"Este refinado proceso de eliminación es para esposas atrevidas. Pero podría emplearse sin duda, con escasas modificaciones, por maridos perversos. Lo describiré brevemente.
Para empezar, nunca caiga en violencia alguna. Esto la desacreditaría y la haría sospechosa. Por tanto nada de armas, ni encargos a matones, ni cicutas progresivas. Es seguro que usted terminaría con sus huesos en la cárcel.
Este paciente proceso es mucho más sutil e igualmente efectivo para deshacerse del cónyuge legalmente. Veamos.
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A) Investigue bien cuáles son las "aspiraciones profundas" de su marido e intente bloquearlas. Este paso es como privar de luz a una planta, se morirá lentamente. Citaré algunas aspiraciones, solo como ejemplo:
- Si ama y vive para la familia: Contradígale constantemente ante sus hijos. Jamás saldrá de su boca: "Tu padre tiene razón o escucha a tu padre o estamos los dos de acuerdo…". Póngase siempre de parte de los hijos. La "bondad" de la madre es mejor que la "firmeza" del padre. Los que afirman que "no hay bondad sin firmeza" son unos anticuados. ¡Qué sabrán ellos!
En último caso, sea inteligente, dé a sus hijos por detrás lo que su padre les quita como castigo. Introdúzcales precozmente en el arte de fingir y mentir que usted domina. Y hágales notar -especialmente si son adolescentes- lo cruel que es su padre. Así cada vez estarán más de su parte en todo conflicto y terminarán aborreciendo al padre. Este sencillo método, aplicado con constancia cuando son pequeños, le conseguirá unos aliados formidables cuando crezcan.
- Si es muy trabajador y responsable: No deje de recordarle lo mucho que trabaja y lo poco que gana, la explotación a que está sometido, la escasa presencia en la familia, etc. No olvide que la responsabilidad profesional y vocacional debe ser combatida con buenas dosis de "ridiculización" y "culpación".
- Si es un hombre religioso: Ridiculice su piedad y aplíquele epítetos como "mea pilas" o "chupa medallas". No pierda ocasión de acusarle de abandonar la familia por los curas, lo rezos o los pobres. Repítale aquello de que "la caridad empieza por uno mismo" o que "la obligación es antes que la devoción".
En estos casos, más que en otros, es importante llenar de "culpabilidad" su conciencia. Jamás caiga en la tentación de acompañarle a algún acto religioso, salvo que a usted le interese figurar por algún motivo.
- Si tiene aspiraciones artísticas: Y le apasiona pintar, escribir, tocar el violín, etc., ataque esa inclinación con buenas dosis de "ridículo" (eso no nos da un duro, pierdes el tiempo olímpicamente, molestas a los vecinos, etc.) y "culpabilidad" (dejas tirada a la familia, no te vemos, eres un egoísta…).
Procure que no tenga un minuto libre y en paz, téngale siempre preparados trabajos en casa o fuera de ella. Esto mismo debe hacerse si tiene afición a hacer deporte, bricolaje, coleccionismo o cualquier actividad vivífica y relajante para él. Y, como último recurso, interrúmpale constantemente con algún mensajito.
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B) Prívele de toda muestra de afecto. Ni se le ocurra mostrar su ternura femenina o su capacidad de seducción, salvo en situaciones en que le interese sacar tajada. Vístase en casa de forma vulgar y descuidada.
Sea servicial, como corresponde a una buena esposa, que no le puedan acusar de negligente. Pero no caiga en la tentación -por ejemplo- de guisar nada que le guste. Bastan los alimentos básicos y habituales o las socorridas conservas.
Procure evadir toda intimidad sexual. Si de ciento en viento se ve obligada a ceder, céntrese en su personal disfrute físico. Esto la ayudará a sobrellevar esos breves momentos. Pero no muestre complicidad o afecto alguno. Invente algún pretexto para dormir en camas separadas si fuera posible.
Cuando él insista en pedir perdón o en mostrarse cercano y cariñoso, utilice la bomba. Ya sabe, aquella categórica frase que congela la respiración: "Te he querido mucho, pero ahora no te quiero". Esto le pondrá en su sitio.
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C) Prívele de toda comunicación relevante. No se trata de negarle la palabra, no. Hay que ser cortés. Solo de no mantener diálogos personales y evitar estar a solas con él. Comunicación básica e intrascendente sin mostrar jamás ningún sentimiento personal.
Tiene usted que ocuparse de los hijos, de su madre, de las amigas, de las viudas a las que ayuda con gran solidaridad… Y, desde luego, de su trabajo y del buen orden de la casa.
No olvide que es usted una mujer excelente, muy trabajadora y muy bien considerada. No deje que las tensiones con su marido y sus secretas intenciones de hundirle (está más que justificado) afecten a su propia autoestima. Ha llegado donde ha llegado porque es una mujer valiente.
