TEMA 1: Sea AUTÉNTICO
El ser auténtico
implica que nos ―aceptemos tal y como somos‖; esto no es nada nuevo, ya Sócrates lo había dicho en el siglo V a.C. en su máxima: “conócete a ti mismo”. El ser auténtico nos implica
reconocer tanto las cualidades como los defectos
que la naturaleza nos
dio; significa amarnos
(autoestima), sentirnos orgullosos de nosotros
mismos, de nuestra
unicidad, por cuanto
todo ser humano
es único e irrepetible. Todos tenemos ojos,
pero nadie nuestros
propios ojos; todos tenemos rostro, pero nadie exactamente nuestra misma faz; todos tenemos pensamiento, pero no hay dos hombres en este mundo que piensen
textualmente igual. Cada hombre es un ser único e irrepetible; no existen
dos hombres con el mismo molde, ni siquiera
los que genéticamente son gemelos.
El compararse con los demás en
el afán de ser como ellos resulta
ser entonces algo despreciable a la autenticidad de la personalidad; nadie dijo que no podamos
tener puntos de referencia para estructurarnos; el niño imita a su padre, el naciente pintor imita algo de su maestro, el aprendiz
de músico quiere copiar el estilo de su educador, la niña sueña ser como la artista de la T.V. cuando sea grande; esto es valedero, pero cuando la obsesión se centra en despreciar lo propio por querer
ser tal cual es la estrella de cine, la modelo de la revista o el jugar de fútbol
de moda, la cuestión
se torna altamente peligrosista, pues se está corriendo el caro riesgo de perder una auténtica
persona por uniformar
entes al estilo del modelo de hombre o de mujer que exponen los medios de comunicación masiva. Sea auténtico, NO SE COMPARE con nada ni con nadie, tome lo que le guste de los otros pero sea usted, sólo usted, de este modo evitará
que los demás lo comparen con otros que siempre resultarán mejores o peores;
sea auténtico y verá que los demás lo respetarán por ser usted, lo aceptarán
por que usted se acepta y lo mejor, quien lo ame, lo amará por ser usted, por lo que usted es
realmente y no por lo que aparenta
ser.
Muchas personas creen que cambiando su aspecto físico mejorará
su autoestima, mejorará el concepto
que tienen de ellas mismas,
por ello acuden al auxilio
del bisturí y de la cirugía
plástica que lo cambia todo (al menos lo de afuera);
grave error, no es desde afuera que se construye
la personalidad, es precisamente a la inversa, en la medida que edifiquemos nuestro interior en esa misma medida se reflejará nuestro
exterior; un producto
es verdaderamente aceptado
en el mercado
no por la belleza de la etiqueta
que lo presenta
sino por la calidad
de su contenido, aunque al principio hay fachadas
que nos engañan.
Me comentaba una amiga que se hizo una cirugía
plástica en la nariz porque la tenía muy larga, que a pesar de que el cirujano le había hecho un excelente trabajo ella se seguía sintiendo
fea; obvio, por más que cambiemos nuestro
exterior si no cambiamos lo de adentro jamás
nos
vamos a sentir realmente
bien. ¿Por qué gastar tanto dinero
en lo externo si construir
el interior no cuesta
económicamente nada? Por eso es que hay personas muy bellas por fuera,
pero muy vacías
por dentro; algún autor denominó a estos personajes como ―gente plástica‖; muy acertado,
pues se asemejan
más a un maniquí,
bello en apariencia pero sin el más mínimo hálito de vida. Es tanto el culto al cuerpo y tan poco el interés por lo interior,
que recordará el lector años atrás a una reconocida modelo en un famoso
concurso de moda, la dama se dejó morir de inanición porque no se quien le había dicho que estaba muy gorda. No caiga usted en este juego,
las personas son bellas o feas no por lo que muestran ser sino porque lo que verdaderamente son; no existe un modelo estándar
de belleza, ¿Quién dijo que las características del ser bello son las que ponen los medios de comunicación? ¿Quién les dio a ellos tal potestad de decir quién es hermoso
en este mundo y quien no?; fíjese que para una madre su hijo es lo más hermoso
del universo, así físicamente sea un deforme;
quien ama de verdad no mira en realidad lo físico de su amado, sino lo que este es, y el ser sólo se demuestra
en actitudes y aptitudes,
no en meras palabras o fachadas
bonitas.
