Según el gran arqueólogo español, de la primera mitad del siglo XX, J. Cabré
el característico saludo de los íberos con el brazo extendido y la mano
abierta, de entre los siglos V al I a. C., fue adoptado por los romanos
conjuntamente con el “Gladius Hispaniensis” (espada ibérica) al entrar estos en contacto con los pueblos hispanos. Sería pues, según Cabré, un saludo genuínamente íbero el que se utilizó posteriormente en todo el Imperio Romano como saludo tradicional. El conocido como ¡”saludo romano”!.
Para
los íberos era un gesto revestido de especial sacralidad, pues en los
exvotos de los santuarios, ellos mismos se autorepresentaban, con
frecuencia, saludando e invocando a las Divinidades en pie y efectuando el “saludo étnico” tradicional de su Pueblo.
Los
romanos no hicieron sino asimilarlo a sus propios usos y costumbres
culturales. De hecho, los romanos se refieren a este como “SALUTATIO IBERICA”
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