Para mí el padre Alejandro García Duran de Lara mejor conocido como “Chinchachoma”
fue un ser excepcional. Primero por la relación tan especial que tenía con Dios, la cual lo
llevó a ser un cristiano de verdad, de esos que predican con el ejemplo. Tenía esa Luz que
proviene de Dios, la cual le permitió comprender la terrible realidad que viven los niños de
la calle y le dio la fuerza para asumir el difícil compromiso de dedicarse a estos seres tan
lastimados. El padre fue una persona con un Amor y una Fe tan grandes que lo llevaron a
entregar su vida a estos niños de la calle.
Yo tuve la fortuna de colaborar con él de 1993 a
1999 y para mí fue muy impactante ver el ritmo de trabajo que llevaba, en aquellos días,
además de trabajar todo el día siempre estaba dispuesto a atender a los chavos cuando
surgía una emergencia en la noche. Lo cual sucedía con cierta frecuencia pues, en Hogares
Providencia se atendía a más de 300 niñas, niños y jóvenes en 24 casas-hogar.
Además todo
lo realizaba con singular alegría y mucha intensidad. Era tremendamente creativo y un
visionario que se adelantó a su época.
De su propuesta pedagógica puedo mencionar que se basó en: un conocimiento profundo
del evangelio, su extraordinaria capacidad intelectual, su sólida formación como educador y
una profunda comprensión de los llamados niños de la calle. Para adquirir esta última se fue
a vivir con ellos a un baldío, en donde comió lo que ellos comían, durmió donde ellos
dormían, padeció la enfermedad y recibió la solidaridad de estos niños. En esa convivencia
tan estrecha que tuvo con ellos, los escuchó hablar sobre las difíciles experiencias que
enfrentaban cuando eran recluidos. Esto lo hizo tomar la decisión de vivir un año en la
correccional de la ciudad de México, donde profundizó el conocimiento de los niños que
ahí llegaban. Su tremenda capacidad de amar le permitió vincularse tan profundamente con
estos niños que le abrieron su corazón y sus vidas. Recordemos que el padre Chinchachoma
fue el pionero en la atención a los niños de la calle y que en esa época no había información
sobre este lacerante fenómeno social. En esa época los niños de la calle sufrían la
persecución y opresión de la policía; y eran invisibles para la sociedad. Sólo este sacerdote
extranjero, de peculiar apariencia y con un extraordinario carisma pudo romper la
indiferencia hacia estos niños. Colocó el tema de los niños de la calle en los medios de
comunicación y provocó el surgimiento de varias acciones (gubernamentales y privadas)
con el objetivo de atender a esta población que él llamó “la porción olvidada de la niñez
mexicana”.
Considero que al padre Chinchachoma aun no se le ha dado el reconocimiento que se
merece y sobre todo no se ha difundido su propuesta educativa que desde mi punto de vista
podría aplicarse con mucho éxito en internados, centros de atención a niños infractores, en
escuelas, etc. Estoy convencido que esta propuesta mejoraría la atención que actualmente se
brinda en dichos centros.
En el actual discurso de los teóricos del fenómeno de los niños de la calle se pregona que
las instituciones deben tratarlos como sujetos de derechos, lo que significa que además de
respetarles sus derechos, hay que preguntarles como se sienten y darles la oportunidad de
opinar y proponer sobre la atención que reciben. Respecto a esto desde los inicios de la
labor del padre, estableció un diálogo amoroso en el que los niños le iban manifestando su
sentir y sus sugerencias, las cuales tomó muy en cuenta, al grado que el modelo de atención
en los Hogares Providencia se creó respondiendo a las propuestas y necesidades de los
niños de la calle. Es un modelo de atención que se gestó escuchando y pensando en estos
niños. Para demostrar lo anterior mencionaré algunos ejemplos: La creación del primer
hogar fue a partir de la petición que unos niños le hicieron al chincha, cuando le dijeron:
“padrecito llévenos con usted”. En la definición del modelo de atención en casas hogar
también participaron cuando los que estaban en el primer hogar le expresaron: “traiga a
todos los que quiera pero no nos junte porque nosotros ya somos un hogar”.
