Una semana después de que se conociera la concesión del Premio Jerusalén al español Antonio Muñoz Molina, los grupos anti-israelíes y propalestinos ya han comenzado su campaña contra el escritor, quien anunció que viajaría al país a recoger el galardón.
Se trata del mismo grupo de intelectuales que ya han alentado este tipo de boicots en otras ocasiones: el coautor de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (y autor del manifiesto Indignaos), Stéphane Hessel , el cantante Roger Waters, el cineasta Ken Loach, el escritor y dramaturgo John Berger, el escritor y columnista Luis García Montero, la autora norteamericana Alice Walker, el guionista británico Paul Laverty y el poeta surafricano Breyten Breytenbach.
En el pasado presionaron a músicos como Leonard Cohen - que tuvo que suspender un concierto en Ramala- , Serrat y Sabina, The Pixies, Rihanna, Metallica, Elvis Costello... tratando de conseguir que no actuaran en Israel. Un boicot musical perfectamente organizado.
El grupo señala que tienen "la obligación de revelar al público lo que los opresores intentan mantener oculto, renunciar a que les hagan cómplices de sus violaciones y crímenes, y reclamar en voz alta: Justicia, Libertad y Dignidad para los oprimidos".
Los firmantes solicitan a Muñoz Molina que "reconsidere su posición y renuncie al Premio Jerusalén", tal como indicó el movimiento global de Boicot, Desinversión y Sanciones contra el Apartheid israelí. La iniciativa ciudadana israelí "Boicot desde dentro", ha denunciado que la Feria del libro de Jerusalén, en cuyo marco se entregará el premio, constituye "una ocasión propagandística para promover la imagen de Israel y presentarla como modelo".
Esta organización también ha declarado que, de aceptar el Premio, el autor de Sefarad "será cómplice de los crímenes de Israel contra los derechos humanos y de su política del "aquí no pasa nada". Dos grupos propalestinos, la española Red Solidaria Contra la Ocupación de Palestina (RESCOP) y la Campaña Palestina de Boicot Cultural y Académico contra Israel (PACBI), pidieron el pasado día 28 al escritor que renuncie a recoger el premio literario Jerusalén en esa ciudad.
Molina: "Israel es una sociedad plural"
Cuando recibió el premio, Muñoz Molina subrayó que en Israel "hay muchas personas y organizaciones que militan a favor de la paz", y puso como ejemplo la orquesta del famoso director Daniel Barenboim que agrupa a músicos israelíes, palestinos y españoles. "Elijo estar de parte de esa gente antes que boicotear a un pueblo entero", añadió el escritor, que lamentó que "en España a veces no se distingue entre qué es ser judío o israelí, o entre el estado de Israel y las políticas concretas del Gobierno israelí de cada momento".
Antonio Muñoz Molina recalcó cuando anunció su intención de acudir a recoger el premio que hay que distinguir entre un estado y las políticas concretas de sus gobiernos y añadió que "a veces se olvida que Israel es una sociedad plural en la que hay voces que están en contra de las políticas del Gobierno israelí en los territorios ocupados". El miembro de la Real Academia afirmó además que se trata de un asunto "muy delicado" y que desea evitar entrar en un cruce de declaraciones y contradeclaraciones.
El escritor, que es profesor de la New York University, es autor de obras como El jinete polaco, Sefarad o Plenilunio y recogerá el premio el próximo 10 de febrero, en la inauguración de la feria internacional del libro de Jerusalén, en un acto en el que participará el presidente israelí, Simón Peres, entre otros.
Antonio Muñoz Molina ha contestado al grupo de intelectuales que, esta misma semana, le enviaron una carta para intentar que no viajara a Israel a recoger el premio que le ha entregado la Feria Internacional del Libro del país. El escritor publica una entrada en su blog en la que se declara extrañado por tener que explicar los motivos que le llevan a recoger un premio que han recibido algunos de los autores que más admiración y respeto le inspiran, y de los que "en bastantes casos ha aprendido lecciones no sólo de maestría literaria y rigor intelectual sino también de decencia civil".
