"La pornografía consiste en sacar de la intimidad de los protagonistas actos sexuales, reales o simulados, para exhibirlos ante terceras personas de manera deliberada. Ofende la castidad porque desnaturaliza la finalidad del acto sexual. Atenta gravemente a la dignidad de quienes se dedican a ella (actores, comerciantes, público), pues cada uno viene a ser para otro objeto de un placer rudimentario y de una ganancia ilícita. Introduce a unos y a otros en la ilusión de un mundo ficticio. Es una falta grave. Las autoridades civiles deben impedir la producción y la distribución de material pornográfico". (Catecismo de la Iglesia Catolica nº 2354)
Un estudio de Optenet refiere que el 35% de las páginas web existentes, al
menos hasta diciembre de 2008, son pornográficas. Un artículo publicado en la
versión digital de Diario Uno, Argentina, reportaba 95,6 millones de páginas web
dedicadas a la pornografía (cf. Cibersexo en 95,6 millones de páginas web,
01.09.2009).
Hasta antes de internet la pornografía tenía más difícil la entrada a los
hogares. Además costaba. Ahora basta una conexión a la red.
Según un estudio de la Universidad de New Hampshire, del año 2007, en
Estados Unidos cada mes hay más de 35 millones de visitas a páginas
pornográficas.
A inicios de diciembre de 2008, LibertadDigital.com reportó que la palabra
«sexo», en los buscadores de Yahoo.com, había sido uno de los tres términos más
buscados durante ese año.
La facilidad para acceder a portales con esos contenidos supera la mera
consideración teórica de cuestiones éticas; al constatar las consecuencias
emocionales, psicológicas, físicas y relacionales de quienes caen en las redes
de la pornografía, no se puede permanecer indiferente. Esto se acentúa todavía
más en el caso concreto del ambiente familiar, y todo lo que ese ambiente supone
y representa.
Consecuencias
Un artículo de John Flynn, L.C., para la agencia de noticias Zenit
recogía las conclusiones a los que el libro de Jill. C. Manning (¿Cuál es
el gran negocio de la pornografía? Una guía para le generación de internet)
llegaba en el tema de los daños que la pornografía producía. Estos eran:
«1. Se trata de algo potencialmente adictivo. Como tal puede obstaculizar
la capacidad de una persona para tomar decisiones claras;
2. Puede distorsionar poderosamente la visión de una persona sobre cuerpos,
relaciones y sexualidad;
3. Lleva a la gente a cosificar a los demás, viéndolos como juguetes
sexuales que existe sólo para su propia satisfacción;
4. Debido a su influencia distorsionadora mina las oportunidades de los
jóvenes de tener seguridad en sí mismo, ser felices y crear relaciones duraderas
en el futuro.
5. Afecta por tanto su capacidad de ver la vida de forma verdadera,
provechosa y sana».
Y agregaba Flynn otros efectos secundarios que Manning recoge también en su
libro:
«1. Disminución de la sensibilidad hacia las mujeres, mostrando más
agresiones, rudeza y falta de respeto.
2. Disminución del deseo de tener hijos y formar una familia.
3. Aumento del riesgo de tener dificultades en las relaciones
íntimas.
4. Aumento del riesgo de abusar sexualmente de los demás.
5. Aumento del riesgo de recibir información incorrecta sobre la sexualidad
humana.
6. Aumento del riesgo de insatisfacción sexual con el/la futuro/a
esposo/a.
7. Aumento del riesgo de divorcio una vez casado»
Manning también fustigaba una de las «mayores mentiras de la venta de
pornografía», el argumento de que verla ayudará a los jóvenes a comprender la
sexualidad y tener más confianza. De hecho, añadía, los consumidores de
pornografía tienen más inseguridades ante los miembros del otro sexo y más
dificultad para desarrollar relaciones cercanas” (cf. Zenit, ¿Limpiar internet
de pornografía?, 25.01.2009).
Otro especialista, Robert Peters, presidente de Morality in
Media, ponía de manifiesto un mal social que también se desprende de la
pornografía: el tráfico de mujeres.
