Sí, para muestra, un botón. Hablamos mucho de la crisis, de la austeridad, de la contención del gasto y en mi ciudad nuestros ediles se descuelgan con diez liberados. Aquí no vale decir que esto viene sólo del grupo gobernante, aquí hay que proclamar el dicho: "entre todos la mataron y ella sola se murió".
Todos son cómplices de esta aberración en tiempos tan crueles como los que vivimos. Un Ayuntamiento no puede ser una tabla para mis intereses particulares mientras escampa. No podemos padecer esta caterva de impresentables porque la cosa no está para estas alegrías.
Diez liberados, de los que cuatro son a tiempo completo y seis a media liberación. Aunque sea la cuenta la vieja tendríamos siete liberados completos.
Hora es que se hagan leyes que eviten estos atropeyos, pues parece que no es razonable que se esté discutiendo, por ejemplo, que sólo el presidente del Poder Judicial se libere y aquí tengamos siete o diez liberados, como se prefiera, pero a la postre un dineral.
Se me dirá que con esto se consigue estabilidad política, pero también decepción cívica, desconfianza e irritación por doquier.
¿Qué nos vendieron en las elecciones últimas?
-Humo, sólo humo, para conseguir ellos sus propósitos y perpetuar una casta que por endogámica hay que plantear, ya, recortarla, diezmarla o lo que se quiera, pero de esta forma lo que la izquierda acuñó en su día con el Prestige y que tan olvidadiza se ha vuelto para aplicarlo cuando le tocan sus intereses: Nunca más,
Nunca más, para una derecha torporna, lenta y exprimidora y Nunca más para el resto que vive de cánticos trasnochados y puramente cigarreros.
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