Dios, Padre amado,
que nos diste
como Santo Padre
a San Juan XXIII,
llamado por todos
el Papa de la paz
y el Papa bueno,
te pedimos, Padre,
por su intercesión
ser portadores en esta tierra
del don maravilloso
de tu paz y ser por tanto
hombres y mujeres de diálogo,
comprensión y tolerancia.
Ayúdanos, Señor,
a ver a todos los que nos rodean
como hermanos e hijos
de un mismo Dios
y a buscar en todo
momento el entendimiento
sin desvirtuar tu luz y tu verdad.
Queremos, como San Juan XXIII,
que nos reconozca el mundo entero
porque, como discípulos tuyos,
nos amamos unos a otros.
Gracias por este ejemplo de virtudes.
Y unidos a todos los santos del Cielo
y en especial a este Papa bueno,
te suplico, Padre, esta gracia
particular que necesito (.......).
Gracias te doy de antemano, Señor,
porque estoy seguro de que me
será concedida por el ruego
de tan gran intercesor.
Amén.
Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
|
Novena en Honor al Papa
Juan XXIII
Al Papa Juan XXIII, Santo de nuestra Iglesia, y a los
miembros y amigos del movimiento que lleva su nombre en Puerto Rico y en otros
países a donde el fuego del Espíritu Santo ya ha hecho llegar la llama ardiente
de este movimiento de renovación.
Dedicatoria
Hace muchos años que soy amigo de los miembros del
“Movimiento Juan XXIII” en Puerto Rico.
Uno de estos muchos amigos es Rafael López, presidente del movimiento en
la Diócesis de Ponce. El me pidió que
escribiera una novena a Juan XXIII, para los entregados al movimiento y para
todos los demás. En realidad he escrito
ya varias novenas como asesor del Movimiento de Schoenstatt. Uso la forma de novenas porque los libritos
cortos y de contenido religioso atrayente, ayudan a aprender a rezar mejor, a
pedir y a cultivar la fe. Recomiendo
esta novena al beato Juan XXIII, para pedir por todas las intenciones de Puerto
Rico, de nuestra Iglesia y de su movimiento.
Que el Espíritu Santo nos illumine y nos haga
comprender más a Cristo a través del S. Juan XXIII, quien lo representó
durante 5 años aquí en la tierra. De mi
parte les acompaño con mis oraciones y bendición sacerdotal. Les pido el favor de comunicar las oraciones
escuchadas, los favores recibidos a la directiva del Movimiento en su
Diócesis. Su amigo en Cristo y María.
Padre Guillermo Esters
Primer día:
Juan XXIII elegido por Dios
A Jesús le decía su apóstol Natanael: “de Nazareth puede
salir algo bueno”. El pueblo de Jesús
era de mala fama, era pobre y no de los pueblos conocidos o de prestigio. Juan XXIII era del campo, de una familia que
vivía de las cuatro vacas y del trabajo de sol a sol en la finca de un rico
agricultor de su pueblito. Su familia
era numerosa y realmente católica. Dios
nos conduce por los caminos de la vida, San Pablo decía, “el Señor me abrió una
puerta para que me diera cuenta de lo que tenía que hacer, dónde predicar el
evangelio”. En la vida de todos nosotros
hay puertas abiertas o cerradas, hay momentos oscuros, sendas estrechas y
caminos fáciles de recorrer. En todas
las situaciones de la vida, según nuestro Señor Jesucristo, está la mano y el
cuidado del Padre con nosotros. Por eso
el Señor nos dice que el Padre Dios tiene bien contados todos nuestros pelos,
alimenta los pájaros del cielo y viste elegantemente las flores del campo. El joven Angelo,
más tarde Juan XXIII, se acordaba siempre con mucho agrado de donde él
era. Durante toda la vida el Papa
mantuvo contacto con su familia y su campo porque sabía que Dios lo había
conducido por estas vías. También nosostros somos de nuestro pueblo, de nuestro campo o de
una ciudad de Puerto Rico. Así Dios ha
conducido a Juan XXIII pero también a nosotros y lo hará en el futuro.
