Tito Pullo y Lucio Voreno están inspirados en dos centuriones (no
soldado y centurión) que aparecen en una de los dos únicas obras que se
conservan escritas de puño y letra del mismísimo Julio César: los Comentarios a la guerra de las Galias.
Nombrados originalmente como Titus Pullus y Lucius Vorenus; y
traducidos generalmente al castellano como Tito Pulón y Lucio Voreno;
ambos aparecen concretamente en el capítulo XLIV (44) del libro V
encuadrados en la Legión IX (no XIII), haciéndose especial mención a su
heroísmo durante el duro sitio del campamento de su Legión por los
nervios y los eburones en el invierno del 54 a.C. (no en el sitio de
Alesia en el 52 a.C.).
Sirva para centrar la acción en el contexto histórico que en el invierno del 54 a.C. la guerra de las Galias duraba ya cuatro largos años. Aquel invierno César acampó a sus legiones en puntos distantes de la Galia para someter y pacificar el territorio —la costumbre tradicional de los romanos era la de acantonar a las legiones en invierno y combatir de nuevo con el buen tiempo—. Aquel invierno estalló una importante rebelión en la actual Bélgica encabezada por los eburones. El líder de estos últimos, Ambíorix, aniquiló a nada menos que 15 cohortes romanas en Atuatuca Tungrorum (actual Tongeren) valiéndose de engaños para que abandonaran pacíficamente su campamento. Acto seguido trató de repetir la estratagema con la guarnición de la IX comandada por el legado Quinto Tulio Cicerón, hermano del célebre orador, filósofo y político Marco Tulio Cicerón. Pero el cauto Cicerón no se dejaría engañar, la estratagema no funcionaría dos veces.
Sirva para centrar la acción en el contexto histórico que en el invierno del 54 a.C. la guerra de las Galias duraba ya cuatro largos años. Aquel invierno César acampó a sus legiones en puntos distantes de la Galia para someter y pacificar el territorio —la costumbre tradicional de los romanos era la de acantonar a las legiones en invierno y combatir de nuevo con el buen tiempo—. Aquel invierno estalló una importante rebelión en la actual Bélgica encabezada por los eburones. El líder de estos últimos, Ambíorix, aniquiló a nada menos que 15 cohortes romanas en Atuatuca Tungrorum (actual Tongeren) valiéndose de engaños para que abandonaran pacíficamente su campamento. Acto seguido trató de repetir la estratagema con la guarnición de la IX comandada por el legado Quinto Tulio Cicerón, hermano del célebre orador, filósofo y político Marco Tulio Cicerón. Pero el cauto Cicerón no se dejaría engañar, la estratagema no funcionaría dos veces.
Lucio Voreno saliendo al rescate de Tito Pullo en Roma. |
Según relata César, Pullo y Voreno fueron dos centuriones
que gastaban un sano "pique" por demostrar quién combatía mejor,
cuestión que quedaría zanjada cuando uno de ellos alcanzara el primus pilus prior
—el grado de primipilo o primer centurión del primer manípulo de la
primera cohorte—. En su afán por resolver la eterna disputa, en el
transcurso del asedio al campamento, Tito Pulo increpó a Voreno con
estás palabras: "¿Por qué vacilas Voreno? ¿Qué ocasión guardas para
hacer gala de tu valor? Esta jornada decidirá nuestra disputa". Tras lo
cual abandonó la seguridad de la fortificación enfrentando solo al las
hordas de nervios y eburones que se cernían sobre él, acabando con
numerosos enemigos hasta que un venablo se le clavara en su bandolera
inmovilizándole; apareciendo Voreno en ese preciso instante, logrando
salvar la vida de su compañero y acabando con numerosos enemigos. Pero
Voreno cayó por un hoyo, siendo acometido por los enemigos, que no
logran alcanzarle gracias a la nueva intervención de Pullo devolviéndole
el favor salvando también su vida. Ambos centuriones se abren entonces
paso en épico combate individual hasta llegar vitoreados a la
fortificación, quedando aún por resolver la eterna disputa sobre quien
combatía mejor, pues ambos se habían salvado la vida el uno al otro,
pero dejando para la posteridad una de las más míticas proezas de
combate individual de la historia. La realidad superando a la ficción. Tanto es así que el propio Julio César quedo impresionado por el heroísmo de estos dos centuriones, inmortalizándoles en sus Comentarios a la guerra de las Galias para el deleite y admiración de las generaciones venideras con estas concretas palabras:
