TRADUCCIÓN

sábado, 2 de agosto de 2014

SOBRE DEMOCRACIA FORMAL Y REAL

La primera contradicción entre democracia formal y democracia real está en el origen mismo del término. Según Mariano Grondona el origen del poder no fue democrático sino despótico porque el verbo griego "arkhein" tiene otra opción y, por tanto, dos significados: empezar y mandar. Con esta palabra se conectan dos sustantivos: arkhé, origen y arkhos, jefe. Con arkhé se vinculan palabras como arcaico y arqueología. Con arkhos, "monarca", monarquía que significa mando unipersonal puesto que mono equivale a uno. ¿En qué pensarían los inventores de la democracia, si es universalmente sabido que en la suya la esclavitud era moneda de curso legal? Y, ¿en qué pensaríamos después al asociar el término con la utopía en la que una mayoría –el pueblo- ejerce libre y completamente su propia soberanía y libertad?


Así que en el principio (arkhé) no fue el pueblo (demos) sino el jefe (arkhos). La palabra "poder"; se origina en la voz indoeuropea poti, que significa "jefe". De ella deriva el griego despotes, "jefe" o "amo", castellanizada, para mal de muchos amos, como déspota. Democracia, entonces, se origina en el griego demos pueblo y kratos poder. Sin embargo, la palabra pueblo excluía a los esclavos y a las mujeres.


La segunda contradicción está en la propia naturaleza del término, dado que "formal" se relaciona con "forma", que en términos aristotélicos significa "lo que algo es o la esencia de algo". Se trata de un sistema político donde la forma de gobierno representativa está regida por la constitución del Estado, que garantiza la independencia de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. La elección de los representantes de estos poderes, sobre todo del presidente y los diputados, lo hace el pueblo mediante el voto libre, igualitario, universal, directo y secreto. Se asume que el poder es homogéneo en los individuos como miembros del Estado y no existen clases sociales dominantes. En esta democracia se consideren tres principios: la soberanía popular, la libertad y la igualdad jurídica. El primero se refiere al autogobierno del pueblo pero, de nuevo: ¿quién es el pueblo y quién elige a los gobernantes? ¿Garantiza la ley la libertad de elegir, cuando los ciudadanos son analfabetos o no tienen educación política? ¿Son iguales los pobres ante la ley jurídica; tienen los mismos derechos y deberes?

La tercera contradicción es ontológica; es decir, la democracia con respecto al ser. Es la democracia de los seres individuales o atómicos o aislados o es la democracia de los seres sociales que tienen necesidades materiales, culturales y espirituales. Se trata más bien de una ontología social cuya esencia es el trabajo. ¿Puede haber democracia es un país en el que existen desempleados, subempleados, o el trabajo es causa de sufrimiento y explotación como el caso del trabajo infantil, las mujeres en las maquilas, los migrantes; tan esclavos como en la época de oro griega, nada más que con una esclavitud disfrazada por todos los condicionamientos del oro?

Quién legitima a la democracia?, ¿la violencia represiva del Estado mediante el uso de las fuerza o de las armas, la utilización de la tortura y los tratos inhumanos y crueles, el asesinato de niños y niñas y jóvenes? En diversos países en nombre de la democracia se han cometido los peores crímenes.
La cuarta contradicción es que la igualdad se limita a lo jurídico sin considerar lo económico. Las diferencias en el ingreso económico según los grupos sociales son abismales. ¿Puede existir democracia en un país donde el 80 por ciento de la población vive en la extrema pobreza y la riqueza está concentrada en el 5 por ciento de la población?

La quinta contradicción es ¿quién legitima a la democracia?, ¿la violencia represiva del Estado mediante el uso de las fuerza o de las armas, la utilización de la tortura y los tratos inhumanos y crueles, el asesinato de niños y niñas y jóvenes? En diversos países en nombre de la democracia se han cometido los peores crímenes (y debemos recordar que el nuestro no es una excepción).

La sexta contradicción es con respecto a la verdad. ¿Puede existir la democracia sin la verdad? ¿Quién define la verdad con respecto, por ejemplo, a la impunidad militar o policial? ¿Quien define la verdad con respecto a la corrupción de gobernantes y funcionarios? ¿Cuál es la verdad sobre los torturados, desaparecidos y todas las violaciones de los derechos humanos de las que ni siquiera tenemos noticia, por la simple razón de que las víctimas son invisibles?

