TRADUCCIÓN

viernes, 11 de diciembre de 2009

BUSCANDO LA PAZ

¡NUNCA! NO LO DIRÉ. MÁS SI LO DIGO...
¡Nunca! No lo diré. Más si lo digo,
no culpéis a mi lengua, sí al tormento
que irresponsabiliza al pensamiento
que descuaja al dolor el enemigo.
Si un silencio de muerte irá conmigo,
mudo en mi sangre hasta el fallecimiento,
no culpéis a mi voz, sí al rompimiento
de unas venas, sin cauce ya ni abrigo.
Ni al delirio que ignora lo que explica,
ni al secreto expropiado a la locura,
ni a la desvariada confidencia
la pena capital los justifica.
¡No lo diré! Mas la mayor tortura
será siempre este estado de conciencia.
(Rafael Alberti)
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HOMBRE PLANETARIO
XIX
Vendrá un día más puro que los otros:
estallará la paz sobre la tierra
como un sol de cristal. Un fulgor nuevo
envolverá las cosas.
Los hombres cantarán en los caminos,
libres ya de la muerte solapada.
El trigo crecerá sobre los restos
de la armas destruidas
y nadie verterá
la sangre de su hermano.
El mundo será entonces de las fuentes
y las espigas, que impondrán su imperio
de abundancia y frescura sin fronteras.
Los ancianos tan sólo, en el domingo
de su vida apacible,
esperarán la muerte,
la muerte natural, fin de jornada,
paisaje más hermoso que el poniente.
(Jorge Carrera Andrade)
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EL TEMOR Y EL VALOR DE VIVIR Y DE MORIR
No sé por qué avenida
movida por el viento de noviembre
rodeando
plazas como sogas de ahorcado
junto a un muro con trozos de carteles
húmedos
era en la noche de tu muerte
Paul Eluard
y hasta los diarios más reaccionarios
ponían cara de circunstancias
como cuando de repente baja la Bolsa
y yo iba solo no sé por qué avenida
envuelta en la niebla de noviembre
y rayé con una tiza el muro de mi hastío
como una pizarra de escolar
y volví a recomenzar mi vida
por el poder de una palabra
escrita en el silencio
Libertad.
(Blas de Otero)
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AGOSTO DE 1945
El día en que Hiroshima y Nagasaky ardían
yo veía feliz a medio mundo,
por que los aliados habían vencido
y al fin se terminaba la guerra,
y terminarían todas las guerras.
Yo pensaba en la Bomba como en un gran fuego de artificio en la plaza de Año Nuevo,
y mientras aceras de asfalto derretido
arrastraban a miles de seres,
yo miraba jugar al escondite a niñas vecinas
y esperaba que me llamaran a sentarme a la mesa.
Los girasoles relucían
y caracoles despreocupados trazaban sus senderos plateados en el jardín,
mientras en la tierra del sol naciente
monstruosas plantas retorcidas crecían
y nacían larvas sin nombre.
Aquí hermosas muchachas peinaban largas trenzas,
mientras allá millares de mujeres quedaban sin cabello.
Caía el telón sobre otro día
y yo miraba ávidamente al mundo
cerrado para siempre a los ojos de tantos niños.
Aún no se usaba la palabra radioactividad.
Y yo a los diez años sabía que todo estaba bien:
era el fin de la guerra y triunfaban los buenos.
Todo el mundo estaba feliz y se preparaba el desfile de la Victoria,
cuando al otro lado de nuestro otoño
Hiroshima y Nagasaki ardían.
(Jorge Teillier)