En la medida que nos volvemos más auténticos, es decir,
que más nos conocemos y nos aceptamos, experimentamos lo que los sicólogos
modernos llaman ―la madurez
personal‖; dicho de una manera más sencilla y menos técnica lo que sucede es que encontramos nuestra personalidad, nos encontramos con nosotros mismos. Este apacible
estado, al cual nada fácil es llegar, permite a la persona
―madura‖, mejor
con alta personalidad, solventar fácilmente
situaciones sociales que para muchos
son verdaderamente conflictivas. Variadas son las personas que se enojan ligeramente porque los llaman por un ―seudónimo‖ que evidencia
alguno de sus defectos;
cuántos hay que se alteran
sin medida porque
los llaman ―gordos, flacos,
negros, orejones, patones, brutos, rameras, ladrones, fracasados…‖ y con otras miles de expresiones que utiliza el vulgo para referirse al prójimo; estos apelativos pueden ser ciertos o no, acertados
o no, pero a la persona
auténtica no deben importarle, el ser auténtico, el que conoce sus cualidades y anda en pro de mejorar
su defectos nada habrá de perturbarlo, nada debe tocarlo, ni las ofensas ni las alabanzas (ojo, son siempre más peligrosas las personas
que nos halagan que las que nos vituperan); quien se conoce a sí mismo sabe quién con franqueza
le evidencia sus errores
con el propósito de ayudarle
en su superación, sabe quien le hace un reconocimiento sincero; la persona
que se conoce así misma, que se acepta, el ser auténtico, ha de importarle menos que nada las palabras
de los necios que en su mayoría
van cargadas de una
envidia irracional. NO se altere, no se enoje, no deje que la ira lo domine,
pues eso es lo que buscan los superficiales que lo critican; si le dicen ―gordo‖ y
usted lo es, y usted se acepta como es, qué importa
si los demás se lo recuerdan. Qué importa que le digan lo que usted ya sabe, lo que usted acepta y por lo que se siente orgulloso porque así lo hizo la naturaleza. No se altere, no se suba, no se convierta en la fuente de diversión de los fracasados; siéntase orgulloso de no pasar desapercibido ante los demás,
recuerde que ―la envidia
es mejor despertarla que sentirla‖, y quienes critican destructivamente en realidad
anhelan ser como esos que critican;
estas personas poco se aceptan
y por ello sufren demasiado. Recuerde que
―sólo al árbol con frutos se le tiran piedras‖, usted es un árbol con mucho fruto que los demás pretenden tumbar,
no lo permita, no se altere,
no se enoje, llegue a su casa con la frente
en alto, no de la vuelta por no encontrarse con el ―corrillo‖ de inútiles que pretende divertirse a sus expensas; si usted se conoce, se acepta, está
seguro de sí mismo, no habrá poder humano
que
puede derrumbarlo.
TEMA 2: VALORE
a los DEMÁS
Casi siempre en toda relación social encontramos personas que pretenden estar por encima de los demás; de hecho todos tenemos
en el fondo cierto estúpido
orgullo humano que nos hace creernos que somos mejores
que otros tantos. Esta quimera humana, propia de todas las razas, edades,
sexos y estratos sociales,
nos hunde en la ilusión de creer que todo lo nuestro
es bueno (demasiada autoestima; el extremo
del ser auténtico), y desde esta perspectiva comenzamos equívocamente a ver un sinnúmero de errores
en
los demás, pues todo lo pretendemos evaluar conforme al paradigma
que nos hemos creado. De este modo el directivo está convencido de tener siempre
la razón, los aportes
del subalterno valen en la medida que concuerden con los modelos
mentales que el jefe ya tiene preestablecidos; lo mismo sucede
con el educador y los estudiantes, el alumno (el sin luz) es quien no sabe nada, el profesor
lo sabe todo, por ello el estudiante es quien se equivoca. Otro tanto sucede
en la familia,
hay padres que por autodelegación asumen la más alta jerarquía
en el hogar, todo lo que los demás dicen,
esposa, cónyuge, compañero, hijos, tiene que pasar por el examen exhaustivo del jefe de la casa y si no concuerda con las anquilosadas ideas que éste posee, entonces todo aporte es un error, toda intervención familiar
es desechada. No se cierre, rompa sus paradigmas mentales, ábrase a las
ideas de los demás, ESCUCHE, también
los otros pueden tener la razón en lo que dicen aunque las propias circunstancias parezcan decir
todo lo contrario. No diga nunca ―tú estás en el error‖, pues nadie en realidad
tiene la absoluta
razón y por ende nadie está tampoco
en el absoluto error; recuerde que la verdad
absoluta no existe; todo lo que hacemos
con nuestras lucubraciones es acercarnos lo más posible a la verdad, esta aproximación se denomina certeza. Desde esta perspectiva no olvide
que todo aporte está cargado de un tanto de veracidad, mejor de certeza, de hecho el error más irrefutable es el mejor camino
para acercarse a la verdad, quien se equivoca está más próximo a una certeza que
quien se anquilosa en sus razones. La historia nos cuenta que Alba Edison,
el gran inventor
de la energía eléctrica, hubo de equivocarse más de ocho mil veces para encender una bombilla, qué tal que hubiese desistido en sus errores.
