TRADUCCIÓN

miércoles, 10 de julio de 2013

NGUYEN VAN THUAN

Está a punto de ser beatificado Nguyen Van Thuan, que estuvo 13 años en prisión en el Vietnam comunista. Juan Pablo II lo creó cardenal. Falleció en 2002.
Francisco Javier Nguyen Van Thuan fue encarcelado 3 meses después de ser nombrado obispo coadjutor de Saigón por Pablo VI, en 1975. El nombramiento se dio 7 días antes de que el Vietnam del Norte, comunista, conquistase Vietnam del Sur, capitalista.
Van Thuan, después de 13 años en prisión bajo duras condiciones, llegaría a ser cardenal responsable del Pontificio Consejo Justicia y Paz, y puso en marcha en 1999 la preparación del Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, una herramienta docente usada en todo el planeta, segunda en importancia sólo al Catecismo.
 
 
Ahora acaba de cerrarse la parte diocesana de su proceso de beatificación. Como ya publicó ReL, el milagro para beatificar al cardenal podría ser el que experimentó en 2009 un joven seminarista de familia vietnamita pero estudiando en Denver, EEUU, llamado Joseph Nguyen, cuyo certificado de defunción ya estaba rellenado y había sido declarado oficialmente muerto, sin actividad cerebral y con un ritmo cardíaco mínimo.
Pero el 7 de octubre, día de la Virgen del Rosario, empezó a agitarse violentamente, con riesgo de arrancarse los tubos. Su padre le colocó un rosario en la mano y quedó quieto. Seguía en coma, pero los médicos ya no sabían qué hacer con él.No se atrevían a declararlo muerto otra vez. Siete días después, Joseph despertó. Los médicos pensaban que tardaría meses o años en poder hablar, caminar o estudiar, quizá con secuelas. Pero a los pocos días hablaba y caminaba con normalidad y enseguida volvió a sus estudios.
La capacidad de dar esperanza fue la razón por la que Benedicto XVI menciona al cardenal Van Thuan en su encíclica Spe Salvi. "El que reza nunca está totalmente solo. De sus trece años de prisión, nueve de ellos en aislamiento, el inolvidable Cardenal Nguyen Van Thuan nos ha dejado un precioso opúsculo: Oraciones de esperanza. Durante trece años en la cárcel, en una situación de desesperación aparentemente total, la escucha de Dios, el poder hablarle, fue para él una fuerza creciente de esperanza, que después de su liberación le permitió ser para los hombres de todo el mundo un testigo de la esperanza, esa gran esperanza que no se apaga ni siquiera en las noches de la soledad", explica el Papa en el párrafo 32 de su encíclica sobre la esperanza.

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