TRADUCCIÓN

jueves, 16 de mayo de 2013

TERROR ROMANORUM

Viriato. (?-139 a. C.). Caudillo de los lusitanos desde el 147 al 139 a. C. Su nombre derivaba, quizá, de virias, término céltico que significaba 'brazalete', en el sentido de jefatura; entre los grupos célticos, los que llevaban las virias eran los jefes. También se ha apuntado su posible relación con la palabra uiro, que aparece en escritos celtíberos y significaría 'hombre'.

La manera de presentar a Viriato en las fuentes históricas romanas, como un pastor rústico y bandolero, bien pudo ser el tópico que Roma necesitaba para desacreditarle. Es posible que en vez de haber nacido en la sierra de la Estrella, como contaban los historiadores romanos, lo hubiera hecho en la Beturia, en la baja Extremadura actual, lugar que contaba con amplias influencias del mundo civilizado mediterráneo desde tiempos tartesios y que también estaba muy influido por el mundo cartaginés, ya que, al aprecer, tras la Segunda Guerra Púnica muchos libiofenicios se asentaron en esta región, y el gran número de soldados, provenientes de distintas ciudades lusitanas, que comandaba indicaba una elevada capacidad económica y nivel de organización, características propias de estructuras socioeconómicas evolucionadas; esto también se refleja en las riquezas que atesoraba su suegro Astolpas.

 A pesar de ser una persona de hábitos austeros, al igual que los caudillos cartagineses, su capacidad para enfrentarse a las legiones romanas de forma organizada refleja más a un aristócrata, príncipe o régulo lusitano, capaz de estructurar un amplio territorio. Las campañas de Viriato contra Roma a partir del 147 a. C., encabezada por las ciudades de fuerte influencia cartaginesa: Sexi (Almuñécar), Malaka y Carmo (Carmona). Viriato fue el único caudillo de toda Iberia que comprendió que a Roma solo se la podía derrotar con la unión de las etnias célticas y celtíberas bajo un mando unificado; a este objetivo dedicó una parte importante de sus esfuerzos, pero no lo llegó a conseguir, a pesar de lograr resultados parciales, como la sublevación de los numantinos del 143 a. C. Su gran fama y su puesto en la historia se deben a las repetidas veces que derrotó al ejército romano, la mayoría de ellas en inferioridad numérica.



Una de sus tácticas favoritas era simular un ataque y batirse después en retirada, induciendo a los ejércitos romanos a que salieran en su persecución; ésta se producía de forma rápida y desordenada, lo que le permitía atraerles hacia un lugar propicio, como un valle cerrado o una zona desconocida, para tenderles una emboscada y causar miles de bajas en el ejército perseguidor.

Viriato pudo haber desarrollado sus habilidades militares como cabecilla de las grandes bandas de lusitanos que realizaban sus incursiones periódicas en el valle del Baitis (Guadalquivir). Los romanos decían de él que era muy superior a los demás lusitanos en fortaleza, rapidez, agilidad y destreza, que estaba acostumbrado a ingerir poco alimento y que su reputación no solo se debía a ser un excelente guerrero sino también un gran general, honesto en el reparto del botín, pues daba parte importante a los hombres que más se hubieran distinguido en la batalla y no guardaba para sí mismo nada que se obtuviera a través del esfuerzo común.

De su vida personal solo sabemos quese casó con la hija del jefe lusitano Astipas, o Astolpas, y que en su propia boda dio una lección de humilidad y austeridad. Tras la gran matanza de lusitanos perpretada por Galba (151 a. C.), los supervivientes pasaron a atacar y saquear la Turdetania, donde fueron vencidos más tarde por el ejército del pretor Cayo Vetilio, momento en el que proclamaron caudillo a Viriato (147 a. C.). Mediante ataques y repliegues sucesivos, logró que el ejército de Vetilio le persiguiera por los desfiladeros del río Barbesula (Guadiaro); en Tríbola (Serranía de Ronda), la caballería lusitana cerró la salida y la infantería bajó rápidamente por las laderas sobre un estirado y no bien organizado ejército romano, causándole nada menos que 10.000 bajas, incluida la del propio pretor Vetilio. Esta importante victoria proporcionó a Viriato el control de prácticamente todo el valle del Baitis (Guadalquivir). Al año siguiente el cuestor C. Plantio solicitó ayuda a los titos y los belos, celtíberos aliados de los romanos, que le enviaron 5.000 guerreros, aunque estos nunca llegaron a contactar con Plantio ya que fueron sorprendidos en una emboscada por Viriato. Tras atacar la Carpetania para eliminar todas las guarniciones romanas, se retiró con un enorme botín al monte Venus, en la sierra de San Vicente, cerca de la sierra de Gredos, para posteriormente tomar por sorpresa Segóbriga (Saelices, Cuenca).

