Año 550 (aprox.): en el lugar en que se encuentra la actual catedral, los cordobeses construyen una basílica visigótica que consagran a San Vicente.
Año 714: el militar musulmán Musa ibn Nusair, que formaba parte del contingente armado que invadió la Península, ordenó que la mitad de la basílica de San Vicente, conquistada por la fuerza de las armas, se dedicara a los ritos islámicos.
Año 786: los invasores musulmanes deciden apropiarse de toda la basílica, suprimen el culto cristiano, destruyen el templo y construyen sobre sus ruinas una mezquita.
Año 1236: el rey Fernando III el Santo reconquista Córdoba y ordena que en la mezquita sea restablecido el culto cristiano. A continuación cede la titularidad de este templo a la Iglesia.
Año 1523: se construye la basílica cristiana en el centro de la mezquita.
Año 2014: la Junta de Andalucía dice que la Iglesia se ha quedado con un bien que no le pertenece.
Desde mediados del siglo VI la Catedral de Córdoba ha pertenecido a la Iglesia y a los creyentes que la conforman.
Orígenes cristianos: la Basílica de San Vicente Mártir
Tras la llegada del Islam a Córdoba, la basílica visigótica de San Vicente, que había sido el templo cristiano más importante de la ciudad desde el siglo V, pasó a compartirse entre cristianos y musulmanes. Según una versión sucinta del relato tradicional, la mezquita de Córdoba habría sido iniciada bajo el reinado del primer emir omeya Abderramán I entre el 780 y el 785, (que compró su parte de la basílica a los cristianos) sobre la planta de la iglesia cristiana, cambiando la orientación de su eje. Sufrió sucesivas ampliaciones en los siglos IX y X y fue concluida bajo mandato de Almanzor. La más importante de las ampliaciones es la de Alhakén II a la que pertenecen los arcos del mihrab. En estos arcos se puede ver la evolución de la construcción: las columnas visigodas con sus arcos de herradura les resultaron demasiado bajos a los musulmanes por lo que decidieron añadir pilares sobre las columnas y disponer arcos más altos sin derribar los anteriores y policromando en rojo y blanco todos con lo que se construyó la célebre y más conocida imagen de la Mezquita de Córdoba. Fue lugar de reuniones a la vez religiosas y políticas pues podía albergar hasta veinte mil personas.
Las excavaciones arqueológicas dirigidas por el arquitecto Félix Hernández en 1930 demostraron la existencia en el subsuelo de la actual Catedral de todo un complejo episcopal que puede datarse entre los siglos IV y VI. Allí se encuentran los restos arqueológicos de la basílica visigótica dedicada a San Vicente Mártir, la domus episcopalis, y la escuela clerical y los servicios de caridad del Obispo.[9]
Mezquita de Abderramán I
El inicio de su construcción se debe al primer emir rey de Córdoba, haciéndose sobre el emplazamiento de la Basílica visigoda de San Vicente Mártir, iglesia construida en el siglo VI, en cuyo solar se inicia la edificación del oratorio o haram en el año 786. Ignacio Olagüe Videla, en su célebre La Revolución islámica en Occidente (1974), supone por la arqueología que Abderramán I no habría construido nada, y que el templo primitivo ya contaba con el famoso bosque de columnas. Como, por su ordenación interior, éste no parece concebido para el culto católico o musulmán, puede que fuera edificado para el culto arriano.
Este primer edificio consta, en cualquier caso, de once naves longitudinales orientadas hacia el río Guadalquivir, cuya anchura es idéntica, a excepción de la central, que conduce al mihrab y las dos de los extremos. La central ligeramente más ancha que el resto y las laterales ligeramente más estrechas, aunque estas leves diferencias solo son apreciables en un plano. Estas naves constan de doce tramos o crujías que corren en dirección al muro de la quibla.
