ORACIÓN A NTRA. DE LOURDES
Dóciles a la invitación de tu voz maternal, oh
Virgen Inmaculada de Lourdes, acudimos a tus pies en la humilde gruta donde
aparecisteis para indicar a los extraviados el camino de la oración y
penitencia, dispensando a los que sufren las gracias y prodigios de tu soberana
bondad.
Recibid, oh reina compasiva, las alabanzas y
súplicas que pueblos y naciones, unidos en la angustia y la amargura, elevan
confiados a Ti.
¡Oh blanca visión del paraíso, aparta de los
espíritus las tinieblas del error con la luz de la fe! ¡Oh mística rosa, socorre
las almas abatidas, con el celeste perfume de la esperanza! ¡Oh fuente
inagotable de aguas saludables, reanima los corazones endurecidos, con la ola de
la divina caridad!
Haz que nosotros tus hijos, confortados por Ti en
las penas, protegidos en los peligros, apoyados en las luchas, amemos y sirvamos
a tu dulce Jesús, y merezcamos los goces eternos junto a Ti. Amén.
Oración compuesta por Pío
XII
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ORACIÓN PARA PEDIR
LA SALUD DE LOS ENFERMOS
LA SALUD DE LOS ENFERMOS
¡Oh amabilísima Virgen de Lourdes, Madre de Dios y
Madre nuestra! Llenos de aflicción y con lágrimas fluyendo de los ojos, acudimos
en las horas amargas de la enfermedad a vuestro maternal corazón, para pediros
que derraméis a manos llenas el tesoro de vuestras misericordias sobre
nosotros.
Indignos somos por nuestros pecados de que nos
escuchéis: pero acordaos, os diré con vuestro siervo San Bernardo, que jamás se
ha oído decir que ninguno de los que han acudido a Vos haya sido abandonado de
Vos.¡Madre tierna! ¡Madre bondadosa! ¡Madre dulcísima! Ya que Dios obra por
vuestra mano curaciones sin cuento en la Gruta prodigiosa de Lourdes, sanando
tantas víctimas del dolor, guardad también una mirada de bendición para nuestro
pobre enfermo… Alcanzadle de vuestro Divino Hijo Jesucristo la deseada salud, si
ha de ser para mayor gloria de Dios. Pero mucho más alcanzadnos a todos el
perdón de nuestros pecados, paciencia y resignación en los sufrimientos y sobre
todo un amor grande y eterno a nuestro Dios prisionero por nosotros en los
Sagrarios. Amén.
Virgen de Lourdes, rogad por nosotros.
Consuelo de los afligidos, rogad por nosotros.
Salud de los enfermos, rogad por nosotros.
Consuelo de los afligidos, rogad por nosotros.
Salud de los enfermos, rogad por nosotros.
Rezar tres Avemarías.
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BIENAVENTURADA
Bienaventurada seas, Oh la más pura
Virgen, por haber condescendido a manifestar tu esplendor con vida, dulzura y
belleza en la Gruta de Lourdes, diciendo a la niña Santa Bernadette: "Yo soy la
Inmaculada Concepción". Miles de veces nos hemos congratulado acerca de tu
Inmaculada Concepción. Y ahora, Oh por siempre Virgen Inmaculada, madre de
misericordia, salud para los enfermos, refugio de pecadores y consuelo para los
afligidos, tu que conoces nuestros deseos, nuestros problemas y nuestros
sufrimientos, dígnate a echar sobre nosotros una mirada de
misericordia.
Al aparecer en la Gruta de Lourdes te complaciste
en hacer de él un santuario privilegiado desde dónde dispensas tus favores y
donde ya muchos han obtenido la cura para sus enfermedades, tanto espirituales
como físicas. Acudimos por tanto, con la más ilimitada confianza a implorar tu
maternal intercesión. Consigue para nosotros, Oh Madre adorada, que nuestra
petición sea concedida. Por medio del agradecimiento por tus favores, nos
esforzaremos en imitar tus virtudes para así un día poder compartir tu
gloria.
Oh Señora de Lourdes, Madre de Cristo, tu que
tuviste influencia con tu divino hijo mientras permaneciste sobre la tierra
tienes ahora la misma influencia en el cielo. Ruega por nosotros y obtén para
nosotros de tu divino Hijo nuestras especiales peticiones si esa es la Voluntad
de Dios. Amén.
Nuestra Señora de Lourdes, ruega por
nosotros.
Santa Bernadette, ruega por nosotros.
(Traducida del inglés por Chickie
Ortigas)
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ORACIÓN DE
CONSAGRACIÓN
Santa María, Madre de Dios, Virgen Inmaculada, Vos
habéis aparecido dieciocho veces a Bernardita en la gruta de Lourdes, para
recordar a los cristianos las maravillas y las exigencias del Evangelio,
invitándoles a la oración, a la penitencia, a la eucaristía y a la vida en la
Iglesia.