Valorar a los demás es
no sólo escuchar sus razones
es ante todo tenerlas en cuenta.
Escuche, rompa sus paradigmas, ábrase a las razones de los demás que ellos están mirando la realidad desde un ángulo diferente
al suyo. No juzgue con ligereza
lo que usted considera
errores en los otros;
quizás el equivocado es usted; mejor escuche lo que los demás tienen que decirle,
no se cierre;
el juzgar es una actitud
que ningún ser humano debe apreciar,
aléjese de las gentes que tienen por costumbre estar ―hablando de los otros‖, criticando lo que hacen y lo que no hacen; toda persona tiene sus propias razones para actuar como actúa, razones que usted no sabe porque no escucha,
razones que usted puede considerar erróneas porque no están dentro de los paradigmas de su horizonte
mental. Acaso sabe usted por qué su vecino bebe tanto licor? Acaso
sabe usted por qué el mendigo del pueblo
llegó a tan deprimente situación? Conoce usted las razones por las cuales el
hijo de su amigo es un drogadicto terminal o la hija de fulano
vende su cuerpo en las calles por dinero o peranito
es homosexual? No, usted no las conoce, porque para usted todo eso son errores;
pues bien, déjeme le cuento una experiencia personal:
―corría el año de 1994, yo me desempeñaba como educador en un colegio femenino de directivas religiosas; la moral y las buenas
costumbres eran allí lo primero,
quien fuera contra estos principios era desechado
sin más del centro educativo. Yo me formé en ese ambiente y era mi deber velar por la moral y las buenas costumbres
de mis alumnas, y vaya que lo hacía con gran exigencia. Sucedió que para finales del año escolar una de las jóvenes de 10º grado resultó
embarazada; el escándalo
fue prominente. Sin más razones
que las antes expuestas
asumí el liderazgo en la institución para que el Consejo
Directivo expulsara a la estudiante cuanto antes. Fueron muchas las clases que la mencionada alumna escuchó mis despectivos argumentos sobre la mujer que entrega su virtud
sin estar bajo el sagrado
manto del matrimonio; su presencia
en el colegio se tornó tan tormentosa que la estudiante no tuvo otro remedio que acudir a mí; llegó a mi oficina
vencida, humillada y con humildad y ruego insuperable me pidió que la escuchara, que tenía algo muy importante qué decirme, que por favor la ayudara ya que la hermana directora
la había despachado definitivamente. Pero yo no la escuché, en ese tiempo era un hombre cerrado, no veía más que por mis paradigmas religiosos. No la escuché, creí que la equivocada era ella; me sentía decepcionado porque la consideraba una de mis mejores alumnas y me hería que me hubiera fallado.
El tiempo pasó, la estudiante salió del colegio y no la volví a ver; pero la vida no se queda con nada; un día cualquiera pregunté por ella y me dijeron que pronto tendría su bebé en un hospital
de la capital; algo me decía que debía ir a verla, esta vez no me escuché y volé al hospital, pero llegué tarde, cuando entré en el centro de salud me informaron que ella acababa de morir, que el hombre que
la había violado estaba infectado
de SIDA…
Escuche; escuche a sus hijos, escuche a su esposa o esposo,
escuche a su amigo, a sus discípulos, a sus subalternos, todos tenemos algo importante qué decir; no espere que sea demasiado tarde
para que luego no tenga que arrepentirse toda la vida por no
haber escuchado a alguien.
Y cuando escuche
no se cierre,
rompa los paradigmas que lleva dentro y verá que hay mejores razones para solucionar aquello que usted considera
un error. NO JUZGUE a los demás y mucho menos si usted no sabe sus razones;
no juzgue al joven que anda drogado
por las calles o a la niña que resultó embarazada o a la pareja de recién casados que acaban de separarse o la esposa del Sr. X que se fugó con un ―sardino‖ o a su vecina que se embriaga
todos los días… No los juzgue, pues bien podría ser su caso y cuánto daría usted por que escucharan sus razones.
