“En todo momento y en todo lugar”,
como gustas decir frecuentemente, mi buen sacerdote Fernan Ospina Castro,en tus homilías.
Sí, en todo momento y todo
lugar dar gracias a Dios por el bien que has hecho a la comunidad cristiana de
Úbeda, a mi familia y a mí en particular.
Tu optimismo, tu alegría contagiosa es un reclamo poco frecuente por estos lares y algo que me llamó poderosamente la atención. Ver tu entrega, tu sinceridad en el diálogo cercano que impele al que la recibe a buscar ese bien que como S. Pablo decía, se escapa, por desgracia, tanta veces y se termina haciendo el mal que uno no desea. El apóstol de los gentiles lo expresa mucho mejor: “puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero.” Rm 7, 19.
Tu ejemplo ha sido una semilla que, con toda seguridad, brotará y
echará raíces en esta Úbeda que tan adusta se yergue, como sus piedras , y a la
que tu proverbial humildad le recuerda que –en todo momento y en todo lugar-
es bueno recordar que Dios es el que nos hace, con su Espíritu, mejores.
Fernan: ¿Qué necesitados estamos de Dios y qué olvidado lo tenemos
en nuestras vidas? Hacen falta muchos sacerdotes que como tú, sin condenar y
con la alegría por bandera, arrastren a las personas hacia Él. Se equivocan, grandemente, aquellos que con tono
imperativo quieren llevar a la gente al redil divino. Esos savonarolas que con energía y con el
dedo señalan diciendo: ¡conviértase!, esos no han aprendido, ni han bebido del
verdadero Evangelio de Cristo. Las personas necesitamos lo que tu nos has dado: cariño, alegría, confianza, comprensión, firmeza, ánimo..., a sabiendas de nuestro propio egoísmo, pues tus problemas, al menos no nos han llegado, cuando deberíamos haberte devuelto el ciento por uno.
Te he oído decir, que tu madre tuvo una gran fe y aunque deshauciado, cuando eras pequeño, te presentó a la Virgen y ella, nuestra Madre. supo devolvernos un gran regalo. Un regalo que hemos disfrutado durante un año en nuestra ciudad. ¡Gracias!
Ojalá te vaya muy bien y que tu vida siga siendo tan provechosa
para tantas personas que ven en ti la –sonrisa de Jesús-.
Que ese buen Jesús te
premie y haga que no te alejes de esta comunidad definitivamente y "law sha'a Allah" (si Dios quisiera) que diría un musulmán, y aunque me creas exagerado, si puede ser, que el
Espíritu Santo te eleve a más altura o te vista de blanco algún día..; todos ganaríamos.
Aprovechando quisiera despedirme de ti con las frase bíblica que tanto le gustaba a D. Pedro Ortega Ulloa, párroco añorado, de esta parroquia de San Nicolás de Bari:
“El Señor te bendiga y te guarde,
el
Señor haga brillar su rostro sobre ti y te conceda su gracia,
el Señor alce su rostro hacia ti y te conceda la
paz”».
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