Los materiales utilizados son de acarreo: fustes de columnas y capiteles procedentes de construcciones y épocas anteriores (romanos y visigodos), sobre los cuales se elevan pilares rectangulares de sillería que dotan de más altura al conjunto. Para darle estabilidad a este alzado se recurre a dobles arcos, de los cuales el inferior, de herradura, hace funciones de entibo, mientras que el superior, de medio punto, es el que soporta la cubierta. Este sistema, además de la alternancia cromática y material de las dovelas, rojas de ladrillo, amarillentas las de caliza, parece estar inspirado en el acueducto romano de Los Milagros (Mérida).
El resultado es un inmenso bosque de columnas coronado de doble arquería que recuerda a un palmeral. El conjunto se cierra con el muro de la quibla, que a diferencia de la mayoría de mezquitas no está orientado hacia La Meca sino hacia el sur, hecho éste cuyo motivo está en duda, y que van desde la inexperiencia y el error en el cálculo, hasta la pura intencionalidad política tras la proclamación de la independencia política del emirato cordobés, todo apunta a que quisieron imitar a la Mezquita de Damasco, también de los Omeya, y orientada al sur. Las obras terminaron en el 788.
Intervención de Hisham I
Terminó el patio o sahn y erigió el primer alminar. Este primitivo alminar, de planta cuadrada, fue más tarde derribado por Abderramán III quien construyó otro, luego parcialmente desmochado, y cuyos restos se cree que se encuentran actualmente embutidos en el campanario cristiano de la catedral. La cimentación del alminar de Hisham I fue hallada en el Patio de los Naranjos por el arqueólogo Félix Hernández en el siglo XX, quién dejó marcada su ubicación en el pavimento y es hoy día visible.
Ampliación de Abderramán II
Según la historiografía clásica, el crecimiento de la ciudad habría determinado la necesidad de un oratorio (haram) con un aforo mayor para poder albergar más fieles durante la celebración de los viernes, por lo que este emir decidió la primera ampliación de la mezquita. Ignacio Olagüe Videla supone, además, que es a Abderramán II a quien debemos las obras que convertirían al templo arriano en mezquita. En cualquier caso, éstas se iniciaron en el 833, acabándose en el 855, bajo mandato ya del hijo de Abderramán II.
Para llevarla a cabo se derribó el primitivo muro de la quibla, cuyos restos son actualmente visibles en forma de grandes pilares, y se prolongaron las arquerías en ocho tramos o crujías más, con una longitud total de 24 m. Los elementos arquitectónicos son idénticos a los de la fase inicial: alternancia de dovelas en los arcos (amarillas de caliza y rojas de ladrillo) y utilización de materiales de acarreo, aunque como novedad se utilizaron algunos materiales labrados a propósito para esta ampliación, como los ocho capiteles novedosos denominados «de pencas». El mihrab, cuyos cimientos fueron encontrados en el subsuelo de la capilla de Villaviciosa, estaba concebido monumentalmente con un arco de entrada sostenido por cuatro columnas y sobresalía al exterior del muro de la qibla. También este emir llevó a cabo una intervención en el patio, cerrándolo con saqqifas en los laterales que faltaban.
Intervención de Abderramán III
La intervención del primer califa cordobés no afectó al oratorio. Pero agrandó el patio, derribó el primer alminar y erigió uno nuevo que sería modelo para los alminares almohades y los campanarios mudéjares. Este alminar se conserva actualmente desmochado y embutido en el campanario cristiano, aunque se conoce su alzado gracias a los dibujos conservados. El único testimonio gráfico que nos ha llegado es un relieve que se encuentra en una de las enjutas de la Puerta de Santa Catalina.
Ampliación de Alhakén II
Coincidiendo con el esplendor del califato, durante el siglo X se llevarán a cabo las más extensas intervenciones en la mezquita. Pero será la de Alhakén II la ampliación más bella y rica. El segundo día de su reinado encarga a su chambelán Chafar (o Yafar) las obras.
Se derriba el muro de la qibla de Abderramán II, del que también quedan restos visibles en la actualidad, y se amplía el oratorio en doce crujías más en el sentido sur seguido hasta entonces. Para mejorar la iluminación se construyen cuatro lucernarios con bellas cúpulas nervadas. El primero de ellos, previo a la macsura, lo ocupa actualmente la Capilla de Villaviciosa. Los otros tres se elevan delante del nuevo muro de qibla; uno delante del mihrab y los otros dos flanqueándolo.
