El protagonista de hoy es el Papa san
Silvestre, que ocupó la sede de san Pedro desde el año 314 y falleció el 31 de
diciembre del año 335. Fue el suyo un largo pontificado de más de veintiún
años.
San Silvestre es el Papa de los concilios de Arles y de Nicea (325). Es
también el Papa de las leyendas del bautismo, de la curación de la lepra de
Constantino y de la falsa donación de Roma y todas sus provincias.
Pero es menos conocido, siendo un aspecto importantísimo, por su empeño en
recristianizar la sociedad de entonces, tan influida por el paganismo. Por la
influencia del Papa el emperador dictó algunas disposiciones como las
siguientes: la validez de la emancipación de esclavos realizada ante la Iglesia;
el descanso dominical; contra los sodomitas; la revocación del destierro a que
estaban condenados los cristianos y la restitución de sus bienes; varios
decretos asegurando el foro judicial de los clérigos; la prohibición de los
agoreros y de los juegos en que iban mezclada la inmoralidad y el engaño, etc.
Roma iba, de este modo, muriendo a su tradición pagana, para renacer poco a poco
a la nueva Roma cristiana.
Pero entre ese etc. de las disposiciones antipaganas hay que destacar la
derogación de las leyes sobre el matrimonio dictadas por el emperador César
Augusto, conocidas como Lex Iulia y Lex Papia Poppeae. Obedecían estas leyes a
la necesidad de paliar el déficit demográfico del Imperio Romano, por eso
concebían la familia de un modo utilitario al servicio del Estado o si se quiere
de un modo pagano. Así por ejemplo premiaban económicamente por los hijos
tenidos, prohibían el matrimonio a las mujeres de más de 50 años, aunque se las
permitía ser concubinas y castigaban el celibato.
Javier Paredes.
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