La decimatio consistía en
un castigo ejemplar, o eso al menos creían los romanos en la antigüedad.
También se usaban métodos de disciplina para mantener las formaciones como el castigatio, destinado a dar azotes hacía aquellos que cometiesen las faltas más leves a
ojos de los centuriones y que se aplicaba con el denominado vitis o vara de
centurión.
Variante de castigatio
Pero, sin duda, el decimatio podría considerarse
el más atroz dentro del propio ejército, porque estaba destinado a un contexto
concreto. Se empleaba contra las legiones romanas que huían de las batallas o
se amotinaban. El castigo consistía en formar grupos de diez soldados y,
mediante sorteo – que podía ser con piedras negras o blancas, o con cualquier
otro tipo de azar – , se elegía a uno de cada grupo de diez, el cual era
ajusticiado por sus propios compañeros mediante lapidaciones o golpes de vara y
donde no se tenía en cuenta la posición o los logros militares acumulados.
Decimatio
Decimatio
Si se negaban a hacerlo eran ejecutados. Los supervivientes al castigo
recibían racionamiento de víveres, cambiando el trigo por cebada, y dormían
fuera de los campamentos, exponiéndose a los peligros que acontecían durante
las campañas de guerra. Suetonio dedicó unas palabras refiriéndose a los castigos
hacia las tropas romanas:
“Si alguna cohorte
rehúye de la batalla, él (Augusto) las decimaba, y alimentaba a los
supervivientes con cebada”.
Los efectos reales que provocaba la decimatio en
los ajusticiados rompían las uniones de compañeros de armas, bajando su
autoestima y quebrando los fuertes lazos que debía tener un cuerpo militar de
su calibre.
La confianza hacia los cónsules o comandantes que
ejecutaban la orden del castigo hacían perder la confianza de sus tropas hacía
ellos, y su lealtad pasaba a otra muy diferente que se basaba en el miedo.
Según el emperador bizantino Mauricio, este tipo de castigo hacía más daño
moral a la tropa que algún beneficio, como así recoge en su obra sobre ciencia
militar el Strategikon.
Decimatio: Algunos casos de aplicación
Durante la Tercera Guerra Samnita
(294 a.C.) el cónsul Apio Claudio aplicó el castigo a una unidad de infantería
que abandonó el campo de batalla mientras guerreaban contra ecuos y volscos.
Sus tropas desobedecieron las órdenes y se retiraron en pleno fragor de la
batalla. La ira del cónsul no tardó en hacerse notar y los cobardes se
sometieron a las humillaciones que dictaban las normas del decimatio
por parte de sus propios compañeros, siendo llevados al dolor y la muerte
mediante garrotazos.
Equipo de un legionario romano
Otro de los casos ocurrió durante la revuelta de Espartaco (73 a.C. – 71 a.C.) donde el cónsul Marco Licinio
Craso aplicó la decimatio
en 30.000 hombres por las lamentables derrotas contra el rey de los esclavos.
No obstante, en palabras de Plutarco, solo la aplicó a cincuenta de ellos tras
la derrota de Mimio durante la Tercera Guerra Servil contra Espartaco.
Marco Antonio también usó la pena para diezmar a
dos de sus cohortes que huyeron con cobardía cuando el enemigo incendió sus
máquinas de asedio luchando contra los partos. La legión III Augusta sufrió el
mismo destino en el 18 a.C. por haber huido de la batalla contra los númidas en
África. Según las fuentes, con el emperador Servio Sulpicio Galba, (3.a. C. –
69 d.C.) se abolió la pena por decimatio.
A pesar del fin del decimatio
se aplicaron otras penas para los legionarios que
abandonaban su puesto en los combates. Son conocidas la crucifixión o
arrojarles a las bestias.
La relación de las palabras diezmo y decimatio
Del decimatio proviene
la palabra “diezmo”
muy extendida en la Edad Media para definir los términos a pagar a los señores
e instituciones cristianas. Consistía en dar una décima parte del valor de una
mercadería, como podía ser el caso de las cosechas del campesinado.
Tabla de los Diezmos eclesiásticos
En nuestros días frecuentemente aplicamos el
término “diezmar” a un evento que causa enfermedades, guerras o hambres – o
cualquier causa de la misma índole – y que provoca, a su vez, una gran
mortandad en una población.
Tomado de Revista de historia
No hay comentarios:
Publicar un comentario