“Dios mío, no soy más que ceniza y polvo”
Jesús manso y humilde de corazón, óyeme.Del deseo de ser lisonjeado, líbrame Jesús
Del deseo de ser alabado, líbrame Jesús
Del deseo de ser honrado, líbrame Jesús
Del deseo de ser aplaudido, líbrame Jesús
Del deseo de ser preferido a otros, líbrame Jesús
Del deseo de ser consultado, líbrame Jesús
Del deseo de ser aceptado, líbrame Jesús
Del temor de ser humillado, líbrame Jesús
Del temor de ser despreciado, líbrame Jesús
Del temor de ser reprendido, líbrame Jesús
Del temor de ser calumniado, líbrame Jesús
Del temor de ser olvidado, líbrame Jesús
Del temor de ser puesto en ridículo, líbrame Jesús
Del temor de ser injuriado, líbrame Jesús
Del temor de ser juzgado con malicia, líbrame Jesús
Que otros sean más estimados que yo. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean alabados y de mí no se haga caso. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean preferidos a mí en todo. Jesús dame la gracia de desearlo
Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda. Jesús dame la gracia de desearlo
Oración:
Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo.
Amén.
Cardenal Rafael Merry del Val.
Secretario de Estado de san Pío X de 1903 a 1914, nació en una
familia tan prestigiosa como modesta la del Pontífice. Educado en
Inglaterra y en Bélgica, políglota, miembro de la alta aristocracia
europea, frecuentaba la élite diplomática del continente.
Su carrera en Roma fue fulgurante. Entró en la Academia de los nobles
eclesiásticos, institución que forma a los futuros directivos de la
diplomacia vaticana. Obtuvo dos doctorados (filosofía y teología) en la
Universidad Pontificia Gregoriana, y una licenciatura en derecho
canónico.
Un monje diplomático, cardenal a los 38 años
Fue enviado por el papa León XIII a misiones diplomáticas muy
delicadas: el jubileo de la reina Victoria, el diálogo con la Iglesia
anglicana o la situación de los católicos de Canadá.
Sacerdote de una gran piedad, conjugó agilidad racional en la Curia y
disciplina de vida ascética y monacal. Sus obras de caridad con la
juventud desfavorecida de Roma son reconocidas por todos.
Fue secretario del colegio cardenalicio en 1903 durante el cónclave
que eligió al casi desconocido Giuseppe Sarto, que tomó el nombre de Pío
X y al joven Merry del Val por secretario de Estado.
Rafael fue el primer español que ocupó este prestigioso puesto. Sólo
tres años después de ser nombrado obispo se convirtió en cardenal, a los
38 años de edad.
No hacer política y siempre escoger el camino correcto
La historia de las relaciones entre un Papa y su secretario de Estado
(verdadero “primer ministro” está tan llena de acontecimientos que el
entendimiento armonioso y eficaz que reinó entre ambos hombres destaca
como una venturosa excepción.
Sin embargo, la historia no fue amable con la Iglesia bajo el
pontificado del papa Pío X, pero la lealtad del cardenal Del Val nunca
falló. Leye de 1905 en Francia que privaba a la Iglesia de sus bienes,
persecuciones religiosas en Portugal y en América Latina, crisis
modernista,… a pesar de las dificultades, la política de la Santa Sede
fue la de “no hacer política y siempre escoger el camino derecho”.
Cuando Pío X murió en 1914, fue reemplazado por su sucesor Benedicto
XV, quien le nombró secretario de la Congregación del Santo Oficio
(equivalente actual al de prefecto de la Congregación para la Doctrina
de la fe), cargo que ocupó durante 16 años.
Retirado de los asuntos políticos de la Iglesia, el cardenal compuso
una bellísima letanía de la humildad que recitaba cada día tras la
celebración de la misa:
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