León Felipe (Felipe Camino Galicia de la Rosa. Tábara, Zamora, 11 de abril de 1884 – Ciudad de México, 18 de septiembre de 1968) fue uno de los poetas menos conocidos o menos populares de la generación del 27.
Su vida fue un sin fin de peripecias, de avatares extraños que le llevaron a pasar por todos los puntos cardinales de la rueda de la fortuna. Nació en una familia acomodada, fue farmacéutico, estuvo en la cárcel, fue cómico ambulante, se casó con una peruana, regentó hospitales en Guinea Ecuatorial, regresó a España y se exilió tras la Guerra Civil, para acabar sus días en México, lejos de una patria torturada que añoraba.
León Felipe fue un poeta que le cantó a las cosas pequeñas. Él supo ver el gran valor que late en las minucias, como única recompensa a una existencia desapercibida.
A continuación, los mejores poemas de León Felipe:
- COLOFÓN
- COMO AQUELLA NUBE BLANCA
- COMO TÚ...
- Con las piedras sagradas
- CREDO
- DAME TU OSCURA HOSTIA
- DROP A STAR
- ELEGÍA
- ESPAÑOL
- Nadie fue ayer
- ORACIÓN
- PIE PARA EL NIÑO DE VALLECAS
- QUÉ LÁSTIMA
- QUIERO... SUEÑO
- REVOLUCIÓN
- ROMERO SÓLO
- SÉ TODOS LOS CUENTOS
- VENCIDOS
Lee todo en:
Poesía religiosa:
EL CRISTO DE VELÁZQUEZ
Me gusta el Cristo de Velázquez.
La melena sobre la cara...
y un resquicio en la melena
por donde entra la imaginación.
Algo se ve.
¿Cómo era aquel rostro?
Mira bien,
compónlo tú.
¿A quién se parece?
¿A quién te recuerda?
La Luz entra
por los cabellos manchados de sangre
y te ofrecen un espejo.
¡Mira bien!... ¿No ves cómo llora?
¿No eres tú?... ¿No eres tú mismo?
¡Es el hombre!
El hombre hecho Dios.
¡Qué consuelo!
No me entendéis...
¿Por qué estoy alegre?
No sé...,
tal vez porque me gusta más así:
el hombre hecho Dios,
que el Dios hecho hombre.
¡SOÑAR, SEÑOR, SOÑAR!
Hazme soñar... ¡Soñar, Señor, soñar!...
¡Hace tiempo que no sueño!
Soñé que iba una vez -cuando era niño todavía,
al comienzo del mundo-
en un caballo desbocado por el viento,
soñé que cabalgaba, desbocado, en el viento...
que era yo mismo el viento...
Señor, hazme otra vez soñar que soy el viento,
el viento bajo la Luz, el viento traspasado por la Luz,
el viento deshecho por la luz,
el viento fundido por la luz,
el viento.., hecho Luz...
Señor, hazme soñar que soy la Luz...
que soy Tú mismo, parte de mí mismo...
y guárdame, guárdame dormido,
soñando, eternamente soñando
que soy un rayito de Luz de tu costado
UNA CRUZ SENCILLA
Hazme una cruz sencilla,
carpintero...
sin añadidos
ni ornamentos...
que se vean desnudos
los maderos,
desnudos
y decididamente rectos:
los brazos en abrazo hacia la tierra,
el astil disparándose a los cielos.
Que no haya un solo adorno
que distraiga este gesto:
este equilibrio humano
de los dos mandamientos...
sencilla, sencilla...
hazme una cruz sencilla, carpintero.
Leopoldo de Trazegnies Granda lo ve así:
" La poesía de León Felipe es un alarido de protesta
de principio a fin. Empezó en oración y terminó en blasfemia contra los dioses
que se dejan manipular por los poderes terrenales. En el fondo, el poeta de
Tábara es un místico rebelde.
firme, erguido, sereno,
con la lengua en silencio,
los ojos en sus cuencas
y en su lugar los huesos.
con la lengua en silencio,
los ojos en sus cuencas
y en su lugar los huesos.