NIÑA CAÍDA EN GUATEMALA (19 de junio de 1954)
Te eligieron los dioses.
Quisieron que tu muerte señalase
la irrupción de la sangre y el sollozo.
Niña caída, tu inocencia rota,
rota tu frente de candor y pájaros
al iniciar su palidez el día.
Así como tu gloria ¿será eterna
tu leve voz que enmudeció de pronto
esa monstruosa, intempestiva furia?
¿Verás tu triunfo? ¿La invasión del óxido
sobre las hoscas armas que te hirieron?
Nada nos dice que tu voz perdure,
ni tu mirada en albas detenida.
Caída bajo un golpe de metrallas.
Tu cuerpo en una calle, enterneciéndola.
Nada sabías, ni sabrás, criatura,
del hombre oscuro que en su sueño alienta
la sumisión de seres fraternales.
Nada sabrás del hombre
que codicioso cuenta sus dineros
mientras lo ciñen ríos que enrojecen.
Pero algún día de futuros tiempos
verás que se alzan manos celebrantes
--lágrima en flor del hombre redimido--
a tu memoria de inocente víctima.
Recordaran tu nombre perforado
del cual brotará la primer vertiente.
(Antonio Requeni)
TODO PASARÁ
...Y todo pasará
Y yo estaré contigo en la mañana de las reconstrucciones.
Sí. Estaré en Zacapa y estaré en Chiquimula;
estaré en todas partes por donde la muerte anduvo
desalojando la esperanza.
Yo estaré allí para besar
la sangre náufraga de los ladrillos muertos. Para enjugar la última lágrima vertida.
Estaré allí
para borrar con mi frente los escombros
y los recuerdos tristes.
Pondré una rosa y un soneto
en cada tumba colectiva.
Pintaré un vástago de mi voz, una sonrisa,
un estremecimiento de mis labios
en las palmeras resueltas.
Y besaré los nuevos ladrillos y los muros
definitivamente edificados.
Sí. Todo pasará...
Y vendrán nuevas madres para los niños huérfanos.
Y vendrán nuevos hijos para las madres tristes.
Y un nuevo pan
más dulce y más sabroso
desbordará las mesas de mi pueblo.
Y una nueva esperanza
desbordará los pechos reconstruidos.
(Melvin René Barahona)
MARTIN LUTHER KING
Las campanadas de su nombre vibran
al conjuro de un aliento al rojo vivo,
de miles de puños, de ansias incontenibles,
del dolor fermentado por los siglos.
Incesante se mueve la esperanza.
Penetra, a pesar de su ternura,
como puñal en el alma envilecida.
En silencio cayó. Árbol que se viene al suelo.
¡Ah, pero de su cuerpo se desparramaron
los pájaros con su salmo eterno,
los frutos con su semilla eterna.
Cayó sin pronunciar palabra.
Resuena la suya en las calles y en las plazas,
en las celdas de Alabama, de Georgia,
en los latidos que estremecieron a Birmingham.
Y los perros de la policía
y las mangueras contra incendios
también conocen sus palabras.
Los negros las rezan. Y se duermen.
Los blancos las repiten. Y son presas del insomnio.
Marcha con los pobres.
Reparte su riqueza inagotable.
Resplandece a la vanguardia del sombrío torrente.
"We shal overcome". Venciste, Martin.
Prosigues tu tarea entre los hombres.
Enseñas que el martillo debe golpear y golpear
hasta ablandar el material más duro.
¿Recuerdas junto al memorial de Lincoln?
"Se me ha presentado un sueño"
Será realidad.
(Diego Oquendo)
COMPLICIDAD DE LA VÍCTIMA
Besé la mano del guardián
y lo ayudé a bruñir cerrojos
con esa antigua habilidad que tengo
para borrar innecesariamente
toda huella de bien habida corrupción.
Permití las tinieblas,
rigores me tranquilizaron.
Saludé agradecida al aumentado déspota
y agité flores y banderas
en honor de su rango
de sembrador de oprobios para prójimos
pero no --quizás-- para mí.
Odié a las otras víctimas
en lugar de hermanarme
y no quise saber qué sucedía
en el vecino calabozo
o tras los diarios, más allá del mar.
Por eso me dejé vendar los ojos,
sencilla y obediente.
¡Es tan dulce la vida sin saber!
Acepté el castigo
con hipocresía de estampa
por si lo merecía mi inocencia
y fui capaz de denunciar
no al amo sino a la insensata esclava
que desdeñaba protección y ley.
Por pereza me dejé coronar
de puños o serpientes
y admira sin fisuras
a ujieres y embalsamadores,
el fascinante escaparate de los serios.
No supe compartir el sufrimiento
y orgullosa de su exclusividad
inventé argucias contra la rebelión
y jamás en sus aguas dudosas me metí.
Fui custodia del fuego
--a mucha honra-- para pequeños meritorios
y santones cubiertos de moscas.
Juro que nunca vertí veneno en su sopa
y en mis tiempos de bruja les alivié las llagas,
favor que me pagaron con incendios
pero yo perdoné
porque ¡es humano quemar!
La razón del verdugo
justifiqué callando y otorgando
y preferir durar decapitada
que trascender a mi albedrío
porque la libertad, ya sabéis, amenaza
con alimañas de perdición
como abismo a los pies de un paralítico.
Dormí con la conciencia
engrillada pero limpia
¿Qué culpa tiene una sombra?
Quise investirme de prestigio ajeno
y el sometimiento era vínculo,
me contagiaba un solemne resplandor.
Por eso permanezco
fiel a iniquidades y censores.
Al fin y al cabo me porté bien,
supe negociar
mi pálida y frágil sobrevivencia.
(María Elena Walsh)
EL NUDO
A veces. Uno quisiera hacerse un nudo
a lo largo del esqueleto único
en la parte más larga, más muda, más blanca,
aquella que se enredó trágicamente
en los cuernos de las Obras!
Y, no puede. ¡No alcanza!
Hácese un nudo. Uno sólo.
Mientras Ellos disparan, rugen, miente, afanan, sudan, luchan, matan.
Negocios, Guerras, Sombras, Negocios, Guerras, Bombas.