Previos a la macsura aparecen nuevos arcos polilobulados y entrecruzados, y en las columnas se alternan fustes rosas y azules. Los materiales ya no son de acarreo, sino labrados ex profeso, con presencia de capiteles de pencas, una abstracción y esquematización de los corintios y compuestos del mundo romano y que derivarán en los de avispero que se pueden observar en Medinat Al-Zahra. Todo esto configura la unidad estilística del arte califal ya presente en Medina Azahara.
Otras novedades son el doble muro de la qibla, que facilita la conexión con el sabat y que permite que el mihrab no se limite a un simple nicho, sino que se abra como una pequeña habitación octogonal cubierta con una cúpula con forma de concha. La portada del mihrab y las cúpulas que lo preceden van recubiertas de mosaicos ejecutados por artesanos bizantinos enviados por el basileus cargados con trescientos veinte quintales de teselas.
Ampliación de Almanzor
Dado el gran continuo crecimiento demográfico de Córdoba, este hayib decide llevar a cabo la tercera y última de las intervenciones en la mezquita a fines del siglo X. Su ampliación, la más extensa de todas, afecta tanto al oratorio como al patio. Pero esta ampliación no se hará hacia el sur como las anteriores, puesto que la cercanía del Guadalquivir lo impide. La expansión será hacia el este, para lo que Almanzor debió expropiar el caserío que ocupaba la zona. Se construyen ocho nuevas naves que dejan descentrado el mihrab y el extendido muro de la qibla ya no es doble, sino simple. En los arcos la alternancia de dovelas es solo cromática y no de materiales puesto que todas son de piedra caliza, aunque pintadas de almagra las rojas.
Conversión en Catedral
Tras la reconquista cristiana de Córdoba en 1236, San Fernando convirtió la mezquita en catedral,[10] sufriendo diversas alteraciones que acabarán configurando la actual Catedral de Córdoba. Durante toda la Baja Edad Media prevaleció ya convertida en Catedral, adaptándose el culto y la liturgia cristiana a la espacialidad islámica con algunos acomodos. En 1371 fue terminada la Capilla Real de la Mezquita-Catedral de Córdoba, donde estuvieron sepultados los reyes Fernando IV y Alfonso XI hasta que, en 1736, los restos mortales de ambos monarcas fueron trasladados a la iglesia de San Hipólito de Córdoba, donde reposan en la actualidad.
La Capilla Mayor fue situada bajo uno de los lucernarios de Alhakén II, en el ámbito rico de la Mezquita del siglo X, pero sin provocar destrucciones arquitectónicas; asimismo, la magnificencia del edificio determinó que el ámbito de mayor esplendor, la Macsura y el Mihrab, no fueran tocados ni destruidos, quedando indeleble su construcción. Sin embargo, con el paso de los siglos la Catedral precisaba mayores acomodos y una mayor dignificación en la Capilla Mayor, realizándose a finales del siglo XV (1489) una capilla cristiana donde estaba la antigua capilla del siglo XIII.
Esta nueva capilla catedralicia (dentro de la antigua mezquita) será promovida por el obispo D. Íñigo Manrique (1486-1496), quien promueve la construcción de una nave con formulación arquitectónica gótica y algunas modificaciones en los accesos, que también prosiguieron los prelados siguientes: Juan Rodríguez de Fonseca (1499-1505.) D. Juan Daza (1505-1510), D. Martín (1510-1516). Sin embargo, la mayor quiebra del edificio islámico se va a producir a lo largo del siglo XVI, pues en medio de la antigua mezquita se levantará una gran nave cristiana bajo los auspicios artísticos y arquitectónicos de los aires renacentistas; esto supuso una ruptura grave para los postulados espaciales islámicos. No en vano la propuesta fue polémica y estuvo sujeta a duros enfrentamientos entre diferentes próceres (a favor y en contra).