Para mejor responder a vuestra llamada, yo me
consagro por vuestras manos a vuestro hijo Jesús…
Hacedme dócil al espíritu; y por el fervor de mi
fe, por la manifestación de mi vida, por mi dedicación al servicio de los
enfermos, haz que yo trabaje con Vos en confortar a los que sufren, en
reconocimiento a los hombres, en trabajar por la unidad de la Iglesia y por la
paz del mundo.
Con toda confianza, oh Señora mía, yo os dirijo
esta plegaria y os pido que la acojáis y la atendáis. Amén.
Nuestra Señora de Lourdes, rogad por
nosotros.
Santa Bernardita, rogad por nosotros.
HISTORIA:
Bernadette estaba cerca de una gruta cuando escuchó un ruido y sintió un viento. La sorprendió la aparición de una nube dorada y a una mujer vestida de blanco. La mujer llevaba los pies descalzos y sobre cada uno tenía una rosa dorada. En la cintura llevaba una cinta azul ancha. En las manos, juntas y posición de oración, llevaba un rosario.
Bernadette estaba cerca de una gruta cuando escuchó un ruido y sintió un viento. La sorprendió la aparición de una nube dorada y a una mujer vestida de blanco. La mujer llevaba los pies descalzos y sobre cada uno tenía una rosa dorada. En la cintura llevaba una cinta azul ancha. En las manos, juntas y posición de oración, llevaba un rosario.
Ante la aparición de la señora, la reacción de Bernadette fue comenzar a rezar el Rosario. Según algunas versiones de esta historia, cuando Bernadette rezaba las Avemarías del Rosario, la señora no decía nada y solo pasaba las cuentas. Cuando rezaba los Padres Nuestros y las Glorias, la mujer rezaba a la vez que ella. Cuando Bernadette terminó de rezar, la señora regresó a la gruta y desapareció.
Bernadette contaba que ella no sintió miedo al ver a la señora sino que hubiera deseado quedarse contemplándola por siempre. Sin embargo, cuando regresó a su casa y su madre se enteró de lo sucedido, no le creyó. Le prohibió volver pero a los pocos días le permitió a Bernadette regresar a la gruta. La señora se le apareció otra vez. Esta vez Bernadette fue acompañada de otras personas.
Para comprobar si era cierto lo que veía, Bernadette le lanzó agua bendita a la señora y le pidió que si venía en nombre de Dios, diera un paso adelante. La señora dio un paso.
Más tarde pudo convencer a su padre de que la dejara regresar a la gruta y él le permitió ir el 18 de febrero.
Fue durante esta tercera aparición del 18 de febrero que la Virgen le pidió a Bernadette que regresara durante quince 15 seguidos. Le habló en su propio dialecto gascón, y se dirigió a ella usando el "usted" (voi) de cortesía. Le dijo: "¿Me haría usted el favor de venir aquí durante quince días?". También le prometió que sería feliz en el otro mundo.
Algunos que escucharon de las apariciones, creyeron en el suceso y acudieron a la gruta. Otros se burlaron de Bernadette y lo que parecía una creación de su imaginación. El 25 de febrero, Bernadette escarbó en la tierra para buscar un manantial que la señora le indicó y tomó del agua con tierra que pudo sacar.
Bernadette fue motivo de las burlas de muchos al ensuciarse con lodo la cara por obedecer el mandato de la señora de que se lavara en el manantial que aún no había aparecido completamente. Poco después brotaron las aguas del manantial milagroso, que desde entonces han sido vehículo de muchos milagros certificados por la Iglesia Católica.
Las apariciones continuaron. La señora animó a Bernadette a rogar por los pecadores y pidió que se construyera una capilla en ese lugar. También le pidió a Bernadette que besara la tierra como acto de penitencia y signo de humildad, una práctica que continúa hoy en día en Lourdes.
El 25 de marzo de 1858 la señora apareció por decimosexta vez. Fue entonces cuando Bernadette le preguntó 4 veces quién era y ella por fin le respondió que era la Inmaculada Concepción. Por ser Bernadette una joven analfabeta y sin acceso al dogma católico de la Inmaculada Concepción de la Virgen María que había sido proclamado el 8 de diciembre de 1854 por el Papa Pío IX, estas palabras permitieron que, por fin, el sacerdote de su parroquia le creyera.
El 7 de abril, Bernadette permaneció en éxtasis durante la aparición de la Virgen, aún cuando la vela que sostenía le alcanzó las manos y se mantuvo encendida en ellas sin quemárselas.
La Virgen se le apareció por última vez a Bernadette el 16 de julio de 1858. Sus apariciones fueron declaradas auténticas el 18 de enero de 1862.
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