TRADUCCIÓN

domingo, 16 de febrero de 2014

LAS ARMAS DACIAS: FALX Y SICA

En el 113 AD el emperador trajano mando construir una columna para conmemorar la victoria sobre los Dacios (Actual Rumania).
 
Durante las guerras Dacias, los ejércitos del emperador Trajano se encontraron con un arma temible: la espada curva dacia. Dicha espada (falx) viene en dos versiones, a una o a dos manos. La variante  pequeña era llamada sica en el lenguaje dacio. En textos latinos era conocida como ensis falcatus o falx supina.



La variante larga para dos manos consistía en un mango de madera de tres pies de largo con una hoja de metal curvada de igual longitud con la punta hacia el exterior. La hoja estaba afilada solamente en el interior, y tenia la reputación de ser un arma temible y tremendamente efectiva.
 
En cualquier caso dejaba a su portador vulnerable al imposibilitarle el uso del escudo ya que sus dos manos estaban ocupadas. La gran fuerza que se podía aplicar con las dos manos permitía a esta arma atravesar cascos y destrozar escudos. Se decía que podía partir en dos un escudo romano de un solo golpe. Alternativamente podía ser usada como gancho cortando extremidades descubiertas o arrancando escudos.


Este arma es el único caso conocido que obligó al ejército romano a modificar su equipamiento como respuesta. Los legionarios reforzaron las protecciones de su casco añadiendo dos piezas de metal. La armadura que hasta el momento dejaba brazos y piernas desprotegidos, por tanto se introdujeron protectores para ambos (grebas y manica)



Falx es una palabra latina que significa “hoz” o “guadaña”, usada para referirse a estas herramientas agrícolas que ayudaban en la siega. Los dacios usaban largas hojas curvas parecidas a hoces o guadañas que les ayudaban con una cosecha bastante más truculenta: legionarios romanos.  



Existían dos tipos de esta temible arma: una que se usaba a una sola mano -aunque también podía usarse con ambas- y recibía el nombre de sica (“hoz pequeña”), y otra que se empuñaba con las dos manos y poseía una fuerza devastadora: el falx propiamente dicho. Marco Cornelio Frontón (siglo II e.c.) habló en alguno de sus escritos sobre las terribles heridas que causaban estas armas, capaces de segar piernas, brazos y cabezas de un sólo tajo.
 
Dacio con sica en la Columna de Trajano


Las pruebas realizadas con falx reconstruidos han demostrado que podían atravesar la armadura y los escudos romanos, hiriendo a la mayoría de los que recibían tales golpes, siendo muy eficientes cuando golpeaban cabezas, hombros, piernas, y, especialmente, el desprotegido brazo derecho con el que los legionarios usaban la espada. Se ha postulado que estas armas eran tan efectivas que los romanos revisaron el diseño de sus armaduras y reforzaron yelmos y escudos, y la arqueología parece apuntar en esta dirección como veremos a lo largo del artículo.
Recreación del poder penetrador del falx
El falx parece estar emparentado con la romphaia tracia, un arma que era mitad espada y mitad lanza y que parece derivó de un arma de asta a la que se le añadió una hoja larga para aumentar su poder de corte, algo más limitado al ser la hoja de la romphaia recta o sólo ligeramente curva.

Guerreros tracios, dos de ellos empuñando sendas romphaia
Algunos estudiosos apuntan a que este arma mezcló su diseño -o directamente derivó- con el de las hoces que muchas veces los campesinos del norte de Grecia y la Dacia usaban para defenderse, pero cuyo pequeño tamaño (unos 30 centímetros) las hacían poco efectivas. Así nacería el falx, del que al menos existían cuatro o cinco variantes por la forma y tamaño de la hoja o la empuñadura según puede interpretarse de los diversos relieves donde aparecen estas cuchillas. La hoja de la sica medía unos 40 centímetros mientras que la de los falx en torno al metro, con una empuñadura de -en líneas generales- un tercio de la longitud de la hoja.

