La presencia de Jesús en el corazón:
Confieso que para mí es una gran desgracia
no saber expresar y explicar este volcán eternamente encendido que me quema y
que Jesús hizo nacer en este corazón tan pequeño”. ¡Bendigo a Dios, que por su gracia, otorga santos sentimientos!
Todo lo podría resumir así: me siento devorado por el amor a
Dios y el amor por el prójimo. Dios está siempre presente en mi mente, y lo
llevo impreso en mi corazón. Nunca lo pierdo de vista: me toca admirar su
belleza, sus sonrisas y sus emociones, su misericordia, su venganza o más bien
el rigor de su justicia
...¿Cómo es posible ver a Dios entristecerse por el mal y no
entristecerse también uno?
Si Jesús se manifiesta a vosotros, dadle gracias; si se os oculta, dadle gracias. Todo esto es un juego de amor para traernos dulcemente hacia el Padre. Perseverad hasta la muerte, hasta la muerte con Cristo en la Cruz.
Amor:
Las cosas humanas necesitan ser conocidas para ser amadas; las
divinas necesitan ser amadas para ser conocidas
No lo olvidéis: el eje de la perfección es el amor. Quien está
centrado en el amor, vive en Dios, Porque Dios es Amor, como lo dice el
Apóstol.
El amor y el temor deben estar unidos: el temor sin amor se
vuelve cobardía; el amor sin temor, se transforma en presunción. Entonces uno
pierde el rumbo.
La divina Solicitud no solo no rechaza a las almas arrepentidas,
sino que sale en busca de la más empedernida.
Confianza en Dios
El corazón de nuestro divino Maestro no conoce más que la ley
del amor, la dulzura y la humildad. Poned vuestra confianza en la divina bondad
de Dios, y estad seguros de que la tierra y el cielo fallaran antes que la
protección de vuestro Salvador.
Caminad sencillamente por la senda del Señor, no os torturéis el
espíritu. Debéis detestar vuestros pecados, pero con una serena seguridad, no
con una punzante inquietud.
Santa
Misa:
“Sería más fácil que la tierra se rigiera
sin el sol, que sin la santa Misa”.
María Santísima
Si no hubiera Fe los hombres te llamarían diosa. Tus ojos
resplandecen más que el sol, eres hermosa, Madre, me glorío, ¡Te quiero!
Oye, Madre, yo te quiero más que a todas las criaturas de la
tierra y del cielo;... después de Jesús, es claro; te quiero tanto.
Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Seamos inmensamente gratos a la Virgen. ¡Ella nos dio a Jesús!
Permaneced como la Virgen, al pie de la Cruz, y seréis
consolados. Ni siquiera allí María se sentía abandonada. Por el contrario, su
Hijo la amó aun más por sus sufrimientos.
Oración
"Solo quiero ser un fraile que reza...
Reza, espera y no te preocupes. La
preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración...
La oración es la mejor arma que tenemos; es
la llave al corazón de Dios. Debes hablarle a Jesús, no solo con tus labios
sino con tu corazón. En realidad, en algunas ocasiones debes hablarle solo con
el corazón..."
El don de la oración está en manos del
Salvador. Cuanto más te vacíes de ti mismo, es decir, de tu amor propio y de
toda atadura carnal, entrando en la santa humildad, más lo comunicará Dios a tu
corazón.
A Dios se le busca en los libros, se le
encuentra en la meditación.
En la medida en que vaciéis vuestro Yo de
si mismo - es decir, del apego a los sentidos y a vuestra propia voluntad - ,
echando raíces en la santa humildad, el Señor hablará a vuestro corazón.
Practicad con perseverancia la meditación a
pequeños pasos, hasta que tengáis piernas fuertes, o más bien alas. Tal como el
huevo puesto en la colmena se transforma, a su debido tiempo, en una abeja,
industriosa obrera de la miel.
Sed vigilantes cuando meditéis.
Generalmente los que se entregan a la meditación, lo hacen con una especie de
arrogancia, tan ansiosos están por encontrar el sujeto susceptible de consolar
su espíritu, y esto es suficiente para impedirles encontrar lo que busca.
Liberarse de la ansiedad
Si vuestro espíritu no se concentra, vuestro corazón está vacío
de amor. Cuando se busca sea lo que sea con avidez y prisa, puede uno tocar
cientos de veces el objeto sin ni siquiera darse cuenta. La ansiedad vana e
inútil os fatigará espiritualmente, y vuestro espíritu no podrá dominar su
sujeto. Hay que liberarse de toda ansiedad, porque ella es la peor enemiga de
la devoción sincera y autentica. Y esto principalmente cuando se ora. Recordad
que la gracia y el gusto de la oración no proviene de la tierra sino del cielo
y que es en vano utilizar una fuerza que solo podría perjudicaros.
Crecimiento
Para crecer, necesitamos del pan básico: la cruz, la
humillación, las pruebas y las negaciones".
Crítica
No tolero la crítica y la habladuría sobre los hermanos. Es
cierto que a veces me divierte aguijonearlos, pero la murmuración me da náuseas.
Tenemos tantos defectos que criticarnos a nosotros mismos ¿Por qué perder
tiempo en lo de los hermanos?
Enemigos
Jamás pasó por mi mente la idea de una venganza. Recé por los
detractores y rezo por ellos. Quizá alguna vez le dije al Señor: "Señor,
si para convertirlos es necesario algún fustazo, hazlo, con tal que se salven.
Humildad
Si necesitamos paciencia para tolerar las miserias ajenas, más
aún debemos soportarnos a nosotros mismos.
En tus diarias infidelidades, humíllate, humíllate, humíllate siempre. Cuando el Señor te vea humillado hasta el suelo, te tenderá su mano. Él mismo pensará en atraerte hacia Él.
Has construido mal; destruye y reconstruye bien.
En tus diarias infidelidades, humíllate, humíllate, humíllate siempre. Cuando el Señor te vea humillado hasta el suelo, te tenderá su mano. Él mismo pensará en atraerte hacia Él.
Has construido mal; destruye y reconstruye bien.