La séptima contradicción es histórica. Los regímenes militares o los gobiernos civiles han impuesto los intereses neocolonialistas y la lógica de la acumulación histórica del capital articulado con la oligarquía y con los sectores poderosos locales y nacionales; y a ese ropaje le llaman democracia. Para lograr este propósito ha sido necesario el cultivo de la guerra, el negocio de las armas y las invasiones de marines; los desalojos violentos de campesinos e indígenas, la generación de pobreza, la emigración del campo a la ciudad y el desplazamiento como "espaldas mojadas" a la tierra prometida del "destino manifiesto" o hacia las metrópolis europeas.

La octava contradicción es epistemológica acerca de si es válido el conocimiento de la democracia. Que clase de conocimiento y para qué se promueve cierto tipo de democracia y a qué intereses sirve. En otras palabras: En qué lógica se fundamenta la democracia, ¿en la razón del mercado o en la lógica del capital?

La novena contradicción es sobre los métodos de promover o construir la democracia. Se parte de concepciones elitistas, clasistas o como dice el pueblo, "desde arriba", en forma vertical, y no desde abajo hacia arriba o en forma horizontal, participativa y movilizadora de las comunidades y organizaciones del movimiento social.

La décima contradicción se refiere a si es posible la democracia sin un desarrollo sustentable e integral. No hay necesidad de formular pregunta alguna pues la respuesta siempre será que definitivamente no es posible. Los espacios saludables y estéticos, la sanidad del bosque, los suelos, las aguas y el aire; la educación, la economía en función de la vida individual y familiar, comunitaria y planetaria son fundamentales para la coexistencia y la cooperación en un estado democrático y solidario.

La decimoprimera contradicción es sobre si pueden promover la democracia aquellos países hegemónicos cuyas políticas históricamente se han caracterizado por la invasión, el sometimiento, las guerras y las ocupaciones militares en contra de nuestros pueblos, tal es el caso de la guerra en Iraq y la ocupación militar de Honduras; la base en Guantánamo, Cuba; Puerto Rico, Ecuador y El Salvador.

La decimosegunda contradicción es que no puede haber democracia si no cambia la ideología patriarcal, si no existe participación política y condiciones económicas igualitarias para la mujer. No basta que la mujer llegue a las posiciones de poder en las gobiernos; se requiere que tengan un posicionamiento en contra de los tratados comerciales desiguales, la privatización del agua, la salud, la energía y que estén en franca oposición al sufrimiento que ocasiona el trabajo de la mujer en labores domésticas, en las maquilas y la discriminación salarial; o bien luchar en la conquista de sus derechos de género, su sexualidad, su vida reproductiva y en el respeto absoluto a sus derechos como seres humanos.

La décimotercera contradicción es la ética y bioética. Como sujetos históricos y sociales, ciudadanos, miembros del movimiento social o de la sociedad civil, tenemos la responsabilidad moral de ser participativos, deliberativos y solidarios en la construcción de una verdadera democracia política, económica, social, humana y planetaria. No basta ser participativos se requiere transparencia y claridad en los objetivos y en las metas trazadas en función de la vida y la dignidad humanas.

¿Cómo resolver la contradicción de la democracia formal y la democracia real? ¿Es posible hacerlo? ¿Es necesario? Nuestra respuesta es afirmativa
 La construcción de la democracia es un proceso histórico social. Nuestros puntos de partida son la educación, la organización y la movilización para democratizar el poder, la política, el trabajo y la economía.

La educación debe ser integral y liberadora. Las escuelas comunitarias deben contribuir a la formación política, a la afirmación de principios filosóficos y éticos sobre la necesidad de construir una verdadera democracia. Esta escuela sólo pude desarrollarla el pueblo organizado. La organización solidaria y participativa debe desarrollarse a partir de lo comunitario, para construir alianzas y coaliciones tanto en el plano local y nacional como en el internacional.

Es necesario democratizar la economía en el hogar, en la escuela, en lo local, y, por supuesto, en el gobierno. El pueblo debe participar en la elaboración de los presupuestos y los plazos de ejecución de los proyectos a nivel de las alcaldías y del gobierno. No puede haber educación, salud, vivienda sana si no se democratiza la economía.

El saber cultural, el conocimiento, la información ética y el desarrollo de la conciencia son fundamentales para analizar la democracia. La ciencia y la técnica deben estar siempre al servicio de las comunidades y al servicio y defensa de la vida del planeta. 

