"Tomás", del arameo: "El Mellizo".
Iconografía: arzobispo, con la mitra, el báculo, una espada clavada en su cráneo.
Nació en Londres, Inglaterra, en 1118 y murió en Canterbury, en 1170; Canonizado en 1173.
Tomás nació en una familia trabajadora, fue bautizado el mismo día. Se educó con los monjes en la abadía de Merton en Surrey, después en Londres y mas tarde en la Universidad de París. Era guapo, amistoso, le gustaba el buen vestir y el deporte. Al mismo tiempo era un hombre puro y le gustaban las cosas de Dios.
Iconografía: arzobispo, con la mitra, el báculo, una espada clavada en su cráneo.
Nació en Londres, Inglaterra, en 1118 y murió en Canterbury, en 1170; Canonizado en 1173.
Tomás nació en una familia trabajadora, fue bautizado el mismo día. Se educó con los monjes en la abadía de Merton en Surrey, después en Londres y mas tarde en la Universidad de París. Era guapo, amistoso, le gustaba el buen vestir y el deporte. Al mismo tiempo era un hombre puro y le gustaban las cosas de Dios.
Al morir su padre se quedó en aprietos económicos por lo que desde 1142 fue empleado en la corte del Arzobispo Theobald de Canterbury. Su nobleza, sagacidad y capacidad le ganaron la confianza del arzobispo. Juntos viajaron a Francia, Roma y otras partes del continente. Llegó también a ganarse la amistad del rey. Tomás obtuvo permiso para estudiar ley canónica y civil en Bologna, Italia y en Auxerre.
En 1154, siendo aun joven, fue ordenado diácono y
nombrado Arch-Diácono de Canterbury. En esta posición fue
negociador de los asuntos de la Iglesia con la corona. Tomás convenció al Papa
Eugenio III de no reconocer la sucesión de Eustace, hijo
del Rey Esteban de Blois. Esto aseguró el derecho de Enrique de Anjou al trono como Enrique
II.
Al año siguiente (1155), por sugerencia del Arzobispo Theobald, Tomás fue elegido como canciller de Inglaterra, puesto en el que sirvió lealmente a Enrique II por 7 años. Su deber era administrar la ley y lo hizo con sabiduría e imparcialidad. Pero el rey tenía oscuros intereses sobre la Iglesia. Tomás, comprendiéndolo, le dijo: "Si me haces Arzobispo te arrepentirás. Ahora dices que me amas, pero ese amor se convertirá en odio". Así ocurrió. Renunció a su puesto de canciller y fue ordenado sacerdote el día antes de su consagración episcopal. Lo nombraron Arzobispo en 1162 y desde la consagración episcopal se entregó por completo a servir al Rey de Reyes, donde la gloria está en la humildad y la disciplina. El mismo dijo que pasó de ser un seguidor de sabuesos (referencia a la cacería) a un pastor de almas. Desarrolló un profundo amor por la Eucaristía hasta el punto que a veces lloraba le salían lágrimas durante la misa. Cada noche cantaba el Oficio Divino con los monjes.
Habían muchos abusos en la Iglesia que debía
rectificar. Uno de los puntos de conflicto con el rey fue la cuestión de las
respectivas jurisdicciones de la Iglesia y del estado sobre miembros del clero
acusados de crímenes y la libertad de apelar a Roma.
En la famosa asamblea de
Northampton, en 1164, Tomás se enfrentó con
sus adversarios. Ante las amenazas contra su vida se
mantuvo firme, lo cual irritó al rey hasta el punto que le dijo: "Tu eres de los
míos, yo te elevé de la nada y ahora me retas". Tomás le respondió: "Señor,
Pedro fue elevado de la nada y sin embargo gobernó la Iglesia". "Sí", contestó
el rey, "pero Pedro murió por su Señor". "Yo también moriré por el cuando llegue
el momento". "¿Entonces, no cederás a mi?, preguntó el
rey. "No lo haré", respondió Tomás. Thomas optó por el exilio en Francia antes
que ceder al rey sobre los derechos de la Iglesia. Allí estuvo seis años. Por la
recomendación del Papa entró en el monasterio Cisterciense en
Pontigny, hasta que el rey amenazó con eliminar a todos los
monjes cistercienses de su reino si continuaban protegiendo
a Tomás. Entonces, en 1166, se mudó a la abadía de San
Columba Abbey en Sens, que estaba bajo
la protección del rey Luis VII de Francia.
Ambos lados apelaron al Papa Alejandro III, quien trató de encontrar una solución. Por fin, el rey de Francia persuadió a Enrique II a ir donde Tomás y hacer las paces. Enrique reconoció la demanda de Tomás de que se respetara la libertad de apelar a Roma y pensó que, al regresar a Inglaterra, Tomás no continuaría exigiendo los derechos de la Iglesia. Sin embargo, pronto tras Tomás regresar a su patria, el 1 de Diciembre de 1170, comenzaron otra vez las discusiones. Cuando Enrique escuchó, desde Normandía, que el Papa había excomunicado a los obispos recalcitrantes por usurpar los derechos del obispo de Canterbury y que Tomás no los soltaría hasta que prometiesen obediencia al Papa, se encolerizó y dijo: "¿No hay nadie que me libre de este sacerdote turbulento?" Estas palabras motivaron a cuatro caballeros que le escucharon y decidieron tomar el asunto en sus manos. Era Adviento, cerca de Navidad. El 29 de Diciembre de 1170, los cuatro caballeros con una tropa de soldados se apareció en fuera de la Catedral de Canterbury exigiendo ver al arzobispo. Los sacerdotes, para proteger a Tomás le forzaron a refugiarse en la Iglesia. Pero Tomás les prohibió bajo obediencia cerrar la puerta: "Una iglesia no debe convertirse en un castillo" les dijo.
