Malos hábitos tuve, tengo y tendré. Pero si algo he aprendido en los últimos cinco años de mi vida es que cualquier hábito se puede cambiar, se puede mejorar. No importa lo difícil o malo que sea mientras quieras extirparlo. Es posible eliminar esos malos hábitos y sustituirlos por otros más positivos y beneficiosos para ti.
De los malos hábitos se pueden decir infinidad de cosas, pero posiblemente la más importante es la siguiente; quédate con esta idea: los malos hábitos te impiden ser mejor.
Los malos hábitos te limitan, te lastran, te zancadillean, te frenan, te paran y en el día a día te hacen vivir a medias. Eres menos de lo que podrías ser, das menos de lo que podrías dar, vives menos de lo que podrías vivir. Ésa es la motivación que me mueve a animar a las personas (y a mí mismo) a mejorar sus hábitos.
Los malos hábitos tapan todo lo bueno que tienes y eres. Los malos hábitos te hacen peor.
Esos malos hábitos los hay de todos los colores y sabores, pero sí es cierto que hay algunos, un puñado de ellos, que se repiten con más frecuencia. En mi experiencia a la hora de tratar con personas que quieren mejorar su Productividad Personal, generalmente me encuentro con estos “7 Magníficos de los malos hábitos”.
- Trabajar con distracciones y notificadores electrónicos abiertos.
- Contestar al teléfono en cuanto suena, no apagarlo o no utilizar el buzón de voz.
- No planificar —o hacerlo mal— las tareas Clave, las tareas Menores y las tareas Periódicas.
¿Te ves reflejado en alguno de ellos? ¿En varios a la vez? Yo, en varios.
Si estás dispuesto a cambiar, a mejorar, no puedo más que animarte pero sobre todo sugerirte que intentes un cambio inteligente.
Recuerda: todo el mundo puede cambiar pero no todo el mundo cambia. La clave está en el cómo vayas a intentar ese cambio. Ahí van las claves que siempre me han funcionado a mí para lograr ese cambio efectivo:
- Intenta un solo cambio a la vez.
- Que ese cambio sea muy, muy pequeño.
- Que sea muy, muy concreto y preciso.
- Repítelo todos los días o con mucha frecuencia. El nuevo hábito se desarrolla a base de repetición.
- Párate a evaluar cada cierto tiempo. ¿Cómo te está yendo?
Sin embargo, los psicólogos afirman –y lo han demostrado– que se puede cambiar de manera rápida y eficaz, en sólo 21 días.
1. Habla con tu hijo y pónganse de acuerdo con el mal hábito que quiere cambiar. Es importante que sea sólo uno a la vez.
2. Escríbanlo en una hoja, por qué y los beneficios que traerá, hazle ver el cambio que dará su vida con ese esfuerzo. La visión mental de cómo seríamos si modificáramos ese hábito ayuda mucho a hacerlo realidad. Lo que pensamos se convierte en palabras y las palabras en acciones.
3. Él debe decidir que día desea comenzar, pero márquenlo en un calendario y que cumpla con la fecha.
4. Por ejemplo: si tu hijo dejaba la ropa fuera de su lugar, el día indicado la pondrá en su lugar y marcará en el calendario con un sticker cada día que lo cumpla, hasta llegar a los 21.
5. Es importante que otras personas se enteren de ese cambio (papá, abuelos, hermanos) para que ayuden de manera positiva y amigable.
6. Se debe intentar con tranquilidad el cambio día por día.
7. No se debe fallar ni un solo día, ya que de hacerlo, hay que volver a empezar, porque para cambiar el hábito, los 21 deben ser seguidos.
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