estoy cansado del dolor, de no tener alegría, esperanza,
de no poder encontrar la luz que sé que está en mi alma.
Recurro a ti, mi más fidedigno intercesor.
Llévate este vacío y este dolor de mi corazón roto.
En tu compasión, ayuda a que mis lágrimas
me guíen hasta la paz de mi corazón.
Mucho tiempo he olvidado la bondad del mundo de Dios.
Sáname. Anhelo sentir la luz, sentir la dicha.
Envuélveme en el resplandor y no te contengas.
Prometo que, si recibo estos dones,
los compartiré siempre en tu nombre.
Amén.
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