Como una señora admitiera que tenía cierta inclinación a, la
vanidad, el Padre comentó:"- ¿Ha observado usted un campo de trigo en
sazón? Unas espigas se mantienen erguidas, mientras otras se inclinan hacia la
tierra. Pongamos a pruebe a los mas altivos, descubriremos que están vacíos, en
tanto los que se inclinan, los humildes, están cargados de granos"
Dios enriquece al hombre que ha hecho el vacío en sí mismo.
Paciencia
Guardad en lo más hondo del espíritu las palabras de Nuestro
Señor:"A fuerza de paciencia, poseeréis vuestra alma".
Prudencia
La prudencia tiene ojos. El amor piernas. El amor, que tiene
piernas, querría correr hacia Dios, pero su impulso es ciego, y uno tropezaría,
de no estar dirigido por los ojos de la prudencia...
Pruebas
y tentaciones.
Ten por cierto que si a Dios un alma le es
grata, más la pondrá a prueba. Por tanto, ¡Coraje! y adelante siempre.
Por muy altas que sean las olas, el Señor
es más alto.
¡ Espera!... la calma volverá.
Las pruebas a las que Dios os somete y os
someterá, todas son signos del amor Divino y Perlas para el alma.
Uno puede ahogarse en alta mar, y también
puede sofocarse hasta el ahogo con un simple vaso de agua.- ¿Dónde está la
diferencia? - ¿Acaso no es la muerte, en cualquiera de esas formas?
El demonio es como perro encadenado; si uno
se mantiene a distancia de él, no será mordido.
Jesús os guía hacia el cielo por campos o
por desiertos - ¿qué importancia tiene? Acomodaos a las pruebas que El quiera
enviaros, como si debieran ser vuestras compañeras para toda la vida; cuando
menos lo esperéis, quizás queden resueltas.
Los grandes corazones ignoran los agravios mezquinos.
En una estampa representando la cruz, el
Padre escribió estas palabras:"El madero no os aplastará; si alguna vez
vaciláis bajo su peso, su poder os volverá a enderezar".
Gólgota. Una cima cuya ascensión nos
reserva una visión beatifica de nuestro amado salvador.
Por los golpes reiterados de su martillo,
el Artista divino talla las piedras que servirán para construir el Edificio
Eterno.
Puede decirse con toda justicia que cada alma destinada a la gloria eterna es una de esas piedras indispensables. Cuando un constructor quiere levantar una casa, debe ante todo limpiar y nivelar el terreno; el Padre celestial procede de igual manera con el alma elegida que, desde toda la eternidad ha sido concebida para el fin que El se propone; por eso tiene que emplear el martillo y el cincel. Esos golpes de cincel son las sombras, los miedos, las tentaciones, las penas, los temores espirituales y también las enfermedades corporales. Dad pues, gracias al Padre celestial por todo lo que impone a vuestra alma. Abandonaos a El totalmente. Os trata como trató a Jesús en el Calvario.
Puede decirse con toda justicia que cada alma destinada a la gloria eterna es una de esas piedras indispensables. Cuando un constructor quiere levantar una casa, debe ante todo limpiar y nivelar el terreno; el Padre celestial procede de igual manera con el alma elegida que, desde toda la eternidad ha sido concebida para el fin que El se propone; por eso tiene que emplear el martillo y el cincel. Esos golpes de cincel son las sombras, los miedos, las tentaciones, las penas, los temores espirituales y también las enfermedades corporales. Dad pues, gracias al Padre celestial por todo lo que impone a vuestra alma. Abandonaos a El totalmente. Os trata como trató a Jesús en el Calvario.
Es mediante una sumisión
completa y ciega que os sentiréis guiado en medio de las sombras, las
perplejidades y las luchas de la vida."El hombre obediente cantará
victoria", nos dice la escritura. Si Jesús se manifiesta a vosotros, dadle
también las gracias; si se oculta a vuestra vista, dadle también las gracias.
Todo esto compone el yugo del amor.
No escuchéis lo que os dice vuestra imaginación. Por ejemplo, que la vida que lleváis es incapaz de guiaros al bien. La gracia de Jesús vela y os hará obrar para ese bien.
Pobres
En todo pobre está Jesús agonizante; en todo enfermo está Jesús
sufriente; en todo enfermo pobre está Jesús dos veces presente.
Sufrimiento
Casi todos vienen a mí para que les alivie la Cruz; son muy
pocos los que se me acercan para que les enseñe a llevarla.
La vida del cristiano no es más que un perpetuo esfuerzo contra
sí mismo. El alma no florece sino merced al dolor.
Apelad a Dios cuando vuestra cruz os martiriza. Así imitareis a
su hijo que, en Getsemaní, imploro algún alivio. Pero como El, estad dispuesto
a decir: - FÍAT!.
¿Por
qué?
"Lo importante es caminar con
sencillez ante el Señor. No pidas cuenta a Dios, ni le digas jamás: ¿Por qué?,
Aunque te haga pasar por el desierto. Una sola cosa es necesaria: Estar cerca
de Jesús. Si nos cita en la noche no rehusemos las tinieblas."
Dirección
Espiritual
Recuerde - dijo el padre a uno de sus hijos
espirituales - que la madre empieza a hacer caminar al niño sosteniéndolo; pero
luego, este debe caminar solo. También usted debe aprender a razonar sin ayuda.
Amor y
sus hijos espirituales
La caridad es la reina de las virtudes.
Como el hilo entrelaza las perlas, así la caridad a las otras virtudes; cuando
se rompe el hilo caen las perlas. Por eso cuando falta la caridad, las virtudes
se pierden.
La caridad es la medida con la que el Señor
nos juzgará a todos
La humildad y la caridad van de la mano. La
primera glorifica, la otra santifica.
Amo a mis hijos espirituales tanto como a
mi alma y aun más.
Al final de los tiempos me pondré en la puerta del paraíso y no entraré hasta que no haya entrado el último de mis
hijos.
La escalera al cielo
Sin obediencia no hay virtud;
sin virtud no hay bien.
Sin bien no hay amor.
Sin amor no hay Dios.
Y sin Dios no hay Paraíso.
Esto forma como una escalera, si falta un peldaño uno se cae.
sin virtud no hay bien.
Sin bien no hay amor.
Sin amor no hay Dios.
Y sin Dios no hay Paraíso.
Esto forma como una escalera, si falta un peldaño uno se cae.