En esencia debemos participar en la construcción de la democracia humana, anticolonialista, opuesta a la globalización imperial, donde la forma sea la esencia de lo real al reflejarse en la vida material, espiritual y cultural.
Juan Almendares
  Bibliografía Mínima
Antonino Infranca: Trabajo, individuo, historia. El concepto del trabajo en Lukács. Ediciones herramienta. Argentina 2005.
Christophe Dejours. La banalización de la injusticia social. Editorial Topia. Argentina 2006.
Diego Gracia Guillén: Democracia y Bioética. Acta Bioethica ,2001; 7(2) Acta bioethica. ISSN 1726-569X versión on-line.
Joachin Israel: El lenguaje de la dialéctica y la dialéctica del lenguaje. Munksgaard, Humanitarian Press, England. (Versión inglesa) 1979
Mariano Grondona. Historia de la democracia. Septiembre 2000. Universidad del CEMA. Departamento de Ciencias Políticas. Documento de Trabajo No. 175

Democracia real vs. democracia formal en el contexto político internacional

Decía Nelson Mandela que si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas, si no hay comida cuando se tiene hambre y si no hay medicamentos cuando se está enfermo, la democracia es una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan parlamento.

Esta afirmación, ampliamente compartida, constata que existen estados autoproclamados democráticos, entendiendo por tales los sistemas donde el pueblo elige a sus gobernantes y que se rigen por los principios del Estado de Derecho, cuyas prácticas gubernamentales o condiciones socio políticas los hacen incompatibles con esa forma de gobierno. De aquí que se diferencie la democracia formal de la real. Hechos recientes como la represión de manifestantes en Irán, la inestabilidad y el pronunciamiento militar de Honduras o el recrudecimiento de la pobreza extrema que alcanzan las poblaciones de Mauritania o Libia con la crisis económica global nos lo recuerdan.

La democracia es un término nacido en la Grecia clásica, donde el centro de poder era la Asamblea o ekklesia y los puestos públicos se sorteaban entre los ciudadanos, que ejercían su participación o isegoría en virtud de la parresía o derecho de hablar.

Pero nuestra democracia se construyó a partir de los presupuestos del llamado liberalismo clásico, si bien sobre esa idea de gobierno del pueblo, que aparecieron con las revoluciones burguesas y que teorizaron Locke y Montesquieu. Esos principios eran el reconocimiento de todo un conjunto de derechos fundamentales de la persona, la teoría de la división de poderes y la instauración de la economía de merado. La democracia se desarrolló con la teoría de la representación fraguada a partir de la Teoría inglesa de la confianza (de Hobbes y Locke) y la Teoría Francesa de la Representación (de Rosseau, Sieyes o Constant). Con el desarrollo del Estado Social y del Estado del Bienestar, a partir de la llegada de la política de masas, el aumento de la maquinaria de la Administración Pública y el reconocimiento al gobierno de la capacidad para aprobar normas con rango de ley, se terminaron de configurar los sistemas democráticos tal como los cocemos hoy en Occidente.

El sistema estuvo en cuestión hasta la caída el Muro de Berlín, en especial durante la Segunda Guerra Mundial, pero hoy, en la tercera ola democratizadora de la sistematización de Hungtington, es el que se recomienda en los principales foros internacionales como la ONU y la Unión Europea.

Pero aunque 140 países del mundo viven hoy en regímenes autoproclamados democráticos, sólo en 82 existe una democracia plena de acuerdo con el Banco Mundial. De esto deviene que la democracia no se reduzca al hecho electoral sino que requiera eficiencia, transparencia y equidad a las instituciones públicas, así como una cultura que acepte al legitimidad de la oposición política y abogue por los derechos de todos.

Paralelamente, en muchos estados crece la frustración por la falta de oportunidades y por los altos niveles de desigualdad, pobreza y exclusión social, y se expresa malestar con el sistema político, acciones radicalizadas, crisis de gobernabilidad e inestabilidad.

Por tanto, y como avanzábamos, deben diferenciarse dos conceptos: democracia formal y real. La primera ser refiere al terreno jurídico, a la organización del sistema. Sus procedimientos están establecidos, en gran pare, por normas constitucionales, y en otra medida no menos importante por los reglamentos que de ellas derivan. Pero el hecho de que se cumplan esos procedimientos no implica que sean reales unas características políticas, sociales y económicas intrínsecas a los principios democráticos. La democracias real se refiere a las formas que de hecho existen en la sociedad.