Propósito:
- Demos gracias a Dios por haber elegido a Juan XXIII; demos también gracias al Padre Eterno por nuestra vocación católica y cristiana, por la vocación al Movimiento Juan XXIII y por lo que hemos o no hemos recibido, por nuestra familia y por nuestro lugar de nacimiento.
- Visito hoy a alguien de mi grupo, pido antes por él a Juan XXIII y asisto a la próxima reunión del Movimiento con mucha alegría y trataré de transmitir la alegría de haber sido conducido por el Padre a mis hermanos del movimiento.
- Doy gracias al Señor con María, nuestra Madre y Protectora (Lc. 1,46-35)
Segundo día:
Católico desde el primer día.
El día 25 de noviembre de 1881,
nació Angel Guiseppe Roncalli de una familia modesta que ya tenía 3 hijas. El mismo día, por la tarde, la mamá,
acompañada por su esposo, llevó al recién nacido a la Iglesia para que se
bautizara ese mismo día. Porque Dios era
primero, el centro y el fin de su vida y así lo querían para su hijito. Por eso, se bautizó el primer día de su vida,
el día de su nacmiento. En la familia aumentó el número de los que
comían a 28, durante los años que Angelo pasó con sus
familiares, ya que la familia estaba compuesta de los padres, abuelos, tíos y
tías con sus respectivos hijos. Todos
vivían bajo el mismo techo. En el día
del bautismo no se notaba ninguna señal extraordinaria del bebé que hiciera
pensar a alguien que este niño llegaría a ser el sucesor de San Pedro o algo
grande. A todos nosotros nos ha pasado
algo parecido. Somos de una familia católica y pronto después del nacimiento la
gracia del bautismo nos convirtió en un hijo de Dios y miembro de la Iglesia
Católica. Conociendo la realidad de
nuestras familias sabemos que no todos tienen la dicha de ser de una familia bien
ordenada y haber recibido una educación católica. El santo Juan XXIII debe ayudar especialmente
a los que han sufrido por la desintegración de su familia, y por la falta de
una educación católica. Nuestro movimiento
quiere que todos se conviertan y especialmente los que hayan hecho el compromiso
a Juan XXIII, que no solamente sean católicos practicos,
sino también apóstoles del Señor y constructores de una sociedad cristiana.
Nuestra reflexión:
1. ¿Cuándo
fue el día de mi bautismo?
2.
¿Cuándo hice el compromiso en Juan
XXIII? ¿He perseverado? Si has fallado, puedes comenzar de
Nuevo. “Porque la santidad consiste en
la audacia de comenzar todos los días de Nuevo”. (P. José Kentenich)
3.
La vida de todos nosotros es
importante para la Iglesia y para Puerto Rico.
Cristo te necesita para la salvación de nuestro pueblo. No se puede pensar una obra más grande que la
salvación de los demás. Sigamos con
nuestro apostolado donde sea.
4. Recemos
el tercer misterio glorioso:
la “Venida del Espíritu Santo”.
Tercer día:
Juan XXIII y su familia.
Los días de nuestra novena son de
reflexión sobre la vida de Juan XXIII, de nuestra propia vida y del futuro de
nosotros y de los demás. La familia
campesina del futuro Papa era católica y todos los días rezaba el Santo Rosario
por la noche. El tío Zaverio
leía la Biblia y el periódico católico por la noche en voz alta porque la
familia no tenía ni radio, ni televisor.
Su tío funcionaba como catequista de la familia e informaba sobre lo que
pasaba en el mundo leyendo el periódico de Bergamo. Además su papá y el tío le daban buenos
consejos y uno de ellos era:
“Hay tres modos de arruinarse; las mujeres, el juego y el
trabajo”. “Mi padre escogió el trabajo,
lo más pesado”. Con seis años mandaron
al jovencito Angelo a la escuela de la Parroquia y
porque progresaba bastante, de allí lo enviaron a la Parroquia vecina, donde el
párroco enseñaba latín. Más tarde se
hizo alumno del seminario menor de la Diócesis de Bargamo. La experiencia en su casa fue favorable para
toda la vida y por eso escribió en el año 1932: “La educación que deja más profunda
huella es siempre la que se recibe en su casa.
Yo he olvidado muchas cosas, que he leído en los libros, pero recuerdo
perfectamente lo que aprendí de mis padres y de mis mayores”.