Muñoz Molina intenta explicar "por qué no acepto ni he aceptado nunca las simplificaciones y los estereotipos sobre Israel que se difunden con tanto éxito en Europa, y particularmente en España, donde tan amigos somos de las diatribas binarias: blanco o negro, bueno y mano, derecha e izquierda, etc", señala.
Según el escritor, la visión maniquea que tenemos en España con respecto al conflicto llega a "convertir a los israelíes en un bloque compacto y malvado" e incluso "confundir israelí y judío". "Al fin y al cabo estamos en un país donde hay pocos judíos y donde los pocos que hay procuran no hacerse muy visibles, y donde la ignorancia, aun la que carece de mala intención, puede ser alarmante", avisa.
Cuenta Muñoz Molina cómo, con relativa asiduidad, su mujer –la también escritora Elvira Lindo- y él han sido abordados en Nueva York por algún español que les preguntaba dónde está "la calle de los judíos". Resalta con ello el hecho de que "para mucha gente en España un judío es un ultraortodoxo con levita y sombrero negro, barba y tirabuzones" y que cuesta poco "añadirle a la caricatura un fusil automático para convertirlo en un colono armado en los asentamientos de Cisjordania". El escritor considera "ultrajante" este reduccionismo "de un país a unos cuantos lugares comunes, a los términos excluyentes" porque la realidad es mucho más compleja.
Sobre los defensores propalestinos (muchos de ellos, firmantes de la misiva a él dirigida) Muñoz Molina afirma que "es legítimo defender desde Europa los derechos de los palestinos, pero no se trata de un mérito que nos ponga moralmente y políticamente por encima de los ciudadanos de Israel". Y es que, como recuerda él mismo, mucha gente en Israel "milita en defensa de esos mismos derechos, y critica con rigor y coraje los abusos que se cometen en los territorios ocupados, y participan activamente en organizaciones solidarias y de defensa de los derechos humanos, en proyectos de convivencia entre judíos y árabes, en escuelas bilíngües donde niños del uno y del otro lado, para aprender a convivir, empiezan por aprender la lengua de los otros".
Muñoz Molina dice no sentirse por encima de esas personas, y no cree que "ninguno de nosotros, en la seguridad de Europa tenga que darles ninguna lección". Argumenta que "nosotros no tenemos cerca de nuestro país a regímenes dictatoriales o teocráticos cuyos dirigentes proclamen expresamente su voluntad de borrarnos del mapa". Y añade más sobre la postura europea con respecto a Israel: "No hay abuso del pasado que justifique ningún abuso del presente, pero cuando en Europa se juzga con tanta superioridad moral a Israel quizás convenga recordar el hecho de que ese país existe, sobre todo, porque hubo una época no lejana en la que ser judío en esa misma Europa era estar condenado al exterminio, y en la que los que conseguían huir no encontraban simpatía en ninguna parte, sino expulsiones y fronteras cerradas", recuerda.
Rechaza, además, acudir a por el premio "armado de suficiencia o de arrogancia a decirles a los ciudadanos cosas que muchos de ellos saben, denuncian y debaten, en una sociedad abierta en la que la libertad de expresión se practica con una viveza, un apasionamiento y una seriedad ejemplares". "Si acaso" señala "me conviene escuchar y aprender de muchas personas, escritores o no, que siento que se parecen a mí, en sus aficiones, en sus intereses, en sus convicciones democráticas y laicas, en su defensa de las igualdad entre las personas y la justicia social".
Antonio Muñoz Molina ha contestado al grupo de intelectuales que, esta misma semana, le enviaron una carta para intentar que no viajara a Israel a recoger el premio que le ha entregado la Feria Internacional del Libro del país. El escritor publica una entrada en su blog en la que se declara extrañado por tener que explicar los motivos que le llevan a recoger un premio que han recibido algunos de los autores que más admiración y respeto le inspiran, y de los que "en bastantes casos ha aprendido lecciones no sólo de maestría literaria y rigor intelectual sino también de decencia civil".