Había en esta legión dos centuriones excepcionalmente valientes, que estaban a punto de alcanzar el primipilo, Tito Pulón y Lucio Voreno. Constantemente discutían entre sí por ver cuál sería antepuesto al otro, y todos los años rivalizaban por los primeros puestos con el mayor ardimiento. Uno de ellos, Pulón, cuando más encarnizada era la lucha en la fortificación, dice: "Por qué vacilas Voreno? ¿Qué ocasión guardas para hacer gala de tu valor? Esta jornada decidirá nuestra disputa". Dicho esto, sale fuera dela fortificación y se lanza allí donde parece haber más enemigos. Tampoco Voreno se queda dentro de la fortificación, sino que, preocupado por lo que todos pudieran opinar, sigue sus pasos. A corta distancia, Pulón lanza su jabalina contra los enemigos y atraviesa a uno que venía corriendo de entre la multitud. Éste recibe el impacto y cae muerto. Lo protegen los enemigos con sus escudos, y todos a una disparan contra aquél sus dardos, cortándole la retirada. Atraviesan el escudo de Pulón y un venablo se le clava en la bandolera. Este accidente hace que se le gire la vaina. Mientras intenta sacar la espada tiene ocupada la mano derecha: se encuentra atascado y los enemigos lo están rodeando. En ese difícil trance, corre en su ayuda su rival Voreno. Al punto, todo el tropel se vuelve contra él y se desentiende de Pulón, creyendo que había sido atravesado por el venablo. Voreno combate con la espada, cuerpo a cuerpo: mata a uno de ellos y obliga a los otros a retirarse un tanto. Mientras los acomete, llevado de su fogosidad, cae en un hoyo y rueda por tierra. Cercado a su vez, es ayudado por Pulón. Ambos regresan a la fortificación sanos y salvos y cubiertos de gloria, después de haber causado un buen número de bajas. De esta manera, en la competición y en la lucha la Fortuna dispuso que no fuera posible decidir cuál de ellos se debía anteponer al otro en valor. [Traducción de J.Joaquín Caerols]
Valga a modo de cierre que César, no sólo llegó a tiempo de socorrer el campamento cercado y levantar el sitio, sino que prácticamente exterminó a los nervios y a los eburones entre el 54 y el 53 a.C., poniendo acto seguido fin a la contienda de las Galias derrotando al rey de los galos, Vercingetórix, en la brillante y aplastante victoria de Alesia en 52 a.C.. César había conquistado la Galia, su ascenso sería imparable y su fama ecuménica y eterna. Su obra perviviría durante milenios deleitando a generaciones de lectores con su estrategia, su táctica, su prosa, su inteligencia y, también, con las hazañas de dos centuriones de la IX Legión, los inmortales TITO PULLO y LUCIO VORENO.
Había en esta legión dos centuriones excepcionalmente valientes, que estaban a punto de alcanzar el primipilo, Tito Pulón y Lucio Voreno. Constantemente discutían entre sí por ver cuál sería antepuesto al otro, y todos los años rivalizaban por los primeros puestos con el mayor ardimiento. Uno de ellos, Pulón, cuando más encarnizada era la lucha en la fortificación, dice: "Por qué vacilas Voreno? ¿Qué ocasión guardas para hacer gala de tu valor? Esta jornada decidirá nuestra disputa". Dicho esto, sale fuera dela fortificación y se lanza allí donde parece haber más enemigos. Tampoco Voreno se queda dentro de la fortificación, sino que, preocupado por lo que todos pudieran opinar, sigue sus pasos. A corta distancia, Pulón lanza su jabalina contra los enemigos y atraviesa a uno que venía corriendo de entre la multitud. Éste recibe el impacto y cae muerto. Lo protegen los enemigos con sus escudos, y todos a una disparan contra aquél sus dardos, cortándole la retirada. Atraviesan el escudo de Pulón y un venablo se le clava en la bandolera. Este accidente hace que se le gire la vaina. Mientras intenta sacar la espada tiene ocupada la mano derecha: se encuentra atascado y los enemigos lo están rodeando. En ese difícil trance, corre en su ayuda su rival Voreno. Al punto, todo el tropel se vuelve contra él y se desentiende de Pulón, creyendo que había sido atravesado por el venablo. Voreno combate con la espada, cuerpo a cuerpo: mata a uno de ellos y obliga a los otros a retirarse un tanto. Mientras los acomete, llevado de su fogosidad, cae en un hoyo y rueda por tierra. Cercado a su vez, es ayudado por Pulón. Ambos regresan a la fortificación sanos y salvos y cubiertos de gloria, después de haber causado un buen número de bajas. De esta manera, en la competición y en la lucha la Fortuna dispuso que no fuera posible decidir cuál de ellos se debía anteponer al otro en valor. [Traducción de J.Joaquín Caerols]
Valga a modo de cierre que César, no sólo llegó a tiempo de socorrer el campamento cercado y levantar el sitio, sino que prácticamente exterminó a los nervios y a los eburones entre el 54 y el 53 a.C., poniendo acto seguido fin a la contienda de las Galias derrotando al rey de los galos, Vercingetórix, en la brillante y aplastante victoria de Alesia en 52 a.C.. César había conquistado la Galia, su ascenso sería imparable y su fama ecuménica y eterna. Su obra perviviría durante milenios deleitando a generaciones de lectores con su estrategia, su táctica, su prosa, su inteligencia y, también, con las hazañas de dos centuriones de la IX Legión, los inmortales TITO PULLO y LUCIO VORENO.
FUENTES:
*CÉSAR, Julio: Comentarios a la guerra de las Galias,
Alianza Editorial, con traducción y notas de J.Joaquín Caerols, Madrid,
2006. [para interesados, en esta edición la hazaña de Pulo y Voreno
aparece inmortalizada en las ps. 189 y 190].
* MONTANELLI, Indro: Historia de Roma, Debolsillo, Barcelona, 2007.
* Edición española de Filmaffinity
* Cap. 1 Temp. 1 de Roma, obra de John Millius, William Macdonald y Bruno Heller; coproducida por HBO, BBC y RAI.
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