TEMA 3: DIGA siempre la VERDAD
Es de gran dificultad teórica definir lo que es la verdad;
más aún para
muchos grandes pensadores no es conveniente utilizar el concepto de verdad, pues
lo consideran un término
tan supremamente amplio que bien podría dejarse como sinónimo de divinidad, como así lo utilizan muchas culturas religiosas. Prefieren entonces hablar de CERTEZA, entendida como aquellas razones que más se aproximan a la verdad. Desde esta perspectiva las personas que siempre aducen tener la verdad sobre un hecho o situación
estarían en un grave error, pues según lo dicho pueden tener parte de la verdad,
lo que es lo mismo que decir que tienen certeza
de un hecho.
Pero como no es mi objeto en estas cortas
letras profundizar sobre la definición filosófica del concepto verdad, acudo más bien a un antiguo
cuento oriental que de una manera más didáctica nos puede explicar mejor
la relación certeza-verdad:
―Se dice que en un reino muy lejano cerca de la India habitaban cuatro ciegos de nacimiento que mantenían en constantes discusiones sobre cómo eran los objetos y animales que oían mencionar a su coterráneos. Desde muy
pequeños escuchaban por doquier
hablar del
elefante, pero en realidad ninguno lo conocía; en sus ansias por saber de este famoso animal
acudieron donde su sabio rey, quien en una decisión expedita ordenó trajesen a un elefante para que los invidentes lo tocaran
y de este modo se dieran cuenta cómo era. Efectivamente el elefante
fue traído y el rey los envió uno por uno para que lo tocaran.
El primer ciego fue y le tocó una pata, el segundo palpó su trompa,
el tercero se topó con una oreja y el cuarto se encontró con la cola. Nuevamente ante el rey éste les preguntó que cómo era entonces
el elefante: el primer ciego dijo que era como una gran columna,
el segundo tildó de mentiroso al primero
y expuso que tal animal era como una manguera; el tercer ciego al escuchar
semejantes disparates de sus compañeros contestó burlándose de ellos que el elefante
era como un gran abanico,
el cuarto ya un tanto confundido respondió secamente: el elefante
es idéntico a una brocha…‖
Aquí termina el cuento
y termina precisamente así para que usted, señor lector,
saque sus propias conclusiones: ¿Cuál de los cuatro ciegos tiene la verdad? Pues es tan valedero
responder que todos como ninguno,
he aquí entonces
que viene el asunto de la certeza y la verdad; podríamos decir que la verdad es el gran elefante
y que los ciegos tienen certeza sobre esa verdad,
es decir, se han aproximado a lo que es realmente
el elefante. Pero que tal si cada ciego en vez de cerrarse en su propia razón se abre a las razones de sus compañeros, bien podrían acercarse mucho más a
la verdad, bien podrían tener una mayor
certeza.
Ábrase a las opiniones de los demás,
no se cierre, usted
nunca ha de tener
toda la verdad,
toda la razón, los demás están viendo las cosas desde un punto de vista diferente
al que usted las ve, no
por eso están en un error, ellos
también tienen parte de la verdad.
Pero qué tal si uno de los ciegos decide mentir sobre lo que tocó, qué tal si el que tocó la trompa del elefante afirma que este animal es como una gran piedra circular;
qué mal, esto alejaría mucho más al grupo de la verdad; este es el gran problema de quien miente, pues la mentira
es como una mancha
que se extiende
a todos los que nos rodean.
Quien miente no tiene paz interior, no tiene tranquilidad, está siempre
a la defensiva porque piensa que pronto lo descubrirán, por eso le es menester
caer en más y más mentiras,
bien dice el adagio popular que se ―necesitan 7 mentiras para tapar una‖. El mentiroso
es una persona nerviosa,
nunca concuerdan sus palabras, sufre intensamente, duerme poco, cuando
se le interroga se le
acelera el pulso y se le dilata
la pupila, acertadamente dice la sabiduría
popular ―que más fácil cae un mentiroso
que un cojo‖; es obvio,
son tantos los síntomas fisiológicos que presenta el mentiroso
que se hace muy viable
identificarlo.
