Raimundo significa "Buen consejo". Nació en Peñafort, cerca de
Barcelona, España, en 1175. A los 20 años ya era profesor de filosofía en un
colegio de Barcelona, y a los 30 años era profesor en la famosa Universidad de
Bolonia (Italia), donde se había doctorado.
En 1222 entró en la Comunidad de Padres Dominicos cuando apenas
hacía ocho meses que había muerto San Domingo de
Guzmán, el fundador de esa Comunidad.
Pidió a sus superiores que le pusieran oficios duros y
humillantes para hacer penitencia de sus pecados, especialmente de su orgullo.
Pero los superiores le pusieron por oficio y tarea el dedicarse a coleccionar
las respuestas que los sabios antiguos de la Iglesia daban a ciertas preguntas
difíciles de los fieles, lo cual llamó "Casos de conciencia" y compuso entonces
su famoso libro llamado "Summa" o resumen de respuestas difíciles en la
confesión.
Raimundo obtuvo de Dios la "eficacia de la palabra", o sea que
su predicación lograra conmover a los oyentes y convertirlos. Y así recorrió
ciudades y campos de Aragón, Castilla y Cataluña y los que lo acompañaban decían
que parecía casi imposible que un predicador lograra tantas transformaciones con
sus sermones.
Junto con San Pedro Nolasco, Raimundo fundó la Comunidad de los
Padres Mercedarios, dedicada a rescatar a los cristianos secuestrados por los
mahometanos o turcos.
En 1230 el Papa Gregorio IX llamó a Raimundo a Roma y entre
otros cargos que le dio, lo nombró su confesor. Una de las penitencias que éste
santo le puso al Sumo Pontífice fue que atendiera siempre muy bien las
peticiones que le hicieran los pobres.
El Papa le encomendó que recogiera y publicara todos los
decretos que habían dado los Pontífices y los Concilios. Después de tres años de
trabajo publicó su famosísimo libro titulado "Decretales", el cual han tenido
que consultar después por varios siglos todos los que quieren saber que
ordenaron o qué prohibieron los Pontífices y Concilios de la antigüedad.
El Pontífice lo nombró obispo, pero poco después el santo
obtuvo que el Papa le aceptara la renuncia. Los religiosos de su Comunidad lo
eligieron Superior General, pero a los dos años renunció. Se consideraba apto
para predicar y escribir, pero no para mandar.
Los últimos 33 años de su vida los dedicó a convertir
cristianos pecadores y a obtener que muchos musulmanes se pasaran al
cristianismo. En una carta a su superior en 1256 le informa que ya ha logrado
que 10,000 mahometanos se vuelvan cristianos.
Este santo murió cuando estaba por cumplir los 100 años, en
1275. Dos reyes asistieron a su entierro y en su sepulcro se obraron
maravillosos milagros.
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