“Padre, sé que he quebrantado tus leyes y que mis pecados me han separado de ti. Estoy sinceramente arrepentido y ahora quiero apartarme de mi pasado pecaminoso y dirigirme hacia ti.
Oh Jesús, a través de tu compasión,
enséñanos a perdonad desde el amor,
enséñanos a olvidad desde la humildad
Ayúdanos a examinar nuestro corazón y
a ver si hay alguna herida no perdonada,
o alguna amargura sin olvido.
Permite que el Espíritu Santo
penetre en mi espíritu y remueva
todo rastro de enojo.
Derrama tu amor, paz y alegría en
nuestros corazones, en proporción a
nuestro vacío de propia complacencia,
vanidad, ira y ambición .
ayúdanos a cargar con ánimo
la Cruz de Cristo.
Por favor, perdóname y ayúdame a no pecar de nuevo. Creo que tu hijo Jesucristo murió por mis pecados, resucitó de la muerte, está vivo y escucha mi oración. Invito a Jesús a que se convierta en el Señor de mi vida, a que gobierne y reine en mi corazón de este día en adelante.
Por favor, envía tu Espíritu Santo para que me ayude a obedecerte y a hacer tu voluntad por el resto de mi vida. En el nombre de Jesús oro, amén.”
Si decidiste convertirte en cristiano el día de hoy, bienvenido a la familia de Dios. Ahora, como una forma de crecer más cerca de él, la Biblia nos dice que sigamos adelante con nuestro compromiso
- Bautízate como lo ordenó Cristo.
- Dile a otra persona de tu nueva fe en Cristo.
- Pasa tiempo con Dios cada día. No tiene que ser un largo periodo de tiempo. Simplemente desarrolla el hábito diario de orar y leer su Palabra. Pídele a Dios que incremente tu fe y tu comprensión de la Biblia.
- Busca estar en comunión con otros cristianos. Sé parte de un grupo de amigos Cristianos que responda tus inquietudes y te apoye.
- Encuentra una iglesia local en la que puedas adorar a Dios.
Uno de los peores negocios para un cristiano es ocultarle a Dios cosas negativas, "pecados o pecaditos", porque con esa actitud prácticamente ignoramos uno de los atributos más importantes del carácter de Dios: Su omnisciencia. El sabe y conoce todo?conoce nuestro corazón y nuestra mente, aún nuestras intenciones; entonces, ¿qué ganamos escondiéndole faltas?
Lo que nos impide confesar nuestros "pecaditos" (categorización que no existe en la perspectiva de Dios, sólo en la nuestra) es la actitud de minimizar nuestras faltas. Decimos: "OH!, son cosas pequeñas que no hacen daño a nadie, etc.", dando un golpe mortal a la santidad.
El Salmo 32: 3 y 4 es claro e ilustrativo sobre los efectos de esconder y no confesar pecados:
"Mientras callé se envejecieron mis huesos? se volvió mi verdor en sequedad". El líder cristiano no puede darse el lujo de callar sus faltas, es decir, no confesarse diariamente de rodillas delante del Señor.
¿Este es el inicio de la debacle? ¡es el peor negocio que hace en su vida!
Proverbios 28:13 y 14 también enseña sobre este punto: "El que encubre sus pecados no prosperará; más el que confiesa y se aparta alcanzará misericordia. Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios; más el que endurece su corazón caerá en el mal".
Uno de los principios más importantes para una vida santa es la transparencia, primero con Dios, y luego consigo mismo y los demás. Tenemos que ser totalmente transparentes con Dios hasta en los pequeñísimos detalles.
La transparencia nos impulsa a confesarnos cotidianamente delante de Dios sin temores ni rodeos. El líder transparente sabe que una de las bases de su éxito es ser examinado, revisado y limpiado constantemente por su Salvador.
Sin arrepentimiento y confesión de pecados no hay perdón ni limpieza. Jesucristo no puede limpiar pecados inconfesos? ¡Esto es clave!. Cristo no limpia excusas o auto-justificaciones.
El Espíritu Santo nos convence de pecado, pero los líderes cristianos debemos desear arrepentirnos, decidirnos a confesar nuestros pecados a Dios; determinarnos a humillarnos delante de Jesús y aspirar a ser totalmente limpios por la Sangre del Cordero.
Remordimiento Vs. Arrepentimiento
Hay diferencia entre "sentir remordimiento" por un pecado y "estar arrepentido por un pecado"; en esta cuestión radica uno de los problemas modernos que impide que haya limpieza total en el cristiano.
