Al hablar de Ramadán,
lo primero que se viene a la cabeza es el ayuno diario, la prohibición de fumar y el hecho de
que no se puedan mantener relaciones sexuales. Pero lejos de los hechos
más visibles se esconde una celebración llena de ritos y con una
espiritualidad muy profunda.
Además hay que tener en
cuenta que este mes no se celebra igual en todos los países musulmanes;
algunos son más restrictivos que otros. Los hay, como Arabia Saudí, donde se ha amenazado con deportar a los
extranjeros que no cumplan con las normas que dicta la Sharía (Ley islámica). En otros, como Argelia,
decenas de personas rompieron el ayuno en una plaza céntrica de la capital para
protestar contra el «ayuno obligatorio» y en defensa de la «libertad de
conciencia y de culto». En este país –con un 95% de musulmanes– este
acto está penado con cárcel. Sin embargo ya el año pasado más de un millar de
personas se enfrentaron a las autoridades en señal de protesta en un acto
tildado de «provocación» por la prensa local.
Así pues, el lugar en el que
vivan, las escuelas de pensamiento que sigan o la comunidad a la que
pertenezcan hacen que varíe la visión de la celebración para el
musulmán. Para entender el rito y su espiritualidad, Javier Rosón, experto en
Estudios Islámicos de Casa Árabe, responde desde
una base académica a las preguntas sobre el Ramadán.
Celebrar el Ramadán
permite al musulmán acercarse a Dios a través de la «purificación y
limpieza». Aunque, como recuerda Javier Rosón, depende mucho de a quién se
pregunte.
«Se puede decir que el musulmán, sobre todo, encuentra en el ayuno
autodisciplina. La autodisciplina lo hace mejor musulmán, mejor
"hombre", facilita el altruismo, la piedad, etc.».
Esa autodisciplina de la que habla el también editor de la revista
«Awraq» se busca con el ayuno consciente durante 30 días en los que no se puede
ni siquiera beber agua mientras haya luz solar.
«La base siempre es la misma, la que se marca en el Corán y en la ley islámica o Sharia», explica Javier
Rosón cuando se le pregunta por cómo vive un musulmán este mes en países tan
alejados como Marruecos e Indonesia, ambos de mayoría musulmana.
A lo largo de miles de kilómetros, en los 57 estados de mayoría
musulmana, «el Ramadán modifica la vida social de los musulmanes (también
de los no musulmanes) en los países árabes».
«Todo depende del número que exista en el país para que el Ramadán
sea más o menos evidente», explica el experto, para quien poder analizar el
impacto de la celebración del Ramadán en un país no islámico sería mucho más
complejo.
Las prácticas religiosas durante el mes del Ramadán son muy variadas.
Incluyen, desde la lectura diaria del Corán hasta dar limosna. Cabe
recordar que el tercero de los cinco pilares del Islam es el zakat, que
exige ser generoso y donar parte de las rentas a los más necesitados. El
significado de dar esta limosna también tiene que ver con purificar el alma.
Pero hay más: «A estas prácticas se le añaden otras como: velar el
Laylat al-Qadr (Noche del Destino), en la que se reza a Allah, invocando
su piedad y salvación. También se siguen otras 'normas' o costumbres
(dependiendo de la comunidad a la que preguntemos) como: romper el ayuno con
una determinada comida y posteriormente reunirse en familia, amigos o
comunidad por ejemplo, para cenar harira, chebakia, etc.», explica Javier
Rosón.
Que durante el Ramadán se lea a diario el Corán responde a un sentido:
cuanto termine el mes, los fieles tienen que haber concluido la lectura del
Libro Sagrado.
Bajo el poético nombre de «La Noche del Destino» (Laylat
al-Qadr) se esconde uno de los «momentos culminantes» de los fieles que
celebran el Ramadán. Esa noche, en la que el Corán le fue transmitido al
profeta de forma completa, se dice que se decide el destino del próximo año.
El Corán lo define así: «La
Noche del Destino vale más que mil meses». Por este motivo muchos musulmanes rezan
fervorosamente durante toda la noche.
