Vegecio nos narró cómo los
factores ambientales eran determinantes en el devenir de una batalla.
Algunos de sus consejos escritos iban dirigidos hacia las ventajas e
importancia de actuar en un terreno elevado frente a un enemigo
postergado a un suelo más bajo, las irregularidades geológicas
determinantes para luchar contra la caballería, batallar con el sol a la
espalda para evitar cegarse con la luz o la influencia del viento en
las armas arrojadizas.
La mayor confianza del ejército romano era hacia la infantería, que era
colocada en el centro. En los lados se asentaba la caballería, cuyas
funciones eran evitar que la infantería quedase rodeada o perseguir a
los soldados que huyesen del campo de batalla. Principalmente la
caballería era la tropa secundaria, pero determinante en el transcurso
de muchas de las batallas que llevó a cabo el Imperio Romano. Se
dividían en 10 escuadrones o turmae de 3 decurias cada uno dando un número de 300 equites.
Vegecio también escribió acerca de las tropas de reserva, o tropas auxiliares (los auxilia),
que generalmente eran las primeras en entrar en combate y que permitían
que los romanos no tuviesen que luchar. Las tropas auxiliares estaban
formadas por ciudadanos que no eran romanos, como era el caso de los
bárbaros.
Estaban organizadas
normalmente en cohortes, unos 500 soldados. Aunque más tarde su número
varió en tiempos de los Flavios. Su papel era fundamental a la hora de
decidir el destino de una batalla. Así fue como, en el 84 d.C.
consiguieron en Britania, a modo de ejemplo, la victoria del monte
Graupius sin la necesidad de que ningún romano llegase a combatir.
No hay que olvidar la presencia de los socci, que eran tropas de los pueblos itálicos aliados, o sometidos, de Roma. Se encuadraban en alaes y agrupadas en cohortes. Pero las posteriores reformas en época del general Mario (133 a.C), los socci pasaron a ser parte de las legiones, donde también se hicieron otras modificaciones como la incorporación de la auxilia ya mencionada, la numeración de las legiones, el reclutamiento voluntario o la instauración de la insignia del águila de plata.
Formación de Tortuga
Probablemente
se trata de la formación más conocida y más básica utilizada por el
Imperio Romano para defenderse del ataque enemigo. Esta táctica
consistía en el alzamiento de los scutum por encima de
las cabezas para proteger la parte superior, de manera que solo la parte
delantera, junto a la de los flancos, eran las únicas que sostenían los
scutum para proteger la zona anterior y la de los laterales.
La
importancia de este sistema estribaba en que permitía el desplazamiento
de las tropas a la vez que se protegían del ataque enemigo, sobre todo
orientado a los lanzamientos de larga distancia. Flavio Josefo habló de
ello durante el asedio de Jerusalén contra los judíos:
“Se
deslizaban las flechas sin dañar, y […] los soldados pudieron, sin
riesgo, minar la muralla y prepararse para pegar fuego a la puerta del
Templo. “
Su mayor limitación era que se trataba de una formación apretada y lenta.
Formación en Orbe
Se trata de
otra formación defensiva, que se utilizaba cuando las tropas quedaban
aisladas de la batalla. La formación era circular, quedando los soldados
pegados cuerpo a cuerpo y protegidos por sus scutum con sus pilums al
frente. Y su uso tenía el único fin de ganar tiempo para la llegada de
refuerzos, pues se trataba de una medida desesperada que les obligaba a
luchar o a morir en caso de que no llegase el auxilio.
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