TRADUCCIÓN

viernes, 17 de agosto de 2012

REFLEXIONES DE NIÑO BECERRA


Todo el crecimiento de la economía se sustentó en el crédito, "se envolvió en humo", sin embargo, "la ciudadanía fue feliz y mientras el sueño duró se vivió muy bien".
"Nadie tuvo la culpa del monstruo que se fue formando, pero sí, de dos de las consecuencias que ese monstruo exigió a cambio del bienestar que concedía. A medida que la población fue disfrutando de más y más bienes y servicios fue olvidando dos elementos que años atrás habían sido consustanciales a la persona: la capacidad de reivindicar y la conciencia del esfuerzo".
"Reivindicar, ¿qué, si lo que se quería se tenía?, esforzarse, ¿para qué, si sin pedirlo se obtenía lo que se deseaba?", se pregunta Niño Becerra, al tiempo que agrega que "la respuesta que a eso se va a dar va a ser la del avestruz: meter la cabeza en la arena para no ver; porque se ha perdido mucha de la capacidad de discernir, lo que lleva a que no sabiendo se sufra menos".
En base a esto, el economista vuelve a insistir una vez más:
"Vienen unos años terribles porque a medida que vayamos llegando a ellos nos iremos dando cuenta de que ayer ya nos comimos el PIB que correspondía a esos años, y además, encima de no tenerlo, se debe".
"Se van a producir recortes de un calibre que ni imaginamos, retrocesos en el bienestar que ni podemos intuir. El nivel de actividad retrocederá veinte o treinta años atrás. La clase media, al no ser ya necesaria, quedará reducida a un nivel simbólico a la vez que la brecha entre insiders y outsiders de más o menos nivel se ensanchará".
¿Ave o avestruz?
Y es que, para el Catedrático, vamos a pasar de tener todo aquello que queríamos gracias al endeudamiento, a tener sólo aquello que unas rentas muy bajas puedan comprar.
"Será, está siendo ya, para la mayoría, el paso de la abundancia de todo, a la escasez de casi todo debido a que aquello que nos habían contado nunca ha sido cierto: los recursos no son abundantes, sino escasos".
De este modo, ante este futuro incierto que nos espera, Niño Becerra nos propone dos posturas.
"Una es la del avestruz, la de no querer saber y así, menos sufrir: si no se conoce no se piensa, se ignora, se fija la vista en aquello que sea más bonito e inmediato. La otra postura es la del ave, la de indagar, la de saber, la de intentar ver venir la próxima lluvia e intentar conseguir y compartir un paraguas entre cuatro; la de jamás callar y elevar la voz susurrando por encima de la música circundante".
"Pienso que la segunda es la correcta, aunque cada vez sea más difícil de seguir debido a las dejaciones y renuncias en las que se ha incurrido a fin de ganar comodidad, seguridad, bienestar, o, al menos, eso es lo que se ha vendido".


