TRADUCCIÓN

miércoles, 28 de noviembre de 2012

EL NOVIO DE LA MUERTE

No soy malagueño, pero mi ciudad tiene muestras grandísimas del arte de Palma Burgos y hasta sus restos...

 Si un sacerdote ha decidido que el himno "el novio de la muerte" no se puede cantar en el templo, porque éste es, pertenece y allí se hace lo que dictan sus reales, pues muy "bien". Curas como estos nos hacen falta para terminar de ahuyentar a los pocos que vamos quedando.

El pueblo cristiano, como siempre, debe seguir siendo un figurante, pensará él. Mucho tiene que cambiar este tinglado si esto queremos que remonte...
 
 
El novio de la muerte para descargar aquí
 

 
Cristo de la Buena Muerte o Cristo Legionario son las denominaciones o advocaciones de Cristo que surgen de una talla de Cristo crucificado original de Pedro de Mena (hacia 1660) destruida en los disturbios anticlericales de la Segunda República y la Guerra Civil (13 de mayo de 1931 y julio de 1936) y reconstruida en la posguerra española (1942) por Francisco Palma Burgos. Se encuentra en el Convento de Santo Domingo o parroquia de Santo Domingo de Guzmán y San Carlos de la ciudad de Málaga. Sigue denominándose Cristo de Mena (no hizo otro crucificado) y su congregación recibe el nombre Congregación de Mena. Procesiona el Jueves Santo en la Semana Santa de Málaga. Vinculado a la Legión Española desde 1921, a partir de 1960 se impulsó que cada acuartelamiento de la Legión tuviera una imagen de esta advocación, por lo que existen otras tallas similares.[1]
El concepto de Buena Muerte es uno de los esenciales del cristianismo, y se conecta de forma explícita con los valores del denominado Credo Legionario, el himno de la Legión Española y el grito viva la muerte. El ritual de la Semana Santa en que un grupo de legionarios desfilan llevando al Cristo, en posición horizontal, y lo levantan a pulso, extendiendo los brazos, es uno de los pasos más populares; y también objeto de cuestionamiento por la vinculación de una institución pública con la Iglesia.


El Novio de la Muerte letra
Nadie en el Tercio sabía
quien era aquel legionario
tan audaz y temerario
que a la Legión se alistó.

Nadie sabía su historia,
más la Legión suponía
que un gran dolor le mordía
como un lobo, el corazón.

Más si alguno quien era le preguntaba
con dolor y rudeza le contestaba:

Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera;
soy un novio de la muerte
que va a unirse en lazo fuerte
con tal leal compañera.

Cuando más rudo era el fuego
y la pelea más fiera
defendiendo su Bandera
el legionario avanzó.

Y sin temer al empuje
del enemigo exaltado,
supo morir como un bravo
y la enseña rescató.

Y al regar con su sangre la tierra ardiente,
murmuró el legionario con voz doliente:

Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera;
soy un novio de la muerte
que va a unirse en lazo fuerte
con tal leal compañera.

Cuando, al fin le recogieron,
entre su pecho encontraron
una carta y un retrato
de una divina mujer.

Y aquella carta decía:
"...si algún día Dios te llama
para mi un puesto reclama
que buscarte pronto iré".

Y en el último beso que le enviaba
su postrer despedida le consagraba.

Por ir a tu lado a verte
mi más leal compañera,
me hice novio de la muerte,
la estreché con lazo fuerte
y su amor fue mi ¡Bandera!
 
El párroco de la iglesia de Santo Domingo de Málaga, en la que tiene su sede la Congregación de Mena, desmintió ayer las informaciones publicadas el lunes por el diario Sur, de las que se hicieron eco otros medios, según las cuales él prohibió que se cantara El novio de la muerte tras la última misa del triduo en honor del Cristo de la Buena Muerte, el pasado domingo. Juan Manuel Parra aseguró a a un rotativo: “Las informaciones no son ciertas. Yo no he prohibido nada, no sé por qué no se cantó”, añadiendo que no le correspondía a él, sino en todo caso al obispado, hacer más declaraciones al respecto.

Las informaciones ahora desmentidas aseguraban que Parra, párroco de Santo Domingo desde el pasado mes de septiembre, había prohibido cantar el himno legionario debido a que “no es una canción litúrgica y, por tanto, no debía interpretarse en una celebración religiosa”. Añadían que el nuevo párroco ya había manifestado su intención de no permitir la interpretación de este himno, a pesar de que se canta desde hace décadas no en la misa, sino tras su finalización. El hecho es que sí se interpretó la Salve Marinera en honor a la Virgen de la Soledad, y en lugar de El novio de la Muerte, se interpretó una marcha procesional.
El diario Sur aseguraba que los asistentes pidieron explicaciones al hermano mayor, Antonio Jesús González, y se propuso entonar El novio de la muerte ante el cuadro de El Cristo de la Buena Muerte pintado por Armando Pareja, pero que no se hizo “para hacer ver a Juan Manuel Parra que los congregantes de Mena son obedientes con sus directrices”, aunque se cursó una protesta al obispado.
Tradición

La relación de la Legión con el Cristo de Mena surge en 1927, cuando los legionarios hacen por primera vez guardia ante la imagen. En 1928, los mandos del Tercio de Extranjeros piden a la Congregación de Mena que su Cristo sea nombrado protector de la Legión, y por primera y única vez los legionarios desfilan junto a la imagen original en 1930. El Cristo de la Buena Muerte y Ánimas del convento de Santo Domingo fue, al mismo tiempo, el mayor Crucificado (algo más grande que el natural) esculpido por Pedro de Mena (1628-1688) y el único que ha desaparecido. Fue pasto de las llamas surgidas del furor antirreligioso en la primera quema de conventos de la Segunda República, el 12 de mayo de 1931. De la talla original se salvó parte de una pierna, que conserva el obispado, y un pie que conserva la Hermandad.
El que adquirirá el apelativo de Cristo Legionario, fue esculpido en 1942 por el malagueño Francisco Palma Burgos, que contaba entonces sólo 24 años.
El décimo de los 12 puntos del Credo Legionario, redactado por Millán-Astray tras la creación del Tercio en 1920, es el único que hace referencia al “Espíritu de la muerte: El morir en el combate es el mayor honor. No se muere más que una vez. La muerte llega sin dolor y el morir no es tan horrible como parece. Lo más horrible es vivir siendo un cobarde”. El amor a la patria y a la mujer se funden en la última estrofa del cuplé que termina:
“Por ir a tu lado a verte/ mi más leal compañera,/ me hice novio de la muerte,/ la estreché con lazo fuerte/ y su amor fue mi bandera”.

 
 

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