La dinastía de los «Bourbon» llegó a España de la mano de Felipe de Anjou, nieto de
Luis XIV de Francia
por parte de padre, y biznieto de Felipe IV de España por
parte de madre. Los 45 años del reinado de Felipe V asentaron el poder de la Casa Borbón en España, que ha dado a nuestro país once
monarcas hasta la actualidad. No en vano, el origen más remoto de esta dinastía
está en el corazón de Europa, vinculado a la más antigua y extendida casa real:
los Capetos.
Esta dinastía tiene su origen en el personaje histórico de Hugo Capeto, Rey de los
francos y heredero de la poderosa Casa Robertina, linaje que
competía por el poder con
las grandes familias aristocráticas de Francia ya en los siglos IX y X. En
el contexto del intento de los francos de separarse del Imperio carolingio,
Hugo Capeto instauró una dinastía continua para estos territorios, que sirvió en
los siguientes siglos para vertebrar al incipiente Reino de Francia.
Aunque la rama principal de los Capetos se extinguió en 1328 con la muerte de
Carlos IV de Francia
(último hijo de Felipe IV
«el Hermoso» en ser coronado) sin dejar un heredero varón que lo
sustituyera en el trono, las vertientes de esta casa real se disputaron la
corona hasta el final de la monarquía francesa. Así, la rama joven descendiente de los
Capeto, los Valois,
tomó el control del reino hasta 1589. Y cada vez que el último descendiente de
la rama moría sin haber
dejado heredero al trono, los nobles desempolvaban el casi legendario
mapa genealógico de los Capetos para encontrar su descendiente vivo más próximo.
Es por esta razón que todos los Reyes de Francia desde Hugo Capeto hasta el
último, Luis-Felipe
I, pertenecieron a la misma dinastía.
Cuando la rama de los Valois –que disputó la hegemonía de Europa al Imperio español durante todo el
siglo XVI– se vio superada por las guerras de religión que desembocaron en el
asesinato de Enrique
III, el Reino de Francia consideró que la dinastía de los «Bourbon» debía
hacerse cargo del trono. Además del temor a que Felipe II de España hiciera
valer los lejanos derechos de su hija Isabel Clara Eugenia –de ascendencia
Valois–, los apoyos a Enrique IV, hasta entonces
solo Rey de Navarra, nacían de la vinculación de esta familia con los Capetos.
A su vez, la rama de «Bourbon» tiene su génesis en Roberto de Clermont, el
sexto hijo del Rey Luis IX de Francia, uno de los últimos miembros de la
dinastía Capetos. En 1317, el hijo de Clermont, Luis I de Borbón, fue
nombrado primer duque de Borbón por sus servicios a la Corona. También consiguió
este duque para su familia el cargo honorífico de Gran Camarero de Francia,
que desempeñarían los Borbón hasta 1523 y que les permitió estar siempre
cercanos a las más altas esferas del poder galo.
Reyes de la Baja Navarra y de Francia
Ante la imposibilidad de mantener lo que hoy se considera la Navarra
francesa, Carlos I de España desistió en 1530 del control de esta parte
de Navarra, reino que por entonces estaba ya integrado en Castilla. Así, la Baja Navarra quedó bajo
el mando de la familia de los Albret, que se vinculó a
través de matrimonio con el Duque de Vendôme, Antonio de Borbón. El hijo
de este, el futuro Enrique IV de Francia, se hizo cargo de la Corona de la Baja
Navarra y, tras la muerte de Enrique III, del Reino de
Francia en 1589.
No en vano, Enrique de Borbón había sido señalado como legítimo heredero de
Francia incluso por su predecesor Enrique III de Valois, lo cual no evitó
que a la muerte de este se desencadenara un nuevo episodio de las intermitentes
guerras de religión que azotaron Francia en los siglos XVI y XVII. Enrique IV, de religión
protestante, zanjó la guerra con la célebre frase: «París bien vale una misa»,
al acceder a convertirse al Catolicismo.
Al timón del primer monarca de la Casa Borbón en Francia y de sus
descendientes, el reino vecino inició uno de los periodos de mayor expansión en
su historia. Cuando Carlos II de España, último miembro de los Austrias españoles, se vio próximo a la
muerte fue persuadido para dejar la Corona a Felipe de Anjou, hijo
segundo del Delfín de Francia y nieto de Luis XIV, quien podría
asegurar la integridad de la «monarquía católica» y de su Imperio con el apoyo
de su abuelo. Tras la Guerra
de Sucesión, Felipe V instauró la Casa Borbón en España, que ha dado a
nuestro país once monarcas hasta la actualidad.
César Cervera
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