El remordimiento produce culpa, el arrepentimiento convicción de pecado.
Lo que nos impide confesar nuestros "pecaditos" (categorización que no existe en la perspectiva de Dios, sólo en la nuestra) es la actitud de minimizar nuestras faltas. Decimos: "OH!, son cosas pequeñas que no hacen daño a nadie, etc.", dando un golpe mortal a la santidad.
El Salmo 32: 3 y 4 es claro e ilustrativo sobre los efectos de esconder y no confesar pecados:
"Mientras callé se envejecieron mis huesos? se volvió mi verdor en sequedad". El líder cristiano no puede darse el lujo de callar sus faltas, es decir, no confesarse diariamente de rodillas delante del Señor.
¿Este es el inicio de la debacle? ¡es el peor negocio que hace en su vida!
Proverbios 28:13 y 14 también enseña sobre este punto: "El que encubre sus pecados no prosperará; más el que confiesa y se aparta alcanzará misericordia. Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios; más el que endurece su corazón caerá en el mal".
Uno de los principios más importantes para una vida santa es la transparencia, primero con Dios, y luego consigo mismo y los demás. Tenemos que ser totalmente transparentes con Dios hasta en los pequeñísimos detalles.
La transparencia nos impulsa a confesarnos cotidianamente delante de Dios sin temores ni rodeos. El líder transparente sabe que una de las bases de su éxito es ser examinado, revisado y limpiado constantemente por su Salvador.
Sin arrepentimiento y confesión de pecados no hay perdón ni limpieza. Jesucristo no puede limpiar pecados inconfesos? ¡Esto es clave!. Cristo no limpia excusas o auto-justificaciones.
El Espíritu Santo nos convence de pecado, pero los líderes cristianos debemos desear arrepentirnos, decidirnos a confesar nuestros pecados a Dios; determinarnos a humillarnos delante de Jesús y aspirar a ser totalmente limpios por la Sangre del Cordero.
Remordimiento Vs. Arrepentimiento
Hay diferencia entre "sentir remordimiento" por un pecado y "estar arrepentido por un pecado"; en esta cuestión radica uno de los problemas modernos que impide que haya limpieza total en el cristiano.
El remordimiento produce culpa, el arrepentimiento convicción de pecado.
El remordimiento lleva al creyente a pedir perdón para "deshacerse" de la culpa o del malestar interno que no lo deja tranquilo.
El arrepentimiento busca reconciliación con Dios y restauración de la relación.
El remordimiento busca calmar la conciencia. Es anestésico!
El corazón arrepentido busca limpieza total y radical, para entrar en la presencia de Dios.
El remordimiento es auto-sugestivo.
El arrepentimiento es un acto de fe y de amor.
El remordimiento es superficial y por eso, subliminalmente, no conlleva un verdadero interés por salir del pecado.
El arrepentimiento nos lleva a un firme propósito de salir del pecado .
El remordimiento es urgente. El arrepentimiento es profundo.
El remordimiento es psicológico (mental). El arrepentimiento es espiritual.
El remordimiento es un maquillaje basado en "el hábito espiritual de pedir perdón": 70 veces se pide perdón y 70 veces se cae en el mismo pecado (muy frecuente en estas épocas).
El remordimiento es un maquillaje basado en "el hábito espiritual de pedir perdón": 70 veces se pide perdón y 70 veces se cae en el mismo pecado (muy frecuente en estas épocas).
El sentir remordimiento no nos saca del pantano, más bien nos introduce más en él.
El arrepentimiento nos convence profundamente de que el pecado nos destituye de la presencia de Dios.
Lo que más le interesa al individuo con remordimientos es estar en paz consigo mismo (tener la conciencia tranquila). Para estar tranquilo confiesa su pecado, pide perdón a Dios, y cree que ya está todo solucionado... pero se equivoca! Lo central no es el acto mismo de confesión y de pedir perdón: este es el procedimiento o la forma, y aún los fariseos caían en esta costumbre.
Lo que más busca el corazón arrepentido es estar en paz y comunión con Dios. Porque sabe que sólo "el de manos limpias y corazón puro entra al Lugar Santísimo" Salmo 24: 3 y 4.
El remordimiento a la luz de Dios, es un auto-engaño.
Lo que más le interesa al individuo con remordimientos es estar en paz consigo mismo (tener la conciencia tranquila). Para estar tranquilo confiesa su pecado, pide perdón a Dios, y cree que ya está todo solucionado... pero se equivoca! Lo central no es el acto mismo de confesión y de pedir perdón: este es el procedimiento o la forma, y aún los fariseos caían en esta costumbre.