Proclama:
Soy hombre antes que español
y a pesar de todo se
rebela contra el pedazo de mundo que le tocó vivir.
La razón le muestra las dos españas, por un lado la oscura y pertinazmente fanática, descendiente de Torquemada, y por el otro la quevediana, escéptica y comprensiva con el débil, la que considera al ser humano como sujeto capaz de amar y ser amado. Las dos españas mezcladas desde tiempos remotos en el mismo barro, que en su momento se llevó a América. Pero en el corazón de León Felipe se funden en una sola, maldita y fraticida:
La razón le muestra las dos españas, por un lado la oscura y pertinazmente fanática, descendiente de Torquemada, y por el otro la quevediana, escéptica y comprensiva con el débil, la que considera al ser humano como sujeto capaz de amar y ser amado. Las dos españas mezcladas desde tiempos remotos en el mismo barro, que en su momento se llevó a América. Pero en el corazón de León Felipe se funden en una sola, maldita y fraticida:
¡Qué viejo veneno lleva el río
y el viento,
y el pan de tu meseta,
que emponzoña la sangre,
alimenta la envidia,
da ley al fraticidio
y asesina el honor y la esperanza!
y el viento,
y el pan de tu meseta,
que emponzoña la sangre,
alimenta la envidia,
da ley al fraticidio
y asesina el honor y la esperanza!
Y esa única España es la que ha
sido destruída por la guerra, de ella ya no queda nada:
¿Por qué habéis dicho todos
que en España hay dos bandos,
si aquí no hay más que polvo?
que en España hay dos bandos,
si aquí no hay más que polvo?
Y desde su
perspectiva profundamente humana levanta la voz y no la lanza contra el odio que
invadió la península en el año 36 con balas e ideología de fabricación germana.
La guerra fue para él la síntesis monstruosa de todas las injusticias
humanas:
Un hacha que cae siempre,
siempre,
siempre,
implacable y sin descanso...
siempre,
siempre,
implacable y sin descanso...
León Felipe no duda en meterse a
las trincheras de la poesía, con Miguel Hernández y Alberti, otros luchadores de
la palabra, sin la espada en la mano, pero con la palabra quemándole el cielo de
la boca y el de una España en llamas:
Porque yo fui el que dijo:
"Preparad los cuchillos,
aguzad las navajas,
calentad al rojo vivo los hierros,
id a las fraguas,
que os pongan en la frente el sello de la Justicia..."
"Preparad los cuchillos,
aguzad las navajas,
calentad al rojo vivo los hierros,
id a las fraguas,
que os pongan en la frente el sello de la Justicia..."
En su poesía aflora su
anticlericalismo místico, porque Dios, en esta tierra maldita, ha sido
manipulado por generales y obispos:
Dios que lo sabe todo
es un ingenuo
y ahora está secuestrado
por unos arzobispos bandoleros
que le hacen decir desde la radio:
"Hallo! Hallo! Estoy aquí con ellos."
Más no quiere decir que está a su lado
sino que está allí prisionero.
es un ingenuo
y ahora está secuestrado
por unos arzobispos bandoleros
que le hacen decir desde la radio:
"Hallo! Hallo! Estoy aquí con ellos."
Más no quiere decir que está a su lado
sino que está allí prisionero.
El poeta zamorano, por su
talante radical, no se ha librado del tópico del quijotismo español. La
contradictoria imagen del caballero de la Triste Figura fue utilizada
literariamente por casi todos los escritores de principios de siglo, pero León
Felipe no ve en don Quijote al hidalgo iracundo en posesión de la verdad
dispuesto a arremeter contra todo el que le lleve la contraria, sino al
ingenioso caballero que en un salto al futuro habla con Sancho de la paloma de
Picasso, Alberti o Francisco Pino:
-Todos andan buscando, Sancho, una paloma por el mundo y nadie la
encuentra.
-Pero ¿qué paloma es la que buscan?
-Es una paloma blanca que lleva en el pico
el último rayo amoroso de luz
que queda ya sobre la tierra.