A partir de entonces fue tomando conciencia de la importancia de una acción conjunta de todos los pueblos peninsulares para vencer a una gran potencia como Roma, por lo que comenzó a establecer contactos y a preparar, principalmente con los celtíberos, una sublevación contra los romanos, que no llegó a fraguar sino años más tarde, en el 144 a. C. Roma envió contra los lusitanos un ejército de 15.000 soldados, 2.000 jinetes y 10 elefantes, al mando del cónsul Fabio Máximo Emiliano, hermano de Escipión Emiliano. Sus enfrentamientos con Viriato se saldaron con un balance equilibrado, aunque al final logró vencer a los lusitanos en Baikor (Bailén), por lo que estos se tuvieron que retirar del valle del Baitis (Guadalquivir). Viriato pidió entonces ayuda a los celtíberos, y la recibió de los arévacos, al mando de Olónico. Tras un periodo de recuperación en Sierra Morena logró varios triunfos sobre cónsules y pretores romanos en los años 143 y 142 a. C.

El Senado romano decidió entonces someter definitivamente a los lusitanos, para lo que envió en el 141 a. C. al procónsul Fabio Máximo Serviliano con 20.000 soldados, caballería númida (africana) y 10 elefantes. Los enfrentamientos entre ambos ejércitos hicieron replegarse a Viriato hacia la Lusitania, aunque a los romanos les costó la pérdida de más de 3.000 soldados. Serviliano entonces atacó las ciudades del valle del Guadalquivir que habían sido aliadas de los lusitanos, como Obulco (Porcuna), Tucci (Martos) y Astigi (Écija), y posteriormente asedió ciudades al sur de la Extremadura actual, donde Viriato le atacó por sorpresa, le derrotó y comenzó su persecución. Viendo Serviliano lo extremadamente delicado de su situación, ofreció a Viriato la paz, así como amistad permanente y el respeto de las fronteras tal como estaban en aquel momento.

El acuerdo se firmó en el 140 a. C., pero solo un año después Roma lo rompió y el cónsul Servilio Cepión hubo de reemprender la lucha contra los lusitanos, por lo que Viriato volvió a retirarse al monte Venus. Cepión desembarcó tropas en los puertos lusitanos, y recibió además la ayuda del ejército de Popilio Lenas, que tras haber fracasado en sus intentos de rendir Numancia, pasó a atacar la Lusitania por el valle del Dourios (Duero). Después de ser derrotado en Azuaga (Badajoz), Viriato se vio obligado, a mediados del 139 a. C., a negociar la paz con Cepión, para lo que envió al campamento romano a tres jefes de su ejército (Audax, Ditalkón y Minuro), que eran naturales de Urso (Osuna) y que hacía tiempo habían desertado de las filas romanas pasándose a las lusitanas. Cepión compró a estos embajadores de paz, que asesinaron a Viriato en su campamento mientras dormía, y huyeron posteriormente a territorio romano. Aunque otro caudillo, Tántalo, trató de continuar la guerra, fue pronto vencido y se rindió al cónsul Décimo Junio Bruto a finales de 139 a. C. o principios del 138 a. C., momento que marca el final de las Guerras Lusitanas.

El funeral de Viriato fue una gran manifestación de reconocimiento: sacrificio de animales, desfiles y celebración de combates rituales sobre su tumba. La paz romana de la Lusitania al morir Viriato vino acompañada del reparto de tierras, con lo que Roma trataba de evitar el bandidaje lusitano. Sin embargo, los lusitanos continuaron realizando incursiones contra los romanos en diferentes ocasiones a lo largo de más de un siglo después de la muerte de Viriato.

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