Una poesía para rezar. O una oración en forma de poesía. No importa. Lo
que cuenta es el contenido de agradecimiento a Dios por la redención
inmerecida, escrita por el sacerdote portugués Baltasar Estaço a
principios del siglo XVII. Una oración que tiene 400 años pero que es
atemporal.
A Cristo en la cruz:
El bien que a tantos bienes me invitaba,
que no he merecido, Tú lo has merecido:
la vida que por mi amor has perdido
me ha obtenido la vida que deseaba.
El mal que a tantos males me obligaba
que no he satisfecho, Tú lo has satisfecho:
La muerte que por amor a mí has sufrido
me ha liberado de la muerte que yo temía.
Tú, Dios amoroso, solo te amo,
practico, de ti escribo,
por ti doy la vida y deseo la muerte.
En ti, fuego de amor, en ti me enciendo,
porque pago por ti el mal que debo
y merezco por ti el bien que espero.
A Cristo en la cruz:
El bien que a tantos bienes me invitaba,
que no he merecido, Tú lo has merecido:
la vida que por mi amor has perdido
me ha obtenido la vida que deseaba.
El mal que a tantos males me obligaba
que no he satisfecho, Tú lo has satisfecho:
La muerte que por amor a mí has sufrido
me ha liberado de la muerte que yo temía.
Tú, Dios amoroso, solo te amo,
practico, de ti escribo,
por ti doy la vida y deseo la muerte.
En ti, fuego de amor, en ti me enciendo,
porque pago por ti el mal que debo
y merezco por ti el bien que espero.
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