La excesiva dependencia de la madre puede ser considerada una causa de nulidad matrimonial por la Iglesia. Recientemente, la prensa italiana informaba de este hecho después de el vicario judicial de la diócesis de Liguria, Paolo Rigon, lo anunciara durante la apertura del año judicial eclesiástico de esta región. Y es que las suegras dan para mucho. No gozan de buena prensa. Generalmente es la madre de él con respecto a la esposa, más que la madre de ella con respecto a él, la que causa el malestar en la familia. La explicación se encuentra en que la relación en el primer caso se da entre dos mujeres y en el segundo, entre hombre y mujer.
Pero, ¿influye tanto una suegra en la buena o marcha del matrimonio? Según los expertos, sí. Y no es ninguna cuestión banal ni mucho menos. Ignacio Tornel, experto en mediación familiar cree que «el tema de la familia política y su influencia en las parejas jóvenes y no tan jóvenes es algo muy presente en la problemática que veo en mi despacho». ¿Cuáles son las razones? Varias. Para Tornel, «en primer lugar en España gozamos de un excelente tejido familiar y las relaciones intergeneracionales son en general mejores frente al resto del mundo occidental de nuestro entorno». Esto tiene enormes ventajas —agrega el experto— como, por ejemplo, la fuerte red de apoyo informal que existe entre los miembros de las familias, algo tan necesario para lograr la conciliación nuestra vida laboral y familiar.
Los riesgos de la familia extensa
Sin embargo, esta situación tiene su parte negativa. Ignacio Tornel cree que «hay riesgos asociados a este fuerte tejido de familia extensa y es que él y ella una vez que crean una nueva familia deben tener muy claro que ya son un núcleo independiente y con vida propia. Por eso, todo lo dicho anteriormente debe tener como premisa previa que ahora ya nosotros somos lo más importante». El mediador es firme en este punto: «Si esto no es así el terreno está abonado para el conflicto».
Suegras que siempre dan su opinión sin pedirla, que se creen en el derecho de visitar a los nietos siempre que quieren, algo que puede interferir en el transcurso diario de la familia, nueras que no son capaces de decir que no y ahí aparece el conflicto: «Muchas veces la joven pareja sufre un exceso de asesoramiento no pedido en la toma de decisiones iniciales sobre dónde vivir, cómo organizar su casa, qué hacer el fin de semana, etc. Y a veces entramos por ese senda casi sin darnos cuenta, con buena voluntad y tratando de agradar a todo el mundo». Para Ignacio Tornel, «los dos deben tener claro que se deben el uno al otro y que, antes que nadie, las decisiones las deben tomar ellos dos, con ilusión, creando su propio hogar. Él y ella deben hacer sentir importante al otro, que esté claro desde el principio que el otro, la otra, es el eje de su vida. Eso no evita que los demás opinen, aconsejen… pero luego seremos tú y yo quienes libremente decidamos lo que consideramos mejor».
Otro motivo de conflicto es la obligación de pasar el domingo en casa de los suegros, un motivo de muchas disputas. En las propias rutinas del fin de semana se ven muchas veces estas cuestiones. ¿Cuántas veces hemos oído no puedo más con las tardes de domingo en casa de tu madre?, se pregunta el mediador familiar. «Con frecuencia caemos —dice Tornel— en ese ritmo de sábados en casa de tu madre y domingos en casa de la mía, a veces para compensar sencillamente. Y con eso asfixiamos la libertad y la espontaneidad de una pareja que debe moverse con libertad y hacer, sobre todo, lo que ellos crean conveniente. Que en ocasiones, por supuesto, que será ir a ver a sus padres pero no por norma ni como algo debido».
Las descalificaciones
El mediador familiar se muestra firme en este punto: «Estas cosas a veces surgen desde los comienzos de la relación. Recuerdo un caso doloroso en el que ya desde que la madre conoció a la novia de su hijo se permitió hacer todo tipo de comentarios desafortunados respecto a ella y delante de ella, lo que provocó el enfrentamiento desde el inicio. Sobre todo, porque él no supo o no pudo hablarle claro a su madre pidiéndole respeto por la persona que él había elegido y con la que posteriormente se casó y tuvo un hijo. El conflicto continuó porque él mostraba cierta sumisión ante su madre, de carácter muy fuerte y no se atrevía a poner las cosas en su sitio ante la frustración de ella. Esta es quizás una de las situaciones extremas en las que no hablamos ya de intromisión sino de descalificación e incluso de falta de respeto. Por lo que podríamos estar ante una persona, la madre, con una personalidad complicada y unas formas más que cuestionables. Y una inmadurez manifiesta por parte de él».
Uno puede preguntarse ¿por qué sucede esto? ¿si se casó conmigo por qué prefiere posicionarse del lado de su madre si yo soy su mujer y conmigo es con quién ha formado una familia? «Si tratamos de analizar los posibles perfiles de personas ante los que podemos encontrarnos –explica el mediador— no son en absoluto patológicos por lo general, sino con frecuencia es falta de fortaleza, madurez y responsabilidad».
«Cuando la madre de él tiene más fuerza en la pareja que la nuera –sostiene Tornel— es porque él, con frecuencia, es un chico con exceso de dependencia de su familia de sangre y, en especial, de su madre a la que mira con exceso a la hora de crear su propio hogar, como tratando de replicar lo que ha vivido él. Debe superar esa dependencia a través de la generación de confianza en su mujer. Algo que debe potenciar con actos concretos de fe ciega en lo que ella quiere o propone. Más vale equivocarse aprendiendo juntos que seguir pautas marcadas desde fuera que nos ahoguen y frustren nuestra ilusión».
¿Y qué pasa si es la mujer la que tiene excesiva dependencia de su madre? Claramente, sostiene el mediador, aquí hablamos de falta de seguridad en sí misma ante un nuevo hogar. Aquí puede haber falta de madurez para asumir con responsabilidad propia las riendas de construir una nueva familia. También aquí es necesaria una reflexión personal en la que ella vea claro que debe crecer y desarrollarse tomando decisiones propias y creando su propio estilo.
Consejos para superarlo
1. Ayudar a la suegra a entender que lo que está en juego es la felicidad de esa joven pareja y que si ella lo que quiere es ver feliz a su hijo o hija debe apoyarles y facilitarles su independencia, su autonomía para que creen hogar propio. Al final los padres son padres y lo que quieren es la felicidad de sus hijos. Debería bastar.
2. Si no funciona el punto anterior, es preciso que la pareja tenga muy hablado y muy claro que ante cualquier decisión lo que más debe importar es la felicidad del otro; por encima de la opinión o felicidad de otras personas. Las decisiones las paso por el filtro del otro y con eso estamos tranquilos.
3. Si sigue habiendo intromisiones ajenas habrá que dejar claro que ella es la mujer de su vida y que sobre ella van a pivotar todas sus decisiones. La unidad es fundamental y no se debe resquebrajar por nada.
4. En caso de conflicto entre la pareja y la familia de sangre siempre hay que ponerse al lado del cónyuge sin dudarlo. De lo contrario la pareja estará condenada al fracaso.
5. Delante de la familia, nunca poner en evidencia los desacuerdos, tratarlos en privado, pero nunca desacreditar al otro delante de los padres.
6. Tener claro que por encima de la familia de sangre está la que nosotros hemos creado. Si no respetamos eso, entonces estaremos rompiendo nosotros nuestra propia familia. La que hemos escogido crear.
No hay comentarios:
Publicar un comentario