Bombas, Bombas, Bombas.
Un solo negocio, grande.
Una sola guerra.
Una sola bomba.
Uno quisiera hacerse el último nudo.
¡Y no alcanza!
(Teodoro Venegas)
HABLA UN SOLDADO DE LA CONQUISTA
Vine porque me pagaban
y yo quería comprar espadas y mujeres.
Vine porque me hablaron de montañas resplandecientes
como un atardecer en el mar
y con el oro con que me iba a vestir cuando volviera.
Pero sólo encontré flechas envenenadas,
humedad y mosquitos.
Conocí el terror, noches sigilosas,
indios vestidos con su belleza siniestra,
la fuerza de una tierra que nos doblegó
como la sed a los animales,
y la móvil mortaja de la selva. .........................................................
A bordo alguien habló de "honor".
A bordo
hablaban y rezaban con lentas manos sobre libros de oro.
Con esas manos se ayudaron el grito y la desesperación;
con esas manos escarbaron la tierra que nos iba a cubrir.
Alguien habló de "historia" y de "futuro";
yo sólo pienso en lo que perdí.
Creo que todo es igual,
las mentiras que nos dijeron y las verdades que encontramos.
Siempre habrá tontos que vivirán de palabras,
y siempre el mundo mezclará en la misma indiferencia
la vida, que en el olvido crece,
la gloria, que se arrastra,
y la codicia laboriosa de la muerte.
(Jorge Calvetti)
CERCADOS POR EL MIEDO
Cercado por el miedo
vivimos formulando preguntas sin respuesta.
Acechante el insomnio nos anuncia la hora
del último naufragio
en grises cementerios sin cruces ni sepulcros. Un día
me dijeron que debía matar.
En mis manos recién adolescentes,
en mis oscuras manos que conservaban tibio
el llanto de mi madre,
pusieron un fusil.
Y me hablaron de cosas y de cosas.
Me enseñaron el arte sutil de la emboscada
y urgieron mis oídos con siniestras canciones.
Era yo un adolescente
con os ojos abiertos al milagro del alba,
del viento y de los mares,
y debía matar.
Unos hombres sin nombre,
cegados por el sucio designio de otros hombres
reptaban -como yo- en la maraña.
Me debían matar.
Dime, soldadito:
nuestros uniformes son distintos
nada más ¿no es verdad?
Y en tu vieja cabaña que nunca visitaron
los que entregan fusiles
alguien quedó llorando, también, ¿no es verdad?
¿Qué hacemos desolado camarada,
qué hacemos con los hombres que nos dan fusiles?
(Julio Ameller)
EXILIO
Voz de exilio, voz de pozo cegado,
voz huérfana, gran voz que se levanta
como hierba furiosa o pezuña de bestia,
voz sorda del exilio,
hoy ha brotado como una espesa sangre
reclamando mansamente su lugar
en algún sitio del mundo.
Hoy ha llamado en mí
el griterío de las aves que pasan en verde algarabía
sobre los cafetales, sobre las ceremoniosas hojas del banano,
sobre las heladas espumas que bajan de los páramos,
golpearon y sonando
y arrastrando consigo la pulpa del café
y las densas flores de los cámbulos.
Hoy algo se ha detenido dentro de mí,
un espeso remanso hace girar,
de pronto, lenta, dulcemente,
rescatados en la superficie lenta de sus aguas,
ciertos días, ciertas horas del pasado
a los que aferra furiosamente
la materia más secreta y eficaz de la vida.
Flotan ahora como troncos de tierno balso,
en serena evidencia de tiernos testigos
y a ellos me acojo en este largo presente de exiliado.
En el café, en casa de amigos, tornan con dolor desteñido
Teruel, Jarama, Madrid, Irún, Somosierra, Valencia
y luego Perpigan, Argelés, Dakar, Marsella.
A su rabia me uno, a su miseria
y olvido así quién soy, de dónde vengo,
hasta cuando una noche
comienza el golpeteo de la lluvia
y corre el agua por las calles en silencio
y un olor húmedo y cierto
me regresa a las grandes noches del Tolima
en donde un vasto desorden de aguas
grita hasta el alba su vocerío vegetal:
su destronado poder entre las ramas del sombrío,
chorrea aún en la mañana
acallando el borboteo espeso de la miel
en los pulidos calderos de cobre.
Y es entonces cuando peso mi exilio
y mido la irrescatable soledad de lo perdido
por lo que de anticipada muerte me corresponde
en cada hora en cada día de ausencia
que lleno con asuntos y con seres
cuya extranjera condición me empuja
hacia la cal definitiva
de un sueño que roerá sus propias vestiduras,
hechas de una corteza de materias
desterradas por los años y el olvido.
(Álvaro Mutis)
NOCTURNO SIN PATRIA
Yo no quiero un cuchillo en manos de la patria.
Ni un cuchillo ni un rifle para nadie:
la tierra es para todos,
como el aire.
Me gustaría tener manos enormes,
violentas y salvajes
para arrancar fronteras una a una
y dejar de frontera sólo el aire.
Que nadie tenga tierra
como se tiene traje:
que todos tengan tierra
como tiene aire.
Cogería las guerras de la punta
y no dejaría una en el paisaje
y abriría la tierra para todos
como si fuera el aire...
Que el aire no es de nadie, nadie, nadie...
Y todos tienen su parcela de aire.
Los malos sembradores van cayendo trazados
por la cintura en dos trozos de carne amarga,
aplastados debajo del grito de los pueblos.
De cada hueso, de cada mujer herida,
sale un cuchillo ardiendo, cortando brazos malos.
Y sobre brazos, muslos, cabezas desprendidas
va creciendo el oleaje de paz, de buena paz,
paz comprada con negras monedas de dolor,
pero paz, compañeros, paz, hermanos, paz buena,
fresca y onminiscente como un aire, una nube
de estrellas aventadas por un ángel de fuego.
(Jorge Debravo)

