Hace más de una década provocó un terremoto académico rompiendo con la historiografía canónica sobre la Segunda República y la Guerra Civil. Su trilogía, de la que se han vendido cientos de miles de ejemplares, abrió un debate necesario sobre uno de los periodos claves de nuestra historia.
Moa conoce a fondo la historia y la intrahistoria de una época tormentosa que tuvo como preludio la Segunda República y como plato principal la Guerra Civil. En los últimos diez años el historiador se ha rearfimado una y otra vez en su visión nada idílica de la República.
¿Cómo explicaría la República a un extranjero?
Habría que explicársela también a uno de aquí porque la mayoría de la gente no tiene ni idea o tiene ideas completamente equivocadas. Quien mejor define la República son sus tres padres espirituales: Ortega y Gasset, Gregorio Marañón y Pérez de Ayala. Ortega empezó enseguida a decir “¡no es eso, no es eso! Pérez de Ayala tiene frases como esta: “cuanto se diga de los desalmados mentecatos que engendraron y luego nutrieron a sus pechos nuestra gran tragedia”, se refiere a los republicanos, “todo me parecerá poco. Lo que nunca pude concebir es que hubieran sido capaces de tanto crimen, cobardía y bajeza”. Gregorio Marañón dice “mi amor a la verdad me obliga a reconocer que la República ha sido un fracaso trágico, tendremos que estar maldiciendo varios años la estupidez y la canallería de estos cretinos criminales y no habremos acabado, ¿cómo poner peros, aunque los haya, a los del otro lado?”
Podemos ir al socialista Besteiro que dijo que los nacionales habían librado a España de aquella pesadilla. Podemos recurrir a Azaña que, en sus diarios, está constantemente hablando de los republicanos, a quienes trata de “botarates”, de “gente ligera, sentimental y de poca chaveta”, habla de “una política tabernaria e incompetente de amigachos, de codicia y botín sin ninguna idea alta”. Cuando uno ve esto se queda asombrado de que ahora se lancen enormes loas a la República como si fuera un régimen idílico, una maravilla. No lo fue en absoluto.
¿Qué tuvo de bueno la República?La República empezó como un régimen democrático-liberal. Sin embargo los fundadores enseguida fueron desbordados. Antes de un mes se produjo la quema de conventos, bibliotecas y centros de enseñanza que marca un antes y un después. Como democracia liberal aquello no podía funcionar. La democracia se arruinó después de octubre del 34. La Guerra Civil vino de la destrucción de la legalidad república destruida por la izquierda
¿Fue la República española una República sin republicanos?Fue una República sin demócratas, republicanos se declaraban todos y no que no se declaraban como tal la admitían. La República pudo haber funcionado simplemente con que las izquierdas hubieran reconocido el derecho de las derechas a gobernar.
¿En qué momento la República sella su certificado de defunción?En las elecciones del 36. En el 34 sufre un asalto que la deja malherida pero pudo haberse recuperado porque los asaltantes fueron derrotados. Las elecciones de febrero del 36 ya no son democráticas y abren la puerta a un proceso en el que la legalidad republicana desaparece. Son cinco meses en los que hay 300 muertos, cientos de iglesias quemadas.. etc. Y lo que es más grave, la policía y el Gobierno no perseguían a los causantes de esos desmanes sino a las víctimas. Y eso culmina en el asesinato de Calvo Sotelo. Un jefe de la oposición asesinado por policías y milicianos socialistas revela cuál era la situación entonces.
¿Quién acabó con la República?Yo diría Largo Caballero y Alcalá Zamora.
Largo Caballero porque quería la dictadura del proletariado, quería la Guerra Civil con estas palabras, la veía como una cosa muy positiva porque iba a dar paso al socialismo. Azaña y los demás le siguieron el juego. Azaña diseñó una estrategia alucinada, la explica él en un discurso en el que decía que la “inteligencia republicana” dirigiría a las masas “en la bárbara robustez de su instinto” a un “programa de demolición de la tradición española”, en particular de la católica. Se equivocó. La inteligencia republicana era escasísima, según él todos eran unos botarates.
Quien arrastró al final fueron lo que él llama las “masas en la bárbara robustez de su instinto”, es decir, los sindicatos y la ultraizquierda.
Ahora bien, después de la victoria del 34 quien esterilizó los frutos de esa victoria impidiendo la estabilización y provocando el hundimiento de la derecha fue Niceto Alcalá Zamora. Lo hizo básicamente por motivos, los he estudiado en “Los personajes de la República vistos por ellos mismos”, personales y de chifladura política.
Fernando Díaz Villanueva
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