Para ahondar en el estudio de esas diferencias se desarrollaron las teorías empíricas y normativas de la democracia. Las primeras responden a la pregunta “¿qué es y cómo funciona la democracia?”, y las normativas responden ala pregunta “¿qué debería ser la democracia?”. El origen de la clasificación está en Schumpeter, que en los años cuarenta buscaba una definición de democracia coherente con los sistemas existentes o una “teoría realista de la democracia” según su terminología, y se percató de que todas las definiciones acuñadas perfilaban sólo lo que la democracia debería ser.

Extrajo que la democracia es esencialmente el gobierno donde existe una competición equitativa por el liderazgo para gobernar, por lo que se dice que su teoría es procedimental. Su teoría ha sido después refinada por Dahl, por ejemplo, que usó el término poliarquía para decir que es un régimen fragmentado de poder donde los ciudadanos se gobiernan directamente o por representantes. Y por Schmitter, que destacó que debe existir la responsabilidad de gobernantes frente a gobernados.

Y en todo caso, se ha extraído que para que un país pueda ser tildado realmente como democracia, deben respetarse unas condiciones políticas, económicas y sociales, que se fundamentan en los derechos civiles y políticos y en los llamados derechos de segunda generación que se han ido reconociendo, en general constitucionalmente, en los Estados Sociales y Democráticos de 
Derecho:

Políticos: Debe darse una correcta representación de los ciudadanos en las asambleas legislativas a partir de un proceso electoral transparente. Los representantes pueden agruparse en partidos políticos, según Bobbio es la mejor manera de que se representen todas las opciones. Pero siempre han de estar de acuerdo con los principios democráticos. Y para que el sistema funcione, será necesaria lo que Adela Cortina llama una cultura cívica participativa, en referencia a una sociedad civil activa. Además, deben fijarse mecanismos de control de los gobernantes más allá del electoral, como la moción de censura o la cuestión de confianza. Así mismo, la Administración Pública, organismo técnico que conforma junto con el gobierno el poder ejecutivo, debe plegarse a los principios democráticos de eficacia, eficiencia y ética en el desarrollo de las políticas públicas.

Condiciones sociales: Deben estar reconocidos y garantizados los derechos de segunda generación. Asimismo, la igualdad de género es un factor vital para la correcta representación. Una sociedad fuertemente estratificada y jerarquizada puede dificultar la representación de todos los ciudadanos. Por último, es necesario un pluralismo comunicacional como reverso del derecho de información de los ciudadanos, y un sistema educativo que forje una opinión pública.

Condiciones económicas: Los principios del liberalismo propugnaron la creación de una economía de mercado, con unos sectores productivos desarrollados equilibradamente, un sector público que afronte el gasto público partir de la recaudación estructurada en un sistema tributario y que conviva con un sector privado que se desarrolle de acuerdo con los principios de competencia. Pero lo fundamental es una adecuada distribución de la riqueza.

Pues bien, hasta aquí hemos contado los aspectos formales, pero ¿se manifiestan en la realidad? ¿Cómo es la democracia real? Ya hemos avanzado que los estudiosos de la Ciencia Política han desplegado estudios de campo para analizar lo que se ha llamado el déficit democrático o barrera entre la democracia formal y la real, una expresión muy manejada que acuñó el presidente de Nigeria en referencia a Costa de Marfil.

El modelo de referencia más importante desde los años noventa lo constituye los índices de gobernabilidad del Banco Mundial. La gobernabilidad es un concepto manejado para nombrar la necesaria cohesión económica y social que han de gestionar los gobiernos para que los requisitos formales de la democracia sean una realidad. Si bien últimamente tiende a denominarse gobernanza, para destacar la importancia de que el ciudadano participe en los procesos.

Los índices de gobernabilidad o buen gobierno son seis: voz y rendición de cuentas, estabilidad política y ausencia de violencia y terrorismo, eficacia del gobierno, calidad normativa, imperio de la ley y control de corrupción.