En el hogar se aprende lo que es el valor de la familia,
del matrimonio, lo que es una mujer, una madre, un papa, ser hijo y
hermano. Es cierto que en su casa uno
aprende a amar y a ser amado, comprender y ser comprendido, sentirse protegido
y proteger, perdonar y ser perdonado, ser feliz, contento, seguro,
misericordioso, obediente y sobre todo pertenecer o ser de una familia. El Papa Juan XXIII era de una verdadera
familia. Durante toda su vida era
agradecido a Dios por este regalo.
Pidamos a Dios por las familias de Puerto Rico, por las parroquias y la
Iglesia que sean familia de Dios, por Puerto Rico que sea una familia de Dios y
de la Virgen.
Recemos hoy el rosario por esta intención: por las
familias, para que en el movimiento se sientan siempre el espíritu de familia,
de amistad y fraternidad, porque queremos regalar el ambiente favorable a
nuestros hermanos en nuestro movimiento para crecer en la gracia de Dios, de
ser hijos y hermanos en el amor.
Cuarto día:
Las normas de su vida
Por su aspecto físico y por sus
intenciones personales calificaba la cura de atención a las almas para ser cura
rural, un hombre de oración, de misa, de devociones populares. Juan XXIII servía para eso y, como la
historia probó, para mucho más. Su vida
es una enseñanza para nosotros, es un testimonio, es un estímulo para la vida
cristiana y la santificación. El era un
gran hombre de Dios. No trataba de
imponerse ni de imponer; oraba y perdonaba, por eso lo llamaban Juan el
bueno. El se olvidaba de las
ofensas. No se preocupaba de una
vanidosa elegancia, ni trata de ganar simpatías. Era un hombre de diálogo profundo con Dios,
en la oración y muy capaz de dialogar con los demás. La vida era un servicio, como su maestro
Jesucristo que no había venido para ser servido, sino para servir, Juan XXIII
había aprendido a someter el propio yo, a la voluntad de Dios y sus
superiores. Fue un hombre firme y rígido
en sus principios, pero flexible por su comprensión y caridad. Se decía que él nunca mentía. Su vida fue reconocida como un paso hacia el
futuro. Era un revolucionario como los
santos, los profetas y un hombre del evangelio del pobre, humilde y
misericordioso. El decía que el alma del
apostolado era el silencio y la contemplación, la interioridad, la pobreza, los
medios consagrados, la sencillez de palabras y métodos. Practiquemos lo que el beato hacía; hablar
con la vida, corregir con humildad.
¿Cuál es el mensaje de esta vida
para nosotros?
1.
Busca tres características que
quieres imitar, de la vida de Juan XXIII.
2. Acepta que el que pertenece al Movimiento
Juan XXIII debería vivir en la
la gracia de
Dios: oración, confesión, lectura
espiritual, la Biblia.
2.
Pide a S. Juan XXIII la gracia
de la perseverancia para ti y los miembros del movimiento.
Quinto día:
Juan XXIII y su vocación, Juan XXIII y nuestra
vocación
Querido santo Juan XXIII:
Ya conozco algunos momentos de tu
vida. Sé que fuiste bautizado, un día
ordenado sacerdote, más tarde Obispo, cardenal, nuncio, arzobispo de Venecia y
por fin Papa de la Iglesia. Admiro tu
generosidad. Dijiste que sí a la
voluntad de Dios y sabías que Su voluntad es amor de El. Con tu obediencia te acercaste a nuestro
Señor cuya vida era hacer la voluntad de su Padre Celestial. Fuiste como Abraham, saliste de tu tierra y
llegaste ya anciano a Roma para ser Papa.
Te pusiste el nombre de Juan por tu amor a Juan, el evangelista y a Juan
Bautista, que era el precursor de Cristo.
Me sorprende que nunca pusieras un pero, nunca abusaste de tu
inteligencia para buscar un pretexto, una excusa barata. Tu amor a la Virgen María te hacía decir sí a
una madre firme y humilde. En cambio yo
soy muy distinto, busco escapes, pretextos.
