LÁGRIMAS QUE DAN VIDA

Ayer, en el colegio, vi a una venerable mujer mayor, llorar. De sus lágrimas, de su fluir descontrolado, parte de "culpa" la tenía yo. 

Busqué, junto a un compañero, hacer un pequeño homenaje a su marido, devolverle parte de lo mucho que él dio a su ciudad y a nosotros, como escuela. D. Juan Pasquau Guerrero fue hombre íntegro, recio pensador, buen cristiano que nos dejó muchas enseñanzas en libros, que hoy, y tomando distancia, son pequeñas joyas.

 También me sentía íntimamente agradecido, pues D. Juan realizó una dedicatoria en uno de sus libros a la persona que hoy es mi esposa. He de decir que él vio en su interior y anticipadamente, pues por aquel entonces yo no la conocía de nada, lo que  primero vi y lo que me encandiló de ella. Siempre, ha permanecido en mi, como un recuerdo imborrable esa dedicatoria y también la admiración por un hombre que veía el interior de las personas de forma tan nítida.

  Que el homenaje que ayer se le brindó, en el Colegio Juan Pasquau, sirva para que su memoria siga perviviendo en la de muchos ubetenses y que sus enseñanzas no queden como frases más o menos llamativas en una pared.

 Gracias Dª Rosa por ser tan amable con nosotros. Con su beso y con sus lágrimas, ha hecho que por un momento sienta que algunas cosas merecen el esfuerzo.