El anhelo de la paz eterna es legitimo y santo, pero debe ser
moderado para una total resignación a los designios del Altísimo: más vale
cumplir la Voluntad Divina en este mundo que gozar en el Paraíso."Sufrir y
no morir" era el ‘leit-motiv’ de
Santa Teresa. El Purgatorio es un lugar de delicias, cuando se lo soporta por
voluntaria elección de amor.
La Noche Oscura
Nuestro Señor, en cuanto considera nuestra alma lo bastante
viril, lo bastante entregada a su servicio, se apresura quitarle las dulzuras
de antaño. Llega hasta quitarle la facultad de orar, de meditar, es el abismo
en las tinieblas y la aridez.
Esta mudanza aterra: - Que gran delito habrá cometido el alma, para atraer
sobre si tal desdicha. Escudriña su conciencia, pasa por tamiz sus más
insignificantes actos, y al no descubrir nada que justifique su infortunio,
saca en conclusión que ha sido abandonada.
- Que error! Lo que el alma toma por abandono es un favor insigne. Es la
transacción de lo inteligible a la duración contemplativa, a la que uno no
llega sino purificado. - Si el hombre pudiera comprender que su imposibilidad
de fijar su imaginación en un punto determinado se debe al retiro de la luz
sobrenatural!. Pero pronto una nueva luz anima la meditación y la vuelve
eficaz. - Ah, si el alma pudiera saber que Dios, al apartarse, infunde al mismo
tiempo una más pura claridad en el intelecto, la claridad que la hace más apta
a las cosas divinas, por encima de lo discursivo, en la visión directa, y
absolutamente exquisita, delicada, inefable. Se me objetara si esa luz es a tal
punto mejor, el alma debería, con sus poderes multiplicados, captar su objeto.
Pero no vamos tan rápido. Los que con gusto se alimentan con comidas
ordinarias, simularan disgusto cuando le ofrezcáis manjares más refinados.
Igualmente, para apreciar el estado de oración, hay que haber roto todo lazo.-
Dios mío! En esta oscuridad veo una irradiación. Recordadlo, el amor de Dios
nunca se sacia.
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Enero
1. Por
gracia de Dios estamos al comienzo de un nuevo año. Este año, cuyo final sólo
Dios sabe si lo veremos, debe estar consagrado del todo a reparar por el
pasado, a proponer para el futuro; y a procurar que vayan a la par los buenos
propósitos y las obras santas.
2.
Digámonos con el pleno convencimiento de que nos decimos la verdad: alma mía,
comienza hoy a hacer el bien, que hasta ahora no has hecho nada. Movámonos
siempre en la presencia de Dios. Dios me ve, digámonos con frecuencia; y, al
verme, también me juzga. Actuemos de modo que no vea en nosotros más que el
bien.
3. No
dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. No dejemos para mañana lo que
podemos hacer hoy. Del bien de después están llenos los sepulcros...; y además,
¿quién nos dice que viviremos mañana? Escuchemos la voz de nuestra conciencia,
la voz del profeta rey: "Si escucháis hoy la voz del Señor, no cerréis
vuestros oídos". Levantémonos y atesoremos, porque sólo el instante que
pasa está en nuestras manos. No queramos alargar el tiempo entre un instante y
otro, que eso no está en nuestras manos.
4. ¡Oh, qué
precioso es el tiempo! Felices los que saben aprovecharlo, porque todos, en el
día del juicio, tendremos que dar cuenta rigurosísima de ello al Juez supremo.
¡Oh, si todos llegasen a comprender el valor del tiempo! ¡Seguro que se
esforzarían por usarlo de forma digna de encomio!
5.
"Comencemos hoy, hermanos, a hacer el bien, que hasta ahora no hemos hecho
nada". Estas palabras que el seráfico Padre San Francisco, en su humildad,
se aplicaba a sí mismo, hagámoslas nuestras al comienzo de este nuevo año. En
verdad, nada hemos hecho hasta ahora; o, al menos, bien poco; los años se han
ido sucediendo, comenzando y terminando, sin que nos preguntáramos cómo los
hemos empleado; si no había nada que reparar, nada que añadir, nada que quitar
en nuestra conducta. Hemos vivido a lo tonto, como si un día el Juez eterno no
nos hubiese de llamar y pedirnos cuenta de nuestra conducta, de cómo hemos
empleado nuestro tiempo.
Sin
embargo, deberemos dar cuenta rigurosísima de cada minuto, de cada actuación de
la gracia, de cada santa inspiración, de cada ocasión que se nos presentaba de
hacer el bien. ¡La más pequeña transgresión de la santa ley de Dios será tenida
en cuenta!
6. El amor
no admite dilación y los Magos, nada más alcanzar su meta, no ahorran esfuerzos
por dar a conocer y amar a Aquel que con el influjo de su gracia ha conquistado
sus corazones; y los ha herido con aquel amor que busca expandirse, porque no
cabe en las reducidas dimensiones del corazón y quiere comunicar lo que lo
llena.
7. Es
necesario cultivar con solidez estas dos virtudes: la dulzura con el prójimo y
la santa humildad con Dios.
8. Dios os
deja en esas tinieblas para su gloria; aquí está la gran oportunidad de vuestro
progreso espiritual. Dios quiere que vuestras miserias sean el trono de su
misericordia y vuestra incapacidad, la sede de su omnipotencia.
9. En una
ocasión enseñé al padre un ramo bellísimo de majoleto en flor y, al mostrarle
al padre aquellas flores blanquísimas tan bellas, exclamé. "¡Qué
bellas!...". "Sí, dijo el padre, pero más que las flores son bellos
los frutos". Y me hizo comprender que mucho más que los santos deseos son
bellas las obras.
10. Que no
la amedrenten las frecuentes insidias de esta bestia infernal: Jesús, que está
siempre con usted y que luchará a su lado y por usted, no permitirá jamás que
llegue a verse engañada y vencida.
11. No te
detengas en la búsqueda de la verdad y en la conquista del sumo Bien.
Sé dócil a
los impulsos de la gracia, secundando sus inspiraciones y sus llamadas. No te
avergüences de Cristo y de su doctrina.
12. Cuando
el alma sufre y teme ofender a Dios, no le ofende y está muy lejos de pecar.
13. El ser
tentado es signo de que el alma es muy grata al Señor.
