“Que vaya, en fin, por la vida
como tú estás en la cruz.
De sangre los pies cubiertos
llagadas de amor las manos
los ojos al mundo muertos
y los dos brazos abiertos
para todos mis hermanos.
A ofrecerte, Señor, vengo
mi ser, mi vida, mi amor,
mi alegría, mi dolor
cuanto puedo y cuanto tengo.
Cuanto me has dado, Señor.
Y a cambio de esta alma llena
de amor, que vengo a ofrecerte
dame una vida serena.
Y una muerte santa y buena
¡Cristo de la Buena Muerte!”.
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