"¿Por que se portan así, que temen?" les preguntó. No pueden hacer sino lo que Dios permite. En la penumbra de la iglesia, los caballeros reclamaron: "¿donde está el traidor, donde está el arzobispo?". "Aquí estoy", dijo Tomás, "No traidor, sino un sacerdote de Dios. Me extraña que con tal atuendo entren en la iglesia de Dios. ¿Que quieren conmigo?" Uno de los caballeros levantó la espada como para atacarle, pero uno que andaba con Tomás le protegió del golpe con el brazo. Los cuatro caballeros arremetieron entonces juntos y le asesinaron en los peldaños de su santuario. Mientras moría bajo los golpes, Tomás repetía los nombres de los arzobispos asesinados antes que el: San Denis, San Elphege de Canterbury. Entonces dijo: "En tus manos, Oh Señor, encomiendo mi espíritu". Sus últimas palabras, según un testigo, fueron: "Muero voluntariamente por el nombre de Jesús y en defensa de la Iglesia".
El crimen causó indignación en toda la Cristiandad. El rey Enrique fue forzado a hacer penitencia pública y construir el monasterio en Witham, Somerset.
Ambos lados apelaron al Papa Alejandro III, quien trató de encontrar una solución. Por fin, el rey de Francia persuadió a Enrique II a ir donde Tomás y hacer las paces. Enrique reconoció la demanda de Tomás de que se respetara la libertad de apelar a Roma y pensó que, al regresar a Inglaterra, Tomás no continuaría exigiendo los derechos de la Iglesia. Sin embargo, pronto tras Tomás regresar a su patria, el 1 de Diciembre de 1170, comenzaron otra vez las discusiones. Cuando Enrique escuchó, desde Normandía, que el Papa había excomunicado a los obispos recalcitrantes por usurpar los derechos del obispo de Canterbury y que Tomás no los soltaría hasta que prometiesen obediencia al Papa, se encolerizó y dijo: "¿No hay nadie que me libre de este sacerdote turbulento?" Estas palabras motivaron a cuatro caballeros que le escucharon y decidieron tomar el asunto en sus manos. Era Adviento, cerca de Navidad. El 29 de Diciembre de 1170, los cuatro caballeros con una tropa de soldados se apareció en fuera de la Catedral de Canterbury exigiendo ver al arzobispo. Los sacerdotes, para proteger a Tomás le forzaron a refugiarse en la Iglesia. Pero Tomás les prohibió bajo obediencia cerrar la puerta: "Una iglesia no debe convertirse en un castillo" les dijo.
"¿Por que se portan así, que temen?" les preguntó. No pueden hacer sino lo que Dios permite. En la penumbra de la iglesia, los caballeros reclamaron: "¿donde está el traidor, donde está el arzobispo?". "Aquí estoy", dijo Tomás, "No traidor, sino un sacerdote de Dios. Me extraña que con tal atuendo entren en la iglesia de Dios. ¿Que quieren conmigo?" Uno de los caballeros levantó la espada como para atacarle, pero uno que andaba con Tomás le protegió del golpe con el brazo. Los cuatro caballeros arremetieron entonces juntos y le asesinaron en los peldaños de su santuario. Mientras moría bajo los golpes, Tomás repetía los nombres de los arzobispos asesinados antes que el: San Denis, San Elphege de Canterbury. Entonces dijo: "En tus manos, Oh Señor, encomiendo mi espíritu". Sus últimas palabras, según un testigo, fueron: "Muero voluntariamente por el nombre de Jesús y en defensa de la Iglesia".
El crimen causó indignación en toda la Cristiandad. El rey Enrique fue forzado a hacer penitencia pública y construir el monasterio en Witham, Somerset.
Muchos milagros ocurrieron
después de la muerte del santo. En 10 años, se archivaron 703 milagros.
Tomás Becket
fue aclamado como santo por Alejandro
III dos años después de su muerte.
El traslado de sus
reliquias a un nuevo y
esplendoroso santuario ocurrió en 1220 (Julio
7) con la concurrencia de gente de toda Europa.
400 años después de Sto.
Tomás, otro monarca inglés, Enrique VIII, quiso hacerse cabeza de la Iglesia por
lo que rompió la unidad y persiguió a los fieles católicos. La ruptura culminó
en la instalación de Crammer como arzobispo de Canterbury en 1533. San Tomás Becket fue sacado del
calendario de los santos de Inglaterra, su santuario, que había sido un
importante centro de peregrinación por mas de tres siglos, fue arrasado
y las reliquias fueron quemadas
(algunos dicen que se transfirieron a
Stoneyhurst).
En la actualidad muchos
gobiernos una vez mas se oponen a que la Iglesia proclame la verdad sobre el
hombre y la sociedad. Una vez mas se requieren hombres y mujeres santos que sean
fieles en las pruebas como Santo Tomás Becket.
Oración:
Señor Jesús, danos la gracia de ser valientes en el cumplimiento de nuestra vocación como lo fue Santo Tomás Becket para no ceder ante las presiones de los intereses mundanos.
Señor Jesús, danos la gracia de ser valientes en el cumplimiento de nuestra vocación como lo fue Santo Tomás Becket para no ceder ante las presiones de los intereses mundanos.
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