Lo que más busca el corazón arrepentido es estar en paz y comunión con Dios. Porque sabe que sólo "el de manos limpias y corazón puro entra al Lugar Santísimo" Salmo 24: 3 y 4.
El remordimiento a la luz de Dios, es un auto-engaño.
El arrepentimiento es dejar que la verdad de Dios prevalezca ante nuestras mentiras.
Arrepentirse es volverse radicalmente a Dios sin importar las consecuencias.
Arrepentirse es volverse radicalmente a Dios sin importar las consecuencias.
El remordimiento mide y calcula las consecuencias? y este punto, precisamente, no le permite al cristiano arrepentirse verdaderamente, pues quiere controlar y regular las consecuencias, máxime si éstas son graves y funestas ( situación bastante frecuente en el líder cabeza de ministerio).
Ante pecados graves, el líder realmente arrepentido está dispuesto a someterse a la consejería pastoral y a la disciplina de la iglesia o el ministerio, porque lo que más le interesa es que su vida sea totalmente restaurada.
Ante pecados graves, el líder realmente arrepentido está dispuesto a someterse a la consejería pastoral y a la disciplina de la iglesia o el ministerio, porque lo que más le interesa es que su vida sea totalmente restaurada.
Por el contrario, el líder con remordimientos huye, se escabulle, rechaza todo tipo de disciplina y consejería pastoral, y hasta se auto-disciplina (en secreto) para no dejar el timón de su ministerio y, principalmente, cuidar su imagen pública .
¡Cuántos líderes hemos caído en esta trampa! ¡Cuántos líderes hemos puesto nuestra imagen pública por encima de los intereses de Dios y, en muchos casos, por encima del mismo Dios! Por nuestra imagen personal no nos arrepentimos correctamente; cuidando demasiado nuestro prestigio es que empezamos a esconder pecados que a la postre vienen a ser " la grieta que tumba la pared y, al final, la casa ".
Los ministerios e iglesias liderados por personas en estas condiciones entran en una desolación y no prosperan, se estancan, y muchos fracasan. Sólo porque el líder no se ha humillado, quebrantado ni arrepentido verdaderamente, y no está dispuesto a apartarse o renunciar al ministerio hasta que su vida sea totalmente restaurada.
Cuántos ministerios soportan esta tragedia! Líderes que por protegerse incorrecta y descentradamente, se "adueñan" del ministerio, y por evitar ellos las consecuencias, hacen sufrir al ministerio hasta dejarlo prácticamente en cenizas. ¿Cuántos ministerios e iglesias florecientes y con mucho potencial se han estancado por el pecado en el liderazgo?
¡Cuántos líderes hemos caído en esta trampa! ¡Cuántos líderes hemos puesto nuestra imagen pública por encima de los intereses de Dios y, en muchos casos, por encima del mismo Dios! Por nuestra imagen personal no nos arrepentimos correctamente; cuidando demasiado nuestro prestigio es que empezamos a esconder pecados que a la postre vienen a ser " la grieta que tumba la pared y, al final, la casa ".
Los ministerios e iglesias liderados por personas en estas condiciones entran en una desolación y no prosperan, se estancan, y muchos fracasan. Sólo porque el líder no se ha humillado, quebrantado ni arrepentido verdaderamente, y no está dispuesto a apartarse o renunciar al ministerio hasta que su vida sea totalmente restaurada.
Cuántos ministerios soportan esta tragedia! Líderes que por protegerse incorrecta y descentradamente, se "adueñan" del ministerio, y por evitar ellos las consecuencias, hacen sufrir al ministerio hasta dejarlo prácticamente en cenizas. ¿Cuántos ministerios e iglesias florecientes y con mucho potencial se han estancado por el pecado en el liderazgo?
Oración de reconciliación
Oh Jesús, a través de tu compasión,
enséñanos a perdonad desde el amor,
enséñanos a olvidad desde la humildad
Ayúdanos a examinar nuestro corazón y
a ver si hay alguna herida no perdonada,
o alguna amargura sin olvido.
Permite que el Espíritu Santo
penetre en mi espíritu y remueva
todo rastro de enojo.
Derrama tu amor, paz y alegría en
nuestros corazones, en proporción a
nuestro vacío de propia complacencia,
vanidad, ira y ambición .
ayúdanos a cargar con ánimo
la Cruz de Cristo.
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