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D) Intente reducir todo lo posible la comunicación del padre con los hijos. Jamás promueva reuniones o tertulias familiares. Su objetivo es que los hijos hablen con la madre pero no con el padre, ni con ambos a la vez.
Si alguna vez él promueve alguna reunión con algún hijo o con todos, reviéntela sutilmente. Aduzca que "tenemos prisa", que los chicos tienen que estudiar, que de eso ya hemos hablado, que les esperan sus amigos… Utilice su imaginación.
Tenga siempre presente que es usted la madre, la confidente, la amiga de todos sus hijos. Es con usted con quien tienen que hablar y desahogarse. ¡Ah, y nunca le comente a su marido las inquietudes de sus hijos, ni sus confidencias, ni sus sentimientos! Esos son secretos entre madre e hijo y no deben ser traicionados.
Llegado el caso, la confianza conseguida con sus hijos le ayudará en futuros conflictos con su marido. Además es muy importante que él se percate de que sus hijos la prefieren, la defienden y la buscan. Eso le hará convencerse de su inferioridad en la familia y evitará cualquier impulso agresivo. Él solo es el progenitor. Nada más.
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Podría extenderme en la descripción de esta metodología. ¡Totalmente legal, oiga! Pero creo que lo dicho ya resume el camino a seguir. ¡Le aseguro que es muy eficaz! Con esta batería de medios logrará que su marido no encuentre cuartel en la familia, que viva en superficie, que no se relaje, que la tensión y frustración mantenidas le lleven a un infarto, a una depresión o al suicidio…
Y, si es de los que aguantan y se evade, caerá en la tentación de la infidelidad. Entonces ya tiene la coartada para ponerle de patitas en la calle y quedarse con todo, especialmente con los hijos que siempre estarán de su parte.
Usted ya se encargó de que vivieran como "huérfanos de padre". Eso le permitirá mantener todas las ventajas. Es usted una mujer inteligente y triunfadora. Nadie podrá acusarla de haber eliminado a su marido…"
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(Estos métodos para fulminar al cónyuge no son elaboración literaria. Corresponden a "casos reales" extraídos de confidencias del "asesoramiento de parejas" que practica el autor).
Jairo del Agua
La motivación para escribir este artículo ha sido mi declarada lucha contra "el monstruo de la familia", el que devora bodas, convivencias y educación: la INCONSCIENCIA. En mi irónico relato era necesaria cierta lógica, pero en la vida real todo eso se produce generalmente con una gran INCONSCIENCIA.
Algunas de las señoras de mi relato pasan por muy católicas, muy piadosas, muy solidarias, muy trabajadoras y muy buenas madres de familia. En las que se confiesan abundan las que se desahogan con el confesor y ponen "verde oscuro" a su cónyuge. Ante el "compungido" relato de los pecados del otro, el confesor no puede más que aconsejar paciencia, caridad y perdón. Esto no hace más que aumentar la INCONSCIENCIA de la penitente que seguirá -"con mucha caridad"- sus métodos autodefensivos contra el que considera la oposición.
Lo que cuento es solo un botón del repleto saco de inconsciencias que corrompen el matrimonio y la familia. Tal vez algún día relate el reverso de los maridos que, más violentos, más directos, menos inteligentes y más mentirosos, se emboban en la ambición, el poder, el dinero, el trabajo (con sus atractivas faldas) e incluso en la intelectualidad. Su supina INCONSCIENCIA les lleva a descuidar tanto su huerta que se ponen en grave riesgo de que otros les rieguen el perejil.
La labor de los que nos dedicamos a ayudar a las parejas consiste básicamente en ponerles delante el espejo de la CONSCIENCIA, en inducirles a quitarse la armadura y reconocer todo lo positivo que late debajo de tanto hierro defensivo.
Por desgracia, en muchas ocasiones, acuden tarde a pedir ayuda y la armadura es ya puro óxido incrustado en su personalidad. Con esa pinta -invisible para los profanos- se lanzan a buscar otra pareja. Si tienen suerte, el cónyuge menos dañado se pasará la vida limpiando óxido.
No me refiero aquí a los que se equivocaron de pareja (error de casamiento) sino a los que arruinaron el matrimonio y la familia por falta de consciente mantenimiento. Porque "lo que no se mantiene, se repara y se cuida termina hundiéndose". Es una ley física aplicable al matrimonio. Y la causa: la INCONSCIENCIA. Vivimos atropellados, ciegos y algunos tuertos.
Este artículo es una llamada a la CONSCIENCIA, a vivir como seres humanos inteligentes. Y una llamada a quien corresponda para que promuevan más formación práctica antes y después del matrimonio.
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