La Legio IX Hispana, ha inquietado a los estudiosos durante décadas y ha quedado en la imaginación pública como ejemplo supremo de misterio militar. La "Hispana" tiene sus orígenes en un grupo de cohortes que lucharon a las órdenes de Julio Cesar en la Galia entre los años 58-49 a.C. y que estaba compuesto, en su mayoría, por oriundos de la piel de toro. En el año 13 d.C. fue trasladada a los Balcanes y en el 43 d.C. el Emperador Claudio se fijó en ella para acompañarle a la conquista de Britannia. Hasta aquí, todo normal.
A través de lápidas, estelas funerarias de centuriones e incluso inscripciones en picos y azadones, sabemos que en el año 60 d.C. se estacionó en Lincoln y a partir del 70 d.C. estuvo en York, colaborando en la construcción de una red de calzadas que a la postre uniría dicha ciudad con Londres o Londinium. Además, gracias a unos cascos encontrados en el límite entre Inglaterra y Escocia, estamos seguros de que, años más tarde, marchó con Julio Gneo Agrícola para zurrar la badana a los abuelos de los escoceses, los escottos, y que culminaron con una gran victoria en el macizo montañoso de Mons Graupius. Después regresó a York, donde permaneció muchos años hasta que en el 115 d.C, una mañana, partió entre la bruma y a partir de ahí… la nada.
Actualmente podemos reconstruir con absoluta precisión la trayectoria, desde su origen a su disolución, de la práctica totalidad de las unidades legionarias romanas; y ese periodo abarca en muchos casos la friolera de más de ¡400 años! Por eso esta “desaparición” es tan excepcional. Para explicarla, estudiosos de todo el mundo han propuesto varias teorías: quizás fuese destruida en la frontera norte, o puede que se la trasladara a otra punta del Imperio (hecho del que seguro quedaría constancia) o es posible que, descendiendo de españoles...
El caso es que años más tarde, varios gobernadores enviaron sucesivas expediciones para intentar encontrar cadáveres o supervivientes, sin resultado alguno, con lo que Adriano hizo traer desde el continente a la Legio VI Victrix para reemplazarla. La teoría más novedosa, y que podría resultar la más convincente, es que la unidad marchó hacia el norte y, simplemente, no volvió. Esta versión de los hechos ha sido el tema central de la novela “Eagle of the ninth” de Rosemary Sutcliff (1964). El título de esta se inspiró en el descubrimiento hace mucho tiempo, en Silchester, de una pequeña águila de bronce que la autora identificó inmediatamente con el estandarte de la Legión IX. Humildemente, he de discrepar con Rosemary; la forma del ave y la ausencia de alas no coinciden con la apariencia de las Aquilas legionarias con lo que seguramente se trate simplemente de una estatuilla votiva de bronce, de las usadas entonces para realizar ofrendas.
En 1954, la novelista británica Rosemary Sutcliff publicó el libro El águila de la Novena, una novela histórica ambientada en las islas británicas durante la ocupación romana. El libro se convirtió rápidamente en un best-seller (iniciando una saga de títulos) y populizarió la historia de un joven oficial romano, Marcus Aquila, quien había viajado hasta Britania para averiguar el paradero de su padre, un veterano desaparecido con la Legio IX Hispana. El relato de Sutcliff era pura ficción, pero se apoyaba en un hecho que había intrigado a los especialistas en la historia del Imperio Romano durante décadas: la aparente y extraña desaparición de la Novena Legión Hispana a comienzos del siglo II de nuestra era.
Efectivamente, la última referencia fiable a esta legión data de los años 108-109 d.C., fecha de una inscripción en la que se menciona a la Novena como parte de los efectivos que están construyendo una fortaleza en la ciudad de Eboracum (actual York). Después, el silencio más absoluto. De hecho, una inscripción de época del emperador Marco Aurelio (161-180 d.C.), en la que se hace un listado de las distintas legiones en activo, no menciona en absoluto a la valerosa Novena. Esta falta de noticias sobre una de las legiones más importantes de Roma (fue fundada en Hispania por Pompeyo a mediados del siglo I a.C., y participó en la Guerra de las Galias y en la invasión de Britania) alimentó pronto diversas hipótesis. Para algunos autores, lo más probable es que las tropas de la Novena fueran masacradas en alguna batalla contra los peligrosos pictos del norte, quienes habían desarrollado una peligrosa lucha de guerrillas que traía de cabeza a las fuerzas romanas invasoras.
Mapa del Imperio Romano en tiempos del emperador Adriano. Crédito: Wikipedia.
Esta posibilidad parecía verse reforzada por los textos del escritor romano Frontón, quien reflejó por escrito las dificultades que sufrieron las tropas romanas ante las tribus autóctonas. De hecho, Frontón señala que en época del emperador Adriano (117-138), un gran número de soldados perdió la vida frente a las tribus britonas.
