TRADUCCIÓN

miércoles, 21 de marzo de 2012

LA COFRADÍA DE JESÚS RESUCITADO DE ÚBEDA

Mi cofradía:





El cristo de las pistolas (Una piedad materialista que corrompe la religión) Por Jairo del Agua
Dicen que es verídico, que un "piadoso" forajido colgó en su guarida un crucifijo monumental, robado en una iglesia. Para no sentirse interpelado por la imagen la rodeó con una vieja canana y dos pistolas. Así convirtió al cristo en su colega, su cercano reflejo. Al fin y al cabo también él era un perseguido. De esa manera nació el insólito "cristo de las pistolas" a la lumbre de la tergiversada piedad de un bandido.

A todos nos parece esa historia un disparate. Sin embargo damos por buena la intención del Obispo de Segovia de organizar un "acto de desagravio" para devolver a la Virgen de la Fuencisla las coronas de oro que se habían llevado unos cacos y han sido recuperadas por la Policía. Será, dicen, como una nueva coronación.



Confieso que mi alma cristiana se retuerce como en un potro cuando oigo estas cosas. ¿No será al revés? ¿No será un nuevo "agravio" lo que proyectan? Para mí que llenar de oro y joyas una imagen de la Virgen de Nazaret es un desatino y, desde la fe cristiana, un verdadero escándalo.

Me parece muy bien que se represente a la Madre o los Santos en bellas tallas. Pero la finalidad de tales imágenes es recordarnos un ejemplo de vida santa. ¿Puede haber algún cristiano que imagine a la Nazarena "real" como un muestrario de joyería? A mí me parece que no. Sus verdaderas joyas son sus virtudes, su estilo de vida, su parecido con el Hijo.

Si lo que se pretende es emular su gloria en el cielo, entonces somos unos necios y no hemos entendido nada del Evangelio. Querer encumbrar un ser espiritual con riquezas materiales es una ficción y una incongruencia antievangélica: "No atesoréis en la tierra, donde la polilla y el orín corroen y donde los ladrones socaban y roban. Atesorad, más bien, en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corroen, ni los ladrones socaban ni roban" (Mt 6,19). Si se nos ha enseñado que a Dios hay que "adorarle en espíritu y verdad" (Jn 4,23), ¿qué haremos con la Virgen, los Santos o los lugares sagrados?

Las instrucciones para los cristianos son claras: "Id predicando… No llevéis oro, ni plata, ni dinero en vuestras fajas; ni alforja para el camino…" (Mt 10,6). ¡Qué bien sabía el Señor lo pegajoso que es todo eso! ¿Entonces cómo hemos corrompido nuestros templos y nuestra piedad con tantos tesoros materiales?

Menos mal que un colega del anterior, el Obispo de Ávila, ha venido a darnos la solución: "Las piezas más valiosas están más seguras en los museos". ¡Pues nada, convirtamos las iglesias en museos, contratemos guardas de seguridad y jubilemos a los curas! Mejor dicho, enviémosles al tercer mundo. Seguro que allí podrán cumplir su misión pastoral sin preocuparse por la seguridad de sus tesoros.

El oro, la plata, las joyas, no son más que el pináculo de la riqueza del mundo, la extrema concreción de lo superfluo, el distintivo de los jerarcas mundanos, el símbolo de la "injusticia estructural" que debemos combatir. ¿Cómo tenemos la cara dura de vestir nuestras imágenes (recordatorios de una vida espiritual) con los profanos símbolos materiales del poder, tener, dominar y aparentar?

Para más escándalo aún, esas prácticas mundanas son promocionadas por la clase dirigente. Ahí están las coronaciones canónicas para demostrarlo, donde nunca falta -por supuesto- la consabida corona de oro. "¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que recorréis mares y tierras para hacer un prosélito y, cuando llega a serlo, lo hacéis reo del fuego dos veces más que vosotros!" (Mt 23,15).

Sabed que muchísimos católicos no necesitamos para adorar, alabar, honrar y amar a Dios ni un gramo de oro. ¡Allá vosotros si lastráis vuestras manos y cuellos con el materialismo de los poderosos! En eso no podemos reconoceros como pastores, ni siquiera como cristianos, porque contravenís el Evangelio. Y, por ello, vosotros mismos os descalificáis para evangelizar.

Mientras los pobres y humildes del mundo no estén enjoyados de arriba abajo, no tenemos permiso alguno para cubrir de oro ninguna talla de madera y menos para encumbrar clérigos. Mientras existan seres humanos con hambre, no podemos apoderarnos de la riqueza del mundo, ni siquiera con la excusa de que es para honrar a Dios. ¡Eso es una apoteósica hipocresía! Porque Él, a través de su Hijo, nos lo ha dicho claramente: "Os aseguro que cuando lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis" (Mt 25,40).

Que nadie me acuse de demagogia barata, tan frecuente en algunos utópicos habladores de los pobres. Ya sé que con todos los tesoros eclesiales apenas achicaríamos unos litros del mar de la pobreza y por una única vez. Ese es el argumento que suelen usar los malos pastores para no soltar ni un relicario y seguir atesorando. También conozco el argumento del "perfume", tan tergiversado por algunos y aislado del resto del Evangelio.

Lo que me hiere y escandaliza, lo auténticamente grave, es que el acaparamiento de riqueza es injusto y antievangélico, salvo que se destine a paliar las necesidades humanas básicas. Es totalmente honesto crear riqueza y multiplicarla, siempre que se destine a lo necesario, a la propia supervivencia y a socorrer las distintas pobrezas. Pero nunca para "materializar" nuestras imágenes con brillo superfluo olvidando lo más sagrado: los hijos de Dios.