Tengo un doctorado de excusas, fácilmente me escondo, no escucho, no
obedezco, no soy generoso como el Señor, con la Iglesia, con tu Movimiento Juan
XXIII. Tomaste en serio tu vocación
cristiana, sacerdotal y papal, tu vocación a la santidad. Admiro tus renuncias a la mediocridad. Quiero imitar tu entrega de corazón, porque
no buscaste ni prestigio, ni puestos elevados.
Fuiste desde tu casa un muy obediente con amor, humildad, y
audacia. Has sido un hombre ejemplar. Yo
quiero ser de los tuyos, del Movimiento, que llevan tu amor y compartir tu amor
a la Iglesia, este amor que siento como tú por la Iglesia Universal pero
especialmente por la de mi patria, Puerto Rico.
1. Recemos
los misterios de gozo para aprender en la escuela de Cristo y María
a decir que sí.
2. Promete
al S. Juan XXIII la fidelidad al Movimiento.
Sexto día:
Juan XXIII en las rutas
de la Providencia de Dios
Virgen María, Madre de la
Providencia:
En Puerto
Rico te invocamos así: Virgen de la Providencia, conocemos otros nombre que tu
tienes. Todos estos nombres son pruebas
de tu amor a la Iglesia, al mundo y a nosotros.
Muchas gracias por ser nuestra Madre.
Sé que en el Santuario de Schoesnstatt, en el
marco de luz, hay una frase que me gusta mucho: “Un hijo de María nunca
perecerá”. Juan XXIII era un hijo de
María como Juan Pablo II quien tiene en su lema papal: “Soy todo tuyo”. La Madre de Dios es siempre instrumento de
Dios, esposa del Espíritu Santo, Madre de Dios Hijo e hija de Dios Padre. Tú Señor, enseñaste a Juan XXIII en el rosario,
a unir siempre el gozo, el dolor y la Gloria de la vida, como la Madre se unió
a tu Persona. Ayúdanos querida Virgen de
la Providencia a confiar en ti, a aceptar las inspiraciones del Espíritu Santo,
la ruta de la fe en todas las conducciones de la Providencia. Virgen María, haznos luchar heróicamente contra las tentaciones de la carne. Danos valor para callar y mantener la calma
ante las ofensas y peligros. Danos
fuerza para guardar lo que no debemos revelar.
Necesitamos tu apoyo para vivir como cristianos los momentos de la
cruz. Querida Virgen y Madre, danos
fortaleza para que todos los miembros del Movimiento, seamos una familia de
gigantes, no de enanos vacilantes y tímidos.
1.
Pido la bendición a la Virgen
María y a S. Juan XXIII para ser un instrumento
de la Providencia para Puerto Rico y
más allá.
Séptimo día:
Elegido para ser Papa
Señor Jesús:
Tu regalaste a tu servidor Angelo Quiseppe Roncalli, el privilegio
de ser Papa de nuestra Iglesia. Tú sabes
que no era el favorito entre los candidatos al papado, pero Tú, Señor, lo
elegiste. Para imitarte e imitar a dos
de tus primeros colaboradores; Juan el Evangelista, tu discípulo preferido, y a
tu precursor Juan Bautista, y por querer ponerse humildemente en la fila de 22
papas que ya habían llevado el nombre de Juan.
Por eso, él escogió este nombre.
El aceptó ser cabeza visible de tu Iglesia, Señor, sucesor de Pedro y de
262 Papas, entre ellos santos, mártires y hombres pecadores.
El Cardenal
Roncalli aceptó el cargo del Papado, sabiendo que
tenía que pastorear tus ovejas y fortalecer la fe de tu rebaño. El día de selección Señor, el Nuevo Papa dijo: “Inclino mi cabeza
y doblo mi espalda ante el cáliz de la amargura y el sufrimiento de la cruz”.
Señor, hasta el día de hoy yo recuerdo el momento en que escuché el
nombre del Nuevo Papa, vi la figura de un anciano de
77 años, sucesor de un hombre carismático como Pío XII, y como el mismo
Juan XXIII reconoció, que no era bien
parecido ni elegante. Había sido toda su
vida un cura rural y más tarde a través del Concilio del Vaticano Segundo, se
hizo uno de los Papas más importantes de la historia. Gracias a ti Señor, porque los últimos serán
los primeros y el que quiere ser primero sera el
servidor de todos. Así el Papa Juan
XXIII vivió los años de su ministerio papal, murió así y se perfeccionó. Ya es beato de nuestra Iglesia, padre
espiritual de nuestro Movimiento y el que nos invita a la renovación de nuestra
vida para ayudar así a tu Iglesia, a Puerto Rico y al mundo.