Otro de los días claves,
desde el punto de vista festivo/social, es el Eid al-Fitr, que sería el fin de
Ramadan. «Por la mañana la comunidad realiza diferentes oraciones y desayunan
todos juntos, celebrando el fin del ayuno (al ser por la mañana, lo podrán
celebrar los musulmanes que no tengan compromisos laborales). En ese día, se
estrena ropa, se preparan platos especiales, etc.», relata el especialista de
la Casa Árabe Javier Rosón.
Al igual que la Semana Santa, el Ramadán
varía de fechas cada año. El «culpable» es el mismo: la Luna. En el
caso de los musulmanes comienza el último día del octavo mes lunar del calendario
islámico (el mes de Shaban). A partir de ahí se han de contar treinta días.
El cambio en las fechas hace
que no sea igual celebrarlo un mes que otro. «En verano, celebrar Ramadán sin
duda es más duro que en otras épocas de año (por los días más largos, el calor,
etc.). La parte positiva es que en el caso de que sean inmigrantes, si están de
vacaciones, algunos podrán viajar a sus países de origen para celebrarlo con la
familia. Si Ramadán es en otras fechas, las ventajas y los
inconvenientes varían», asegura Javier Rosón.
Al igual que existen cristianos no practicantes, hay muchos
musulmanes que no realizan los ritos de su religión. Dependiendo de los
países, habrá más o menos. A esto hay que añadirle el «grave error decir que
todos los nacidos en un país árabe o islámico son musulmanes», tal y como dice
Javier Rosón. «Por supuesto hay musulmanes que no son practicantes, y la
celebración del Ramadán no es una excepción», concluye.
En cualquier caso «sí hay cierta tendencia por parte de la umma
(comunidad) a que sea uno de los pilares mayoritariamente más respetados:
tanto para la gente que vive en un país árabe o que sigue la tradición
islámica, como para los que viven o han nacido en países cuya cultura o
religión es diferente».
En 2013 había en España 568.352 «hispanomusulmanes», según el
término empleado por la Unión de Comunidades Islámicas de España. Su integración en
la Península crece cada año más, como también crece la aceptación por parte
de los españoles. «Cada vez más… Es más común, mejor visto, mejor
entendido, 'normalizado'», explica Javier Rosón.
Aunque «también depende de
la región en la que te encuentres. Para los musulmanes españoles que viven, por
ejemplo, en Melilla, teniendo en cuenta que en el calendario de fiestas oficial
Ramadán está también incluido… es mucho más fácil», resume.
Pero como todo, el tipo de
trabajo que se realice y a quién se le pregunte hace que esta percepción pueda
variar. Incluso en los ámbitos más expuestos a los medios de comunicación. En
el fútbol el mes del Ramadán suele estar cargado de polémica para los
futbolistas que profesan esta fe. El motivo es la bajada del rendimiento
físico por la ausencia de ingesta durante el día, algo que trae de cabeza a
médicos, entrenadores, aficionados y prensa. La respuesta que el seleccionador
de Argelia, el bosnio Vahid Halilhodzic, dio a los periodistas durante este
mundial demuestra la presión a la que pueden llegar a estar sometidos: «Leí en
algunos periódicos de Argelia algunas críticas a mi madre, a mi hija. Están
criticando a mi familia y no me gusta ese comportamiento. No es la primera
vez que tengo jugadores musulmanes. Es una cuestión casual. Hacer esa pregunta
es una falta de respeto».
El final del Ramadán se convierte en «un día de fiesta y alegría para
los que han cumplido con este pilar del Corán», analiza Javier Rosón.
Este primer día sin ayunar comienza temprano «entre las 9 y 10 de la
mañana», asegura. El «Aid El Fitr» se convierte en un día de celebración en
el que se reúnen las familias y donde las comidas típicamente tradicionales
corren por la mesa.
El experto en Estudios Islámicos de Casa Árabe, Javier Rosón,
explica así el origen de la celebración del Ramadán en la tradición: «Comienza
en el mes de Shaban, en el segundo año de la Hégira (624). En él se
conmemora el descenso de la revelación, es decir, el tiempo en el que el ángel
Gabriel reveló al Profeta el Corán».
F.M. ABC
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