Finalmente intercedió el emperador Carlos V para que se realizara la obra, aunque más tarde se lamentara, como recogió J. B. Alderete, con la famosa frase habéis destruido lo que era único en el mundo, y habéis puesto en su lugar lo que se puede ver en todas partes.
La obra se comenzó en 1523 por iniciativa del obispo D. Alonso Manrique (1518-1523, hijo del gran comendador de la Orden de Santiago), que supo atraer hacia Córdoba los principios planimétricos de las catedrales castellanas, pues había sido obispo de Badajoz y Salamanca. La nueva nave de la Catedral de Córdoba estuvo al cargo del arquitecto Hernán Ruiz, el Viejo, que aunque desarrolla sus primeras actuaciones bajo postulados góticos con ciertos arcaísmos, también es verdad que muestra ya claramente los postulados del Renacimiento.
Su hijo Hernán Ruiz el Joven, el gran arquitecto de la saga de los Ruiz, manifiesta ya claramente la formulación clasicista en la nueva nave, que hará evolucionar el estilo, y es el artífice de las más notables magnificencias de esta nave. También de muchas de las capillas y rejería. Después de cien años de obras la nueva nave de la Catedral serán concluida con principios estéticos manieristas, como puede verse en la cúpula del crucero del maestro Juan de Ochoa, o la formulación de la bóveda con lunetos del Coro que anuncia los prolegómenos del arte barroco, donde los criterios estéticos ya van claramente por otros derroteros a los del Renacimiento (yeserías, luces y sombras, escenografías, etc.).
Tras esta gran reforma del siglo XVI, la antigua mezquita solamente recibirá aditamentos menores y complementos de liturgia. A pesar de los avatares de la Historia, la antigua mezquita pervive en su esencia islámica, con la singularidad de los elementos básicos. No obstante, superado el empeño decimonónico por subrayar el elemento islámico, se trata de un híbrido arquitectónico que sintetiza una buena parte de los valores artísticos de Oriente y Occidente. Desde esa perspectiva, la Mezquita-Catedral representa una síntesis de los vaivenes de la historia de España.
Interior
La capilla Mayor, el coro y el trascoro, forman el núcleo de la Mezquita-Catedral. Saliendo del coro pueden verse las capillas que rodean a la nave; girando a la derecha se encuentra en primer lugar la lauda sepulcral de los Cinco Obispos, ejecutada en 1554 y realizada en mármol según el deseo del obispo Leopoldo de Austria. Le sigue la capilla del Dulce Nombre de Jesús, separada del resto del templo por una magnífica reja. A ésta le siguen la capilla de San Pelagio, la capilla de Santo Tomás y la capilla de Jesús, María y José, llamada popularmente la «capilla del Niño Perdido». Pasado el crucero, se llega al transepto, cubierto por tracería gótica decorada en su parte izquierda con bustos de profetas, y en su parte derecha con figuras femeninas, que posiblemente representen a las virtudes.
El trasaltar tiene cinco arcos, cuatro destinados a capillas, constituyendo el quinto la portada de ingreso a la sacristía. Por encima de los arcos hay una cornisa con grutescos y tondos con bustos, y en los cinco tímpanos se ven relieves que representan el Prendimiento, el Camino del Calvario, la Crucifixión, el Descendimiento y la Resurrección, todos ellos obras anónimas de un taller local de comienzos del siglo XVI, influenciado fuertemente por los flamencos. Junto a la puerta de la sacristía se sitúa la capilla de San Bernabé, seguida por la capilla del Ángel de la Guarda, a la que sigue la capilla de la Presentación.
Eje de Villaviciosa
Está compuesto por la capilla de Villaviciosa; la Capilla Real, contigua a la capilla de Villaviciosa; y la capilla de San Pablo, que está situada a espaldas de la Capilla Real. Todas estas construcciones se hallan encastradas en las naves islámicas.