Otras
evidencias que demuestran lo que digo, es que en los hogares, cuando yo trabajé, se
realizaba la junta semanal, que como el padre decía era sagrada, en dicha junta los
residentes de los hogares dialogaban entre ellos y con el tío (educador), proponían
soluciones a los problemas, hacían sugerencias sobre las reglas del hogar y sobre las
actividades que se llevaban a cabo. Incluso en el caso de haber un fuerte conflicto con
algún educador, después de dialogar sobre el asunto y con la mediación del padre o del
coordinador, podían por votación decidir la salida de dicho educador. Recuerdo que al poco
tiempo de mi llegada a los hogares los chavos me comentaron que el padre hacía lo que
ellos decían.
Yo pienso que el padre simplemente aplicaba su frase de Amar es dialogar.
El Chincha trataba a los chavos como si fueran sus hijos, los escuchaba con mucha
atención, los orientaba con mucho amor pero cuando había necesidad era tremendamente
enérgico para llamarles la atención. Además al igual que un buen padre de familia no puede
hacer todo lo que le indique los hijos, el padre Chinchachoma no siempre cedía ante las
solicitudes de sus hijos. Recuerdo que en una ocasión una comisión de un hogar, de jóvenes
con edades entre 18 y 24 años de edad, le solicitaron que los eximiera de cumplir con
ciertas reglas que regían a todos los hogares, “nosotros ya estamos grandes” le dijeron, a lo
cual el padre les respondió que el día que ellos fuera independientes, ellos pondrían las
reglas y que mientras dependieran de la institución debían cumplir con las reglas. Cabe
aclarar que había reglas especiales para estos jóvenes, pero al igual que en una familia a
veces lo hijos adultos quieren manejarse como si fuera independientes cuando no lo son.
Al padre Alejandro le interesaba mucho lo que pensaban y sentían sus hijos. Me tocó ver
como realizaba juntas, asambleas, aplicaba encuestas de opinión e incluso en una ocasión
realizó una votación con urnas para que los residentes de los hogares opinaran sobre el
cumplimiento de sus derechos en Hogares Providencia. También existía un consejo de
representantes de cada hogar que se reunía para abordar asuntos relacionados con la vida en
sus hogares. Así mismo cuando falleció el padre Alejandro, en el patronato participaba
como vocal una joven residente de los hogares. Esto nos muestra como el padre se
preocupó por restituir los derechos de los niños de la calle incluyendo el de opinar,
proponer y participar.
A los educadores, nos enseñó a conocer y aceptar incondicionalmente a estos niños.
Así
mismo nos instruía en el principio de asimilación. El cual consistía en enfrentar las
conductas negativas de los niños (mentadas, amenazas, burlas y groserías) sin engancharse,
sin descalificarlos, con afecto y con firmeza. El padre nos explicaba que al carecer de una
familia habían perdido la oportunidad de aprender los valores culturales, sociales y
religiosos. Por lo que era en el hogar donde los educadores debíamos modelarles y
trasmitirles esos valores sin imponerlos. Por eso en la propuesta de atención de Hogares
Providencia, el padre consideraba necesaria la incorporación de estos niños a una familia
(formada por los integrantes de la casa-hogar), que de algún modo, sustituyera la que no
tuvieron. El padre se preocupaba por que en cada uno de los hogares hubiera unión, respeto,
afecto y apoyo entre sus miembros.
A mí en una ocasión me dijo trátalos como si fueran tus
hijos.
Otro aspecto importante de la pedagogía del padre “Chinchachoma” lo constituye el
método de la Yoización; que consiste en ejercicios vivenciales que crean y desarrollan en el
niño y adolescente la conciencia de su propio valer y estima, superando sus complejos y
traumas. La creación de este método surgió de la necesidad de sanar las heridas
emocionales que las experiencias de maltrato les han dejado y que les hacen reaccionar con
actitudes muy negativas (rebeldía, violencia, adicciones, delincuencia, etc). El padre se dio
cuenta que era necesario ayudarles a asimilar sus experiencias dolorosas, liberarse de la
culpa, ayudarlos a perdonar a sus padres porque no pudieron o no supieron darles lo que
ellos necesitaron, etc. Para lograrlo, el padre Chincha desarrollo varias actividades que
estaban incluidas en la yoización, como la lectura de historias de niños de la calle, la
realización de ejercicios y dinámicas que él llamaba expansión psíquica y gimnasia
psíquica. Aquí cabe aclarar que el padre contaba con impresionantes recursos que le
permitían manejar las crisis de las(os) niñas(os) y jóvenes. Sus originales y asombrosas
terapias sanaban emocionalmente a las personas. En los cursos que impartía me tocó
presenciar varias de sus técnicas.