NO mienta, ande siempre con la verdad; no importa lo que usted haya hecho diga la verdad de lo que pasó,
verá lo bien que se siente
y se evitará mil noches de insomnio
y delirios de persecución. Diga siempre la verdad, esto le dará fortaleza
para enfrentar con decoro
y valentía el error que haya cometido; quien dice la verdad
siempre sale ganando, en principio
sale rapidito de ese asunto y se va
tranquilo a dormir. Sucede mucho entre los estudiantes; hay unos que hacen daños
en los colegios y su primera tendencia es a mentir sobre lo que hicieron; quieren taparlo todo con mentiras; empiezan a evadir a los profesores, mienten en sus casas al respecto, algunos llegan incluso
a amenazar a sus compañeros para que no los denuncien, como quien dice, se les vuelve un tormento
su vida. Mentir no es buen negocio,
el que miente
debe estar dispuesto
a cargar un peso inmenso sobre su conciencia. Quien dice la verdad es tomado como valiente, en todas las culturas
del mundo se tiene como un atenuante que rebaja notablemente la pena del infractor. Decir
la verdad es de valientes, los que mienten
son siempre cobardes, pues decir la verdad implica asumir responsablemente el resarcimiento del daño
que hemos cometido y los cobardes no tienen pantalones para esto.
Pero no sólo en los colegios
se miente; se mienten los amantes,
los gobernantes le mienten al pueblo,
los padres le
mienten a sus hijos y éstos a sus
padres; la mentira
es una de las
grandes causas de la disgregación social; con la mentira
se pierde toda confianza; el esposo infiel
le pide perdón
a su esposa por haberla
traicionado, ella le responde:
―aquí no se trata de si te perdono o no, el problema
es ya que nunca podré volver a confiar en ti‖.
Lo que la mentira destruye no es
posible volverlo a reconstruir; el amante infiel podrá seguir con su esposa y ésta perdonarlo, pero a pesar de ello las cosas nunca volverán
a ser como antes. Ande siempre con la verdad, no mienta, no se mienta a usted mismo, esto es peor. La máxima mentira y por ende la más estúpida,
es mentirse uno mismo, y la peor mentira
que uno mismo se puede meter es creer que nunca lo descubrirán, esto es una utopía estúpida; bien lo dice la Biblia: ―entre el cielo
y la tierra no hay nada oculto‖; tarde o temprano todo lo que hacemos
en la oscuridad sale a la luz, todo lo que hemos ocultado habrá de explotar
por algún lado; la verdad es como una bomba de goma que tratas de sumergir en un estanque, si hundes
un lado se brota por otro, casi que terminas
utilizando todo tu cuerpo para taparla y aún así, lo único que logras
es explotarla.
Hace poco conocí una linda familia;
2 esposos excepcionales y dos hijos maravillosos; quince años de matrimonio y todavía
tanto amor, tanta ternura.
Él es un agente viajero y ella es secretaria en el juzgado ―x‖ de familia de la ciudad ―y‖; pero lo triste
de esta historia fue haber
presenciado cómo se derrumbó
este hogar en cuestión de días, todo por causa de una mentira
que el señor creyó nunca se le descubriría. A los tres años de casados
en uno de sus viajes,
el hombre se involucró
sentimentalmente con una joven de un pueblo al que iba frecuentemente; la embarazó
y dispuso todo para velar económicamente por su hija y la joven madre sin que su esposa se diera cuenta. Pasaron doce años y el señor decidió que ya la niña estaba
suficientemente grande para él seguir
cargando con ella. La madre de su hija acorralada por las deudas y viéndose en total indisposición para sostenerla, tomó la decisión de demandar al padre irresponsable. El abogado puso la demanda en el palacio de justicia
de la ciudad ―y‖, allí hay aproximadamente quince juzgados de familia y los casos se distribuyen por reparto; la demanda por alimentos
correspondió precisamente al juzgado ―x‖; la esposa inocente la recibió
y al leerla, descubrió que el nombre,
la identificación y todas las características que allí se exponían
correspondían exactamente con las de su marido. No lo podía creer; llegó a casa y le preguntó a su consorte por la cuestión; éste lo negó todo y replicó
a su esposa que si tenía pruebas para infundarle tal acusación; ella le sacó entonces copia de la demanda y allí todo terminó.
Ande siempre con la verdad, pase lo que pase, por grave que sea lo que cometió siempre será mejor decir la verdad.
Recuerde: “entre el cielo y la tierra no hay nada oculto”, tarde o temprano
lo descubrirán y es inmensamente vergonzoso ser descubierto e infinitamente doloroso perder
lo que hemos construido
y a
quienes amamos por no haber dicho
una verdad a tiempo.
TEMA 4:º RESPÉTESE
y RESPETE
El respeto
es un valor infaltable a la hora de establecer cualquier relación
humana; el respeto
hacia los demás parte siempre
del respeto que nos tengamos a nosotros mismos. Es lógico y consecuente, pues de la forma en que nos tratamos, así mismo tratamos
a los demás; por ello las personas
que menos brindan
respeto son precisamente aquellas que se condenan,
que tienen poca autoestima, que no son
auténticas.
