Entre las devociones con que el pueblo cristiano honra a la Virgen María
sobresale el santo rosario; es la reina de las devociones marianas. Múltiples
son las razones de esta afirmación. Destacamos algunas de ellas.
El rosario tiene raíces muy profundas en el alma
del pueblo cristiano. Para orar por un difunto, para pedir por una
necesidad, para ejercitar la oración en familia... los cristianos recurren al
rezo de esta devoción de manera espontánea.
El rosario tiene una base escriturística amplia y sólida: sus misterios y sus
oraciones están tomados de testos bíblicos. Esta oración es un resumen del Nuevo
testamento. Difícilmente se puede encontrar una síntesis más armónica de oración
mental y vocal que el rosario; en él se ora con los labios, se medita con la
mente y se ama con el corazón
Historia
En la antigüedad, los romanos y los griegos solían coronar con rosas a las
estatuas que representaban a sus dioses como símbolo del ofrecimiento de sus
corazones. La palabra "rosario" significa "corona de rosas".
Siguiendo esta tradición, las mujeres cristianas que eran llevadas al
martirio por los romanos, marchaban por el Coliseo vestidas con sus ropas más
vistosas y con sus cabezas adornadas de coronas de rosas, como símbolo de
alegría y de la entrega de sus corazones al ir al encuentro de Dios. Por la
noche, los cristianos recogían sus coronas y por cada rosa, recitaban una
oración o un salmo por el eterno descanso del alma de las mártires.
La Iglesia recomendó rezar el
rosario, el cual consistía en recitar los 150 salmos de David,
pues era considerada una oración sumamente agradable a Dios y fuente de
innumerables gracias para aquellos que la rezaran. Sin embargo, esta
recomendación sólo la seguían las personas cultas y letradas, pero no la mayoría
de los cristianos. Por esto, la Iglesia sugirió que aquellos que no supieran
leer, suplantaran los 150 salmos por 150 Avemarías, divididas en quince decenas.
A este "rosario corto" se le llamó "el salterio de la Virgen".
A finales
del siglo XII, Santo Domingo de Guzmán sufría al ver que la gravedad de
los pecados de la gente estaba impidiendo la conversión de los albigenses y
decidió ir al bosque a rezar. Estuvo en oración tres días y tres noches haciendo
penitencia y flagelándose hasta perder el sentido. En este momento, se le
apareció la Virgen con tres ángeles y le dijo que la mejor arma para convertir a
las almas duras no era la flagelación, sino el rezo de su salterio.
Santo Domingo se dirigió en ese mismo momento a la catedral
de Toulouse, sonaron las campanas y la gente se reunió para escucharlo. Cuando
iba a empezar a hablar, se soltó una tormenta con rayos y viento muy fuerte que
hizo que la gente se asustara. Todos los presentes pudieron ver que la imagen de
la Virgen que estaba en la catedral, alzaba tres veces los brazos hacia el
Cielo. Santo Domingo empezó a rezar el salterio de la Virgen y la
tormenta se terminó.
En otra ocasión, Santo Domingo tenía que dar un
sermón en la Iglesia de Notre Dame en París con motivo de la fiesta de San Juan
y, antes de hacerlo, rezó el Rosario. La Virgen se le apareció y le dijo que su
sermón estaba bien, pero que mejor lo cambiara y le entregó un libro con
imágenes, en el cual le explicaba lo mucho que gustaba a Dios el rosario de
Avemarías porque le recordaba ciento cincuenta veces el momento en que la
humanidad, representada por María, había aceptado a su Hijo como Salvador.
Santo Domingo cambió su homilía y habló de la devoción del Rosario y la gente
comenzó a rezarlo con devoción, a vivir cristianamente y a dejar atrás sus malos
hábitos.
Santo Domingo murió en 1221, después de una vida en la que se dedicó a
predicar y hacer popular la devoción del Rosario entre las gentes de todas las
clases sociales para el sufragio de las almas del Purgatorio, para el triunfo
sobre el mal y prosperidad de la Santa Madre de la Iglesia.
El rezo del Rosario mantuvo su fervor por cien años después de la muerte de
Santo Domingo y empezó a ser olvidado. En 1349, hubo en Europa una terrible
epidemia de peste a la que se le llamó "la muerte negra" en la que murieron
muchísimas personas.
Fue entonces cuando el fraile Alan de la Roche, superior de los dominicos en
la misma provincia de Francia donde había comenzado la devoción al Rosario, tuvo
una aparición, en la cual Jesús, la Virgen y Santo Domingo le pidieron que
reviviera la antigua costumbre del rezo del Santo Rosario. El Padre Alan comenzó
esta labor de propagación junto con todos los frailes dominicos en 1460. Ellos
le dieron la forma que tiene actualmente, con la aprobación eclesiástica. A
partir de entonces, esta devoción se extendió en toda la Iglesia.
¿Cuándo se instituyó formalmente esta
fiesta?
El
7 de octubre de 1571 se llevó a cabo la batalla naval de Lepanto, en la cual los
cristianos vencieron a los turcos. Los cristianos sabían que si perdían esta
batalla, su religión podía peligrar y por esta razón confiaron en la ayuda de
Dios a través de la intercesión de la Santísima Virgen. El Papa San Pío
V pidió a los cristianos rezar el rosario por la flota. En Roma estaba el Papa
despachando asuntos cuando de repente se levantó y anunció que la flota
cristiana había sido victoriosa. Ordena el toque de campanas y una procesión.
Días más tarde llegaron los mensajeros con la noticia oficial del triunfo
cristiano. Posteriormente, instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las
Victorias el 7 de octubre.
Un año más tarde, Gregorio XIII cambió el nombre
de la fiesta por el de Nuestra Señora del Rosario y determinó que se celebrase
el primer domingo de Octubre (día en que se había ganado la batalla).
Actualmente se celebra la fiesta del Rosario el 7 de Octubre y algunos dominicos
siguen celebrándola el primer domingo del mes.
-------Fuente: Catholic.net
dominicos.org
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