Muro oeste
- De norte a sur
- Capilla de San Ambrosio
- Capilla de San Agustín
- Capilla de Nuestra Señora de las Nieves y San Vicente Mártir, también conocida como capilla de la Transfiguración
- Capilla de la Concepción de Salizanes o del Santísimo Sacramento
- Capilla de San Antonio Abad
- Capilla de la Trinidad
- Capilla de San Acacio
- Capilla de San Pedro y San Lorenzo
- Museo de San Vicente
Muro sur
- De oeste a este
- Mihrab y Maqsura
- Capilla de Santa Teresa, también conocida como capilla del Cardenal Salazar o capilla del Tesoro
Muro este
- De norte a sur
- Capilla de San Antonio de Padua
- Capilla de San Marcos, Santa Ana y San Juan Bautista
- Capilla de San Mateo y Limpia Concepción de Nuestra Señora
- Capilla de San Juan Bautista
- Capilla de la Expectación, también llamada capilla de Nuestra Señora de la O
- Capilla del Espíritu Santo, también llamada capilla de los Simancas o capilla de los Obispos.
- Capilla de la Concepción Antigua, también llamada Capilla del Rosario.
- Capilla de San José
- Capilla de la Natividad de Nuestra Señora
- Capilla de Santa María Magdalena
- Sacristía
Muro norte
- De oeste a este
- Capilla de San Eulogio, también llamada capilla de San Miguel
- Capilla de San Esteban
- Capilla de Nuestra Señora del Mayor Dolor, también llamada capilla de Santa María Magdalena
- Capilla de la Virgen de la Antigua
- Capilla de San Andrés
- Capilla de la Epifanía, también llamada capilla de los Reyes Magos
- Capilla de Nuestra Señora del Rosario
- Capilla de las Benditas Ánimas del Purgatorio, también llamada capilla del Inca Garcilaso
- Capilla de los Santos Varones, también llamada capilla del Santo Sepulcro
Exterior
Fachada oeste
Discurre a través de la calle Torrijos. De norte a sur:
- Postigo de la leche: Es una de las puertas de acceso al patio de los Naranjos. Su aspecto actual data de la primera década del siglo XVI, diseñada por el arquitecto Hernán Ruiz I.[11]
- Puerta de los Deanes: Es una de las puertas de acceso al patio de los Naranjos. Fue construida en el siglo VIII por Abderramán I.[12] De la puerta original solo se conserva parte del frontal interior.[12]
- Puerta de San Esteban: Fue construida en el siglo VIII por Abderramán I y reformada posteriormente por Muhammad I en el año 855.[13] Es también conocida como puerta de San Sebastián, puerta de los Visires o puerta de Bab al-Wuzara.
- Puerta de San Miguel: Fue construida en la ampliación realizada por Abderramán II.[14] En el siglo siglo XVI se le añadió el escudo del obispo Juan Daza.[14] Es también conocida como puerta de los Obispos.[14]
- Postigo del Palacio: Fue construida en la ampliación realizada por Alhakén II.[15] También conocida como puerta de San Pedro o puerta de la Paloma.[15]
- Puerta del Sabat: Fue construida en la ampliación realizada por Alhakén II.[16] Esta puerta comunicaba la mezquita con el antiguo alcázar andalusí a través de un puente que fue derribado en el siglo XVI.[16]
Fachada este
Discurre a través de la calle del Magistrado González Francés. De norte a sur:
- Puerta de la Grada Redonda: Es una de las puertas de acceso al patio de los Naranjos. Su aspecto actual, de estilo churrigueresco, data del año 1738.[14]
- Fuente de Santa Catalina: Es una fuente del siglo XVIII adosada al muro oriental, junto la puerta del mismo nombre. Es también conocida como fuente del Mocosillo. Consta de un amplio pilón-abravadero, rematado en su frontispicio por una hornacina actualmente vacía.
- Puerta de Santa Catalina: Es una de las puertas de acceso al patio de los Naranjos. Recibe su nombre por su cercanía al antiguo convento de Santa Catalina.[17] De estilo renacentista, fue construida en el siglo XVI por el arquitecto Hernán Ruiz II.[17] Se compone de dos cuerpos. El inferior se compone por un arco de medio punto con la clave resaltada por un escudo flanqueado por dos columnas que apoyan sobre basamento. El alfiz creado por las columnas y el fuerte entablamento alberga dos escudos, de los cuales el de la izquierda es un relieve del alminar de la mezquita. Por su parte, el cuerpo superior se organiza mediante cuatro columnas que crean vanos adintelados cegados, en los cuales se dispondrían pinturas murales, hoy perdidas.[17] Se corona el conjunto con un tímpano redondeado con decoración en relieve en su frontón.