Algo que he detectado últimamente es el creciente número de preguntas que me formulan en el sentido de ‘¿Hubiese podido ser evitado esto que ha sucedido?’. Efectivamente se trata de una variante del ‘¿Por qué hemos llegado aquí?’, pero esta pregunta tiene un matiz fundamental: busca qué se hizo mal, no tanto para que no volver a caer en el mismo error -cosa imposible: los errores nunca son iguales- como por expiación de una culpa cometida: ‘Aquello que hicimos mal, lo que fuese, ¿se hubiera podido evitar?’. La respuesta es contundente: no, en absoluto, por ello nadie ha tenido la culpa de lo sucedido.
Esta crisis sistémica en la que estamos inmersos es fruto de una serie de hechos acaecidos y actos cometidos hace años, de ocurrencia inevitable, al igual que de ocurrencia inevitable fue la especulación inmobiliaria y bursátil y el endeudamiento desmesurado que se produjo a lo largo de los años 20 y que desembocó en la Depresión.
La utilización de la electricidad como combustible desde finales del s. XIX, junto a un aumento descomunal de la productividad acaecido a partir de 1923, unido a una característica prìa de los seres vivos y que la humanidad logiquiza, llevó a lo que inevitablemente sucedió a lo largo de los años 30. Algo parecido sucedió en 1875, casi lo mismo ha sucedido ahora.
¿Hubiese podido evitarse?, sí. Imaginen que una madre o un padre llega a su casa y allí les espera su hijita. Habían ido a visitar a una tía que tiene una pastelería en la que elaboran unos caramelos que a su niña le encantan, y la señora les había dado una caja de esos caramelos para la niña.
Los padres, cuando lleguen a casa tienen dos opciones. O bien dan toda la bolsa de caramelos a la niña lo que desencadenará en la niña una indigestión de campeonato, o bien le dicen a su hija: ‘Mira lo que nos ha dado para ti la tía Luisa. Vamos a guardar la caja y cada día te daremos dos’. La niña protestará, y los padres le explicarán la razón de que actúen de tal modo; y si la niña sigue protestando le dirán: ‘Mira. Ahora no puedes entenderlo pero sería perjudicial para ti que te diésemos la caja entera’; e intentarán distraer a su hija con un juego para que deje de pensar en los caramelos.
Nunca, ¡jamás!, la humanidad ha actuado así: administrando acertadamente lo que tiene y preguntándose de qué modo puede optimizar aquello a lo que tiene alcance. La humanidad siempre ha tratado de llegar a lo que estaba más allá de lo posible, máxime desde con las Revoluciones Industriales ha podido obtener, en proporción, más de lo que aportaba.
No, lo que sucedió entre principios de los 90 y mediados de los 2000 fue inevitable, sobre todo porque ya veníamos de una fase anterior en la que se había forzado la máquina mucho, mucho desde el lado de la oferta y ahora había que darle cancha a la demanda y estrujarla hasta que no quedase nada que sacar; es decir, había que hacer lo normal.
Y en este caso: en estos años, lo normal fue megaproducir, hiperconsumir, superendeudarse al cuadrado, apalancar el apalancamiento apalancado, y hacer eso a todos los niveles: familias, empresas, bancos, ayuntamientos, gobiernos regionales y Estados, mientras de fondo iba sonando ininterrumpidamente una cantinela: ‘Si lo quieres lo tienes’. Y ‘El mundo fue bien’, y todo estuvo bien.
Y hoy, la situación es ya muy simple: existe una desconfianza enorme y creciente en la economía española debido al estado de debilidad, de dependencia y de endeudamiento en que la economía española se halla. Un círculo extremadamente difícil de romper. (Y además España ya no está de moda).
No, no pudo evitarse. Y recuerdenaquel verso:
“They are not long, the days of wine and roses”
Cuyo autor, Ernest Dowson, pertenece a una corriente artística que, no por casualidad, fue bautizada como Decandentismo”.
::: ::: :::
Vuelvo a discrepar abiertamente con lo que expone el Dr. Paul Krugman en un texto: “La víctima griega”, El País, 19.06.2012, Págs. 26 y 27. Dice el profesor Krugman “(…) los orígenes del desastre (griego) se encuentran más al norte, en Bruselas, Frankfort y Berlín”.
Disiento. Los orígenes del desastre griego y no-griego se hallan en USA que, a finales de los 80, obligó al planeta a firmar un pacto por el que el resto del mundo sostendría y financiaría su economía a cambio de que USA consumiera de ese resto del mundo todo lo que no pudiera venderse y comprarse entre si. Ese contrato se retorció a principios de los 2000 cuando en USA se puso en marcha una economía hiperfinanciera con vida propia e independiente. (A principios de los 2000. Mmmmmm, ¡justo cuando nació el euro!).
Ahora, con el modelo agotado, todo ha escapado al control de los aprendices de brujo. La salida no está en que se rompa el euro ni en imprimir billetes, sino en más coordinación y en mucha más optimización.
Y no, pienso que en Grecia lo que sucedió fue que les dijeron que si querían la Luna podían tenerla, porque quienes podían les iban a dar los medios para que la tuvieran.
¿La culpa en Bruselas, Frankfort y Berlín?, OK, siguiendo por ese ahí también en Chicago, NYC, Boston, London, Tokyo y Taskent. Y seguro que me dejo algún sitio.

De inicio, Niño Becerra le transmite a su seguidor que "la inversión, la demanda y el PIB no es sólo eso".Un restaurante puede estar a reventar y la facturación media por mesa ser menor que con la mitad de afluencia, explica el catedrático de Estructura Económica.
"La renta es la que es y hoy, la capacidad de endeudamiento del ciudadano medio es nula, por lo que si un Estadio está lleno es que ese ciudadano deja de adquirir o de pagar otra cosa".
En los años 20, cuando la pasión por los toros era en España casi una fiebre, había personas que empeñaban el colchón para comprar una localidad.
Del mismo modo, Niño Becerra intenta buscar respuesta a la pregunta de por qué no sale tanta gente a protestar como la que sale a la calle, por ejemplo, a celebrar las victorias de la selección española.
"Pienso que en el fondo, fondo, la ciudadanía sabe que las protestas hoy no sirven para nada porque nada hay que ganar y se puede perder lo poco que se tiene".
"Protestar no está de moda, no se lleva; está de moda ser dialogante y constructivo, y cuando surge un movimiento reivindicativo, dura muy poco. ¿Quién se acuerda ya de los mineros que hace cuatro días fueron caminando hasta Madrid?".
Los políticos los están pasando mal
"Sinceramente, y ahora que no nos oye nadie, pienso que los políticos lo estarán pasando bastante mal: cada vez les detesta más gente y no pueden mandar que es para lo que luchan", prosigue Niño Becerra en su e-mail de respuesta a su lector.
El España no tiene libertad de elección del Presidente del Gobierno el día 11, fue "demoledor", recuerda el economista, a lo que añade: "Mala época para ser político".
"Si algún ciudadano conoce hoy a alguien que es más rico que hace cinco años, no es en absoluto significativo".

"Lo significativo es que en España la tasa de pobreza supera el 22% y que hace cuatro años no llegaba al 20%, y que el desempleo juvenil es hoy del 52%; independientemente de lo llenos que estén los estadios".

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Temas sugeridos

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Sic transit gloria mundi

trucos blogger