-Pero ¿qué paloma es la que buscan?
-Es una paloma blanca que lleva en el pico
el último rayo amoroso de luz
que queda ya sobre la tierra.
Él mismo quiso dejar clara su
postura respecto al Quijote:
La gente suele decir, los americanos,
los norte-americanos suelen decir:
León Felipe es un "Don Quijote".
No tanto,
los norte-americanos suelen decir:
León Felipe es un "Don Quijote".
No tanto,
gentlemen, no tanto.
Sostengo al héroe nada más ...
y sí, puedo decir ...
y me gusta decir:
que yo soy Rocinante.
Sostengo al héroe nada más ...
y sí, puedo decir ...
y me gusta decir:
que yo soy Rocinante.
- Miradla
los mastines del 98, que en cuanto ganasteis la antesala, dejasteis de ladrar, pactasteis con el mayordomo, y ahora en el destierro no podéis vivir sin el collar pulido de las academias.
- Tuya es la hacienda,
la casa,
el caballo
y la pistola.
Mía es la voz antigua de la tierra.
Tú te quedas con todo
y me dejas desnudo y errante por el mundo...
mas yo te dejo mudo... ¡Mudo!
¿Y cómo vas a recoger el trigo
y a alimentar el fuego
si yo me llevo la canción?
León Felipe es un poeta lírico
que puso su verbo al servicio de una épica personal de lucha contra la opresión
y la injusticia. Su conciencia social, a la que siempre subordinó su canto, nos
privó a los lectores, desgraciadamente, de más poemas como
éste:
PIEDRA DE SAL
Tu estabas dormida
como el agua que duerme en la alberca ...
y yo llegué a ti
como llega
hasta el agua que duerme
la piedra.
Turbé tu remanso y en ondas de amor te quebraste
como en ondas el agua que duerme se quiebra
cuando
llega
a turbar su remanso dormida
la piedra.
como el agua que duerme en la alberca ...
y yo llegué a ti
como llega
hasta el agua que duerme
la piedra.
Turbé tu remanso y en ondas de amor te quebraste
como en ondas el agua que duerme se quiebra
cuando
llega
a turbar su remanso dormida
la piedra.
Piedra fui para ti, piedra soy
y piedra quiero ser, pero piedra
blanda de sal
que al llegar a ti se disuelva
y en tu cuerpo se quede
y sea
como una levadura de tu carne
y como el hierro de la sangre en tus venas.
Y en tu alma deje una sed infinita
de amarlo todo ... y una sed de belleza
insaciable ...
eterna ...
y piedra quiero ser, pero piedra
blanda de sal
que al llegar a ti se disuelva
y en tu cuerpo se quede
y sea
como una levadura de tu carne
y como el hierro de la sangre en tus venas.
Y en tu alma deje una sed infinita
de amarlo todo ... y una sed de belleza
insaciable ...
eterna ...
Además, fue un tremendo nostálgico. Su poesía está empapada en la pena, en la
añoranza, en la esperanza de una libertad sin ataduras y errante. León Felipe
supo describir la belleza que posee la melancolía, como en este poema que les
dejo (es largo, pero merece la pena): Qué lástima.
¡Que lástima que yo no pueda cantar a la usanza
de este tiempo lo mismo que los poetas de hoy cantan!
¡Que lástima
que yo no pueda entonar con una voz engolada
esas brillantes romanzas
a las glorias de la patria!
¡Que lástima
que yo no tenga una patria!
Sé que la historia es la misma, la misma siempre, que pasa
desde una tierra a otra tierra, desde una raza
a otra raza,
como pasan
esas tormentan de estío desde esta a aquella comarca.
¡Que lástima
que yo no tenga comarca,
patria chica, tierra provinciana!
Debí nacer en la entraña
de la estepa castellana
y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada:
pase los dias azules de mi infancia en Salamanca,
y mi juventud, una juventud sombria, en la Montaña.
despues… ya no he vuelto a echar el ancla,
y ninguna de estas tierras me levanta
ni me exalta
para poder cantar siempre en la misma tonada
al mismo rio que pasa
rodando las mismas aguas,
al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.
