* “Tened fe sin vacilar”. Con esta
hermosísima expresión Jesús nos enseña a descender a lo más profundo de nosotros
mismos y a tantear nuestro corazón desde la verdad. El texto griego pone un
verbo estupendo, que ha sido
traducido como “vacilar” y que quiere expresar al respecto una ruptura
interior, una división, un combate entre partes contrarias. De esta manera,
Jesús nos invita a tener plena confianza en Él y en el Padre, a fin de evitar
rompernos por dentro. Podemos acercarnos a Dios de manera plena y total, podemos
estar en relación con Él, sin que sean necesarias hojas para enmascararnos, sin
tener que contar monedas y calcular el precio a pagar, sin hacer compartimentos dentro de
nosotros, sino ofreciéndonos totalmente a Él, tal como somos, los que
somos, llevando en nosotros el fruto bueno y dulce del amor.
* “cuando os pongáis de pie para orar,
perdonad”. No puede ser de otra manera: en la vida del cristiano, el
término y el iniciar de nuevo el camino de la fe y de la oración se concretan en
la relación con los hermanos y las hermanas, en el encuentro con ellos, en el
diálogo, en el don recíproco. No existe oración, ni culto a Dios, ni templo
santo, ni sacrificio agradable a Dios, no existe fruto ni dulzura, sin el amor
hacia el hermano y la hermana. Marcos lo llama perdón, Jesús lo llama amor, que
es el único fruto capaz de saciar nuestra hambre, de aliviar nuestro
cansancio.
Señor, quiero cantar un canto
nuevo.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles.
Que se alegre Israel por su creador,
los hijos de Sión por su rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras.
Porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos.
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles.
Que se alegre Israel por su creador,
los hijos de Sión por su rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras.
Porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos.
(Salmo 149)
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