Esta habría sido la razón de que el propio emperador visitara personalmente las islas en el año 122, y que llevara consigo a una legión, la VI Victrix. El hecho de que las tropas de esta última se alojaran en la fortaleza de Eboracum –la misma que había sido construida por los hombres de la Novena–, demostraría para algunos autores que la “legión perdida” había sido aniquilada en algún momento. Esta humillante derrota habría motivado, por otra parte, la construcción del célebre muro de Adriano, que retrasaba las líneas de ocupación romanas hacia el Sur.
Con estas “evidencias”, la hipótesis de la Legión Novena Hispana borrada del mapa por tribus indígenas, posiblemente por los pictos, aumentó en popularidad, y más aún con el éxito de la novela de Sutcliff. En la década de los años 70 del siglo pasado, sin embargo, nuevos hallazgos y estudios parecían desterrar aquella idea, convirtiéndola en una mera leyenda. Los arqueólogos descubrieron en Noviomagus (actual Holanda), varias inscripciones en las que se mencionaba a distintos altos mandos de la Novena que no habían estado activos antes del año 122 d.C. Aquel detalle planteó la posibilidad de que la legión no hubiera sucumbido en un enfrentamiento desatado en Britania, sino que sus fuerzas fueron transferidas, primero a centroeuropa, y más tarde a Oriente Próximo. En este último destino habría sido aniquilada, esta vez sí, en algún enfrentamiento, quizán durante la revuelta de Simón Bar Kojba en Judea (132-136 d.C.), o en Capadocia, hacia el 161 d.C. En cualquier caso, tampoco tenemos evidencias históricas que permitan apuntar en una u otra dirección.
Fotograma de la película La legión del Águila. Crédito: Matt Nettheim.
En nuestros días, la desaparición de la Novena en Britania parecía haber alcanzado el status de leyenda entre los historiadores, aunque no por ello ha dejado de cautivar al público general. De hecho, en los últimos años han sido varias las obras de ficción, tanto en la literatura como en el cine, que han continuado la visión planteada por Sutcliff, aunque variando el argumento y cosechando un éxito desigual. En 1999, otra novelista, Susanna Kearsley, publicó The shadowy horses, donde presentaba a un arqueólogo que descubre los restos de un fuerte donde pudieron haberse refugiado los hombres de la legión. Más conocida es la obra de Valerio Massimo Manfredi, La última legión, vagamente inspirada en la historia que nos interesa, y donde se entremezcla un relato sobre la legendaria tropa romana con el origen del mito del rey Arturo. En el año 2010 otra novela histórica, El final de la Novena, de Stephen Lorne Bennett, presentaba a los legionarios de la Hispana sucumbiendo ante las fuerzas partas del general Cosroes, en el año 161 d.C. Ese mismo año, el director de cine británico Neil Marshall (The Descent, Dog Soldiers) estrenaba la cinta Centurión, plasmando de nuevo la historia de la “legión perdida” siendo derrotada ante los pictos, en este caso durante una emboscada.
La última adaptación cinematográfica se estrena bajo el título The Eagle (La legión del águila), un film dirigido por Kevin Macdonald que se basa directamente en la exitosa novela de Sutcliff que tanto hizo por popularizar la leyenda sobre la Novena.
Ahora, coincidiendo con el estreno de esta película, un historiador británico, el arqueólogo Miles Russell, de la Universidad de Bournemouth (Reino Unido), ha publicado un artículo en la BBC en el que plantea que, después de todo, la historia de la Novena siendo vencida en tierras británicas podría ser algo más que una leyenda.
Ahora, coincidiendo con el estreno de esta película, un historiador británico, el arqueólogo Miles Russell, de la Universidad de Bournemouth (Reino Unido), ha publicado un artículo en la BBC en el que plantea que, después de todo, la historia de la Novena siendo vencida en tierras británicas podría ser algo más que una leyenda.
Para Russell, las inscripciones descubiertas en Holanda que mencionan a oficiales de la Novena habrían sido mal datadas, procediendo en realidad de una fecha cercana al 80 d.C. Por tanto, habrían sido realizadas en un momento en el que parte de la legión había sido transferida para luchar contra las tribus germánicas en el Rhin, y no a comienzos del siglo II. Además, el arqueólogo británico vuelve a destacar el hecho de que una legión, la VI Victrix, acompañara a Adriano en su viaje a Britania, lo que indicaría que acudían a sustituir a las tropas masacradas de la Novena Hispana.
Pese a las recientes declaraciones de Russell, parece que la opinión general entre los historiadores sigue apoyando la idea de que la “legión perdida” sobrevivio a los ataques de los antiguos británicos, sucumbiendo más tarde, quizá en Oriente Próximo. Por el momento, y mientras no aparezcan nuevas evidencias arqueológicas, parece que la cuestión seguirá siendo objeto de polémica.
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