Ni siquiera en el caso de la Presencia. La Eucaristía es, en sí misma, un tesoro para los creyentes, somos nosotros los que nos enjoyamos al vivirla. No podemos suplir nuestra falta de fe, ni querer provocarla, incumpliendo -en su propia cara- los mandatos de Aquél al que queremos honrar con nuestra orfebrería.

Nuestra fidelidad es la auténtica honra que Él quiere: "Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen" (Lc 8,21). Dignidad, orden, delicadeza, cuidado, mimo… ¡SÍ! (Me duele hasta llorar que muchos curas lo olviden). Atesoramiento material para envolver realidades espirituales… ¡NO!

Y voy más allá: Tampoco el templo es para honrar a Dios sino para que las personas tengamos un lugar adecuado para tratarle. Dicho de otra forma: El templo no es para Dios sino para los hombres. Él no necesita iglesias, ni joyas arquitectónicas, ni elevadísimas cúpulas o torres. Él busca a sus hijos, a sus queridísimos hijos: "Mi delicia es estar con los hijos de los hombres" (Prov 8,31).

Las iglesias, las catedrales, los templos en general, son para que nosotros encontremos el silencio, la temperatura, la comodidad y el ambiente adecuado para bajar al verdadero templo, ahí donde nos habita Dios mismo. Todo despilfarro, todo exceso en la construcción de santuarios, incluso bajo excusa de sublime arte u honra divina, son ruedas de molino que se acumulan en el cuello de quienes promocionan, desde el poder, tales monumentos.

La esencia del cristianismo es la Misericordia. La síntesis del Evangelio es la revelación de la amorosa Misericordia del Padre, que nos llama, nos busca y espera. Más su consecuencia: "Anda y haz tú lo mismo" (Lc 10,37).

No se honra a Dios con piedras muertas, ni con oro, ni con joyas, ni con arte. Se honra a Dios en las "piedras vivas" y en los "templos del Espíritu Santo", promoviendo su plenitud y comenzando por la conservación de su vida. "La gloria de Dios es que el hombre viva", decía san Ireneo.

Los superfluos excesos "sacralizados" por vosotros, queridos hermanos obispos, son errores con que contamináis al Pueblo de Dios: "No entráis vosotros, ni dejáis entrar" (Mt 23,13). "¡Y descuidáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe!" (Mt 23,23).

Por eso, cuando me entero de la tropelía de embalsamar en oro imágenes de la Madre del Señor y nuestra, lo paso muy mal. ¡Qué poco la conocen quienes así se comportan! La tratan como los aduladores de este mundo a los poderosos. Sé que no hay mala intención. Pero cómo me duele que rebajemos a la Madre a nuestro pequeño y mísero tamaño. No me nace más que pedir perdón por la ignorancia de los "guías ciegos". ¡Perdónales, Madre, porque no saben lo que hacen, ni quieren seguir tu consejo: "Haced lo que Él os diga" (Jn 2,5)!

Todavía me escuecen y emocionan las palabras de mi madre anciana ante aquel regalo caro: "No quiero joyas, hijo. Te quiero a ti, tu presencia, tu voz, tus besos. Prefiero que me cuentes cómo en el trabajo tu honradez puede a tu ambición. Cómo tu mujer y tus hijos disfrutan de tu bondad y tu ejemplo. Cómo respondes a los que te necesitan sin darles largas. Soy feliz, hijo mío, comprobando que la Navidad corre por tus venas, que vas haciendo nuevo cada año el tesoro que yo te transmití".

Si eso decía mi madre humana, pobre e ignorante, ¿qué nos estará diciendo -y no escuchamos- nuestra Madre del cielo? Os lo había contado hace tiempo. Pero lo he vuelto a traer porque creo que resume mi meditación de hoy sobre la "piedad materializada" en la que nos hemos hundido, con aplauso y sonrisa -¡Madre mía qué dolor!- de los que deberían iluminarnos.

Anclados en nuestras inconsciencias y rutinas no nos hemos percatado todavía que alhajar representaciones inertes de seres espirituales es tan absurdo como colgar a una talla de Cristo dos pistolas.

Y lo peor es que nadie parece querer que salgamos del error: "Cuando un ciego guía a otro ciego, los dos caen en la olla" (Mt 15,14); "Guías ciegos que coláis un mosquito y os tragáis un camello" (Mt 23,24).

Mientras amanecen tiempos mejores, querido meditador, querida meditadora, deseo de todo corazón que se pueda decir de ti: "¡Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen!" (Mt 13,16).-

Este artículo, que tenía el permiso expreso de su autor, Jairo del Agua, para ser publicado en la revista de la Cofradía, "Resurrexit", fue censurado por su actual director P. A. Ch., secretario, también de la Cofradía de Jesús Resucitado y Nuestra Señora de la Paz (Se me olvidaron las palabras de Jesùs en Mt 7,6 y claro, después pasa lo que pasa). Si habéis sido capaces de ver el video de Paso a Paso,habréis escuchado como a la Virgen se le va a poner un fajín de un militar, concretamente tío del secretario, por los méritos contraídos, por este señor en la guerra civil...

Ironías de la vida. Tal vez, el censurar el artículo haya sido por el título,lo mismo debería haber titulado el autor: La virgen de las pistolas...


PARA DESCARGAR LA REVISTA RESURREXIT

RESURREXIT 33

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Temas sugeridos

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Sic transit gloria mundi

trucos blogger