En el último informe, los indicadores señalaban marcadas mejoras en la gobernabilidad global global; como ejemplo, cabe marcar las mejoras de voz y rendición de cuentas de Ucrania y Haití, las mejoras en materia de estabilidad en Argentina y las mejoras en control de corrupción en Europa del Este y el África Subsahariana. No obstante, en algunos países la situación se ha deteriorado. Ha sido así en Zimbabwe, Costa de Marfil o Venezuela.

Pero hagamos un análisis pormenorizado desde un punto de vista regional:

Empecemos por lo que conocemos como Occidente. La OCDE señaló que de modo global es necesario mejorar:
  1. La confianza de las instituciones (puede deberse a casos de corrupción, como el vivido recientemente en el Parlamento de Londres o los procesos judiciales en que están inmersos los dos partidos mayoritarios en España).
  2. Mejorar las vías de participación, fundamentalmente en referencia a los procesos de globalización y la asunción de ciertas competencias estatales por organizaciones internacionales como la UE (se habla de desafección política, en especial en los países mediterráneos. Se ha propuesto a menudo promocionar las vías de participación, para que mayor comodidad. Algunos teóricos del liberalismo conservador como Bentley o Truman proponen que sólo voten grupos de interés en nombre de colectivos más amplios. Otros teóricos como Giddens piensan que la desafección se debe fundamentalmente a que las decisiones se toman cada vez en instancias más lejanas, como la UE).
  3. La exclusión social existente, que podría agravarse con la crisis económica
  4. Ciertos casos de inestabilidd gubernamental.
  5. Se critica el modelo que García Pelayo llamó Estado de Partidos o partitocracia.
  6. La concentración empresarial de los medios de comunicación dificulta a veces el pluralismo comunicacional.
  7. La vigencia de la pena de muerte en varios estados estadounidenses también es objeto de criticas

Pasamos ahora a describir la situación del África Subsahariana, donde a partir de los noventa, con las descolonizaciones aún recientes, muchos entrevieron un acompasamiento al proceso democratizador generalizado:
  1. Aspectos políticos: Excesiva tradición de golpes de Estado. Gerontocracias: En Argelia, Buterflika ha pretendido convertir su país en una república hereditaria traspasando sus poderes a su hermano, y ya modificó la constitución para tener un tercer mandato. Violencia: A pesar de que muchos firmaron la Convención de Ginebra, de la que por cierto ahora se cumplen sesenta años, se repiten episodios como uno en Mauritania: hace un año, un golpe militar derrocó al gobierno elegido, y se produjeron torturas y se retuvieron activistas islámicos. En Tunicia se denuncia constantes violaciones del derecho de información. En Zimbwabwe, las fuerzas de seguridad cometen constantes abusos. En Namibia, mujeres y niñas son objeto de discriminación sistemática y las comunidades indígenas están sumidos en una pobreza extrema. Falta de libertad de expresión: En Libia, su historial de violaciones de derechos humanos ensombreció la mejora de su posición diplomática e internacional.
  2. Aspectos económicos: Carencia de infraestructuras
  3. Aspectos sociales: Disputas territoriales, religiosas, étnicas e identitarias: Quizá la esperanza sea Sudáfrica, aunque el año pasado vivió episodios de violencia racista. Índices de pobreza y analfabetismo desmadrados
Iberoamérica:
  1. Aspectos políticos: La mayoría cumplen los requisitos formales de una democracia, y eso que hace veinticinco años apenas unos cuantos tenían esta forma de gobierno. Hay dios tendencias de cambio político: la instauración de regímenes neopopulistas en Venezuela, Ecuador o Bolivia (fundamentalmente por el peso de las comunidades indígenas) y la instauración de democracias de corte occidental. El caso específico de Cuba, un régimen comunista, parece estar en vías de transición a la democracia.
  2. Aspectos económicos: Hay algunos países en ascenso, como en la potencia emergente Brasil, con grandes expectativas fundamentalmente gracias a los biocombustibles. Es un problema fundamental la corrupción, que se dejó ver en Argentina, donde el partido en el gobierno perdió en los últimos comicios la mayoría absoluta a causa de su falta de transparencia.
  3. Aspectos sociales: De acuerdo con el PNUD, un elevado porcentaje de la población no cree en la democracia como forma de gobierno (quizá esto explique el apoyo del golpe que se dio en Honduras). Son graves los problemas de pobreza y estratificación social. La violencia dificulta mucho la convivencia y la cohesión, en especial en Perú con Sendero Luminoso y en Colombia con la FARC –de acuerdo con las noticias de los últimos meses, el grupo puede estar debilitándose-.

