TRADUCCIÓN

martes, 30 de enero de 2018

QUÉ ES LA CONSAGRACIÓN Y MANUAL DE CONSAGRACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN

¿Qué es la consagración?

El P. Rogelio Alcántara aclara que una consagración es una dedicación, “es la oportunidad de poner en las manos de Dios lo que por justicia le pertenece, es decir, la creación entera y todas sus realidades”, pero par ello es necesario “entablar un combate espiritual, que consiste esencialmente en la conversión auténtica de cada uno. No podrá haber cambio en las realidades humanas, incluidas las estructuras sociales, sin este combate personal, que por otro lado, no se puede librar sin la ayuda divina”.

Agrega: “Hemos de utilizar todos los medios espirituales a nuestro alcance: las obras de piedad: la oración, la recepción de los sacramentos (confesión y comunión frecuente), etc.; las obras de penitencia (actos de autodominio, ejercicio de virtudes morales), y sobre todo las obras de misericordia”.

Recuera que las consagraciones son una “obra de piedad, una oración explícita y puntual en la que reconocemos que queremos ser de Dios, y en la que le decimos que aceptamos que Él sea el Señor; en la que le pedimos que “venga a nosotros su reino”, de modo que no reine en mi vida el egoísmo, el orgullo, la soberbia, sino su amor y su voluntad”.

La consagración –apunta– “no es una oración mágica que va a cambiar mi situación y la de México con el simple hecho de pronunciar una fórmula. Ésta implica una preparación y un compromiso muy profundo, que involucra la conciencia del combate espiritual contra los enemigos del alma: la mentalidad del mundo egoísta, la sensualidad y el demonio”.

El P. Rogelio Alcántara recuerda a los sacerdotes que animar a una comunidad a hacer esta oración de consagración, podría ser un motivo de renovación parroquial; tomando conciencia de que hemos de devolver a Dios lo que es de Dios, renunciando a toda esclavitud y trabajando para alcanzar la libertad de los hijos de Dios.

“Consagrar una parroquia es recordarnos que toda su labor pastoral (litúrgica, profética y social) debe purificarse de todo lo que no lleva a Dios y poner cada acción en el Corazón de quien sabemos nos ama; es purificar la intención de todo lo que hacemos; es decirle a Dios que, aunque ha sido “sacado” de numerosos ambientes, esta parroquia y esta feligresía son de Él (directamente o a través de María) y que haremos todo para que Él reine aquí. Es, como se hace en la renovación de las promesas bautismales: renunciamos a satanás, a sus obras y seducciones, y al mismo tiempo confirmamos nuestra Fe en la existencia y acción real y providente de nuestro Señor. En fin, la oración de consagración es decirles a Dios Trino y a María, “esta es su casa”, tomen posesión de ella hoy y siempre, y ayúdenos a ganarnos la morada que nos tienen preparada y en la que quieren que vivamos con ustedes para toda la eternidad”.

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