EL OTRO (Enero 1º, 1959)
Nosotros, los sobrevivientes,
¿a quién debemos la sobrevida?
¿Quién se murió por mí en la estrágula,
quién recibió la bala mía,
la para mí, en su corazón?
¿Sobre qué muerto estoy yo vivo,
sus huesos quedando en los míos,
los ojos que le arrancaron, viendo
por la mirada de mi cara,
y la mano que no es su mano,
que no es ya tampoco la mía,
escribiendo palabras rotas
donde él no está, en la sobrvida?
(Roberto Fernández)
 
FUSILAMIENTO
Van a fusilar
a un hombre que tiene los brazos atados;
hay cuatro soldados
para disparar.
Son cuatro soldados
callados,
que están amarrados,
lo mismo que el hombre amarrado que van a matar.
-¿Puedes escapar?
-¡No puedo correr!
-¡Ya van a tirar!
-¡Qué vamos a hacer!
-Quizá los rifles no están cargados...
-¡Seis balan tienen de fiero plomo!
-¡Quizá no tiren esos soldados!
-¡Eres un tonto de tomo y lomo!
Tiraron.
(¿Cómo fue que pudieron tirar?)
Mataron.
(¿Cómo fue que pudieron matar?)
Eran cuatro soldados
callados,
y les hizo una seña, bajando un sable, un señor oficial;
eran cuatro soldados
atados,
lo mismo que el hombre que fueron los cuatro a matar.
(Nicolás Guillén)
EL DESCANSO DEL GUERRERO
Los muertos están cada día más indóciles.
Antes era fácil con ellos:
les dábamos un cuello duro una flor
loábamos sus nombres en una larga lista:
que los recintos de la patria
que las sombras notables
que el mármol monstruoso.
El cadáver firmaba en pos de la memoria:
iba de nuevo a filas
y marchaba al compás de nuestra vieja música.
Pero qué va
los muertos
son otros desde entonces.
Hoy se ponen irónicos
preguntan.
Me parece que caen en la cuenta
de ser cada vez más mayoría!
(Roque Dalton)
FRAY ANTONIO DE GUEVARA REFLEXIONA MIENTRAS ESPERA A CARLOS V
Para quien busca la serenidad y ve en todos los seres sus iguales
malos tiempos son estos mal lugar
es la corte
Vamos de guerra en guerra Todo el oro de Indias se
consume en hacer daño La espada incendia el Nuevo
Mundo La cruz sólo es pretexto para la codicia La
fe un torpe ardid para sembrar la infamia
Europa entera timbla ante nuestro rey
Yo mismo tiemblo aunque sé que es un hombre
sin más mérito que haber nacido en un palacio
real como pudo nacer en una choza de la
Temistitlán ciudad arrasada para que entre sus
ruinas brille el sol de Habsburgo insaciable
En su embriaguez de adulación no piensa que todo
imperio es como un cáncer y ningún reino
alcanzará la dicha basado en la miseria de otros
pueblos
Tras nuestra gloria bullen los gusanos y no tengo
fuerza o poder para cambiar el mundo
Escribo alegorías engañosas contra la cruel conquista
Muerdo ingrato la mano poderosa que me alimenta
Tiemblo a veces de pensar en el potro y en la hoguera
No no nací con vocación de héroe No ambiciono
sino la paz de todos (que es la mía) sino la
libertad que me haga libre cuando no quede un
sólo esclavo
No esta corte no este imperio de sangre y fuego no
este rumor de usura y soldadesca
(José Emilio Pacheco)

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