La regla de oro del respeto
es una máxima antiquísima, tan antigua
que los historiadores nunca se han puesto de acuerdo en su autor, aquí nos importa su contenido: “trata a los demás de la misma forma que te gustaría
te tratasen a ti”. Esto evidencia nuestra afirmación anterior, el trato que nosotros nos damos es proporcional al trato que les damos a los otros. Una persona llena de rencor, de envidia,
de complejos no puede brindar respeto, por sus labios sólo puede brotar
la amargura, el desprecio, el resentimiento que guarda en su corazón.
El respeto propio es el otro nombre de la autoestima, de esta manera nadie puede brindar amor y alegría sino se ama y si su vida no es regocijo.
Ámese, quiérase mucho, respétese, de este modo podrá brindar amor, cariño a los demás, es decir, podrá respetarlos. Trate a los demás como quiera
que lo traten a usted, nunca olvide
esta consigna, téngalo
siempre presente y verá cómo sus relaciones con todos los que lo rodean mejorarán. Piense cómo se sentiría
usted si lo trataran
mal en una oficina,
si lo regañaran en público,
si le mintieran, si lo hicieran
esperar sólo por negligencia y gusto de un mal
funcionario, si lo corrigieran con gritos y
golpes, si no lo escucharan, si se burlaran de usted, si le incumplieran, si lo dejaran plantado…, piense no más cómo se sentiría usted en cada una de estas situaciones; muy mal verdad,
entonces no le haga a los demás lo que a usted no le gustaría que le hicieran.
Tratar con respeto
a los otros es precisamente esto; escuche con atención a las personas
que lo requieren, hágales saber que lo que ellas dicen es importante para usted aunque no comparta
todo lo que manifiestan; no haga distinciones entre las personas
para brindarles atención, merece su misma disposición y solicitud
tanto el mendigo como el doctor,
el niño como el anciano,
el pobre como el adinerado, el campesino
como el citadino,
el ignorante como el estudiado; no clasifique
las personas para atenderlas, todos merecemos la misma importancia. Cumpla a cabalidad
en lo que se compromete, no ande con ventajas ni con mentiras
que a usted no le gustaría
que le echaran
ventaja y mentiras
en sus negocios; trate amablemente a las personas, incluso a aquellas
que lo increpan
amenazantemente; cuando el agresor no encuentra
sino amabilidad en su oponente
lo único que le queda es calmarse. Si usted es el jefe trate amablemente a sus empleados, estimúlelos, muchas veces unas sencillas palabras de ánimo o un suave golpe en el hombro o un te felicito o qué bien te quedó tu trabajo,
estimulan mucho más que un aumento
de salario. Si es padre utilice a diario
estas expresiones con sus hijos, si es maestro
hágalo con sus alumnos; nunca corrija con gritos y mucho menos con golpes, este es el camino más fácil pero el menos efectivo
porque crea resentimiento. Aprenda a reconocer
sus errores delante
de sus hijos, discípulos o subalternos; aprenda a pedir disculpas; no crea que esto le hará perder
autoridad, muy por el contrario
aumentará la confianza
de las personas que están a su cargo y lo respetarán. El tratar
con amabilidad a las personas es respetarlas. No olvide decirle
a su esposa o a su novia de vez en cuando cuánto la ama; dígalo
con sinceridad y aunque le parezca
cursi dígalo, verá lo feliz
que hará sentir a la otra persona.
Diga siempre por favor,
gracias, permiso;
salude a todos los que le rodean así muchos no le contesten; este es el vacío
de las grandes ciudades, donde nadie saluda a nadie, donde nadie conoce a nadie, un cúmulo
de masa humana donde
reina la desconfianza, y muchos persisten en llamarla
sociedad.