14. No se
abandone jamás a sí misma. Ponga toda la confianza en solo Dios.
15. Siento
cada vez más la imperiosa necesidad de entregarme con más confianza a la
misericordia divina y de poner sólo en Dios toda mi esperanza.
16. Es
terrible la justicia de Dios. Pero no olvidemos que también su misericordia es
infinita.
17.
Busquemos servir al Señor con todo el corazón y con toda la voluntad. Nos dará
siempre mucho más de lo que merecemos.
18. Alaba
sólo a Dios y no a los hombres, honra al Creador y no a la criatura.
Sé capaz
de soportar las amarguras durante toda tu vida para poder participar de los
sufrimientos de Cristo.
19. Sólo
un general sabe cuándo y cómo deben actuar sus soldados. Ten paciencia; también
a ti te llegará tu vez.
20.
Apártate del mundo. Escúchame: uno se ahoga en alta mar, otro se ahoga en un
vaso de agua. ¿Qué diferencia hay entre uno y otro? ¿No están muertos los dos?
21.
¡Piensa siempre que Dios lo ve todo!
22. En la
vida espiritual cuanto más se corre menos se siente el cansancio; más bien será
la paz, preludio del gozo eterno, la que se posesionará de nosotros y seremos
felices y fuertes en la medida que, manteniéndonos en este esfuerzo y
mortificándonos a nosotros mismos, hagamos que Cristo viva en nosotros.
23. No nos
desanimemos nunca ante los designios de la divina providencia, que, uniendo los
gozos a los sufrimientos y haciéndonos pasar en la vida, a cada uno y a las
naciones, de las alegrías a las lágrimas, nos conduce a la consecución de
nuestro fin último.
Veamos
detrás de la mano del hombre que se manifiesta de ese modo, la mano de Dios que
se oculta.
24. Si
queremos recoger la cosecha, es necesario no sólo sembrar la semilla sino
también echarla en buena tierra; y cuando esta semilla llegue a hacerse planta,
hemos de estar muy atentos para vigilar que la cizaña no sofoque las tiernas
plantitas.
25. En
todos los acontecimientos humanos, aprended a reconocer y a adorar la voluntad
de Dios.
26. En la
vida espiritual, hay que ir siempre adelante y no retroceder jamás; de otro
modo nos sucede como a la barca, que, si en vez de avanzar, se detiene, el
viento la arrastra hacia atrás.
27.
Recuerda que la madre, al principio, enseña a andar a su hijo sosteniéndolo,
pero que éstos muy pronto deben caminar ellos solos; de igual modo, tú debes
razonar con tu cabeza.
28.
"Mientras tengas temor no pecarás".
"Será
así, padre, pero sufro mucho".
"Se
sufre mucho, es cierto, pero hay que confiar; existe el temor de Dios y el
temor de Judas.
El miedo
excesivo nos impide obrar con amor, y la excesiva confianza no nos deja ser
conscientes y temer el peligro que debemos superar.
El primero
debe dar la mano a la segunda, y deben caminar los dos juntos como dos
hermanas. Hay que actuar siempre así, ya que, si nos percatamos de tener miedo
o de temer demasiado, entonces debemos recurrir a la confianza; y, si confiamos
en exceso, debemos, en cambio, tener un poco de temor, porque el amor tiende
hacia el objeto amado, pero al avanzar es ciego, no ve, pero el santo temor le
ofrece la luz".
29. No se
alcanza la salvación si no es atravesando el borrascoso mar que nos amenaza
siempre con destruirnos. El Calvario es el monte de los santos, pero de allí se
pasa a otro monte, que se llama Tabor.
30. Yo no
deseo otra cosa que morir o amar a Dios: o la muerte o el amor; pues la vida
sin este amor es peor que la muerte; para mí esa situación sería más
insostenible que la actual.
31. No
debo, pues, mi queridísima hija, dejar pasar el primer mes del año sin llevar a
tu alma el saludo de mi alma y garantizarte cada día más el afecto que mi
corazón siente por el tuyo, al que no dejo nunca de desear toda clase de
bendiciones y de felicidad espiritual. Pero, mi buena hija, encomiendo
vivamente a tus cuidados ese tu pobre corazón: intenta hacerlo cada día más
grato a nuestro dulcísimo Salvador, y actuar de modo que este nuevo año sea más
rico en buenas obras que el año pasado, ya que, en la medida que pasan los años
y se acerca la eternidad, hay que redoblar el esfuerzo y elevar nuestro
espíritu a Dios, sirviéndole con mayor diligencia en todo aquello a lo que nos
obliga nuestra vocación y profesión cristiana.
en la
santa humildad, el Señor lo irá comunicando a tu corazón.
Febrero
1. La
oración es el desahogo de nuestro corazón en el de Dios... Cuando se hace bien,
conmueve el corazón de Dios y le invita, siempre más, a acoger nuestras
súplicas. Cuando nos ponemos a orar a Dios, busquemos desahogar todo nuestro
espíritu. Nuestras súplicas le cautivan de tal modo que no puede menos de venir
en nuestra ayuda.
2. Quiero
ser solamente un pobre fraile que ora... Dios ve manchas hasta en los ángeles,
¡cuánto más en mí!
3. Ora y
espera; no te inquietes. La inquietud no conduce a nada. Dios es misericordioso
y escuchará tu oración.
4. La
oración es la mejor arma que tenemos; es una llave que abre el corazón de Dios.
Debes
hablar a Jesús también con el corazón además de hacerlo con los labios; o,
mejor, en algunas ocasiones debes hablarle únicamente con el corazón.
5. Con el
estudio de los libros se busca a Dios; con la meditación se le encuentra.
6. Sed asiduos
a la oración y a la meditación. Ya me habéis dicho que habéis comenzado a
hacerlo. Oh Dios, ¡qué gran consuelo para un padre que os ama igual que a su
propia alma! Continuad progresando siempre en el santo ejercicio del amor a
Dios. Hilad cada día un poco: si es de noche, a la tenue luz de la lámpara y
entre la impotencia y la esterilidad del espíritu; y si es de día, en el gozo y
en la luz deslumbrante del alma.
7. Si
puedes hablar al Señor en la oración, háblale, ofrécele tu alabanza; si no
puedes hablar por ser inculta, no te disgustes; deténte en la habitación como
los servidores en la corte, y hazle reverencia. El te verá, le gustará tu
presencia, favorecerá tu silencio y en otro momento encontrarás consuelo cuando
él te tome de la mano.