- Puerta de San Juan: Recibe su nombre de la capilla de San Juan Bautista, que se encuentra al otro lado de dicha puerta.[14] Fue restaurada en 1913 por el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco.[14]
- Puerta del Baptisterio: Recibe su nombre de la capilla del Baptisterio, que se encuentra al otro lado de dicha puerta.[14] Fue restaurada en 1913 por el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco.[14]
- Puerta de San Nicolás: Recibe su nombre de la capilla de San Nicolás de Bari, que se encuentra al otro lado de dicha puerta.[14] Fue restaurada en 1913 por el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco.[14]
- Puerta de la Concepción Antigua: Recibe su nombre de la desaparecida capilla de Nuestra Señora de la Concepción, que se encontraba al otro lado de dicha puerta.[14] Fue restaurada en 1913 por el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco.[14]
- Puerta de San José: Recibe su nombre de la capilla de San José, que se encuentra al otro lado de dicha puerta.[14] Fue restaurada en 1913 por el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco.[14]
- Puerta de Jerusalén
Fachada norte
Discurre por la calle Cardenal Herrero. De oeste a este:
- Arca del agua: Es un aljibe del siglo XVIII que se encuentra adosado en un casetón en el muro norte. El casetón sirve para proteger y ventilar el arca principal del cabildo que distribuye a las demás fuentes y casas en el entorno. El arca es de ladrillo situado sobre el andén de la Mezquita levantándose de planta cuadrada con pilastras en las esquinas y dos cuerpos con cornisa, y rematados en cúpula.
- Puerta del Perdón: Fue construida en el siglo XIV y posteriormente reformada en el siglo XVII.[18] Consta de dos arcos de herradura, uno dando a la calle y el otro al patio de los Naranjos, entre los cuales se halla un espacio cuadrangular con techo en forma de cúpula.[18]
- Puerta del Caño Gordo: Fue construida en el siglo XVI y reformada en el siglo XVIII.[19] Recibe su nombre por su cercanía a la fuente del Caño Gordo.[19]
- Fuente del Caño Gordo: Es una fuente que se encuentra adosada al muro norte. Este caudal era ya conocido en el siglo X. Su forma actual es barroca del siglo XVIII y tiene una pila enterrada de una sola pieza de mármol azul y caño de latón de gran diámetro sobre frontis sencillo y cuadrado.
- Virgen de los Faroles: Es un altar situado en el exterior del muro norte. Presenta a una virgen Asunción protegida por una reja exterior rodeada de 11 faroles. La actual virgen existente, obra del pintor Julio Romero de Torres, es una copia de la original la cual fue trasladada al museo que el pintor tiene en la ciudad.
Fachada sur
Discurre a través de la calle del Corregidor Luis de la Cerda.
Tesoro de la catedral
El tesoro de la catedral se encuentra en la capilla de Santa Teresa y estancias adjuntas. Como uno de sus tesoros principales, guarda la catedral la Custodia de Arfe, labrada por Enrique de Arfe. Mide 2,63 metros de altura y pesa más de 200 kilos. Representa una catedral gótica de planta dodecagonal, se compone de dos cuerpos que alojan en un interior al viril y una imagen de la Virgen de la Asunción. Sufrió una restauración en el año 1735, donde Damián de Castro le añadió un basamento y elementos decorativos barrocos, y en el año 1966 el viril fue aureolado con brillantes.
Hay una colección de portapaces, cálices y copones de oro y plata así como grandes cruces de materiales preciosos, una de ellas donada a la catedral por el obispo Diego de Mardones en el año 1620. Posee el tesoro unos magníficos crucifijos de marfil, siendo el que más sobresale uno del siglo XVII realizado por Alonso Cano.
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