La confianza tiene un límite inquebrantable, cual es el respeto;
cuando se acaba el respeto se pierde la confianza, la falta de confianza impide
una auténtica comunicación, y donde no hay comunicación surge el conflicto. Con frecuencia escuchamos la expresión: ―abuso de confianza‖, esto no es más que traspasar
el límite
del respeto, tan degradante es esta actitud que muchos códigos penales del mundo tipifican el abuso de confianza
como un delito. Abusamos de la confianza de los demás cuando
penetramos en la intimidad del otro que
nos ha sido vedada;
todos tenemos una parte de nuestro
propio yo donde no cabe nadie más que nosotros, esto hablando
muy subjetivamente, algunos lo llaman intimidad, sentimientos, interioridad. Pero también en lo físico, en lo corporal
hay lugares y regiones que nos circundan
donde ni siquiera
las personas que nos son más íntimas les permitimos entrar; cada individuo
pone sus propios límites, en esto no hay una definición universal, pues hay personas más abiertas que otras, el respeto estriba entonces en saber reconocer ese límite y en la convicción de no quebrantarlo. Podría pensarse que en la relación de una pareja
que se ama no debe existir
límite alguno en su confianza; de igual modo podríamos
decir del hijo con su madre,
quizás la relación más sublime de confianza a la que podamos acudir, pero sin
embargo existen límites,
límites al cual ni siquiera
el amado puede entrar.
Juan y María se casaron
apenas hace dos años, su amor todavía palpita por la casa y a ambos se les nota muy enamorados. Un día cualquiera tienen una discusión por x asunto,
Juan se altera demasiado y levanta
la mano contra su esposa golpeándola en
el rostro… esto es romper el límite del respeto, esto es acabar con la confianza. Hay situaciones que ya no
tienen reversa, María puede perdonar la ofensa de Juan, pero jamás olvidará lo que le hizo, siempre estará
presente la duda de
que Juan traspasó el límite del respeto
y que bien podría hacerlo
nuevamente, es decir, se perdió la
confianza. La madre forja la chapa del nochero de su hijo en busca de alucinógenos, pues se ha dado cuenta que él está consumiendo droga. Oh! qué grave error, esto es traspasar el límite de la confianza
que ha puesto
el hijo sobre la madre;
ni siquiera la causa que la ha movido a irrumpir
en su intimidad la excusa de tal falta; esto es perderle el respeto al otro, invadir
su espacio, penetrar
en su silencio vedado. Él nunca olvidará lo que le hizo su madre, se pierde el respeto
y por ende la confianza
y sin ésta, oh que duro
le será enfrentar el
tremendo problema de la drogadicción de su hijo. Respétese,
respete a los demás; no invada la intimidad a la cual el otro
le ha prohibido penetrar; no siga más allá de la frontera
de la confianza que le han dado, no invada espacios, ni sentimientos, ni baúles,
ni pensamientos, ni cofres, ni relicarios donde las personas
guardan sus más íntimos recuerdos; todos tenemos
nuestros secretos,
evocaciones, cartas
que nunca enviamos, versos que nunca dedicamos y besos guardaos que jamás dimos… todos tenemos
un límite en la confianza, nunca traspase ese límite,
pues si lo hace,
puede tener la plena
seguridad que hasta las
más bella relación fracasará.
TEMA 5: Sea RESPONSABLE
Siguiendo con el estilo coloquial
que traemos intentemos ahora definir
qué es ser responsable; no será menester recurrir a la etimología ni mucho menos a una definición muy trascendental, digamos sencillamente que ser responsable es hacer lo que hay que hacer en el momento, en el lugar, con quien hay que hacerlo
y como hay que hacerlo.
¿Y qué es lo que hay que hacer? Pues lo que la vida le ha deparado,
ya por que usted lo eligió o por que las circunstancias lo han colocado allí. Si usted es un padre de familia actúe como tal, eso es lo que a usted le toca hacer;
no necesita ir a la universidad o hacer un curso intensivo
para aprender a ser padre; usted
sabe que no, sólo necesita
ser usted mismo, ser auténtico, valorar a sus hijos,
escucharlos, decirles siempre
la verdad y respetarlos.
Así es como hay que hacerlo.
Esto es
hacerlo bien. ¿En qué momento? Pues en todo momento,
el ser padre no es una tarea de la cual te puedes desprender cuando sales de casa. En todo momento
y en todo lugar; tus hijos siempre
te están mirando, siempre te están imitando, aún cuando no están contigo
se enteran de todo lo que haces; recuerda decirles
siempre la verdad, porque ―entre el cielo y la tierra no hay nada oculto‖. Cuando nuestros hijos descubren que les hemos mentido se pierde toda confianza, nuestra autoridad
decae y su formación
se torna una misión imposible; definitivamente lo que forma es el testimonio de vida, es decir, ser coherentes en lo que decimos y lo que actuamos, esto es ser responsables. ¿Con quién hay que hacerlo?
Siguiendo con el ejemplo de ser padre la respuesta es obvia, con sus hijos; hay personas que se esmeran más en
educar los hijos ajenos que los propios;
no, dedíquese a los suyos
y deje que los demás asuman su
propia responsabilidad.