8. Este
modo de estar en la presencia de Dios, únicamente para expresarle con nuestra
voluntad que nos reconocemos siervos suyos, es muy santo, excelente, puro y de
una grandísima perfección.
9. Cuando
te encuentres cerca de Dios en la oración, háblale si puedes, y si no puedes,
párate, hazte ver y no te busques otras preocupaciones.
10. Las
oraciones, que tú me pides, no te faltan nunca, porque no puedo olvidarme de ti
que me cuestas tantos sacrificios.
Te he dado
a luz a la vida de Dios con el dolor más intenso del corazón. Estoy seguro de
que en tus plegarias no te olvidarás del que lleva la cruz por todos.
11. El
mejor consuelo es el que viene de la oración.
12. Salvar
las almas orando siempre.
13. La
oración debe ser insistente, ya que la insistencia pone de manifiesto la fe.
14. Las
oraciones de los santos en el cielo y las de los justos en la tierra son
perfume que no se perderá jamás.
15. Yo no
me cansaré de orar a Jesús. Es verdad que mis oraciones son más dignas de
castigo que de premio, porque he disgustado demasiado a Jesús con mis
incontables pecados; pero, al final, Jesús se apiadará de mí.
16. Todas
las oraciones son buenas, siempre que vayan acompañadas por la recta intención
y la buena voluntad.
17.
Reflexionad y tened siempre ante los ojos de la mente la gran humildad de la
Madre de Dios y Madre nuestra.
En la
medida en que crecían en ella los dones del cielo, ahondaba cada vez más en la
humildad.
18. Como
las abejas que sin titubear atraviesan una y otra vez las amplias extensiones
de los campos, para alcanzar el bancal preferido; y después, fatigadas pero
satisfechas y cargadas de polen, vuelven al panal para llevar a cabo allí en
una acción fecunda y silenciosa la sabia transformación del néctar de las
flores en néctar de vida: así vosotros, después de haberla acogido, guardad
bien cerrada en vuestro corazón la palabra de Dios.
Volved a
la colmena, es decir, meditadla con atención, deteneos en cada uno de los
elementos, buscad su sentido profundo.
Ella se os
manifestará entonces con todo su esplendor luminoso, adquirirá el poder de
destruir vuestras naturales inclinaciones hacia lo material, tendrá el poder de
transformarlas en ascensiones puras y sublimes del espíritu, y de unir vuestro
corazón cada vez más estrechamente al Corazón divino de vuestro Señor.
19.
El alma cristiana no deja pasar un solo día sin meditar la pasión de
Jesucristo.
20.
Para que se dé la imitación, es necesaria la meditación diaria y la reflexión
frecuente sobre la vida de Jesús; de la meditación y de la reflexión brota la
estima de sus obras; y de la estima, el deseo y el consuelo de la imitación.
21. Ten
paciencia al perseverar en este santo ejercicio de la meditación y confórmate
con comenzar dando pequeños pasos, hasta que tengas dos piernas para correr, y
mejor, alas para volar; conténtate con obedecer, que nunca es algo sin
importancia para un alma que ha elegido a Dios por su heredad; y resígnate a
ser por el momento una pequeña abeja de la colmena que muy pronto se convertirá
en una abeja grande, capaz de fabricar la miel.
Humíllate
siempre y amorosamente ante Dios y ante los hombres, porque Dios habla
verdaderamente al que se presenta ante él con un corazón humilde.
22.
No puedo, pues, admitir y, como consecuencia, dispensarte de la meditación sólo
porque te parezca que no sacas ningún provecho. El don sagrado de la oración,
mi querida hija, lo tiene el Salvador en su mano derecha; y a medida que te
vayas vaciando de ti misma, es decir, del amor al cuerpo y de tu propia
voluntad, y te vayas enraizando en la santa humildad, el Señor lo irá
comunicando a tu corazón.
23.
La verdadera causa por la que no siempre consigues hacer bien tus meditaciones
yo la descubro, y no me equivoco, está en esto: Te pones a meditar con cierto
nerviosismo y con una gran ansiedad por encontrar algo que pueda hacer que tu
espíritu permanezca contento y consolado; y esto es suficiente para que no
encuentres nunca lo que buscas y no fijes tu mente en la verdad que meditas.
Hija mía, has de saber que cuando uno busca con prisas y avidez un objeto
perdido, lo tocará con las manos, lo verá cien veces con sus ojos, y nunca lo
advertirá.
De esta
vana e inútil ansiedad no te puede venir otra cosa que no sea un gran cansancio
de espíritu y la incapacidad de la mente para detenerse en el objeto que tiene
presente; y la consecuencia de esta situación es cierta frialdad y sin sentido
del alma, sobre todo en la parte afectiva.
Para esta
situación no conozco otro remedio fuera de éste: salir de esta ansiedad, porque
ella es uno de los mayores engaños con los que la virtud auténtica y la sólida
devoción pueden jamás tropezar; aparenta enfervorizarse en el bien obrar, pero
no hace otra cosa que entibiarse, y nos hace correr para que tropecemos.
24. El que
no medita puede hacer como el que no se mira nunca al espejo, que no se
preocupa de salir arreglado. Puede estar sucio sin saberlo.
El que
medita y piensa en Dios, que es el espejo de su alma, busca conocer sus
defectos, intenta corregirlos, se reprime en sus impulsos y pone su conciencia a
punto.
25.
No sé ni compadecerte ni perdonarte el que con tanta facilidad dejes la
comunión y también la santa meditación. Recuerda, hija mía, que no se llega a
la salvación si no es por medio de la oración; y que no se vence en la batalla
si no es por la oración. A ti te corresponde, pues, la elección.
26.
En cuanto a lo que me dices que sientes cuando haces la meditación, has de
saber que es un engaño del diablo. Estate, pues, atenta y vigilante. No dejes
jamás la meditación por este motivo; de otro modo, convéncete de que muy pronto
serás vencida por completo.
27.
Tú, mientras tanto, no te aflijas hasta el extremo de perder la paz interior.
Ora con perseverancia, con confianza y con la mente tranquila y serena.
