La Guardia Pretoriana podría considerarse como uno de los mejores
cuerpos de élite de la antigüedad. Los pretorianos fueron un recurso de mimada
protección por parte de los emperadores romanos, otorgándoles grandes cantidades
de sestercios a cambio de protegerles de conjuras, adversarios políticos u
obedeciendo órdenes imperiales por dinero, más que por lealtad.
Guardia Pretoriana, creación
Creada durante el tiempo de Augusto, se trataba de la escolta personal
de la familia imperial. La Guardia Pretoriana estaba dirigida por uno o dos
prefectos de pretorio, que hacían las veces de Ministros, sobre todo a partir
del gobierno de Tiberio, que relegó en su prefecto Sejano múltiples funciones
imperiales mientras él se encontraba retirado en su domus en la
Isla de Capri. A finales de la época de Augusto, la guardia pretoriana estaba
cobrando en torno a unos 3000 sestercios anuales frente a los 900 que cobraban
los legionarios.
Por este motivo, y por las
comodidades que ofrecía ser parte de este cuerpo militar, muchos tenían como
sueño el llegar a ser un gran pretoriano “leal” al emperador. Durante el
gobierno del aparente endeble Emperador Claudio, consiguieron la nada desdeñable
cantidad de 15.000 sestercios, debido a que la lealtad pasó a ser una
predisposición sobre todo económica para que los emperadores se asegurasen sus
espaldas en esas épocas tan turbulentas, pues eran los únicos que se interponían
entre el Emperador y las legiones en caso de tomar el poder por la fuerza. Se
convirtieron así en un cuerpo militar de inestimable importancia y
respeto.
Guardia Pretoriana, proclamación de
Claudio
La
Guardia Pretoriana respondía muy bien a la lealtad basada
en el dinero. Por una
buena suma estaban dispuestos a asesinar
al propio emperador si las promesas de
los conjuradores eran
superiores al trato ofrecido por quien ocupaba el trono de
Roma.
Así fue como, por ejemplo, el Emperador Calígula fue asesinado
por su
propia Guardia en un complot que incluía a varios
senadores.
Los pretorianos eran un arma de doble
filo, que consiguieron
un gran poder debido a que luchaban en favor del mejor
postor.
Nadie se encontraba bajo una seguridad pactada de antemano,
pues como ya
se ha dicho, respondían mejor a los regalos
y los cargos prometidos que a la
lealtad de defender en lo
que creían.
Las condiciones para entrar en la Guardia Pretoriana
eran bastante
exigentes. Los aspirantes debían de medir
como mínimo 1,75 metros de altura,
tener una edad
comprendida entre 18 y 20 años, ser de ciudadanía
romana, poseer
buena forma física o tener en su
haber una buena carta de recomendación.
A partir de las reformas militares de
Septimio Severo
en el siglo III d.C. los nuevos miembros que se
unían a la
Guardia Pretoriana podían proceder de
las tropas situadas en las fronteras del
Imperio.
Guardia Pretoriana, número de pretorianos y
campañas militares
Su
número fue muy variado según la época. Así,
en tiempos de Vitelio se pasó a 16
cohortes y 8000 hombres,
frente a las 12 cohortes y 4500 hombres de Calígula.
Con Vespasiano el número de cohortes volvió a ser
de 9, como fue su número
original. Y ya con el
Emperador Domiciano, debido, sobre todo, al miedo
constante de ver traidores en cada rincón del
Imperio, las cohortes ascendieron
a 10 y el número
de hombres a 10.000.
Las veces que entraron a combatir en campañas militares,
los
pretorianos demostraron una gran entereza en el campo
de batalla a partir del 68
d.C. Tuvieron un rol de especial
importancia en la batalla de Bedriacum durante
el año
de los cuatro emperadores, así como en las guerras
dacias y mesopotámicas
en tiempos de Domiciano y Trajano.
También tuvieron una gran importancia en las
campañas
del Danubio durante el gobierno de Marco Aurelio. Con
la presencia de
los pretorianos en la guerra se aseguraron
muchas victorias, aunque el pago por
enviar a esta
sofisticada guardia personal vulneraba al Emperador,
por lo que su
papel principal siempre tuvo como
objetivo la protección imperial.
Guardia Pretoriana, decadencia y disolución
Hacia el año 284, bajo el gobierno de Diocleciano, la
Guardia
Pretoriana fue sustituida por dos nuevos cuerpos
militares. Por un lado estaban
los Jovianos, en honor al Dios
Júpiter. Y por otro lado estaban los Herculianos,
derivados
de Hércules. Como anteriormente hiciesen los pretorianos,
estos dos
nuevos escoltas imperiales hicieron las mismas
funciones. Así, la importancia de
la Guardia
Pretoriana fue radicalizándose hacia el polo opuesto en poco
tiempo.
Finalmente la Guardia
Pretoriana vio su completa desaparición
bajo el gobierno de Constantino, que
ordenó demoler la
castra praetoria y sus miembros fueron
enviados a las diferentes
fronteras del Imperio.
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Autor: Tito Batán
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