1. Rezo la
oración del Agelus por los miembros de nuestro
Movimiento.
Octavo día:
Juan XXIII y el Santo
Espíritu de Dios:
Nuestro
Señor Jesucristo nos prometió enviarte al mundo. Gracias Espíritu Santo, por haber engendrado
en María a Jesús, por haber ungido a Jesús como Mesías en el día del bautismo,
por haber fortalecido y llenado con tu presencia a los apóstoles en el cenáculo
el día de Pentecostés y por haber estado presente en la Iglesia hasta el día de
hoy. Muchas gracias por haber inspirado
al Papa Juan XXIII a convocar el concilio y ayudar así a la Iglesia para un
Nuevo Pentecostés. Los que habían
pensado que Juan XXIII, por su edad y su sencillez, no podía hacer una gran
cosa como Papa, se equivocaron. Todos quedaron sorprendidos. En realidad la Iglesia no es de los hombres,
es de Dios , guiada por ti, Espíritu Santo y
capacitada por ti para continuar la obra salvífica de
Cristo para los hombres. Ahora queremos
pedirte que sigas haciendo de tu Movimiento Juan XXIII un instrumento de la
renovación, conversión y formación para católicos comprometidos. Ayúdame a ser fiel a nuestro movimiento, a
trabajar por él con amor, fuerza, perseverancia y espíritu de entrega. Te prometo, Espíritu Santo, comenzar hoy una
semana de fidelidad a nuestro movimiento, de asistir a nuestras actividades,
cultivar mi vida espiritual, vivir en gracia y cumplir con mis compromisos de
apostolado.
1. Leer las
constituciones del Concilio Vaticano II.
2. Estudiar
el “Nuevo Catecismo Católico”
3. Tratar
de amar la palabra de Dios
4. Rezar
esta oración del Espíritu Santo.
Espíritu Santo,
eres el alma de mi alma.
Te adoro
humildemente.
Ilumíname,
fortifícame, guíame, consuélame.
Y en cuanto
corresponde al plan del eterno Padre
Dios revélame
tus deseos. Dame a conocer
lo que el Amor eterno desea de mí.
Dame a conocer
lo que debo realizar.
Dame a conocer
lo que debo sufrir.
Dame a conocer
lo que silencioso,
con modestia y en oración debo
aceptar, cargar
y soportar. Sí, Espíritu Santo,
dame a conocer tu voluntad
y la voluntad del Padre.
Pues toda mi
vida no quiere ser otra cosa,
que un continuado y perpetuo Sí
a los deseos y al querer del eterno
Padre Dios.
Amén.
Noveno día:
La muerte de Juan XXIII
Querido S Juan XXIII:
En esta
novena te hemos pedido, si fuera posible, vivir el evangelio de Cristo como
tú. Cuando el médico te diagnosticó un
tumor canceroso, dijiste; “No te preocupes por mí, porque mi equipaje está
preparado y yo estoy dispuesto a partir”.
Con tranquilidad hablaste a tus hermanos y hermanas diciendo, “soy feliz
porque dentro de muy poco veré a nuestros Padres en el cielo.
Recen; “No te olvidaste del
Concilio y dijiste:
Quiera Dios que los Padres Conciliares puedan conocer la gran
obra que han comenzado”. Así solía
rezar, “yo ofrezco todos mis sufrimientos, para que todos sean uno, una sola
entidad en Cristo”. Por eso dijiste al
doctor: “No se
esfuerce, lo entiendo, estoy preparado”.
Especialmente gracias Santo Padre Juan XXIII que nos dijiste: “yo soy tu
hermano”, pero no solamente de nosotros los católicos, de todos los cristianos,
sino de todos los hombres. Dame la
fuerza de ser un hermano de todos y convertir a Puerto Rico y el mundo entero
en una patria, una tierra de hermanos en amor y paz. Amén.
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