Se puede afirmar que la yoización que el padre
inicialmente creó, sólo él la podía aplicar. Sin embargo él Chincha sabía que muchas
personas necesitaban de la yoización y se propuso genera una que pudiera ser impartida por
personas que sin ser “Chinchachoma” pudieran replicarla con éxito en centros de
readaptación social, escuelas, internados y en donde se requiriera. Fue en el año 1997, en
un seminario realizado en la UNAM, con el tema “La lectura, el libro y los niños de la
calle” que el padre Alejandro conocería a la maestra María del Socorro Lozano de Canasi,
catedrática de la UNAM con estudios en desarrollo humano, literatura, terapia sistémica y
en terapia narrativa, quien después de escucharlo, quedó cautivada por su propuesta
educativa y al término de la conversación que tuvieron, el padre diría “vaya hasta que
encuentro alguien que me entiende”.
Así fue como acordaron trabajar en la nueva
yoización, con el objetivo de sistematizar la experiencia pedagógica del R.P. Alejandro
García-Durán de Lara, a fin de ofrecer un método de Desarrollo Humano a personas que
han vivido en situaciones especialmente difíciles. Para este fin en el año de 1998, con la
presencia del padre, se conformó Pensamiento, Palabra y Acción en Movimiento A. C.
(PPAM) y en el año de 1999 se inició el pilotaje del primer módulo “Yo Soy” (la propuesta
consta en total de 3 módulos).
De hecho el padre inició el pilotaje en uno de los hogares sin
poder concluirlo, ya que el 8 de julio de 1999 falleció. No obstante pudo dejarle la estafeta
a la maestra Maria del Socorro Lozano, quien ha trabajado muy duro para primero
fundamentar y sistematizar la propuesta educativa; y después para difundir e impartir esta
maravillosa propuesta educativa en diferentes lugares como: escuelas, centros de
readaptación social, internados, etc. Sin lugar a dudas esta propuesta constituye un
maravilloso legado del padre Chinchachoma.
Esto lo afirmo con total convicción, ya que me tocó conocer la Yoización directamente del padre, posteriormente me participé en el proceso de pilotaje del módulo “Yo Soy” en un hogar y he tenido la fortuna de vivenciar la nueva Yoización y me he formado y capacitado como facilitador de la misma. Después de salir de Hogares Providencia en febrero de 2007 me incorporé al equipo de trabajo de la maestra Lozano en la asociación PPAM y he podido trabajar replicando la Yoización con grupos de niños, jóvenes y adultos obteniendo muy buenos resultados.
De hecho la tía Soco, quien trabajó más de veinte años con el padre, al participar en los cursos-taller de la actual Yoización, al ver los procesos y testimonios de la personas, me ha comentado que eso es lo que quería el “Chincha”. La actual yoización se imparte mediante cursos-taller lúdico-vivenciales en los que se parte del cuento “Las Heroicas Aventuras del Diamante Supremo” que se basa en la metáfora del diamante cagado que el padre creó para hablarles a los niños de su valor. Se realizan juegos, manualidades, dinámicas, gimnasias psíquicas, técnicas que ayudan a manejar las emociones y se tocan temas de reflexión (el primer derecho básico de todo ser humano, el amor, las dependencias, la culpa, el perdón, etc.).
Todo con la intención de favorecer
procesos de aprendizaje significativo. Durante los talleres, las personas elevan su
autoestima, mejoran su autoconcepto, logran identificar, expresar, entender y manejar sus
emociones. Además desarrollan habilidades de comunicación, aprenden a establecer
relaciones sanas y a resolver conflictos de forma pacífica. Asimismo se trabajan los valores.
El objetivo es lograr un verdadero cambio de actitudes que les permitan tener una vida
mejor. Mucho de lo que se hace en los talleres fue aprobado por el padre Chinchachoma.
Por último quiero decir que el padre sigue vivo en la memoria de sus hijos y de numerosos colaboradores que formó durante muchos años. Actualmente los principios de su propuesta educativa se aplican en los hogares Calazanz de los padres Escolapios y en Pensamiento, Palabra y Acción en Movimiento A. C., en donde las personas que viven la yoización conocen del padre Chinchachoma y aunque no lo conocieron en vida, me manifiestan que sienten admiración por su obra y al mismo tiempo agradecimiento por la luz que les ha llegado a través del método de Yoización.
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