TRADUCCIÓN

lunes, 13 de agosto de 2012

CON EL BRUJO

Rafael Álvarez, 'El Brujo', está de estreno. Se ha vuelto a subir a los escenarios, esta vez con 'La Odisea', y tras pasar por los veranos de la Villa y Mérida, a partir del día 15 comenzará con 'Las mujeres de Shakespeare' en el Teatro Cofidis Alcalá.

Dice que la vida moderna le gusta "a veces sí y a veces no", pero que no conoce otra. En cuanto a si es de esos que hubieran preferido vivir en otro siglo, reconoce que no "prefiero pagar el IVA que vivir en el siglo XVII sin hacerlo. Soy realista.




Protestamos mucho. No voy a hacer ahora un discurso conservador..., pero casi. Hemos asimilado muy rápido que somos sujetos con derechos, pero no tenemos una conciencia muy clara de que una democracia, un Estado, también implica obligaciones y hay que pagar. Ese concepto no está metido en la cabeza de los pueblos latinos de una manera clara. El Estado son los demás. Pero eso tiene otra contraparte: las cargas están mal repartidas. Al trabajador que se escaquea y pide cosas sin sentido luego le pones en la situación de empresario y es justo el cutre, el que paga un sueldo precario, el que evade los impuestos... Da igual donde milites".

En cuanto a cómo es él como trabajador, reconoce que protesta mucho, pero que "con los años uno va aprendiendo. Antes, por ejemplo, el tema de la prensa lo llevaba fatal. He tenido que aceptar que forma parte de mi trabajo tanto como salir al escenario". Añade que "cuando vas a taquilla, con el IVA al 21%, que son trece puntos de golpe, la rueda de prensa te importa muchísimo. Atiendes al de Radio Macuto como si fuera del 'New York Times'".

De la política dice que no se la cree: "No me parece una profesión muy seria, lo digo sin ánimo de molestar a los políticos. Pero no dicen cosas: tienen la habilidad de repetir como papagayos planteamientos articulados, programáticos, eslóganes muy bien organizados. No escuchan al adversario nunca, su principal virtud es hablar muy rápido... Y después, como ciudadano, no tengo criterio: si voy de buena voluntad, todos me convencen".

Álvarez se considera "un contador de historias, me he ido decantando, de manera que mi función de actor está al servicio de esta vocación", para él "es una tradición muy interesante, y un acto ritual: contar una historia verbalmente requiere una administración del sentido del tiempo, una disposición respecto a éste que en la vida moderna no solemos tener. Por contra, el hecho de escuchar una historia te devuelve a otra época".


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