Sobre ese punto refirió en una conferencia en el Kings College de Nueva
York, el pasado mes de enero de 2009: «No todas estas mujeres son pagadas.
Algunas (tal vez muchas) son forzadas. Y cuando los adolescentes y los adultos
buscan este abominable material, ayudamos a crear el mercado que asegura que se
hará más de esto».
Focalizando los efectos perniciosos de la relación matrimonio-pornografía,
Peters explicó que suele «ser el esposo quien es adicto a la pornografía. Esta
adicción puede afectar negativamente (destruir) el matrimonio de muchas maneras:
el esposo puede perder el interés sexual en su esposa, o actuar sus fantasías
alimentadas por la pornografía con su cónyuge, o en vez de ella con una
prostituta. Puede gastar decenas de miles de dólares alimentando su adicción.
Incluso si la adicción no destruye el matrimonio, puede causarle al cónyuge
inocente mucho dolor».
Y también matizó que la pornografía aleja a los jóvenes del matrimonio pues
«muchos jóvenes adultos prefieren la masturbación delante de una computadora en
vez de pasar tiempo con una mujer».
Meses más tarde, en septiembre de 2009, el Morality in Media, de
Robert Peters, publicó un estudio titulado How Adult Pornography Contributes To
Sexual Exploitation of Children (Cómo contribuye la pornografía adulta a la
explotación sexual de niños). El informe ponía de manifiesto la amenaza que la
pornografía suponía para los niños. ¿Por qué específicamente?
John Flynn, L.C., resumía los puntos en otro artículo publicado por la
agencia Zenit (cf. La amenaza a los niños de la pornografía, 25.11.2009):
«1. Los delincuentes utilizan pornografía adulta para preparar a sus
víctimas.
2. Para muchos delincuentes hay una progresión desde ver pornografía adulta
hasta ver pornografía infantil.
3. Los hombres actúan con las niñas prostitutas como ven en la pornografía
adulta, y los chulos usan pornografía adulta para instruir a las niñas
prostitutas.
4. Los niños imitan con otros niños el comportamiento que ven en la
pornografía adulta.
5. La adicción a la pornografía de adultos destruye matrimonios, y los
hijos en los hogares con un solo progenitor corren más riesgo de sufrir
explotación sexual».
Cotos a la pornografía en
internet
Ciertamente, las medidas que se están tomando para cercar la pornografía en
internet en diversos países del mundo son alentadoras.
A mediados de junio de 2008 el fiscal general del Estado de Nueva York,
Andrew Cuomo, firmó un acuerdo con los tres principales proveedores de
internet en Estados Unidos (Verizon, Sprint y Time Warner Cable) para aplicar un
filtro que impida el acceso a portales de pornografía infantil.
Según International Herald Tribune (cf. U.S. ISPs agree to block Access to
child porn, 12.06.2008), se logró llegar a este acuerdo después de que agentes
de la fiscalía se hicieran pasar por clientes de esas empresas. En principio las
empresas decían negar el acceso a ese tipo de contenidos, pero efectivamente no
lo hacían. Los «clientes» denunciaron el hecho, no se les prestó atención en un
inicio, pero cuando se les presentaron pruebas y se les amenazó de acusarlas de
fraude, estuvieron prontas a colaborar.
Desde diciembre de 2008, YouTube.com «endureció» su política de publicación
de videos con contenido erótico (material explícitamente pornográfico no se
puede publicar). En palabras de Scott Rubin, portavoz del portal de
videos, a The New York Times, «lo que ocurre es que siempre estamos buscando
maneras de mejorar la experiencia en YouTube».
En otra parte del mundo, en Indonesia, el gobierno aprobó el bloqueo
general a páginas pornográficas. Esta medida era uno de los puntos de la
penalización por la producción y acceso a este tipo de contenidos en internet.
Irán y China también tienen filtros nacionales para bloquear el acceso de sus
ciudadanos a material pornográfico.
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