El ejemplo de la responsabilidad en la familia nos fue acertado, pero no es el único; bien puede aplicarse la definición que hemos dado a cualquier
otra situación, tarea o profesión. Si usted es un médico,
un educador, un hijo, un estudiante,
un gobernante, una madre
de familia, un amigo, un hermano, un zapatero,
un conductor, un albañil, un reciclador…, haga lo que tenga que hacer, pero hágalo bien. Todas las profesiones y tareas son dignas. Usted sabe en qué lugar y en qué hora debe desarrollar su trabajo.
Una de las claves
para hacer las cosas bien es la puntualidad; ser puntual es ser responsable, no caiga en la falacia que somos colombianos y que por ello siempre llegamos tarde, siempre empezamos tarde toda reunión, siempre llegamos tarde a todo encuentro. Las personas impuntuales son de hecho desorganizadas, viven acosadas y el tiempo nunca les alcanza
para nada; no son personas de éxito. Mida su tiempo,
su destreza física y sus impedimentos para desplazarse, las distancias y los medios de transporte que ha de utilizar
para llegar puntual
a su trabajo, a una cita, a su estudio. Hay personas
que necesitamos madrugar más que otras para ser puntuales; otros en la misma distancia llegan en menos tiempo;
aprenda a distinguir sus limitaciones, pero llegue siempre
a tiempo. Sea puntual, sea cumplido,
no haga esperar a las personas
que lo son, pues esto es un síntoma de irrespeto
hacia ellas. Cuántos hombres han perdido una gran oportunidad por llegar tarde; un trabajo,
un buen negocio,
un amigo, un amor. Sea puntual, sea cumplido
y adquirirá respeto en su entorno, será un triunfador.
Hay profesiones y posiciones que
son de todo el día y de toda
la vida, como el ser educador
por ejemplo, o el ser hijo, o amigo o madre. Haga bien lo que tenga que hacer y verá cómo los demás le reconocerán su trabajo, si no lo hacen no le importe, que esto no lo turbe, no hay mejor satisfacción que decirse cada día ―hoy lo he hecho todo bien‖. No intente ascender en su trabajo a costa de pisotear
a los demás; seguro subirá, pero no por mucho tiempo y su caída será estruendosa y al final,
quedará tan solo como los fracasados, como los perdedores. No robe tiempo en su trabajo,
no sea negligente, no invente excusas
para no aportar
lo que puede aportar; el salario
bajo, las pocas prestaciones, el aumento
de la jornada laboral, la ausencia de estímulos
no son excusas para que usted sea un holgazán;
la empresa, su jefe, perderán
mucho con su pereza es verdad,
pero usted está perdiendo más; está perdiendo
la oportunidad de ser usted mismo, de realizarse en su profesión, en lo que le gusta, en lo que sabe hacer. Un profesional,
un trabajador
negligente nunca ascenderá;
se ha de quedar toda su vida rotando
en
el círculo vicioso
de su indolencia. No le digo con esto que sea pasivo ante la explotación laboral, hay que reclamar, es un derecho; pero creo en otros medios muy diferentes de conseguir lo que
queremos. Trabaje duro, muy duro,
dedíquese con mayor constancia
a lo que hace y verá que el éxito lo abrazará.
Paradójicamente este es el camino más seguro para triunfar
en la vida laboral
o profesional, mas no el más el corto ni el más fácil. La mejor venganza contra el sistema laboral que nos oprime es teniendo
éxito personal; fíjese que en la medida
que su trabajo
se
torne una
escuela para
crecer
en conocimientos
y habilidadesprofesionales usted podrá liberarse del sistema y pasar fácilmente de ser un asalariado a un empleador, un dependiente a un empresario con éxito. Sólo las personas con conocimientos y habilidades profesionales llagan a ser independientes, los negligentes nunca llegan a nada, mueren en el sistema esperando una mísera pensión que los sostenga en la vejez. Aspire,
trabaje duro, no sea perezoso, sueñe con ser un trabajador independiente, con construir su propia empresa sin depender
de nadie, y cuando lo logre, recuerde
que usted también fue un jornalero, un subordinado, un esclavo
del sistema; entonces trate bien a los que ahora dependen de usted; escúchelos, estimúlelos, valore su persona y su trabajo, dígales siempre la verdad, con respeto
y amabilidad, sea responsable con ellos y verá que ellos lo serán
con usted. Si lo logra, usted será uno menos del sistema opresor y uno más que piensa diferente, uno más que
ayudará a cambiar la injusta sociedad en que
vivimos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario