TRADUCCIÓN

miércoles, 1 de junio de 2016

NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ

Oración a Nuestra Señora de la Luz

Madre y señora, tú eres luz que disipas la sombra del engaño;
tú eres la dulzura que deleita al corazón
y eres la poderosa madre en quien espero y confío.

Aleja de mi todo peligro; guárdame, señora,
y en estos ocho días recíbeme por tuyo;
yo volveré, señora, a tus santísimos pies;
yo daré a mi corazón la dicha de saludarte,
y yo renovaré el amor que desde hoy te ofrezco.

Ángeles de la patria celestial, alabad por mi
a la madre santísima de la luz;
dios y señor de la majestad y grandeza,
pues sólo vos sabéis lo que es María,
ensalzadla y engrandecedla y tú,
madre y señora, admite mi corazón;
las necesidades que tiene tú lo sabes; remédialas;
derrama el bálsamo suavísimo de tu amor;
haz que en todas mis acciones te llame madre de la luz;
alúmbrame, compadécete de mi, y no permitas
que sea presa del demonio; y haz que,
pues te portas como mi madre, yo me porte
como tu hijo. Amén.
  
Según se nos narra en el siglo XVIII el jesuita italiano Antonio Genovesi deseaba una imagen mariana que aumentara la devoción en sus fieles, entonces decidió pedirle a una mujer famosa por su piedad y visiones que le pidiese a la Virgen que los inspirase para hacer una imagen.

La Virgen se apareció ante la beata mujer reluciente halando con una de sus manos a un alma para que no cayera en las fauces de la bestia infernal, también un ángel ofrecía al niño Jesús que María llevaba en brazos, un canasto lleno de los corazones preservados del mal y accediendo a la petición le dijo a la mujer “observa bien mi traje, mírame atentamente y tal como me ves quiero ser retratada”. La misma Virgen le dijo a la mujer que quería ser venerada bajo el título de “Madre Santísima del Lumen o de la Luz”.

Dice Laureano Veres en su devocionario:

Miróla con grandísima atención la religiosa; y de una manera tan exacta y con tal viveza quedaron como estampadas en su imaginación las facciones bellísimas y la actitud de la celestial Señora, que bien pudiera decirse que esta imagen, grabada desde entonces en su fantasía, fue la primera copia que de la Santísima Virgen se formó”. 

Primera aparición
de la Virgen de la Luz.
A pesar de todo esto tal parece que la imagen no resulto como la Virgen la había pedido, tal vez después de todo la memoria de la mujer no fue tan exacta, por lo que la Virgen se volvió a aparecer ante la mujer para decirle: “vete, al pintor, que está actualmente con la obra entre manos: allá me hallarás, a ti sola visible; y entre tanto que tú teniéndome delante de los ojos, instruyeres con la voz al pintor, yo invisiblemente le dirigiré el pincel, de modo, que acabada la obra, cualquiera conocerá de su belleza más que humana, que inteligencia y arte superior había dispuesto los colores, y delineado la idea de la obra”, por lo que la mujer no tardó en dirigirse a Palermo, donde se encontraba el pintor.

Segunda aparición
de la Virgen de la Luz.
Al ser terminada la pintura con beneplácito la Virgen sonrió y la bendijo asegurando que obraría muchos milagros a favor de aquellos que la invocaran y honrasen con el nombre "Nuestra Señora de la Luz". Tal parece que los jesuitas posteriormente decidieron que la imagen debería ser destinada a una de sus nuevas casas en América, por lo que se decidió hacer un sorteo para decidir en qué lugar debería ser venerada la Madre Santísima de la Luz y tres veces realizaron el sorteo y las tres apareció nombrada la ciudad de León, Guanajuato, transcurría el año de 1732. El 2 de julio de ese año la imagen de la Virgen de la Luz fue recibida entre un gran jolgorio de la población de la, en ese entonces, villa de León.

Los jesuitas se encargaron de propagar el culto a la Madre Santísima de la Luz en toda América. Para 1742 en la iglesia de los dominicos de México ya existía una imagen de esta advocación en el altar de ánimas y se fundó una cofradía en su honor a la cual S.S. Benedicto XIV concedió varias indulgencias y privilegios. Hacia 1770 se menciona en un documento del Ayuntamiento de la ciudad de León enviado al virrey Gálvez, que la ciudad había jurado a la Santísima Virgen de la Luz, como patrona contra rayos y centellas.

En 1771 el IV Concilio Provincial Mexicano dispuso que se borrase el Leviatán en la imagen de la Virgen de la Luz y en adelante no se pintase más. Del mismo modo existía una prohibición de la Congregación de Ritos del 27 de enero de 1742 que ordenaba al obispo de Zaragoza, España, que se quitaran las imágenes de la Virgen de la Luz. Del mismo modo también hubo prohibiciones por parte del Consejo de Castilla, el obispo de Cádiz y el arzobispo de Sevilla. A pesar de todo esto el Concilio Provincial Mexicano después de escuchar a varios consultores juristas llegaron a la conclusión de que la imagen no debería ser prohibida. 

Virgen de la Luz censurada.
Ya no le acompaña el Leviatán.
Todo esto porque tal parece que la presencia de aquel ser infernal movía a confusión a los fieles quienes creían que “con solo invocar a la Madre Santísima de la Luz las almas podían salir de la condenación eterna” lo que como sabemos es imposible, pues nadie sale del infierno. Mucho se ha especulado al respecto y tal parece que algo más que llevó a que, en varias partes, la imagen fuera prohibida fue por su origen jesuita. Tal parece que el mismo S.S. Benedicto XIV prohibió su culto por un tiempo. Debido a todo esto en la Nueva España comenzaron a aparecer tratados apologéticos en defensa del culto a la Madre Santísima de la Luz, donde se explicaba el verdadero significado de la imagen de María al sostener aquella alma evitando que cayera al infierno, más no sacándola del mismo. Todo esto llevó a que en varias reproducciones de la Virgen de la Luz el dragón infernal sea sustituido por nubes, llamas, el rosario o algún otro objeto.

A pesar de todo esto el culto a la Virgen de la Luz especialmente en Nueva España se siguió extendiendo al grado que en 1784 el Santo Oficio de la ciudad de México fue notificado de una estampa que era distribuida de nombre “San José de la Luz” donde se mostraba al santo en la misma actitud y con los mismos simbolismos de la Virgen de la Luz.

Para 1849 el sacerdote Ignacio Aguado párroco de León, Guanajuato, junto con toda la ciudad juraron a la Virgen de la Luz como Patrona de León. Un año después debido a la epidemia del cólera la ciudad hizo voto perpetuo de solemnizar cada año los tres días anteriores a la Asunción, cantando públicamente las letanías lauretanas, poco después la epidemia cesó. En 1866 se concluyó el grandioso templo y actual catedral de Nuestra Señora de la luz siendo consagrado en el mes de marzo del mismo año. En 1872 el papa Pío IX declaró a la Santísima Virgen de la Luz patrona principal de la diócesis de León, Guanajuato. El 8 de octubre de 1902 es coronada pontificalmente.

Entre las festividades en honor a la Madre Santísima de la Luz se celebran el miércoles anterior a Pentecostés, el 31 de mayo y el 2 de julio (y en algunos otros sitios se tiene otras fechas). 

Lic. André Efrén Hernández.

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