28. Rogad
por los malos, rogad por los fervorosos, rogad por el Sumo Pontífice y por
todas las necesidades espirituales y temporales de la santa Iglesia, nuestra
tiernísima madre; y elevad una súplica especial por todos los que trabajan por
la salvación de las almas y por la gloria del Padre celestial.
29.
Después del amor a nuestro Señor, te recomiendo, hija, el amor a la Iglesia, su
Esposa, a esta querida y dulce paloma, que es la única que puede poner los
huevos y procrear los palominos y palominas del Esposo. Da gracias continuas a
Dios por ser hija de la Iglesia, a ejemplo de tantas almas que nos han
precedido en el feliz tránsito.
Ten gran
compasión de todos los pastores, predicadores y guías de almas y contempla cómo
están esparcidos por toda la faz de la tierra, porque no hay en el mundo
provincia alguna donde no haya muchos. Ruega a Dios por ellos para que,
salvándose a sí mismos, procuren fructíferamente la salvación de las almas.
Marzo
1. Padre,
tú amas aquello que yo temo. - Respuesta: Yo no amo el sufrimiento por el
sufrimiento; lo pido a Dios, lo deseo por los frutos que me aporta: da gloria a
Dios, me alcanza la salvación de mis hermanos en este destierro, libra a las
almas del fuego del purgatorio, ¿y qué más quiero yo?
- Padre,
¿qué es el sufrimiento? - Respuesta: Expiación.
- Y para
usted, ¿qué es? - Respuesta: Mi alimento diario, mi ¡delicia!
2.
No queremos persuadirnos de que nuestra alma necesita el sufrimiento; de que la
cruz debe ser nuestro pan de cada día.
Igual que
el cuerpo necesita alimentarse, así el alma necesita día tras día de la cruz,
para purificarse y separarse de las criaturas.
No
queremos comprender que Dios no quiere, no puede salvarnos ni santificarnos sin
la cruz, y que cuanto más atrae a un alma hacia sí, más la purifica por medio
de la cruz.
3.
En esta tierra cada uno tiene su cruz, pero debemos actuar de modo que no
seamos el mal ladrón sino el buen ladrón.
4.
El Señor no puede darme un cireneo. Debo hacer sólo la voluntad de Dios; y si
le agrado, lo demás no cuenta.
5.
En la vida Jesús no te pide que lleves con él su pesada cruz, pero sí un
pequeño trozo de su cruz, trozo que se compendia en los dolores de los hombres.
6.
En primer lugar quiero decirte que Jesús tiene necesidad de quien llore con él
por la iniquidad de los hombres, y por este motivo me lleva por los caminos del
sufrimiento, como me lo señalas en tu carta. Pero sea siempre bendito su amor,
que sabe mezclar lo dulce con lo amargo y convertir en premio eterno las penas
pasajeras de la vida.
7.
No temas por nada. Al contrario, considérate muy afortunada por haber sido
hecha digna y partícipe de los dolores del Hombre-Dios. No es abandono, por
tanto, todo esto, sino amor y amor muy especial que Dios te va demostrando. No
es castigo sino amor y amor delicadísimo. Bendice por todo esto al Señor y
acepta beber el cáliz de Getsemaní.
8.
Comprendo bien, hija mía, que tu Calvario te resulte cada día más doloroso.
Pero piensa que Jesús ha llevado a cabo la obra de nuestra redención en el
Calvario y que en el Calvario debe cumplirse la salvación de las almas
redimidas.
9.
Sé que sufres y que sufres mucho, pero ¿no son acaso éstas las alhajas del
Esposo?
10.
El Señor a veces te hace sentir el peso de la cruz.
Este peso
te parece insoportable, y sin embargo tú lo llevas porque el Señor, en su amor
y en su misericordia, te tiende la mano y te da la fuerza que necesitas.
11.
Ciertas dulzuras interiores son cosas de niños. No son señal de perfección. No
dulzuras sino sufrimiento es lo que se precisa. Las arideces, la desgana, la
impotencia, éstos son los signos de un amor verdadero. El dolor es agradable.
El destierro es bello porque se sufre y así podemos ofrecer algo a Dios. La
ofrenda de nuestro dolor, de nuestros sufrimientos, es una gran cosa que no
podemos hacer en el cielo.
12.
Preferiría mil cruces e incluso me sería dulce y ligera toda cruz, si no
tuviese esta prueba de sentirme siempre en la duda de si agrado o no al Señor
en mis obras. Es doloroso vivir así... Me resigno, ¡pero la resignación, mi
"fiat", me parece tan frío, tan vacío...! ¡Qué misterio! Confío en
Jesús.
13.
Ama a Jesús; amalo mucho; pero precisamente por esto, ama cada vez más el
sacrificio.
14.
El corazón bueno es siempre fuerte; sufre pero oculta sus lágrimas, y se
consuela sacrificándose por el prójimo y por Dios.
15.
Quien comienza a amar debe estar dispuesto a sufrir.
16.
El dolor ha sido amado con deleite por las almas grandes. Es el auxiliar de la
creación después de la desgracia de la caída; es la palanca más potente para
levantarlo; es el segundo brazo del amor infinito para nuestra regeneración.
17.
No temas las adversidades, porque colocan al alma a los pies de la cruz y la
cruz la coloca a las puertas del cielo, donde encontrará al que es el
triunfador de la muerte, que la introducirá en los gozos eternos.
18. Si
sufres aceptando con resignación su voluntad, tú no le ofendes sino que le
amas. Y tu corazón quedará muy confortado si piensas que en la hora del dolor
Jesús mismo sufre en ti y por ti. El no te abandonó cuando huiste de él; ¿por
qué te va a abandonar ahora que, en el martirio que sufre tu alma, le das
pruebas de amor?
19.
Subamos con generosidad al Calvario por amor de aquél que se inmoló por nuestro
amor; y seamos pacientes, seguros de que volaremos hacia el Tabor.
20. Mantente
unida a Dios con fuerza y con constancia, consagrándole todos tus afectos,
todos tus trabajos y a ti misma toda entera, esperando con paciencia el regreso
del hermoso sol, cuando el Esposo quiera visitarte con la prueba de las
arideces, de las desolaciones y de la noche del espíritu.
21.
Sí, yo amo la cruz, la cruz sola; la amo porque la veo siempre detrás de Jesus.