Falx de dos manos de hoja corta
El falx -como casi todas las armas usadas con ambos brazos- era un arma puramente ofensiva al quitarle a su portador la defensa del escudo, por lo que la infantería dacia sufriría en sus cargas contra los romanos al recibir la lluvia de flechas y dardos de los auxiliares, y los pila de los legionarios. Sin embargo, una vez llegaban al cuerpo a cuerpo podían llegar a romper la línea enemiga e incluso ponerla en fuga debido al terror que inspiraban.
 


   grebas






Bien pudiera ser que aquellos que usaban el falx a dos manos fueran un cuerpo de élite, y aunque la Columna de Trajano nos muestra a los dacios luchando sin armadura en la mayoría de las escenas, otras fuentes textuales y arqueológicas apuntan a que muchos portaban armaduras de mallas o similares. Estos serían los nobles y sus séquitos, aquellos capaces de conseguir tales armaduras y quienes constituirían un núcleo de élite dentro del ejército dacio.

La Dacia era rica en metales y los dacios eran buenos herreros, por lo que no es raro ver que sus tropas estaban equipadas con hachas, espadas y ambos tipos de hojas curvas -la sica y el falx-, lo que les convertía en peligrosos enemigos incluso para las bien pertrechadas legiones romanas.

Panoplia dacia representada en el Monumento de Adamclisi
Como ya hemos apuntado, parece que durante la conquista de la Dacia el ejército romano tuvo que modificar su equipo para poder adaptarse al uso de las armas del enemigo, las cuales parecían incluso otorgarles cierta ventaja que debía ser al menos mitigada. Algunos escudos poseen bordes reforzados doblemente, pero es en los yelmos donde mejor podemos ver esta evolución. 

 


 
En muchos yelmos de la época encontramos dos tiras en forma de cruz sobre la parte superior del yelmo. Sabemos que se realizaron rápidamente en una campaña militar por lo rudimentario de los añadidos, mostrando claramente que primó la rapidez con la que se añadían que su vistosidad o factura.

Ejemplo y reconstrucción del refuerzo de los cascos
Además parece que se re-introdujeron -aunque posiblemente aun seguían en uso- de nuevo durante un breve periodo de tiempo la cota de malla -lorica hamata- y la de escamas -lorica squamata- ya que al ser más flexibles podían distribuir mejor el impacto del falx y reducir el daño. O eso han pensado algunos especialistas; sin embargo, hoy día se tiende a pensar más bien que la armadura de placas -lorica segmentata- era la mejor protección que podía llevar un soldado romano y simplemente el ejército romano no era tan homogéneo como la Columna de Trajano pueda indicar. Sería normal incluso dentro de una misma unidad que unos legionarios llevasen cotas de malla, otros segmentata y algunos armaduras de escamas.



Recordemos que la armadura romana dejaba los brazos desprotegidos. El izquierdo iba cubierto por el escudo, pero el derecho quedaba expuesto para que el brazo no tuviese que soportar más peso y pudiera golpear con rapidez y sin fatigarlo demasiado. Sin embargo se hizo necesario recurrir a protectores metálicos para el brazo derecho, la llamada manica. 

En esta ilustración vemos en primer plano un legionario con lorica segmentata y manica, y además otros dos con lorica squamata y lorica hamata.
Su empleo ya está atestiguado en la zona del Rhin y el Danubio por algunos relieves en lápidas del siglo I e.c. y los hallazgos arqueológicos no dejan dudas sobre su uso durante los siglos I y II.
 
En la Columna de Trajano los únicos que parecen portar estos brazales son algunos legionarios aislados, mientras que en el Trofeo de Adamclisi los legionarios la usan en su totalidad junto con algunos auxiliares. En la Columna de Trajano los soldados aparecen siempre vistiendo la lorica segmentata mientras que en los relieves de Adamclisi los vemos con cotas de malla o armaduras de escamas, equipados de la misma forma que los auxiliares. Al estar considerada la Columna de Trajano un monumento propagandístico y el monumento de Adamclisi más cercano a los frentes de guerra se tiende a pensar que este último era más preciso que la Columna a la hora de mostrar el equipamiento.
 


Reconstrucción de Tropaeum Traiani de Adamclisi
Y es que fueron tantas las legiones que se movilizaron durante las campañas contra los dacios y tantas las batallas y escaramuzaras que se libraron que no es de extrañar que durante las Guerras Dacias el aspecto homogéneo de las legiones acabase siendo alterado por las necesidades puntuales de la guerra.

Para saber más:
-Osprey, Men-at-Arms 129 - Rome's Enemies: Germanic and Dacians (1982) 
-Osprey , Men-At-Arms 360 - The Thracians  (2001)
-Greece and Rome at War, Peter Connolly (1981)
-Tiberius Claudius Maximus: The Legionary, Peter Connolly (1988)
-The Dacian threat, Michael Schmitz  (2005)

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