Cuando
el hombre tuvo necesidades de poner a buen recaudo a sus enemigos, surgió la cárcel.
Las primeras cárceles fueron cuevas,
tumbas, cavernas, etc., lugares inhóspitos a donde se enviaban desterrados a
los enemigos del Estado.
La
prisión no aparece inicialmente relacionada con la idea de castigo sino con la
de idea de detención. Las civilizaciones más antiguas (China, Egipto, Roma,
Israel y Babilonia) nos muestran a la prisión como un lugar de custodia y
tormento.
Tanto Platón como
San
Juan Crisóstomo entienden que la pena es medicina contra el autor del
delito, el tratamiento su aplicación y la cárcel el hospital.
Eran
lugares adaptados para cumplir con la finalidad de separar a todos aquellos que
eran considerados peligrosos para la sociedad y el Estado.
Al
pie del Capitolio, en la zona
noreste del foro, se encontraba ubicada una cárcel esta prisión cumplió las principales
necesidades de la ciudad. Según nos relata Plinio
otra cárcel seguramente de menores dimensiones, se encontraba en el lado
opuesto del Capitolio al margen del
centro político y judicial, que a principio del siglo II a.C. desaparece para ser
sustituida por el templo de la Pietas.
A
mediados de la República se utilizan en Roma como cárcel varios edificios públicos.
La falta de infraestructuras para retener a la gran masa de prisioneros motivo
la improvisación. La cárcel pública se empleaba tanto para retener a los
prisioneros de guerra como a presos comunes., siendo tan grande el número de
estos últimos que también utilizaron ciudades cercanas.
La
mayoría de estas ciudades tenían algunos
vínculos jurídicos con Roma.
En
época Imperial los lugares de encarcelamiento se dispersaron por toda la ciudad
con la llegada del nuevo orden jurídico inaugurado por Augusto.
La
creación de un mayor número de prisiones y lugares de encarcelamiento se debe a
la intención de Augusto a ejercer
mayor control sobre la seguridad ciudadana.
Roma
favorecía la llegada constante de maleantes, aventureros etc, las
cárceles se llenaban de ellos así como de condenados a morir en los
espectáculos públicos y también de acusados que habían apelado el favor
del emperador y que esperaban una resolución favorable a su caso.
Además
de la cárcel del foro romano, restaurada a mitad del siglo I se destinaron
dependencias para cárceles dentro de las dependencias de la guarnición
construidas en el reinado de Augusto cuyas obras continuaron aún en época de
Tiberio.
También
existía en la prefectura de la urbe, un lugar para la custodia de los acusados
donde aguardaban la celebración de sus juicios.
En
la Domus
tiberiana se localizaba un lugar
para los encarcelamientos, como indican Tácito y Suetonio. Ya en el siglo V se tiene noticias de una prisión en la Isla Tiberina.
Tito Livio (Livio), data la construcción en el siglo VII a. C. de la Carcere
Mamertino, Fue Anco Marcio, cuarto
rey de Roma, quien edificó esta estructura subterránea durante su reinado entre
el 640 a. C. y el 616 a. C.
Los
presos eran encerrados en esta cárcel para
que aguardaran a su ejecución o simplemente dejarlos morir de hambre al abrigo
de miradas indiscretas. Los enemigos vencidos de Roma eran encarcelados en esta
terrible prisión, y a menudo también morían en ella.
Entre los famosos personajes históricos que pasaron sus últimos días allí podemos citar a Vercingetórix, líder de los Galos, que intentó reunir a las tribus galas en una alianza contra César en el año 52 a. C.; Simón Bar Jioras, defensor de Jerusalén, derrotado por Tito en el 70 d. C., y supuestamente también los apóstoles Pedro y Pablo.
Entre los famosos personajes históricos que pasaron sus últimos días allí podemos citar a Vercingetórix, líder de los Galos, que intentó reunir a las tribus galas en una alianza contra César en el año 52 a. C.; Simón Bar Jioras, defensor de Jerusalén, derrotado por Tito en el 70 d. C., y supuestamente también los apóstoles Pedro y Pablo.
Entre
los años 600 a. C. y 500 a. C., la Mamertino
fue construida como cisterna para un manantial que había en el suelo en ese
lugar. Una vez convertida en prisión se crearon dos celdas, una justo encima de
la otra. La celda circular, la más baja de las dos, conocida como el Tullianum, debe su nombre a su
constructor, Servio Tulio, del siglo
VI a. C. Esta “mazmorra” estaba ubicada en el interior del sistema de
alcantarillado que corría por debajo de la ciudad y solo se podía acceder a
ella descolgándose a través de un agujero en el suelo,
El
antiguo historiador Salustio
escribió que estaba doce pies ( 3,65 metros) bajo tierra y describió su
apariencia como: “ repulsiva e infame por causa de la inmundicia, la oscuridad
y el hedor.”
Fuentes
:
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