22. Los
verdaderos siervos de Dios han estimado siempre la adversidad, como más
conforme al camino que recorrió nuestro Señor, que llevó a cabo la obra de
nuestra salvación por la cruz y los desprecios.
23.
El destino de las almas elegidas es el sufrir. El sufrimiento soportado
cristianamente es la condición que Dios, autor de todas las gracias y de todos
los dones que conducen a la salvación, ha establecido para concedernos la
gloria.
24.
Ama siempre el sufrimiento, que, además de ser la obra de la sabiduría divina,
nos revela con mayor claridad aún la obra de su amor.
25.
Dejad que la naturaleza se queje ante el sufrimiento, porque, si excluimos el
pecado, no hay nada más natural. Vuestra voluntad, con la ayuda divina, será
siempre superior y, si no abandonáis la oración, el amor divino estará siempre
en vuestro espíritu.
26.
La vida es un Calvario; pero conviene subirlo alegremente. Las cruces son los
collares del Esposo y yo estoy celoso de ellos. Mis sufrimientos son
agradables. Sufro solamente cuando no sufro.
27.
El Dios de los cristianos es el Dios de las transformaciones. Echáis en su seno
el dolor y sacáis la paz; echáis desesperación y veréis surgir la esperanza.
28.
Los ángeles sólo nos tienen envidia por una cosa: ellos no pueden sufrir por
Dios. Sólo el sufrimiento nos permite decir con toda seguridad: Dios mio, mirad
cómo os amo.
29.
El sufrimiento de los males físicos y morales es la ofrenda más digna que
puedes hacer a aquel que nos ha salvado sufriendo.
30.
Gozo inmensamente al saber que el Señor es siempre generoso en sus caricias a
tu alma. Sé que sufres, pero el sufrimiento ¿no es la prueba cierta de que Dios
te ama? Sé que sufres, pero ¿no es este sufrimiento el distintivo de toda alma
que ha elegido por su porción y su heredad a Dios, y a un Dios crucificado? Sé
que tu alma está siempre envuelta en las tinieblas de la prueba, pero que te
baste saber, mi querida hija, que Jesús está contigo y en ti.
31.
Acepta todo dolor e incomprensión que vienen de lo Alto. Así te perfeccionarás
y te santificarás.
Abril
1. ¿No nos
dice el Espíritu Santo que, cuando el alma se acerca a Dios, debe prepararse
para la prueba? ¡Animo, pues! ¡Valor!, hija mía. Lucha con fortaleza y tendrás
el premio reservado a las almas fuertes.
2.
Hay que ser fuertes para llegar a ser grandes: éste es nuestro deber. La vida
es una lucha de la que no podemos retirarnos; todo lo contrario, es necesario
triunfar.
3.
¡Ay de los que no son honrados! No sólo pierden todo respeto humano sino que,
además, no pueden ocupar ningún cargo civil... Por eso, seamos siempre
honestos, desechando de nuestra mente todo mal pensamiento; y vivamos con el
corazón orientado siempre hacia Dios, que nos ha creado y nos ha puesto en este
mundo para conocerle, amarle y servirle en esta vida y después gozar de él
eternamente en la otra.
4.
Sé que el Señor permite al demonio estos asaltos porque su misericordia os hace
agradables a sus ojos, y quiere que os asemejéis a él en las angustias del
desierto, del huerto y de la cruz; pero os tenéis que defender alejándolo y
despreciando en el nombre de Dios y de la santa obediencia sus malignas
insinuaciones.
5.
Fíjate bien: siempre que la tentación te desagrade, no tienes por qué temer,
pues, ¿por qué te desagrada si no porque no querrías sentirla?
Estas
tentaciones tan inoportunas nos vienen de la malicia del demonio, pero el
desagrado y el sufrimiento que sentimos por ellas vienen de la misericordia de
Dios, que, contra la voluntad de nuestro enemigo, aparta de su malicia la santa
tribulación, y por medio de ella purifica el oro que quiere incorporar a sus
tesoros.
Digo más:
tus tentaciones son del demonio y del infierno, pero tus penas y sufrimientos
son de Dios y del paraíso; las madres son de Babilonia, pero las hijas son de
Jerusalén. Desprecia las tentaciones y abraza las tribulaciones.
No, no,
hija mía, deja que sople el viento y no pienses que el sonido de las hojas sea
el rumor de las armas.
6.
No os esforcéis por vencer vuestras tentaciones porque este esfuerzo las
fortalecería; despreciadlas y no os entretengáis en ellas. Imaginaos a
Jesucristo crucificado entre vuestros brazos y sobre vuestro pecho y repetid
muchas veces besando su costado: ¡Esta es mi esperanza, ésta es la fuente viva
de mi felicidad! ¡Yo os agarraré estrechamente y no os dejaré hasta que me
coloquéis en un lugar seguro!
7.
Pon fin a estas aprensiones sin sentido. Recuerda que la culpa no está en el
sentimiento sino en el consentir a tales sentimientos. Sólo la voluntad que
actúa libremente es capaz del bien y del mal. Pero cuando la voluntad gime bajo
la prueba del tentador y no quiere aquello que se le presenta, allí no sólo no
hay culpa sino que hay virtud.
8.
Que no te asusten las tentaciones; son la prueba a la que Dios somete al alma
cuando la ve con las fuerzas necesarias para mantener el combate y para ir
tejiendo con sus propias manos la corona de la gloria.
Hasta
ahora tu vida ha sido de niña; ahora el Señor quiere tratarte como a adulta. Y
porque las pruebas de la vida adulta son muy superiores a las de quien todavía
es un niño, por eso al comienzo te encuentras desorganizada; pero la vida del
alma adquirirá la calma y tú recobrarás la quietud. Ten paciencia por un poco
más de tiempo; todo será para tu bien.
9.
Las tentaciones contra la fe y la pureza son mercancía que ofrece el enemigo;
pero no hay que tenerle miedo sino despreciarlo.
Mientras
siga alborotando, es señal de que todavía no se ha apoderado de la voluntad.
Tú no te
desasosiegues por lo que estás experimentando de parte de este ángel rebelde;
que tu voluntad se mantenga siempre contraria a estas instigaciones, y vive
tranquila que ahí no hay culpa sino complacencia de Dios y ganancia para tu
alma.