Muñoz Molina intenta explicar "por qué no acepto ni he aceptado nunca las simplificaciones y los estereotipos sobre Israel que se difunden con tanto éxito en Europa, y particularmente en España, donde tan amigos somos de las diatribas binarias: blanco o negro, bueno y mano, derecha e izquierda, etc", señala.
Según el escritor, la visión maniquea que tenemos en España con respecto al conflicto llega a "convertir a los israelíes en un bloque compacto y malvado" e incluso "confundir israelí y judío". "Al fin y al cabo estamos en un país donde hay pocos judíos y donde los pocos que hay procuran no hacerse muy visibles, y donde la ignorancia, aun la que carece de mala intención, puede ser alarmante", avisa.
Cuenta Muñoz Molina cómo, con relativa asiduidad, su mujer –la también escritora Elvira Lindo- y él han sido abordados en Nueva York por algún español que les preguntaba dónde está "la calle de los judíos". Resalta con ello el hecho de que "para mucha gente en España un judío es un ultraortodoxo con levita y sombrero negro, barba y tirabuzones" y que cuesta poco "añadirle a la caricatura un fusil automático para convertirlo en un colono armado en los asentamientos de Cisjordania". El escritor considera "ultrajante" este reduccionismo "de un país a unos cuantos lugares comunes, a los términos excluyentes" porque la realidad es mucho más compleja.
Nada de lecciones
Muñoz Molina habla claro: "Yo no creo que haya que elegir entre estar con los israelíes o estar con los palestinos. Estar a favor de los unos implica necesariamente defender a los otros, porque sólo un acuerdo justo y practicable puede garantizar el porvenir de Israel y el de Palestina".Sobre los defensores propalestinos (muchos de ellos, firmantes de la misiva a él dirigida) Muñoz Molina afirma que "es legítimo defender desde Europa los derechos de los palestinos, pero no se trata de un mérito que nos ponga moralmente y políticamente por encima de los ciudadanos de Israel". Y es que, como recuerda él mismo, mucha gente en Israel "milita en defensa de esos mismos derechos, y critica con rigor y coraje los abusos que se cometen en los territorios ocupados, y participan activamente en organizaciones solidarias y de defensa de los derechos humanos, en proyectos de convivencia entre judíos y árabes, en escuelas bilíngües donde niños del uno y del otro lado, para aprender a convivir, empiezan por aprender la lengua de los otros".
Muñoz Molina dice no sentirse por encima de esas personas, y no cree que "ninguno de nosotros, en la seguridad de Europa tenga que darles ninguna lección". Argumenta que "nosotros no tenemos cerca de nuestro país a regímenes dictatoriales o teocráticos cuyos dirigentes proclamen expresamente su voluntad de borrarnos del mapa". Y añade más sobre la postura europea con respecto a Israel: "No hay abuso del pasado que justifique ningún abuso del presente, pero cuando en Europa se juzga con tanta superioridad moral a Israel quizás convenga recordar el hecho de que ese país existe, sobre todo, porque hubo una época no lejana en la que ser judío en esa misma Europa era estar condenado al exterminio, y en la que los que conseguían huir no encontraban simpatía en ninguna parte, sino expulsiones y fronteras cerradas", recuerda.
Rechaza, además, acudir a por el premio "armado de suficiencia o de arrogancia a decirles a los ciudadanos cosas que muchos de ellos saben, denuncian y debaten, en una sociedad abierta en la que la libertad de expresión se practica con una viveza, un apasionamiento y una seriedad ejemplares". "Si acaso" señala "me conviene escuchar y aprender de muchas personas, escritores o no, que siento que se parecen a mí, en sus aficiones, en sus intereses, en sus convicciones democráticas y laicas, en su defensa de las igualdad entre las personas y la justicia social".
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