TRADUCCIÓN

sábado, 28 de diciembre de 2013

EL PROCESO DE DUELO EN LOS ANCIANOS

"Hasta hace poco, los investigadores de salud mental asumían que las personas con mínimas señales de tristeza vivían en denegación, tenían distancia emocional o carecían de una conexión cercana a su cónyuge", dice Carr, que inició el análisis de datos mientras estaba en la Universidad de Michigan.

"Sin embargo, un 46 por ciento de los viudos que participaron en este estudio expresaron que tuvieron matrimonios satisfactorios. Consideraban que la vida había sido justa y aceptaban la muerte como parte de la vida. Tras la muerte de sus cónyuges, numerosos viudos/as aseguraron que encontraron un gran consuelo en sus recuerdos. En su totalidad, estos descubrimientos arrojan una evidencia sólida de que los hombres y mujeres que muestran esta fortaleza durante el periodo de duelo no están emocionalmente distanciados o en denegación, sino que son personas bien adaptadas que reaccionan a la pérdida de manera sana".


 Según Nesse, profesor de investigación en el Instituto de Investigación Social de la Universidad de Michigan (Institute for Social Research (ISR)), alrededor de un 16 por ciento de los cónyuges que pierden a su pareja viven una tristeza crónica. No padecían de depresión antes del fallecimiento de sus cónyuges, pero mostraron altos niveles entre 6 y 18 meses después de la pérdida. Los que padecían de aflicción crónica expresaron los niveles más altos de satisfacción en sus matrimonios al ser entrevistados antes de las muertes de sus cónyuges, pero tenían la tendencia de ser muy dependientes de ellos.

Otro 11 por ciento mostró un modelo de recuperación, considerado con anterioridad como el curso normal del duelo. Hombres y mujeres en este grupo tenían altos niveles de depresión 6 meses después de la pérdida, pero niveles muchos más bajos 18 meses después.

Alrededor de un 10 por ciento tenían depresión antes de la muerte de sus cónyuges, pero expresaron tener mucha menos después de la pérdida. Este grupo tenía una perspectiva negativa y ambivalente de sus matrimonios antes de la muerte de sus cónyuges, y una percepción oscura del mundo. "Son personas que se sentían atrapadas en un mal matrimonio y tenían deberes enormes de cuidados, y la viudez les ofreció un alivio y escape", dice Carr.

"El antiguo paradigma habría visto esta ausencia de sufrimiento como una inhibición emocional o una denegación, pero según nuestro punto de vista estas son personas a las que el duelo les sirve como finalización de una fuente crónica de estrés".

Carr y Nesse aseguran que el estudio no encontró evidencias empíricas sobre el concepto ampliamente aceptado del duelo tardío. Prácticamente nadie en el estudio mostró más señales de sufrimiento intenso 18 meses después, que 6 meses después. Los investigadores no encontraron pruebas de que tener una relación ambivalente o conflictiva llevaba a un duelo más prolongado y complicado.

"En general, encontramos que la depresión que sigue al duelo está presente antes de que ocurra la pérdida", dice Carr. A menudo esta depresión anterior a la pérdida es una condición que existe con anterioridad, una que hace el sufrimiento por pérdida aún más difícil. Muchos de los problemas que padecen los ancianos en proceso de duelo, no son el resultado de la pérdida, sino problemas relacionados con el proceso de envejecimiento".

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