10.
A él debes recurrir en los asaltos del enemigo, en él debes poner tu esperanza,
y de él debes esperar todo bien.
No te
detengas voluntariamente en aquello que el enemigo te presenta.
Recuerda
que vence el que huye; y tú, ante los primeros movimientos de aversión hacia
aquellas personas, debes apartar el pensamiento y recurrir a Dios.
Dobla tu
rodilla ante él y con grandísima humildad repite esta breve súplica: "Ten
misericordia de mí, que soy una pobre enferma".
Después
levántate y con santa indiferencia continúa en tus asuntos.
11.
Ten por cierto que cuanto más crecen los asaltos del enemigo tanto más cerca
del alma está Dios. Piensa y compenétrate bien de esta verdad cierta y
reconfortante.
12.
Anímate y no temas las obscuras iras de Lucifer. Métete esto en la cabeza para
siempre: es una buena señal que el enemigo alborote y ruja en torno a tu
voluntad, porque esto demuestra que él no está dentro.
¡Ánimo!,
mi queridísima hija. Pronuncio esta palabra con gran sentimiento y, en Jesús,
te repito: ¡ánimo!; no hay que temer mientras podamos decir con decisión,
aunque sea sin sentirlo: ¡Viva Jesús!
13.
Ten por seguro que cuanto más grata es un alma a Dios más tiene que ser
probada. Por eso, ¡valor! y ¡siempre adelante!
14.
Comprendo que las tentaciones más que purificar el espíritu parece que lo
manchan; pero escuchemos cuál es el lenguaje de los santos; y a este propósito,
os baste saber lo que, entre otros, dice San Francisco de Sales: que las
tentaciones son como el jabón, que, extendido sobre la tela, parece que la
ensucia cuando en realidad la limpia.
15.
Vuelvo a inculcaros una vez más la confianza; nada puede temer el alma que
confía en su Señor y que pone en él su esperanza. El enemigo de nuestra
salvación está siempre rondándonos para arrancarnos de nuestro corazón el ancla
que debe conducirnos a la salvación, quiero afirmar la confianza en Dios
nuestro Padre; agarremos con fuerza esta ancla y no permitamos nunca que nos
abandone ni un solo instante, de otro modo todo estaría perdido.
16.
Oh, ¡qué felicidad en las luchas del espíritu! Basta querer saber combatir
siempre, para salir vencedor con toda seguridad.
17. Estate
atenta para no desanimarte nunca al verte rodeada de debilidades espirituales.
Si Dios te deja caer en alguna debilidad, no es para abandonarte, sino sólo
para afianzarte en la humildad y hacerte más atenta en el futuro.
18.
Marchad con sencillez por el camino del Señor y no atormentéis vuestro
espíritu.
Tenéis que
odiar vuestros defectos, pero con un odio tranquilo y no con el que inquieta y
quita la paz.
19.
La confesión, que es la purificación del alma, hay que hacerla a más tardar
cada ocho días; yo no me puedo resignar a tener a las almas más de ocho días
alejadas de la confesión.
20.
El demonio tiene una única puerta para entrar en nuestro espíritu: la voluntad;
no existen puertas secretas. Nada es pecado si no ha sido cometido por la
voluntad. Cuando no entra en juego la voluntad, no se da el pecado, sino la
debilidad humana.
21.
El demonio es como un perro rabioso atado a la cadena; no puede herir a nadie
más allá de lo que le permite la cadena. Mantente, pues, lejos. Si te acercas
demasiado, te atrapará.
22.
No abandonéis vuestra alma a la tentación, dice el Espíritu Santo, pues la
alegría del corazón es la vida del alma y un tesoro inagotable de santidad;
mientras que la tristeza es la muerte lenta del alma y no es útil para nada.
23.
Nuestro enemigo, provocador de nuestros males, se hace fuerte con los débiles;
pero con aquél que le hace frente con valentía resulta un cobarde.
24.
Si conseguimos vencer la tentación, ésta produce el efecto que la lejía en la
ropa sucia.
25.
Sufriría mil veces la muerte antes que ofender al Señor deliberadamente.
26.
No se debe volver ni con el pensamiento ni en la confesión a los pecados ya acusados
en confesiones anteriores. Por nuestra contrición Jesús los ha perdonado en el
tribunal de la penitencia. Allí él se ha encontrado ante nosotros como un
acreedor de frente a un deudor insolvente. Con un gesto de infinita generosidad
ha rasgado, ha destruido, las letras de cambio firmadas por nosotros al pecar,
y que no habríamos podido pagar sin la ayuda de su clemencia divina. Volver
sobre aquellas culpas, querer exhumarlas de nuevo con el solo fin de obtener
una vez más el perdón, sólo por la duda de que no hayan sido verdaderamente y
generosamente perdonadas, ¿no habría que considerarlo como un acto de
desconfianza hacia la bondad de la que había dado prueba al destruir él mismo
todo título de la deuda que contrajimos al pecar? Vuelve, si esto puede ser
motivo de consuelo para tu alma, vuelve tu pensamiento a las ofensas infligidas
a la justicia, a la sabiduría, a la infinita misericordia de Dios, pero sólo
para derramar sobre ellas las lágrimas redentoras del arrepentimiento y del
amor.
27.
En el alboroto de las pasiones y de las situaciones difíciles nos sostenga en
pie la grata esperanza de su inagotable misericordia. Corramos confiadamente al
tribunal de la penitencia donde él con anhelo de padre nos espera en todo
momento; y aún sabiendo que somos insolventes, no dudemos del perdón que se
pronuncia solemnemente sobre nuestros errores. ¡Pongamos sobre ellos, como la
ha puesto el Señor, una piedra sepulcral!
28.
Las tinieblas que a veces oscurecen el cielo de vuestras almas son luz: por
ellas os creéis en la obscuridad y tenéis la impresión de encontraros en medio
de una zarza ardiente. En efecto, cuando la zarza arde, el aire se llena de
nubes y el espíritu desorientado teme no ver ni comprender ya nada. Pero
entonces Dios habla y se hace presente al alma: que oye, entiende, ama y
tiembla.
¡No
esperéis, pues, al Tabor para ver a Dios, cuando ya lo contemplasteis en el
Sinaí.
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