Oriente Próximo:
  1. Política: En esta área conviven sistemas democráticos frágiles con regímenes autoritarios, fundamentalmente en el Golfo Pérsico ,que recientemente han dado muestras de apertura tímida. Son varios los Irak y Afganistán son dos democracias incipientes, así declaradas constitucionalmente, pero los procesos electorales están amenazados por las facciones internas, la violencia y la corrupción. Líbano también tiene un grave problema de violencia. En Israel, está en cuestión la transparencia del sistema electoral por la dificultad de la participación de los colonos judíos.
  2. Economía: La desigualdad en la distribución de los recursos energéticos, muy evidente en las llamadas petrodemocracias, cuestiona la viabilidad del sistema de gobierno. La posible expansión del poderío económico de esta área en el futuro –debida a la crisis que afecta a Occidente y que tiene su expresión más clara en sus fondos soberanos- presenta el reto de calibrar hasta qué punto las poblaciones tienen posibilidades efectivas de salir de la pobreza .Merece la pierna destacar por último que en Oriente Próximo se encuentra la democracia más grande del mundo, India, cuya estratificación social es gravísima, hasta el punto que se rebate que realmente merezca tal designación.
  3. Sociedad: Las diferencias étnicas y religiosas provocan inestabilidad. La religión más extendida es el Islam, y las diferentes ramas en que está segmentado a menudo se enfrentan entre sí; el ejemplo más evidente es la confrontación entre chiíes y los sunníes. Otra cuestión destacada es el fortalecimiento reciente de la sociedad civil, hasta ahora muy adormecida y quizá provocada al menos en parte por la corrupción gubernamental. Es una sociedad civil joven, usuaria de las nuevas tecnologías para comunicarse y con una presencia importante de mujeres –sorbe todo en Irán-.
Europa Central y la Península Balcánica:
  1. Política: El problema más básico es la corrupción. Constantemente la OCDE ha proclamado la oscuridad de los comicios, quizá el exponente más recordado sea el envenenamiento de un candidato en Ucrania. Son frecuentes las violaciones de derechos.
  2. Economía: Los recursos gasísiticos y petrolíferos de la zona podrían significar una renta per capita elevada, pero la concertación empresarial y estatal lo impide.
  3. Sociedad: La sociedad tribalizada y el mosaico de religiones, enfrentadas entre sí, ha resultado una traba apara la estabilidad democrática. Por otro lado, la sociedad civil ha sido fuerte desde su emancipación de la URSS, con las llamadas revoluciones de terciopelo.
Asumido lo expuesto en la comunidad internacional, se ha planteado la pregunta de si el modelo de democrático es exportable a todas las regiones. Decía Churchill que la democracia es el Han sido muchas las ocasiones en que los países occidentales han intervenido en regímenes poco respetuosos con los derechos humanos en procura de la instauración de un régimen similar al suyo que tenían. La problemática que esto plantea tiene como primer eje la pertinencia de instaurar modelos democráticos en países que no los son: si es legítimo involucrarse así en la evolución de un país y en qué medida deben respetarse sus bases sistémicas, al menos algunas. El segundo eje consiste en la colaboración de las organizaciones internacionales y los países occidentales en el establecimiento de las condiciones políticas, economías y sociales en los países donde están erosionados. Esa colaboración suele tener la forma de cooperación internacional, que con frecuencia se trata sólo de acuerdos políticos –es un ejemplo la Unión Mediterránea de la Unión Europea o los programas PHARE que se desarrollaron con Europa del Este-.
Paloma Fidalgo

3 comentarios:


  1. la formal consagraba los derechos de ciudadanía a través de las leyes de los representantes y era paralela al empobrecimiento de los trabajadores.
    La social levanta las banderas de la igualdad de acceso a la cultura y a la economía característica del siglo XIX

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  2. En principio democracia formal es cuando existen los mecanismos democráticos pero no funcionan bien, y la real, cuando efectivamente se ponen en practica. Por ejemplo, cuando legalmente se afirma que las elecciones son libres y el voto es secreto, pero en la práctica se manipulan los votos y hay corrupción, es solamente formal.

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  3. La Democracia real, es un idealismo jamás alcanzado.
    Democracia formal, es la que practicamos, una dictadura con el nombre. solo la pronuncian y la aplican Los Gobernantes o Aspirantes al Poder.

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