¡Que lástima que yo no tenga una casa!
Una casa solariega y blasonada,
una casa
en que guardara.
a mas de otras cosas raras,
un sillon viejo de cuero, una mesa apolillada
y el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla.
¡Que lastima
que yo no tenga un abuelo que ganara
una batalla,
retratado con una mano cruzada
en el pecho, y la otra mano en el puño de la espada!
Y, ¡que lastima
que yo no tenga siquiera una espada!
Porque…, ¿que voy a cantar si no tengo ni una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillon viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada?
!Que voy a cantar si soy un paria que apenas tiene una capa!
Sin embargo…
en esta tierra de España
y en un pueblo de la Alcarria
hay una casa
en la que estoy de posada
y donde tengo, prestadas,
una mesa de pino y una silla de paja.
Un libro tengo tambien. Y todo mi ajuar se halla
en una sala
muy amplia
y muy blanca
que esta en la parte mas baja
y mas fresca de la casa.
Tiene una luz muy clara
esta sala
tan amplia
y tan blanca…
Una luz muy clara
que entra por una ventana
que da a una calle muy ancha.
Y a la luz de esta ventana
vengo todas las mañanas.
Aqui me siento sobre mi silla de paja
y venzo las horas largas
leyendo en mi libro y viendo cómo pasa
la gente al traves de la ventana.
Cosas de poca importancia
parecen un libro y el cristal de una ventana
en un pueblo de la Alcarria,
y, sin embargo, le basta
para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma.
Que todo el ritmo del mundo por estos cristales pasa
cuando pasan
ese pastor que va detras de las cabras
con una enorme cayada,
esa mujer agobiada
con una carga de leña en la espalda,
esos mendigos que vienen arrastrando sus miserias de Pastrana
y esa niña que va a la escuela de tan mala gana.
!Oh, esa niña! Hace un alto en mi ventana
siempre y se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
!Que gracia
tiene su cara
en el cristal aplastada
con la barbilla sumida y la naricilla chata¡
Yo me rio mucho mirandola
y la digo que es una niña muy guapa…
Ella entonces me llama ¡tonto!. y se marcha.
¡Pobre niña! Ya no pasa
por esta calle tan ancha
caminando hacia la escuela de muy mala gana,
ni se para
en mi ventana,
ni se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
Que un dia se puso mala,
muy mala
y otro dia doblaron por ella a muerto las campanas.
Y en una tarde muy clara,
por esta calle tan ancha,
al traves de la ventana,
vi como se la llevaban
en una caja muy blanca…
En una caja
muy blanca
que tenia un cristalito en la tapa.
Por aquel cristal se la veia la cara
lo mismo que cuando estaba
pegadita al cristal de mi ventana…
Al cristal de esta ventana
que ahora me recuerda slempre el cristalito de
tan blanca.
Todo el ritmo de la vida pasa
por este cristal de mi ventana…
Y la muerte tambien pasa!
!Que lástima
que no pudiendo cantar otras hazañas,
porque no tengo una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada,
y soy un paria
que apenas tiene una capa…
venga, forzado, a cantar cosas de poca importancia!
Este largo e intenso poema se lo dedicó al poeta Alberto Lopez Arguello “tan amigo, tan buen amigo siempre, baje o suba la rueda”. OBRAS DE LEON FELIPE:
Versos y oraciones de Caminante (i) (1919-20)
Versos y oraciones de Caminante (II) (1929)
Drop a Star (1933)
La insignia (1936)
El payaso de las bofetadas (1938)
Pescador de caña (1938)
El hacha (1939)
Español del éxodo y el llanto (1039)
El gran responsable (1940)
Ganarás la luz (1943)
España e hispanidad (1947)
Llamadme publicano (1950)
El ciervo (1954)
Oh, este viejo y solo violín (1968)
- ALGUNOS POEMAS DE LEON FELIPE
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