento el 9 de junio de 1939.
"Ya desde ahora acepto con gozo, en completa sumisión
y según su santísima voluntad, la muerte que Dios me haya destinado. Ruego al
Señor que acepte mi vida y muerte... de manera que el Señor sea reconocido por
los suyos y que su Reino venga con toda su magnificencia para la salvación de
Alemania y la paz del mundo...".
Ya en el monasterio de Carmelitas de Colonia, a Edith
Stein se le había dado permiso para dedicarse a las obras científicas. Allí
había escrito, entre otras cosas, De la vida de una familia judía.
"Deseo narrar simplemente lo que
he experimentado al ser hebrea". Ante la juventud que hoy es educada desde
la más tierna edad en el odio a los judíos..., nosotros, que hemos sido
educados en la comunidad hebrea, tenemos el deber de dar testimonio".
En 1942, estando en Echt, Edith Stein escribirá a toda
prisa su ensayo sobre Juan de la Cruz, el místico doctor de la Iglesia, con
ocasión del cuatrocientos aniversario de su nacimiento. Un año antes escribía a
una religiosa con quien tenía amistad: "una
scientia crucis (la ciencia de
la cruz) solamente puede ser entendida si se lleva todo el peso de la cruz”. De ello estaba convencida ya desde el primer instante y
de todo corazón he pronunciado: “Ave crux, spes unica (te saludo, Cruz, única esperanza nuestra)". Su
estudio sobre San Juan de la Cruz lleva como subtítulo: " La ciencia de
laCruz ".
El 2 de agosto de 1942 llega la Gestapo. Edith Stein se
encuentra en la capilla con las otras Hermanas. En cinco minutos debe presentarse,
junto con su hermana
Rosa, que se había bautizado en la Iglesia Católica y prestaba
servicio en las Carmelitas de Echt. Las últimas palabras de Edith Stein que se
oyen en Echt están dirigidas a Rosa:
"Ven,
vayamos, por nuestro pueblo".
Junto con otros muchos otros judíos convertidos al
cristianismo, las dos mujeres son llevadas al campo de concentración de
Westerbork. Se trataba de una
venganza contra el comunicado de protesta de los obispos católicos
de los Países
Bajos por los programas y las deportaciones de los judíos.
"Jamás había pensado
que los seres humanos pudieran llegar a ser así, y tampoco
podía pensar que mis hermanas y hermanos debieran sufrir así...cada hora rezo
por ellos. ¿Oirá Dios mi oración?
En todo caso, oye ciertamente sus lamentos". El Prof.
Jan Nota, cercano a ella, escribirá más tarde:
"para mí, ella es, en un mundo de negación de Dios, una
testigo de la presencia de Dios".
Al amanecer del 7
de agosto sale una expedición de 987 judíos hacia Auschwitz. El 9 de agosto Sor
Teresa Benedicta de la Cruz, junto con su hermana Rosa y muchos otros de su
pueblo, murió en las cámaras de gas de Auschwitz.
Con su beatificación en Colonia el 1 de mayo de 1987, la
Iglesia rindió honores, por decirlo con palabras del Sumo Pontífice Juan Pablo
II, a "una hija de Israel, que durante la persecución de los nazis ha
permanecido, como católica, unida con fe y amor al Señor Crucificado,
Jesucristo, y, como judía, a su pueblo".
Edith Stein fue canonizada el 11 de octubre de 1998 por
san Juan Pablo II.
Revista de la Parroquia de San Juan de la Cruz de Jaén
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